El tiempo de descanso, de ocio o tiempo libre es un derecho de las niñas, niños y adolescentes. Está reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño, de la que Ecuador es firmante, y en la legislación vigente. Pero más allá de las declaratorias legales, muchas personas aún creen, equivocadamente, que es un tiempo muerto o desperdiciado, cuando en realidad tenerlo aporta al desarrollo físico y mental y les permite desarrollar habilidades. 

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El derecho a la recreación y al descanso está reconocido en el Ecuador en el Código de la Niñez y la Adolescencia del Ecuador (CONA). Esta ley, vigente desde julio de 2003, dice que los “niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la recreación, al descanso, al juego, al deporte y más actividades propias de cada etapa evolutiva”. Sybel Martínez, vicepresidenta del Consejo de Protección de Derechos del Distrito Metropolitano de Quito, dice que el tiempo libre también ayuda a los niños a reforzar la identidad y la autonomía, “incluso empodera a las niñas, es un derecho y como tal hay que respetarlo pero es algo que no está pasando”.  Martínez dice que pensar que “tiempo libre es perder el tiempo”, es una “mirada adultocéntrica”: los adultos nos olvidamos de cuando éramos niños y queríamos jugar. 

El tiempo libre no significa no hacer nada: es cambiar de actividad. Puede ser activo o pasivo. Es pasivo cuando es usado para descansar después de estudiar o de haber jugado, e incluye también las horas de sueño.

El tiempo libre activo es el tiempo de juego o de diversión. Valeria Bastidas, psicopedagoga, dice que cuando los niños juegan o se mueven, el cerebro se activa, desarrollando habilidades que les aporta en el aprendizaje de la escritura o lectura.  Bastidas pone un ejemplo: hasta la una de la tarde los niños tienen clases (hoy virtuales para evitar el contagio del covid-19 en las aulas). Luego de las clases deben tener tiempo para salir al patio, jugar con sus amigos o con la mascota, “pero deben cambiar de actividad”, dice.

Los niños necesitan descansar para desarrollar sus habilidades mentales y psicomotoras. El tiempo libre no significa que entre actividades, los niños miren la televisión o sigan conectados a los celulares o tablets: “la idea es aprovechar el tiempo en una actividad diferente”, recomienda Valeria Bastidas. 

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Jugar es la principal actividad que hacen los niños en su tiempo libre que, según un artículo de la Revista de Formación Continuada en Pediatría, debe ser parte de la rutina diaria de la familia. Las pediatras María Luisa Arroba y Paloma Manzarbeitia, autoras del artículo, dicen que el tiempo de descanso puede ser pasivo y activo. 

Jugar les permite socializar. Al menos hay tres formas de juego, dice un artículo de Lea Shafer en la revista Conocimiento Útil de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard. Los niños pueden jugar en grupo o con los adultos: practicar un deporte, hacer competencias. Pueden jugar solos: se cuentan historias, imitan animales, arman rompecabezas o construyen con bloques. Otra forma de juego es el guiado, cuando los niños reciben órdenes de un adulto como bailar o hacer una obra de teatro.  

Bastidas dice que con el juego los niños aprenden a relacionarse. Si no tienen con quien jugar, pueden experimentar el “juego simbólico” que es cuando ellos se imaginan una situación, como cuando “están jugando a la cocinita y hasta crean los diálogos”, dice. Sin embargo, Bastidas explica que las relaciones sociales se  profundizan cuando juegan con otros niños o adultos. 

Además de la socialización, el juego les permite desarrollar las emociones. Sergio Paredes, docente de educación básica de una escuela pública ecuatoriana, dice que el juego ayuda a sus estudiantes a perder el miedo a hablar en público. También les ayuda a desarrollar la creatividad, la imaginación o la lógica matemática. 

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Los padres deben guiar, acompañar y compartir el tiempo libre de sus hijos. Karla Sevillano, otra docente de educación básica, dice que los padres deben estar pendientes de que los niños aprovechen bien el tiempo. “Ellos pueden incentivar a la lectura o hacer actividades manuales”, dice. Sevillano dice que entre más pequeños son los niños, los padres deben compartir el tiempo libre; si son más grandes pueden dejarlos usar su tiempo libre de forma independiente. El artículo de Shafer dice también que los padres o cuidadores de los niños pueden acompañarlos en el uso del tiempo libre, haciendo espacios de juego en la casa, dejando que los niños tomen pequeños riesgos para que creen y exploren. 

En el tiempo de descanso hay que evitar los celulares o computadores. Sevillano recomienda que los padres restrinjan el tiempo y la forma de uso del internet. Para eso, dice, pueden configurar el acceso a ciertos sitios web o aplicaciones móviles. Sevillano dice que algunos niños y niñas pasan muchas horas frente a las aplicaciones como Tik-Tok, red social dedicada a publicar videos cortos, “ahí sí existe buena información pero si no les guiamos pueden desperdiciar el tiempo”, dice Sevillano —en especial, ahora que los niños pasan todo su tiempo en casa. 

Desde el 12 de marzo de 2020, cuando se declaró la emergencia sanitaria por la pandemia del covid-19, el Ministerio de Educación suspendió las clases presenciales en escuelas y colegios fiscales, particulares y fiscomisionales, para evitar contagiarse de la nueva enfermedad. 

En ese mes, el ministerio creó el Plan educativo virtual covid-19 para que los estudiantes sigan su aprendizaje por radio, televisión y la página web del ministerio en la que había videos, infografías, libros digitales. Diez meses después, los niños siguen recibiendo clases por esos medios. 

Para aprovechar mejor el tiempo libre de los niños, los padres deben explorar los gustos que tienen sus hijos, dice la profesora Karla Sevillano. Si, por ejemplo, al niño le gusta leer en su tiempo libre, el papá o la mamá le puede ayudar a buscar más libros u obsequiarle uno en su cumpleaños o Navidad. Con el pasar de los años, ese gusto se convertirá en un hábito. 

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El tiempo libre no debe ser confundido con la asistencia a cursos o talleres. La psicopedagoga Valeria Bastidas dice que sí es recomendable que los niños aprendan otro tipo de cosas que no les enseñan en la escuela, como algún deporte o arte, “pero también es importante dejarles un tiempo en el que no haya horarios, no haya algo que deban cumplir de forma estricta”. Bastidas dice que a muchos niños les causa ansiedad ir a cursos porque les quitan el tiempo libre.  

La psicopedagoga Bastidas dice que esos cursos deben ser sobre temas que les gusten a los niños y que los disfruten. Es recomendable preguntarles a los niños qué les gustaría aprender. 

En la pandemia por el covid-19, madres y padres han optado por cursos en línea. Los niños pueden asistir a cursos de programación, danza o idiomas a través de la computadora para evitar contacto con otros niños y un posible contagio. Pero Bastidas aclara que después de esos cursos los niños deben poder decidir qué hacer con su tiempo libre: estar en una habitación dedicada para el juego o aprovechar los jardines, patios o terrazas. 

El covid-19 cambió la rutina de los niños: ir y venir de la escuela, donde la mayoría del tiempo juegan. Eso no debe ser un argumento para quitarles su tiempo libre y su derecho al ocio e imponiéndoles tareas que no están acorde a su edad. 

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El tiempo libre debe ser respetado para los niños y niñas. En muchas familias, debido al confinamiento por el covid-19, las niñas deben ocupar su tiempo libre para cuidar a sus hermanos menores o hacer las actividades del hogar, mientras sus padres trabajan. Sybel Martínez dice que hay que entender que una cosa es enseñar a las niñas y niños a hacer las actividades del hogar y otra cosa es que ellos sean responsables de las tareas del hogar, vulnerando sus derechos al tiempo libre y descanso.