Mi nombre es Danilo Manzano y en mi rol de ciudadano quiteño abiertamente homosexual, activista político y defensor de derechos de las personas LGBTIQ+, me dirijo a usted  sumamente preocupado por sus comentarios sobre las personas LGBTIQ+. Usted ha manifestado de manera pública su rechazo acerca de lo que implica la promoción de derechos de las personas LGBTIQ+ en nuestra ciudad. 

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En un video difundido por el portal La Posta, publicada el 29 de septiembre del 2022,  usted dijo,: “Durante nuestro gobierno, pueden poner una carpa ahí hablar y que les vayan a escuchar lo que les dé la gana, pero lo que les aseguro y les garantizo a los ecuatorianos es que ninguno de ellos podrá ingresar a ninguna escuela del país”. Por sus palabras, se infiere que usted se está refiriendo a la población LGBTIQ+. ¿Se da cuenta de lo discriminatorio que es que un candidato a alcalde pretenda posicionar la idea de que la población LGBTIQ+ tiene que hablar en una “carpa”, lejos de las escuelas? ¿Usted está sugiriendo que la población LGBTIQ+ es un peligro para los niños?  Lo único verdaderamente peligroso aquí es su discurso y lo que puede surgir de él no solo para personas adultas de esta comunidad si no para niños y adolescentes de la diversidad sexogenérica. 

Usted revive un discurso que sostuvo durante casi cien años que la homosexualidad en Ecuador sea considerada un crimen. 

En ese mismo video usted dijo después: “ellos no van a envenenar el alma de nuestros niños. Yo no voy a permitir que ingresen a las escuelas a estar haciendo que los niños tengan supuestamente la posibilidad de escoger… cómo un niño de siete años que no puede escoger o que no puede distinguir entre un helado de chocolate y uno de mora le digan ¡oye!: ¿y tú qué quieres ser? ¿Hombre o mujer?… ¿Qué es esa pendejada?” 

Sus palabras demuestran un profundo desconocimiento sobre los derechos y realidades de las personas LGBTIQ. No son bajo ninguna mirada aceptables por parte de quien ostenta ocupar el liderazgo público más importante de la ciudad de Quito, sus comentarios, Andrés, alimentan de manera los discursos de odio en la ciudadanía, que son la antesala para los crímenes de odio que vivimos las personas LGBTIQ+. Sobre todo invisibilizan una enorme realidad: la existencia de niños, niñas y adolescentes que son parte de las poblaciones LGBTIQ+. Es importante que usted tenga en cuenta que dentro de la ordenanza por los derechos de la población sexo-género diversa, se incluye la responsabilidad del municipio de Quito en impulsar incluso dentro de los centros educativos, el respeto hacia las personas LGBTIQ+.

Y quiero aclararle que esta carta no tiene como objetivo atacarlo. Usted es parte de un grupo poblacional que nos sigue viendo desde la otra vereda, como si estuviéramos enfermos o como si algo de lo que somos necesitara ser cambiado o “arreglado”. Sus palabras representan a un número, lastimosamente, aún importante de los ciudadanos que preferirían que quienes somos LGBTIQ+ tengamos menos derechos que el resto de la población y que, como usted dice, nos escondieron “en una carpa”, lejos de la vida pública y política de la ciudad; donde no nos vean, donde no nos escuchen, donde seamos invisibles. Y eso, estimado Andrés, es inadmisible en una democracia —que usted tanto dice defender—.

Por eso, esta carta es más bien una  invitación a que deje de lado esos prejuicios —con los que muchos ecuatorianos crecimos —. Es también un llamado para que usted, como aspirante a gobernar la ciudad, asuma la responsabilidad de sus palabras —usted reconocerá que no es la primera vez que usa ese tipo de expresiones discriminatorias. Le hemos escuchado gritar consignas como “el que no salta es Correa maricón”, utilizando un término peyorativo para denostar a otros políticos, suponiendo que la orientación de alguien puede servir como un insulto o para minimizar a otra persona. Hay que reconocer que esa práctica es común entre hombres políticos; podríamos hacer un listado sobre las expresiones ofensivas que Rafael Correa, a quien usted pretendía insultar con sus palabras, dirigió hacia la comunidad LGBTIQ+.

Y ese es el problema, se ha normalizado la homofobia hasta en la clase política cuando esta debería ser el ejemplo hacia la ciudadanía de respeto hacia los derechos de las poblaciones sexo diversas. Las palabras no son solo palabras, construyen una imagen negativa, prejuiciosa y peligrosa sobre la población LGBTIQ+ con quien la ciudad, y el país entero, tiene una deuda histórica. El discurso de odio es la antesala para los crímenes de odio. 

Le recuerdo que son apenas 25 años desde que se despenalizó la homosexualidad en Ecuador. Eso significa que hasta noviembre de 1997, una persona como yo podía ir presa. No por cometer un crimen, no por matar o vulnerar los derechos de otro ser humano, si no, por ser quien soy: un hombre homosexual.  

Hace 25 años las personas LGBTIQ+ éramos considerados criminales ante la propia ley ecuatoriana, perseguidos por la Policía Nacional, discriminados por nuestras familias, invisibles dentro de las comunidades de fe e inexistentes dentro del sistema educativo. 

Por eso, cuando en 2007, se creó la primera ordenanza —actualmente 554— por los derechos de las personas LGBTIQ+ en el Distrito Metropolitano de Quito, nos convertimos en una ciudad que avanzaba hacia la equidad.  Fuimos la primera ciudad en el Ecuador y la primera a nivel latinoamericano en crear política pública local en beneficio de las personas sexo-género diversas. 

Cuando hablamos del derecho a la ciudad, de la cual Quito fue sede mundial de HABITAT III en 2016, varios de sus acuerdos tenían como principal objetivo precautelar la integridad de las personas y fomentar espacios libres de discriminación. Si embargo los esfuerzos por parte del Municipio de Quito, desde la creación misma de la ordenanza, han resultado casi inexistentes, ineficientes y poco efectivos cuando de derechos LGBTIQ+ hablamos, pues siguen siendo los espacios públicos, lugares donde el único afecto permitido y bien visto es el heterosexual. 

Algo tan común en las parejas heterosexuales, como caminar de la mano o darse un beso en público, es aún impensable para la mayoría de parejas homosexuales. ¿Cree que se puede vivir a plenitud cuando podemos ser expulsados de un parque por caminar de la mano de nuestras parejas? Un acto tan cotidiano —que, seguramente, usted ha practicado sin ningún temor ni riesgo— para muchos de nosotros puede ser una invitación a que nos agredan. 

Y no deja de preocuparme que, como aspirante a la Alcaldía de Quito, usted no conozca la ordenanza LGBTIQ+ de la ciudad y es inevitable que me pregunte, si ese es su discurso, ¿cómo podemos estar tranquilos de que su plan de gobierno incluya la garantía de derechos para las personas LGBTIQ+? 

El derecho a la ciudad no puede ser un privilegio para las personas heterosexuales. Y usted tiene la responsabilidad de garantizar ese derecho para todos. Para ello, debe conocer que la realidad que vive una persona sexo diversa en el norte de Quito es completamente diferente de aquella que viven en el centro de Quito, por ejemplo. Allí, muchas de nuestras amigas y compañeras mujeres trans que ejercen trabajo sexual, viven hostigamiento y violencia permanente. Y esa realidad tampoco es la misma de quienes viven al sur de la ciudad o en los Valles, en las zonas periféricas y peri urbanas. ¿Se ha informado sobre estas penosas realidades de vulneración de derechos? ¿Cuáles serían sus estrategias para mitigar la violencia hacia las personas LGBTIQ+? ¿De qué manera usted, desde la alcaldía, impulsaría condiciones de vida dignas y opciones laborales para las mujeres trans en Quito?

¿Estaría usted dispuesto a estudiar la ordenanza 554 y otorgar mayor financiamiento para que sus objetivos y mandatos se hagan realidad? Claro, para eso sería necesario que nos permita salir de la carpa en la que nos quiere recluir para que las organizaciones sociales y activistas LGBTIQ+ trabajemos junto a las autoridades en propuestas viables. 

La nueva forma de ejercer la gobernabilidad debe involucrar también la participación activa de la ciudadanía y del activismo que usted pretende mantener silenciado. ¿Estaría usted dispuesto a ese diálogo y construcción de una ciudad inclusiva?

En el siglo XXI, la construcción y la identidad de la ciudad no tiene que ser vista de una manera homogénea, sino más bien valorar y estudiar a todas aquellas diversidades que conformamos la ciudad. Esa diversidad, sin nombre y sin un reconocimiento específico se vuelve invisible y eso es lo que lastimosamente ha pasado con las personas LGBTIQ+. No puede seguir pasando. 

Hace 15 años, Quito era considerada una de la ciudades más seguras e inclusiva para las personas LGBTIQ+, lastimosamente los datos recabados en 2021, a través de la investigación realizada por la fundación Diálogo Diverso junto a la Secretaría General de Seguridad del Municipio de Quito, revela que para la población LGBTIQ+, Quito dejó de ser una ciudad segura para la población LGBTI, principalmente en los espacios públicos, tales como parques, plazas, calles, entre otros entornos. ¿Usted pretende que eso siga siendo así?

Andrés, la ciudadanía en Quito, busca nuevas formas de liderazgo que se alejen de toda forma de violencia y que confirmen que nuestra hermosa ciudad nace desde la diversidad y esa diversidad debe ser considerada el activo más importante que tenemos. En lugar de pretender esconderla en una carpa, hay que garantizar que todos los ciudadanos se sientan seguros, libres y protegidos, independientemente de su orientación sexual, su país de origen o su género.  

Como ciudadano y como persona abiertamente homosexual me pregunto ¿qué clase de liderazgo ofrece usted a la ciudad de Quito? ¿Aún después de leer esto usted pretende dejar a nadie por fuera —o esconder en una carpa— a quienes son diferentes a usted? 

Un democráta debe precautelar la seguridad, la integridad, la participación y la inclusión de todas las personas sin ningún tipo de discriminación. ¿Está usted preparado para asumir el reto y ser un demócrata del siglo XXI?  

Nunca es tarde para aprender —mucho menos para desaprender—, estimado Andrés. Siempre es un buen momento para reflexionar, para saber disculparse y corregir, no solo en el discurso, no solamente para “quedar bien” en un contexto electoral, si no también para asumir un compromiso real de educarse, de alejarse de los prejuicios y de garantizar los derechos a todos los ciudadanos. 

Queremos y merecemos una autoridad cuya carta de presentación sea la creación de espacios de diálogo. En ese diálogo, las personas LGBTIQ+ debemos ser vistos como interlocutores directos y tan válidos como lo sería cualquier otro sector de la población que aspire a ser escuchado. 

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Danilo Manzano
Activista social por la diversidad LGBTIQ+. Director de la Fundación Diálogo Diverso en Ecuador.
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