A Édgar Edmundo Escobar Zambrano lo llamaban ‘Fiscalito’. El abogado de 43 años, que hizo carrera en la institución fiscal por más de una década, se había ganado aquel apodo desde que estudiaba en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Con aquel mismo sobrenombre, que su familia y sus amigos más cercanos conocían, será despedido. El fiscal Escobar fue asesinado con al menos ocho disparos pasadas las siete de la mañana del lunes 19 de septiembre de 2022. 

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El fiscal Escobar no falleció de inmediato. Durante varios segundos —mientras decenas de personas lo grababan— yacía en el parque Pedro Carbo, frente al edificio La Merced, de la Fiscalía Provincial del Guayas. Hasta allí había llegado, a las siete de la mañana, para hacer que lustren sus zapatos, antes de ingresar a la dependencia judicial donde trabajaba a diario. 

De acuerdo con las versiones de testigos —que prefieren no identificarse— eran las siete y cuarenta y cinco de la mañana, cuando dos hombres que se trasladaban en una motocicleta, dispararon contra el abogado. Horas después, la Policía confirmó que un adolescente de 16 años y un joven de 19 años, detenidos en el cerro El Carmen, serían los presuntos responsables de su muerte. 

El asesinato de Fiscalito’, en pleno estado de excepción, enluta a su familia, a sus amigos, a sus compañeros de oficio, a sus colegas y estudiantes. También ha elevado una ola de indignación por la intensificación de la violencia en aquella ciudad, que forma parte de la zona 8, un distrito que ya ha superado  las mil muertes en lo que va del año.

El fiscal Escobar, quien en vida investigó casos vinculados a sicariatos, muertes violentas, el sistema carcelario y redes de delincuencia organizada, se convirtió en el tercer agente fiscal asesinado en 2022. 

La falta de garantías para los funcionarios judiciales ha sido un eje de reclamo que crece en Ecuador. Horas después del asesinato del fiscal, la presidenta de la Corte Provincial del Guayas, Fabiola Gallardo, anunció —ante medios de comunicación— el 19 de septiembre de 2022, que solicitó la declaratoria de emergencia de la función judicial. “Nosotros, los funcionarios judiciales, estamos sin protección por lo que requerimos que se nos brinde esa protección necesaria para poder trabajar. En este momento, ejercer nuestras funciones está representando ser un acto heroico”, alertó. 

Gallardo exigió, además, al Consejo de la Judicatura y a la Presidencia, que todos los jueces en materia penal se acojan al teletrabajo hasta que “existan las condiciones de seguridad”. 

¿Quién era Édgar Escobar?

Édgar Edmundo Escobar Zambrano fue un abogado, fiscal, docente y ex director de cárceles, nacido en Guayaquil, hace 43 años. Formó una familia con una colega suya —que ahora funge como jueza en los tribunales ecuatorianos. Por seguridad, no la nombramos. 

Édgar Escobar decidió que el derecho penal sería la rama en la que se especializaría. Y así fue. Primero, estudió Derecho en la facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil y fue parte también de Lex 81, el Movimiento Político Estudiantil de aquella carrera. Años después, regresaría a su universidad ya no como estudiante, sino como profesor. 

El abogado Néstor Toro fue estudiante del fiscal Escobar. “Fue mi profesor. Conocedor del Derecho Penal y siempre presto a dar consejos y responder con paciencia las inquietudes de sus estudiantes. Descansa en paz, Fiscalito”, escribió, como despedida, en sus redes sociales. 

Édgar Escobar ingresó a la Fiscalía hace 12 años. Pero antes de cumplir su labor como agente fiscal, también cumplió funciones como director de la Penitenciaría del Litoral en 2010, por pocos meses. En aquel año, la abogada Alexandra Zumárraga dirigió, durante un año, a las cárceles a escala nacional. 

GK habló con un agente de seguridad penitenciaria —en 2010 aún se llamaban guías— que todavía recuerda al fiscal Escobar. “Era uno de esos directores que quería poner orden. Sí, pues, era respetado, buena gente, enérgico. Pero no pudo hacer mayor cosa aquí tampoco. Nadie ha podido, porque la Penitenciaría siempre ha sido caliente”, dice el hombre, que prefiere no ser identificado.  

Ya como fiscal, Édgar Escobar Zambrano tuvo una gama diversa de casos en los que lideró investigaciones, sobre todo, en la Unidad de Personas y Garantías Penales, que investiga, principalmente, muertes violentas. 

Son varios. Está, por ejemplo, el caso del periodista Fausto Valdiviezo, que fue asesinado en abril de 2013. Escobar había investigado a Alex C., quien, según su indagación, había sido la persona que entregó dinero a un sicario para matar al periodista Valdiviezo. 

Pero no fue quien llevó el caso desde sus inicios. De hecho, el fiscal Escobar ingresó como reemplazo del agente fiscal César Peña, que fue altamente cuestionado por la familia de Fausto Valdiviezo por “falta de celeridad”. Aquel caso aún no ha encontrado resolución. 

El fiscal Escobar también llevó adelante un caso de falsedad de información derivado del caso Isspol, que reveló un esquema de sobornos dentro del Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional, que habría perjudicado los fondos de sus afiliados: los policías y sus familias. En noviembre de 2021, por ejemplo, pidió que se vinculara formalmente a otras tres personas al proceso penal y un juez acogió la solicitud. 

Paradójicamente, una de las últimas investigaciones que lideró lo hizo volver a la Penitenciaría del Litoral: la cuarta masacre carcelaria, que dejó al menos 65 personas asesinadas y desmembradas entre el 12 y el 13 de noviembre de 2021. La falta de respuesta de las autoridades fue tan evidente que los internos grabaron en vivo una parte de la matanza, que fue vista por más de 14 mil personas. 

Incluso GK vio el video y recibió pedidos de auxilio de una persona presa que no pudo ser rescatada. Falleció horas después de alertar a una periodista de este medio. De acuerdo con las evidencias recabadas por el equipo del fiscal Escobar, dos personas privadas de la libertad fueron procesadas por asesinato formalmente el 22 de julio de este año, aunque el caso aún no tiene resolución. 

Escobar Zambrano manejó, además, casos vinculados al narcotráfico en Ecuador y a sicariatos que han conmocionado al país. Uno de los más conocidos fue el de Jaime Villágomez, un joven guayaquileño que falleció luego de que un sicario disparara un arma sobre él, en el restaurante ubicado en el Buijo Histórico, en Samborondón, en mayo de este año. 

Antes de ser asesinado, el fiscal Escobar investigaba también uno de los episodios de violencia que más dolor causaron en Ecuador: la explosión en el barrio Cristo del Consuelo, en el suroeste de Guayaquil. Cinco personas fallecieron —entre ellas dos madres— luego de que un saco de yute explotara en la calle ocho. 

Ya no podrá hacerlo. Lo más preocupante es que el fiscal Escobar fue asesinado en medio de una escalada de violencia que, en lugar de reducirse, se incrementa a diario. Luis Córdova, docente universitario y coordinador del programa de investigación Orden, Conflicto y Violencia, ha dicho a GK que tanto atentados como el de Cristo del Consuelo, así como los sicariatos de funcionarios públicos y judiciales, son una evidencia firme de un cambio de patrón y mayor dinamización de la violencia frente a la política de seguridad ineficaz del propio Estado. Ecuador ha vivido al menos 145 detonaciones de explosivos —incluidos coches bomba—, las muertes se replican, pese a los estados de excepción,

Los colegas del fiscal Escobar reclaman. “Mataron a un amigo fiscal, un padre de familia, un hijo, un esposo, un hombre que siempre sonreía. Édgar no era corrupto. Nunca fue malo”, escribió la abogada Djalma Blum, que, al igual que el fiscal, se especializó en derecho penal. 

Ella también está indignada por la falta de garantías de seguridad. “Tengo meses publicando tuits sobre la presencia de delincuentes vigilando hacia la Fiscalía. Nadie hizo nada y ahora Edgar está muerto”. denunció. 

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Karol E. Noroña
Quito, 1994. Periodista y cronista ecuatoriana. Cuenta historias sobre los derechos de las mujeres, los efectos de las redes de delincuencia organizada en el país, el sistema carcelario y la lucha de las familias que buscan sus desaparecidos en el país. Ha escrito en medios tradicionales e independientes, nacionales e internacionales. Segundo lugar del premio Periodistas por tus derechos 2021, de la Unión Europea en Ecuador. Recibió una Mención de Honor de los Premios Eugenio Espejo por su crónica Los hijos invisibles de la coca. Coautora de los libros 'Periferias: Crónicas del Ecuador invisible' y 'Muros: voces anticarcelarias del Ecuador'.
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