Más de 3 de cada 10 mujeres que viven en Portoviejo han sufrido algún tipo de violencia en su vida. Manabí, la provincia de la que es capital esta ciudad, ocupó en 2022 el segundo lugar de las provincias con más femicidios en el país. El femicidio, que es el asesinato de una mujer por razones de género, no ocurre de un momento a otro sin contexto, sino que escala, y una de las primeras manifestaciones de violencia suele ser el maltrato emocional. En Portoviejo, según la Fiscalía Provincial, solo en los primeros cuatro meses de ese año, hubo 98 denuncias por violencia psicológica.

alianza GK Faro

Una de las principales razones por las que las mujeres no pueden dejar a sus parejas que las maltratan es la falta de independencia económica. Es decir, como no generan ingresos propios, tienen miedo de dejar a sus agresores porque las mantienen a ellas y a sus hijos. Por eso, Zoila Menéndez, vocera del colectivo Tejedora Manabita, dice que una de las necesidades más urgentes para las mujeres en Portoviejo es la independencia económica: que las autoridades locales apoyen sus proyectos y emprendimientos. 

La Tejedora Manabita es una organización con más de 15 años de trayectoria. Agrupa a lideresas de diferentes fundaciones, colectivos y agrupaciones, que busca capacitar a las mujeres y a la sociedad en temas de igualdad. Un trabajo clave para una provincia donde, cada semana, las mujeres dedican 27 horas y media al trabajo no remunerado en casa, mientras que los hombres dedican apenas 7 horas y media para las mismas tareas en ese mismo tiempo. 

Esa búsqueda de igualdad incluye el acceso a oportunidades laborales. Y es allí que Zoila Menéndez menciona la necesidad de invertir en ellas.

“La mayoría [de proyectos] que llegan a territorio solo se basan en capacitación pero necesitamos un mínimo de fondo semilla para que puedan hacer sus propios emprendimientos”, dice Menéndez. Cree que una capacitación para aprender oficios o temas puntuales para buscar la independencia económica de las mujeres no está completo si no incluye ese aporte de dinero. “Las mujeres se hostigan de las capacitaciones solas”.

Estas capacitaciones para fortalecer capacidades específicas en algún oficio y el fondo semilla, opina Menéndez, debería complementarse con talleres sobre derechos de las mujeres. 

➜ Otras Noticias

Con ella coincide Patricia Moya, la administradora del centro de atención integral para mujeres víctimas de violencia en Portoviejo. Cada mes, este lugar atiende a 110 mujeres nuevas. Es decir, quienes por primera vez van a buscar ayuda —psicológica, legal o de trabajo social. Sumando las que han recibido atención más de una vez, y las nuevas, cada mes, en promedio 450 mujeres reciben auxilio en este espacio. 

“Hay muchas mujeres que dicen ‘me quiero separar pero no puedo porque este hombre, que es el agresor me mantiene, y si mi separo no tengo dónde ir, tengo a mis hijos en la escuela, no puedo interrumpir sus clases, no tengo quién me dé una mano’”, cuenta Moya.

Por su trabajo con mujeres víctimas de violencia, reconoce la necesidad de los talleres sobre derechos e igualdad. “Las sensibilizaciones no son de un día, es dale que dale que dale, como los niños con la tabla de multiplicar. Tenemos que enseñarles, hasta que esté interiorizado, que si tienen una boleta de auxilio deben tener la original a la mano y no bajo llave, que pueden llamar al 9-1-1, que pueden apropiarse de sus derechos”, explica Patricia Moya. 

Sobre las capacitaciones que las mujeres suelen recibir, Moya dice que las instituciones públicas deberían salirse de lo tradicionalmente asociado a las mujeres: manicure, cabello, pastillaje. También, dice, debería haber un apoyo verdadero para que estos emprendimientos sean de mejor calidad y pone como ejemplos productos concretos que podrían confeccionar y vender como edredones y cojines. 

Como complemento, también menciona la creación de líneas de crédito con cooperativas y bancos que sean específicas para mujeres, que tengan una tasa asequible para ellas. “No que sea con la misma tasa y mismas condiciones solo que con el nombre maquillado y cambiado como ‘crédito para mujer emprendedora’”, se queja Moya. En estos casos, dice, también hay instituciones financieras que para que mujeres que hayan sido víctimas de violencia puedan acceder a beneficios o programas específicos de microcréditos, les piden “una prueba” de la violencia sufrida. Es decir, las revictimizan. 

Finalmente, para que la independencia económica se logre, los emprendimientos que deberían surgir de las capacitaciones y la inversión, deben tener también una difusión y promoción. Concretamente, Moya dice que se podrían organizar ferias frecuentes para que las mujeres puedan vender sus productos, y que las instituciones, por ejemplo el municipio de la ciudad o una oficina del Servicio de Rentas Internas, aprovechen las pantallas que tienen en las salas de espera para proyectar promoción de los emprendimientos de las mujeres. 

Pero estas necesidades tan específicas para las mujeres en Portoviejo no están consideradas en los planes de gobierno de los 14 candidatos —12 hombres y 2 mujeres— que aspiran a la alcaldía de la ciudad. 

§

La independencia económica es, sin duda, la prioridad para Patricia Moya y Zoila Menéndez, sin embargo hay otros temas pendientes para las mujeres en Portoviejo que ambas señalan. 

En la ciudad existe una ordenanza para la prevención de la violencia de género en los espacios públicos y privados, pero Zoila Menéndez dice que hay “muchas cosas pendientes”. Menciona, por ejemplo, a las juntas cantonales de protección de derechos. Por el número de habitantes que tiene el cantón Portoviejo, debería haber dos juntas, pero solo hay una.

A este espacio llegan mujeres y adolescentes que necesitan atención urgente por casos de violencia en contra de ellos o en contra de niños y niñas. “Pero el espacio físico no es funcional, es reducido y no hay privacidad para que la mujer pueda ser atendida y escuchada. No es el más adecuado”, agrega Menéndez. 

Cuando le pregunto si este descuido de la junta de protección podría deberse a falta de recursos, responde que sí existen, porque se organizan bailes o se instalan luces en Navidad en la ciudad. “Hay una mala distribución de los recursos. Invertir en desarrollo social lo ven como perder”, se queja la coordinadora de la Tejedora Manabita. “Eso no les da votos”, recrimina. 

Otra urgencia que señala es que las obras públicas puedan tener enfoque de género: que los colectivos puedan participar en la toma de decisiones, en la construcción de los planes porque, dice, solo las llaman para validar los proyectos cuando están listos. 

Sobre la ordenanza, Patricia Moya dice que “lamentablemente todo está en papel”.

Ambas activistas que todos los días trabajan con mujeres en Portoviejo coinciden en que el próximo alcalde o alcaldesa deberá darle más prioridad a las necesidades de este grupo que representa el 51% de la población. 

La propuesta de que las mujeres tengan independencia económica no solo ayudaría a que puedan salir de su círculo de violencia, sino que podría lograr prevenirla. Si una mujer que tiene un oficio o un emprendimiento empieza a ver que podría ser maltratada, ya no tendría miedo de dejar a su pareja y escapar de la violencia antes de que escale. 

Gk Logo 2021 150x150
GK
(Ecuador, 2011) Periodismo que importa sobre lo que te importa.
Y tú ¿qué opinas sobre este contenido?
Los comentarios están habilitados para los miembros de GK.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.
VER MÁS CONTENIDO SIMILAR