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Hace un año Brayan Robles comenzó un huerto en su departamento en Quito. Tiene tomates riñón y ocho tipos de ají —incluyendo el manaba, ratón y habanero de dos colores. Su huerto, pequeño pero productivo, nació por curiosidad —quería saber más sobre plantas y su cuidado— y necesidad. Robles dice que “cualquier persona que se siente atraída por la cocina está en la búsqueda constante de ingredientes frescos”. Él es chef y disfruta de cocinar en su restaurante con diferentes tipos de ají frescos —especialmente con el cacique y habanero rojo— que solo conseguía en polvo o deshidratados y no tenían el mismo efecto en sus salsas. 

Empezar un huerto desde cero es vivir en constante descubrimiento. “Es un proceso de aprendizaje”, dice Robles. El primer paso es seleccionar el lugar en el que se lo hará. Puede ser en una parcela o pedazo de tierra, pero también en macetas o cajones. El manual del huerto familiar del Programa Mundial de Alimentos (PMA) dice que no hay un espacio mínimo requerido, pero se debe aprovechar el que esté disponible y manejarlo de forma eficiente para que produzca la mayor cantidad de hortalizas posibles.

Para encontrar el lugar ideal, se debe seguir el primer principio de la permacultura: observar. Bruno Benedetti, director de Conexión Permacultura —una organización de expertos en huertas agroecológicas— dice que se debe examinar detalladamente las condiciones del espacio. Las lluvias, la humedad, la luz, la temperatura y el viento intervienen directamente en el desarrollo de la planta. Para determinar la cantidad de luz, dice Benedetti, se debe observar por dónde sale y se oculta el sol. Se debe considerar las especies que se sembrarán. Algunas crecerán mejor con abundante luz, otras necesitan más sombra. También se debe tomar en cuenta la distancia con la fuente de agua. Si está muy lejos, será difícil regarlo. La decisión de dónde irán las plantas será determinante en el resultado de los cultivos. 

El siguiente paso es observar el suelo en el que harán las plantaciones. Cristina Fierro, coordinadora de la escuela de huertos A lo verde, dice que debe tener un alto contenido de nutrientes para que las plantas crezcan bien. Según Fierro, el suelo debe tener macronutrientes —como el nitrógeno o el fósforo—, y micronutrientes —como el boro o el hierro. 

En la agricultura tradicional, se utilizan compuestos químicos para garantizar que los nutrientes necesarios estén en el suelo. Sin embargo, Fierro dice que en los huertos ella recomienda preparar la tierra con abonos orgánicos de origen vegetal o animal para que la planta tenga una buena dosis de nutrientes. El abono orgánico se puede hacer en casa. Brayan Robles dice que él tiene lombrices para alimentar sus cultivos. También aprovecha las cáscaras de huevo, manzana o de zanahoria que son el desperdicio de la cocina. 

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Una vez que se ha encontrado el lugar ideal, es momento de comenzar a planificar la siembra. El Programa Mundial de Alimentos recomienda sembrar hortalizas que sean parte de la dieta del hogar. Sin embargo, también se puede probar con algunas que no se conozcan, y si a la familia les gustan, incluirlas en sus menús diarios. Al sembrar distintos tipos de frutas y vegetales, dice el manual del PMA, habrá un mejor aporte nutricional a la familia.  

Los ajíes y los tomates huerto de Brayan Robles le han sido especialmente útiles durante la pandemia del covid-19. “No tuve que exponerme al salir a comprar un producto sano. En época de pandemia es preferible usar lo de la casa”, dice Robles. Además de los vegetales, él recomienda tener especies medicinales para emergencias y otras que sirvan para sazonar comidas.

La variedad de los cultivos también es buena para las plantas. Bruno Benedetti dice que entre más heterogéneo es un huerto, es menos probable que tenga plagas. Por ejemplo, la albahaca repele insectos que afectan al tomate. Además, los distintos tipos de plantas se ayudan entre sí. Una que no necesite luz solar directa debe sembrarse con una que le dé sombra. Una con raíces, junto a una que tenga hojas.


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Para aprovechar de mejor forma el espacio, el PMA aconseja alternar tubérculos con hortalizas de hoja, fruta, tallo, flor y leguminosas. Esa asociación reduce la competencia entre hortalizas que estén una junto a otras. El manual dice que existen pocas verduras que no crecen bien juntas. Sin embargo, no hay información sobre esas especies. Por eso recomienda observar el comportamiento del huerto para sacar conclusiones. 

Si las plantas están muy cerca entre ellas, compiten por agua, luz y nutrientes. Si están muy lejos, no aprovechan el espacio disponible y se evapora más agua. Por eso es indispensable que estén a la distancia apropiada, para que las hojas se topen y creen un microclima que proteja el suelo y ayude al crecimiento de los productos. La distancia depende de las especies que se siembran y de si están ubicadas directamente en tierra o en semillero. Las lechugas, por ejemplo, deben estar a 3 centímetros en el semillero, pero a 30 cuando pasan a la tierra. Para que el espacio se aproveche al máximo, el manual del PMA recomienda sembrar de forma hexagonal o en hileras intercaladas. 

Además de la distancia entre una planta y otra, se debe considerar la profundidad de la tierra en la que están sembradas. Cristina Fierro dice que el suelo deberá tener nutrientes a la hondura a la que va a crecer. La mayoría pueden hacerlo en un espacio con 15 centímetros de profundidad. Pero otras, como el tomate, necesitan más profundidad para expandirse. Si se las siembra en un lugar muy superficial, no crecerán cómo se espera. 

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Las plantas también se angustian. Sí, pueden desarrollar una condición llamada estrés hídrico cuando hay cambios bruscos en su ciclo de riego. Fierro dice que es común que las personas se olviden de regarlas durante un par de días y para compensar les pongan más agua. Para evitar el estrés, se deben regar rutinariamente y evitando alteraciones radicales en la cantidad de agua que reciben. 

Ese es uno de los errores más comunes, pero no el único que se comete al regar las plantas. Benedetti dice que otro desacierto es hacerlo con agua potable porque el cloro puede dañarlas. Él recomienda dejar que el agua repose 24 horas antes de depositarla en el huerto para que el cloro se evapore. También, dice Benedetti, se puede usar agua de lluvia. En ese caso, hay que tener cuidado si se la almacena de que no se convierta en un foco de cultivo para insectos que transmitan enfermedades. 

Otro de los errores que se comete al empezar un huerto es usar tierra común que no contenga los nutrientes que las plantas necesitan. Hay que mezclarla con un sustrato que tenga un 40% de abono orgánico o de humus de lombriz. El otro 60% es un sustrato inerte, compuesto por 50% de fibra de coco, que protege las raíces de los excesos de humedad, y un 10% de cascarilla de arroz, que controla la presencia de maleza y mejora la retención de agua. 

El suelo es primordial para que crezcan sanas. “Es igual que en las personas. Si se alimentan bien, es menos probable que se enfermen”, dice Bruno Benedetti. Cuando las plantas están débiles porque no han podido absorber los nutrientes necesarios, aclara el experto, es más probable que les dé una plaga. Parte del cuidado del suelo es no dejarlo al desnudo, expuesto directamente al agua y al viento. Benedetti dice que hay que cubrirlo con una capa de hojas, de paja o de semilla de arroz para que no le dé la luz directa del sol y queme los nutrientes que tanto necesitan. 

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La observación minuciosa no se termina una vez que las plantas están sembradas: cuidar de un huerto es un compromiso de larga duración. El de Brayan Robles se ha mantenido gracias al cuidado familiar. Su principal recomendación es ser paciente. Los cultivos necesitan mantenimiento constante para protegerlas del exceso de luz, el viento o de la falta de nutrientes que podría atraer plagas. 

Aunque es menos probable que los huertos variados y bien nutridos tengan plagas, siempre hay una mínima posibilidad de que suceda. El manual del Programa Mundial de Alimentos sugiere que se usen sustancias naturales para repeler a los insectos perjudiciales. Recomienda hervir o dejar macerar por dos días en dos litros de agua de hojas frutos o tallos de ají, ruda, ajo, ortiga y otras plantas a las que los insectos no atacan.  

Para saber el momento óptimo para la cosecha hay que observar las hortalizas y aprender a reconocer su punto exacto de madurez. El PMA recomienda recolectarlas en las mañanas frescas o sin sol y no mezclar las dañadas con las sanas. Una vez que hayan sido cosechadas deben limpiarse y secarse antes de ser almacenadas en un lugar fresco, oscuro y bien ventilado. Tener un huerto involucra trabajo, planificación y observación que serán recompensadas con productos orgánicos, frescos, ricos y muy nutritivos. 


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