El 1 de febrero de 2023, Marisol Cahuano, de 23 años, gritaba desesperada en las torrentes aguas del río Bravo para que le ayudaran a salir junto a su hijo y esposo. “¡Mi marido está aquí, no quiero que se muera. Ayúdenme!”, era una de las frases que gritaba la migrante ecuatoriana, mientras a él lo arrastraba la temida corriente del río. En medio de los gritos de auxilio, la mujer fue rescatada junto a su pequeño hijo. Su esposo se ahogó. Ahora, su familia espera poder repatriar el cuerpo.
Tras ser atendida en un centro médico, junto a Jonathan, su hijo, la mujer contó a medios de comunicación que salieron por su cuenta desde Ecuador y casi todo el camino lo hicieron gracias a información que encontraban en redes sociales como Tik Tok —donde migrantes narran el camino que recorrieron para llegar al sueño americano—.
La historia de Marisol y su familia muestra una nueva modalidad de cómo los ecuatorianos están migrando hacia Estados Unidos. En 2020 comenzó un nuevo aumento de ecuatorianos que buscan migrar; sin embargo, este nuevo pico migratorio tiene sus propias características y se diferencia de otros procesos migratorios. Porque los ecuatorianos —después de los venezolanos— son la segunda nacionalidad que más atraviesa por el Darién, una de las más peligrosas del mundo.
Soledad Álvarez Velasco —docente e investigadora de la Universidad de Illinois y experta en migración— explica que aunque hay otras rutas migratorias por las que también se van los ecuatorianos, el paso por el Darién es la que más sorprende por el grado de dificultad y peligrosidad, al punto que pueden no salir vivos de la selva.
Sin embargo, Álvarez Velasco explica que la digitalización de la información ha influido directamente sobre la forma de migrar y es una de las razones por las que los ecuatorianos optan por viajar por esta selva. “El monopolio de la información migratoria que antes estaba en manos de coyotes hoy día también está en manos de muchos migrantes y las salidas ya no están controladas por los coyotes”, dice Álvarez, es decir, ahora los migrantes viajan por su cuenta y usan las redes sociales para viajar.
La experta indica que desde que comenzó este último pico migratorio se puede observar que “muchísima población migrante se está autoguiando a través de Whatsapp, Tik Tok y Facebook”, como fue el caso de Marisol Cahuano, quien perdió a su esposo en el río Bravo.
Soledad Álvarez menciona que se conocen casos de migrantes que se van solos, pero también están aquellos que arman grupos y se van. Y, dependiendo de la parte del trecho que deben recorrer, los grupos deciden si contratar un coyote o no. Como es el caso de la usuaria Cris Macias, de Tik Tok, quien en sus videos cuenta que salió en bus de Santo Domingo de los Tsáchilas a Quito y de ahí tomó otro bus hasta Tulcán, en Rumichaca y punto fronterizo con Colombia.
Ya en Ipiales tomó un bus que le llevó al departamento de Antioquía, exactamente a Necoclí, de donde salen las embarcaciones que llevan a los migrantes a adentrarse a la frontera.
La mujer cuenta que ahí decidió pagar a un coyote para que le guíe para pasar por el Darién. Los coyotes— denominados como guías— le dieron la opción de ir por un camino que duraba 7 días y otro de 3. Ella optó por el de menor duración.
Al avanzar su historia, la mujer cuenta que la guía que da el coyote es solo durante el primer día en un campamento donde descansan los migrantes. Luego, deben seguir solos ya que solo deben bordear el río. Otros usuarios en Tik Tok aseguran que algunos coyotes les dejan en un segundo campamento, pero que de ahí en adelante, deben ir solos porque ningún guía está autorizado para llevar a los migrantes a la frontera con Panamá.
Con el alto flujo migratorio que hay por la selva, muchos migrantes recomiendan que se debe llevar solo lo indispensable en la mochila, porque a lo largo de la ruta hay personas que venden comida y agua. Cris Macias cuenta que en todo su viaje gastó 2.500 dólares.
Esta nueva modalidad de viaje rompe con los esquemas tradicionales del coyoterismo de la década del 2000, en los que muchos ecuatorianos se endeudaban o vendían sus propiedades para pagar entre 15 y 18 mil dólares para migrar de forma irregular a Estados Unidos.
Soledad Álvarez Velasco también explica que la digitalización no sólo rompe con el esquema del coyote, sino con un “sistema de sobrevivencia local”, porque para que haya coyoterismo, debe haber un enganchador, un chulquero que preste la plata, el que cobra y así varias personas se lucran “de una economía informal que está construida en torno a la movilidad de la gente”.
La experta también explica que la decisión de los ecuatorianos de viajar por el Darién también denota un empobrecimiento —en términos económicos— de las familias ecuatorianas. Un ejemplo de esto es que aunque los ecuatorianos pueden viajar a Panamá de forma legal y no necesitan visa, es posible que en este momento no tengan los recursos económicos para pagar un pasaje de avión y costear el resto del trayecto, por lo que optan por viajar por una de las rutas más duras y, posiblemente, más peligrosas.
Hay registros de viajeros que aseguran haber visto cuerpos flotando por el río o cadáveres abandonados de personas en la selva. Varios usuarios han reportado que en la selva no es posible ayudar o cargar a quienes no pueden avanzar por cualquier motivo.
Pese a que los ciudadanos colombianos están más cerca de la selva del Darién, el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá registró 5.064 personas colombianas que cruzaron por esta ruta en 2022, frente a los 29.400 ecuatorianos. En 2023, es posible que estas cifras no cambien: el gobierno panameño reportó que, solo en enero de este año, 9.500 ecuatorianos atravesaron la selva.
Álvarez recalca que para entender la migración hay que comprender que esta “es móvil y migrar es ponerse en ruta, por lo que la migración nunca seguirá los mismos patrones. Es extremadamente cambiante y son los migrantes los que descubren otras estrategias de migrar y no son los coyotes quienes dicen cómo hacer, sino los migrantes son los que abren caminos y trochas”.
El Estado no protege ni da garantías
Álvarez destaca que en esta nueva modalidad de migración irregular también se quiebra el discurso del Estado en el que el coyote es el malo porque pone en riesgo la vida de los migrantes, sino que ahora se ve claramente que es el Estado el que no protege y no da garantías de una vida digna a los ciudadanos. Los migrantes, de cierta manera, le dicen al Estado “me voy por mis propios medios y mis propios recursos porque tengo el conocimiento y la capacidad de hacerlo”.
La experta recalca que esta no es solo la situación de Ecuador, sino de toda América Latina porque en la región se ha extremado la desigualdad, la informalidad, la pobreza y, con estas, la estructura de protección del Estado.
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