Cada vez es más común que las parejas que deciden tener hijos buscan nuevas alternativas de crianza para no cometer los mismos errores que sus padres. En esa búsqueda de una forma de crianza respetuosa es frecuente que las parejas se sientan agobiadas por todas las corrientes educativas e información que encuentran en redes sociales. Por eso, una psicóloga y una educadora nos explican qué es la crianza respetuosa y por qué los límites son importantes al momento de educar a los más pequeños.

Lina González, psicóloga clínica especializada en derechos humanos, educación infantil y psicotraumatología, dice que el concepto de la crianza respetuosa comenzó a tomar fuerza desde 1989. En ese año se proclamó la Declaración de los Derechos de los Niños y Adolescentes, y con ella se comenzó a entender que los menores de edad son personas autónomas y sujetas de derechos. Atrás quedó la idea de que son una simple extensión de sus padres o sus familias

“Desde la psicología y la psiquiatría se [empieza a comprender] que para tener adultos sanos hay que tener niños sanos”, agrega González, ya que muchos problemas de salud mental son prevenibles si se los trabaja a tiempo.

Durante la niñez “no solo se forman capacidades educativas y cognitivas, sino que también se desarrollan las inteligencias múltiples, como las lingüísticas, lógico-matemáticas, corporales, emocionales. “Se debe empezar a cuidar el corazón del niño, que es para mí la crianza respetuosa: cuidar el corazón, para así cuidar las raíces del adulto”, dice la experta.

Por eso González define a este tipo de crianza como un sistema que permite acompañar el crecimiento de niñas y niños de manera clara, coherente, cálida y respetuosa. Lo que implica respetar la identidad, las necesidades, los gustos y los derechos de los niños desde el momento que nacen. Esto sin dejar de lado que los cuidadores sean quienes los guíen, ya sea una pareja heterosexual u homosexual, padres solteros, abuelos, etc. 

Con este criterio coincide Lorena Maldonado, educadora y fundadora de Aldea Las Nubes— un espacio de juego en el que se aplica la metodología Pikler en la que se respeta la autonomía del niño y su desarrollo—. Y para ejemplificar qué es la crianza respetuosa prefiere contar una historia que se encuentra en el libro Parenting without borders (Paternidad sin límites), de Christine Gross-Loh, publicado en 2013. Gross-Loh escribió que las circunstancias de la vida llevaron a una madre a criar a sus hijos en diferentes partes del mundo. Tras sus aventuras, la madre concluyó que Dinamarca era el mejor lugar para hacerlo. No solo por la buena situación social y económica de ese país, sino porque las personas respetaban genuinamente a los niños. 

Un día, esta madre y sus hijos fueron a una fiesta de luces donde había fogatas inmensas. Ella estaba preocupada porque temía que sus hijos, aún pequeños, se acercaran demasiado al fuego. Al ver el lugar, preguntó asombrada por qué no había una cerca o barrera que impidiera que los niños se acerquen al fuego

Los lugareños le respondieron que no era necesario poner un límite visual o físico porque los niños sentirían el calor al acercarse a las altas temperaturas. Y luego se alejarían. Le dijeron también que debía confiar en los propios límites e instintos de los niños

Esta última frase del libro es para Lorena Maldonado la premisa de la crianza respetuosa.

La educadora añade que criar con respeto es una forma de centrarse en el niño y no ver a la crianza desde una perspectiva adultocentrista. “El sistema de crianza ha sido creado para que los niños se adecuen a las necesidades de los adultos y se termina irrespetando los procesos inherentes de la infancia en los que los niños deben desarrollar sus funciones psicomotrices”, dice. 

Además, añade la experta, “hemos pasado de golpear a los niños para educarlos a dejarles hacer lo que quieren, sin que haya un punto intermedio”. Un ejemplo de esto es que anteriormente muchos padres, para corregir, podían dar un correazo, una bofetada. Pero ahora es frecuente comprar todo lo que el niño pide como juguetes o dulces.

Con este criterio coincide Lina González, quien asegura que la crianza respetuosa no significa que el niño no tenga límites. Cuenta que en su consulta recibe a padres que se sienten culpables por no dar el tiempo adecuado a sus hijos. Ellos, muchas veces, para evitar peleas en el poco tiempo que tienen con sus pequeños, optan por ser complacientes. Así se pierde la lógica de lo que verdaderamente necesita el niño. 

Además, recalca, si una familia cría a un niño sin límites puede caer en negligencia, acto que es penado por la ley. 

Maldonado enfatiza que para que un niño esté bien y se forme adecuadamente dentro de sus necesidades psicológicas y neurológicas es fundamental que conozca los límites. “Un niño sin límites es un niño inseguro, que se va de las manos, y es muy difícil de manejar”, dice ella. 

El primer paso para que los niños entiendan qué son los límites es que el adulto entienda y respete los tiempos de los niños y no los fuerce a hacer actividades antes de que su cuerpo esté listo. Por ejemplo, darse la vuelta, gatear o caminar. “El límite del niño es hasta donde su cuerpo pueda llegar”. 

¿Es posible establecer límites con un bebé?

Lorena Maldonado asegurá que sí. Dice que su respuesta se basa en la teoría de la pediatra austriaca Emie Pickler que, a diferencia de los que muchos creen, no se trata de una corriente nueva. La teoría fue desarrollada tras la Segunda Guerra Mundial y ha sido puesta en práctica en todo el mundo. 

Esta corriente entiende que al respetar los tiempos de desarrollo de los bebés se están interiorizando sus límites. Cuando sea más grande, sostiene la teoría, el niño podrá respetar los límites de los demás, entender un “no” como respuesta y entender lo que necesita, tanto emocional como físicamente.

Respetar su desarrollo es establecer límites

La teoría de crianza respetuosa de Pickler explica que la primera forma de relacionarse que tienen los niños con el mundo es a través del movimiento. Maldonado dice  que esta corriente de crianza propone que el niño se mueva hasta donde alcance según su edad, y que se respete ese movimiento, sin forzarle a hacer más de lo que puede. Es decir, desde el respeto al desarrollo motor

“¿Quieres respetar a tu hijo o criar con respeto? Déjale que aprenda a moverse sin tanta estimulación previa, técnica que no necesariamente entra en la crianza respetuosa, porque está concebida desde la mirada del adulto y no del niño”, dice Maldonado.

La sociedad, en general, está hecha para que los niños se adapten al mundo de los adultos. Incluso en los centros de salud  o en consultorios pediátricos. “Es común ver que tienen una tabla en la que dicen lo que debe hacer el bebé en cada mes de vida y cómo los padres pueden forzar al niño para que lo lleve a cabo”, explica la especialista en educación. 

Maldonado aclara que desde la mirada del adulto, el bebé debe darse la vuelta a los 4 meses. A los 6 debe gatear. Al año, caminar. Y “si no cumple con lo establecido se lo debe forzar a hacerlo. En muchos lugares te dicen que si no puede sentarse aunque sea le pongas cojines para que sostenga”. Y es ahí donde existen accidentes. 

“Cuando tú le sientas a un niño y este no logra llegar a ningún lado sin caerse o darse un ‘tortazo’ es porque los bebés no pueden salir de una posición de la que no supieron cómo llegaron solos, por sus propias destrezas y sus capacidades”, dice la experta.

La educadora explica que los niños que son criados bajo la teoría de la crianza respetuosa pueden sentarse alrededor de los ocho meses. “Pero llegan a esa posición solos y por sus propias destrezas y comienzan a adquirir la sensación de ser competentes, de ser inteligentes y, sobre todo, a estar conscientes de sus propios límites”, dice Maldonado. 

Una vez que han llegado a sentarse, los niños empiezan a gatear y terminan por caminar. “Que el niño esté listo para caminar se debe a que ha fortalecido sus piernas y sus caderas, sus pies han tenido suficiente contacto y su espalda le permite erguirse”, dice.

Cuando se fuerza al niño a hacer algo que no puede, la crianza deja de ser respetuosa porque se han transgredido sus límites. Maldonado explica que los límites de los niños están relacionados con su parte motriz y a medida que ellos crecen, saben hasta dónde su cuerpo les permite llegar. Es decir, si solo puede estar boca arriba y mover las manos, es el límite físico de sus capacidades. 

Cuando crece y desarrolla la habilidad de darse la vuelta, el bebé marcará un nuevo límite.

Pickler, con su teoría, demostró que los adultos ponen todos sus esfuerzos en que los niños caminen y hablen cuanto antes, así sus cuerpos no estén listos. También demostró que los bebés, desde su nacimiento, realizan ejercicios y posturas de forma natural que les preparan para pararse, ya que caminar es la forma de desplazamiento más complejo de todos al que debe llegar un bebé. Por lo que la preparación previa que el bebé desarrolla es importante. 

La alimentación es otro aspecto que debe entrar bajo la crianza respetuosa, según Maldonado, ya que es otra etapa crucial de desarrollo de los más pequeños.

“Uno de los problemas que más se ve en la actualidad es cómo los padres irrespetan los límites de saciedad de los niños. Es decir, les exigen comer más de lo que sus cuerpos pueden”, dice Lina Maldonado. Una de las técnicas que más utilizan los padres para “nutrir a los niños” es sentarlos a la mesa al frente de una pantalla y “embutirle el alimento” mientras ellos están distraídos viendo la pantalla, dice la experta.

Alimentar de esa forma a los niños es otra manera de transgredir su autonomía. Esto por que el niño no podrá ponerle un límite a la comida ya que no puede escuchar a su cuerpo y entender que ya está saciado. Cuando sea adulto, no podrá escuchar a su cuerpo o sus deseos, porque no sabe decir “ya no avanzo” y “ya no quiero”.  Desde muy pequeños, los niños aprenden a comer a pesar de no quererlo sin tener la capacidad de decir ya no más.

Maldonado recomienda que para alimentar a los niños, desde la crianza respetuosa, es importante que el adulto seleccione los alimentos que el niño debe comer y aporten a su nutrición. Pero también es clave que se le dé opciones, a medida de las circunstancias de cada familia. 

Un ejemplo de esto es decirle al niño: “hoy podemos comer huevos y fruta o pan con queso”. Y dentro de las opciones que el cuidador le dé, el niño puede escoger. En caso de que el pequeño haga berrinches, el adulto puede acompañar al niño en su frustración. Es decir, explicarle que entiende lo que siente pero que no lo puede complacer. La educadora recomienda no darle la golosina que el niño quería y esperar que este tenga hambre y coma los alimentos que escogió.

Otro aspecto que Maldonado recomienda mientras el bebé crece es confiar en la capacidad que este tiene de resolver sus conflictos al momento de jugar. “Es normal que los adultos intervengamos si vemos que dos niños pelean por un juguete. Pero los niños pueden resolver estas situaciones y es importante que el adulto sea un observador”.

 La educadora explica que los cuidadores deben confiar en la capacidad de los niños en resolver sus propios problemas porque estos corresponden a su etapa de crecimiento.

Los primeros tres años son clave

Lorena Maldonado explica que es crucial que a los niños se les enseñe qué son los límites desde el momento que nacen hasta los 3 años, ya que son nociones que continuarán a lo largo de su vida. “Cuando el niño en esta etapa no entendió sus propios límites, tampoco entenderá el de los demás y cuando entre en la temible etapa de los ‘terribles 3 años’ querrá tenerlo todo y que todo esté a su alcance”.

Maldonado dice que los niños de 0 a 2 años primero tienen desarrollo motor, lo que les permite avanzar a su desarrollo cognitivo, y el desarrollo social comienza a partir de los tres años. Pero antes de esta etapa hay un sinnúmero de límites que debieron haber aprendido previamente. 

La tranquilidad mental de los padres

Lina González explica que para que un niño crezca en un hogar respetuoso, los padres deben estar en un relativo equilibrio emocional para que no mezclen sus propios conflictos con los de los pequeños. Esto porque en los primeros años de vida el niño imita todo lo que ve.

Además, la psicóloga señala que el cuidador debe estar consciente de “sus propios descosidos, de sus propias patitas rotas de la infancia, porque tu hijo te hará enfrentarte con tu propio niño”, dice. Y agrega que esta es “la parte más dura de la crianza y de acompañar los procesos por los que deben transitar los niños”.

Además, González dice que los padres que quieran criar de forma respetuosa deben mostrar a los niños ciertas características que sean “certezas claras”.  Esto significa que deben ser el  adulto presente, estable y súper predecible, ya que el niño podrá saber cuándo cuenta con ese cuidador y tiene estabilidad. 

Además de respetar los límites de los niños a través de sus tiempos, González afirma que no se debe descuidar la salud mental de la madre. Una mamá que está bien se traduce a que el niño estará en óptimas condiciones. Por lo que es recomendable que los padres establezcan horas de dormir, de descanso, etc. 

Es decir, la crianza respetuosa también abarca el bienestar de los cuidadores. Sin embargo, estos serán determinados por los cuidadores acorde sus necesidades y sus sistemas de creencias y enfoques de crianza que hayan decidido aplicar.

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Liz Briceño Pazmiño
Periodista. Ex reportera de GK. Ha publicado en El Mundo (España) y Axios(EE.UU). Es becaria del International Center for Journalists (ICFJ). Máster en Producción, Edición y Nuevas Tecnologías Periodísticas. Cubre migración, derechos humanos y economía.
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