A inicios de agosto de 2019, Juan Fernando Velasco volvió al parque Itchimbía de Quito, pero no para cantar, como en otras ocasiones, sino en su más solemne versión: la de Ministro de Cultura. Había pasado apenas un mes desde su posesión, y ya estaba ahí, con un público radicalmente distinto al que lo ha ido a ver en su larga carrera como cantante: ya no eran jóvenes que coreaban sus canciones, sino la plana mayor del gobierno del Ecuador –encabezada por el Presidente de la República. Velasco, alguna vez ganador de un premio Emmy, no cantaba, sino que hablaba, y ya no de amor y desamor, sino del programa Ecuador Creativo, que, se supone, será el eje central de la gestión de Velasco –algo que muchos gestores culturales ven con cierta incredulidad, pues el rumbo de la política cultural ecuatoriana parece, todavía poco claro.

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En el centro de la presentación de Velasco estaba la economía naranja, como se ha llegado a conocer a la participación de la cultura y la creatividad en la economía. Según el Ministro, aporta 2,25 billones de dólares a la economía del mundo, más de lo que las industrias automotrices de Estados Unidos, Europa y Japón. Además, dijo que genera el 3% del Producto Interno Bruto del Mundo y se genera en 29,5 millones de empleos a nivel mundial. Eso es lo que Velasco quiere replicar en el Ecuador: que la cultura se convierta, por fin, en una industria. 

Y, se supone, de eso se trata Ecuador Creativo, un programa de cuatro ejes.

El primero, que diez servicios artísticos y culturales no graven el impuesto al valor agregado (IVA). Entre ellos, servicios de curaduría, editoriales y  de producción musical, fonográfica y sonora. El segundo es el control de la inversión pública en artistas ecuatorianos. La Ley de Cultura establece que al menos 50% del dinero invertido en contratar artistas internacionales, debe ser destinado para emplear a artistas nacionales.  El tercero es el arancel 0 para importación de bienes de uso exclusivamente cultural. En una entrevista el Ministro mencionó insumos que tendrán arancel 0: cámaras de fotos especializadas, luces, equipos de sonido, instrumentos musicales, óleos, acuarelas, zapatillas de ballet. Esto implica que el costo de estos insumo disminuirá. El último es el financiamiento para producción cultural: créditos otorgados por BanEcuador, para artistas y gestores con condiciones de financiamiento específicas para el sector cultural. 

La pregunta es si estos cuatro pilares podrán sostener una industria que el Ecuador ha intentado durante décadas lanzar. Una que tiene una Ley desde finales de 2016, y que ha sido regida desde el Estado por un Ministerio durante 12 años y 11 ministros antes que Velasco. Ninguno de ellos logró promover el nacimiento de la industria naranja. 

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Todo el plan de Ecuador Creativo está en la Ley de Cultura, aprobada en diciembre de 2016 después de casi una década de ser discutida. Tres años y seis ministros más —incluído Velasco— han pasado, y las obligaciones del Estado, según su propia ley, no se cumplen. Es lo que muchos gestores culturales llaman “la deuda con la cultura”.  

El plan de Velasco parte de una premisa sencilla: cumplir con la ley. El artículo 118 ya establece el tema de los incentivos tributarios, entre ellos el IVA cero, los créditos y las excenciones arancelarias. El artículo 119 obliga a que la mitad de lo que las instituciones públicas del Sistema Nacional de Cultura invierten en contratar artistas, espectáculos o agrupaciones extranjeras, se destine a artistas, agrupaciones y espectáculos nacionales. Eso no ha ocurrido. El Ministro Velasco dice que desde 2016 hasta lo que va de 2019, se han invertido más de 200 millones de dólares en contratación directa para obra artística y menos del 5 por ciento ha llegado a artistas nacionales.  

Los cuatro ejes del plan Ecuador Creativo no cubrirán todo el espectro de la cultura. “Hay manifestaciones culturales que desde la perspectiva de la economía naranja no se verán beneficiadas” reconoció el Ministro en una entrevista para GK. Mencionó a la Biblioteca Nacional, que todavía no existe como tal, al Festival Internacional de Artes Vivas de Loja, a la Feria del Libro, y al Museo de la Memoria Social.  Mariana Andrade, directora del cine independiente Ochoymedio de Quito y presidenta de la Corporación de Productores de Cine de Ecuador (Copae) dice que le cuesta ver un rumbo en la política cultural del gobierno. “No solo la economía y el trabajo cultural es parte de la Ley de Cultura. Tienes todo el sistema de Cultura”, dice Andrade. “Tienes los museos, tienes las bibliotecas, tienes las competencias de patrimonio de los GADs. Tienes demasiado en un sistema que, hasta ahora, nosotros no vemos hacia dónde va”. 

Los pendientes no son pocos: están también los repositorios de la memoria social —espacios organizados y abiertos al público para guardar archivos físicos y digitales, bienes patrimoniales, entre otros. Hay varias deudas también relacionadas al patrimonio: su cuidado y las responsabilidades que, por ejemplo, los municipios y gobiernos provinciales tienen, según el artículo 98 de la Ley, sobre el cuidado de los bienes patrimoniales, incluyendo la obligación de asignar presupuesto para ello. 

Lo que ocurre en la práctica, nada tiene que ver con aquello escrito en la Ley. A mediados de 2019, algunos medios de prensa reportaron el abandono de varias casas patrimoniales en Quito. La Hora reportó las condiciones deplorables en las que se encontraban seis casas —algunas, de propiedad del Municipio quiteño– convertidas en tugurios. El Comercio recogió los testimonios de varios vecinos de casas patrimoniales abandonadas, que aseguran que en ellas hasta se esconden delincuentes. Ese medio reportaba en 2018 las declaraciones de Jorge Albán, entonces concejal de Quito, que aseguraba que 800 bienes patrimoniales padecían un deterioro significativo. En 2016, El Norte, reportaba el abandono de 25 casas patrimoniales en Ibarra. 

No es el único problema. Según Joaquín Moscoso del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) hay tres millones de bienes que hay que registrar e inventariar. Esa es una competencia del INPC establecida en el artículo 44 de la Ley de Cultura. Hasta abril de 2019 —tres meses antes de las declaraciones de Moscoso– había 180 mil bienes patrimoniales inventariados.

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Ecuador Creativo deja fuera otras áreas del espectro cultural. Anamaría Garzón, docente de la Universidad San Francisco de Quito y directora de la galería Khôra, cree que estas medidas representan una incomprensión del sector cultural. Asegura que la economía naranja no es lo único que se debe considerar. “Se ha asociado a la cultura con el concepto de emprendimiento, dejando de lado otros sectores que no encajan en esta concepción” opina Garzón. “El sector cultural funciona desde el trabajo de base, como cosas tan simples como formar públicos y como tener espacios con programaciones sólidas y concretas”, dice. 

La propuesta está también ya planteada en la Ley de Cultura. Su artículo 116 dice que el Instituto de Fomento a las Artes, Innovación y Creatividad debe coordinar “con las diferentes instancias públicas competentes, la creación de un Programa Nacional de Formación de Públicos”. El mandato de la ley es que se incluya el financiamiento de la creación y sostenimiento de festivales, muestras, ciclos y otras actividades para el acercamiento de la ciudadanía a “la diversidad de expresiones culturales, formación de públicos críticos”. La idea ha no ha pasado del papel.  “Para nosotros no tiene sentido que un artista pida un préstamo para hacer una serie de obras si eso después, no circula, no se vende”, dice Garzón sobre la propuesta de otorgar préstamos a los artistas a través de BanEcuador. “Es como si no hubiera existido y la persona ya se endeudó.

Hay quienes reconocen un inicio pero no ven un derrotero claro. “Estos son unos primeros pasos. Hay una posición con respecto a lo conceptual. Utilizan el término economía naranja, quieren fomentar la producción cultural desde lo económico”, dice Gabriela Montalvo, economista experta en cultura. “Lamentablemente todavía no hay un documento con el plan, no podemos hablar de objetivos claros de política: cuáles van a ser las medidas, los programas, los proyectos que se articulan a esa política”, dice Montalvo. “Es solamente un anuncio que cuenta con algunos puntos que sí son un avance, son indicios”. A Ecuador Creativo, el hit político cultural que busca Velasco, aún parece que le faltan estrofas. 

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La confusión y las dudas de los escépticos de la propuesta de Velasco podrían partir de un discurso con ciertas contradicciones. Por un lado, el ministro Velasco se ha esforzado por plantear un enfoque preciso como sello de su gestión: Ecuador Creativo y la economía naranja. Sin embargo, desde la Presidencia de la República, surgió una propuesta que nada tiene que ver con ese concepto: Arte para Todos. 

Tiene un presupuesto de 23 millones de dólares para ejecutarse entre 2019 y 2021 para la contratación de 728 gestores culturales que deben dar talleres artísticos a niños y jóvenes. “ Me parece que destinar dos millones de dólares para contratar personas para básicamente dar clases de arte, es lamentable.”, dice Gabriela Montalvo. “Da cuenta de una visión absolutamente asistencialista, colonial, clasista. El contenido de esas bases es lamentable.” Montalvo cree que el proyecto estrella de la presidencia contradice el trabajo que busca hacer Velasco “con sus medidas tributarias y arancelarias que son serias, son acciones mayores”. 

Para abonar a la ambigüedad, el presidente Lenín Moreno dio, una vez más, declaraciones confusas “El Ministerio de Cultura, mucha gente cree que no debe haber existido. Puede que sí, puede que no. No entremos en esa discusión. Si hay una Casa de la Cultura y un Ministerio de la Cultura y se duplican funciones, bueno, que se dupliquen en lo positivo”, dijo en el lanzamiento de Ecuador Creativo. 

Sus palabras muestran la poca claridad que Moreno tiene sobre la política cultural y la función que las instituciones estatales tienen dentro de ésta. Uno de los mayores esfuerzos del Ministro Velasco, en la entrevista para GK, fue aclarar las competencias del Ministerio de Cultura y distinguirlas de aquellas de la Casa de la Cultura: el primero, formula las políticas, propone los proyectos y arma los presupuestos, mientras que la segunda los pone en pone práctica. 

Pero si la máxima autoridad encargada de liderar la creación y aplicación de política pública cultural, no lo entiende, ¿de qué política pública cultural hablamos? “El discurso del Presidente fue realmente lamentable, fue casi una contradicción con lo que intentó decir el Ministro en su discurso”, dice Gabriela Montalvo. “Hay una incomprensión desde la máxima autoridad de lo que significa la economía de la cultura. El único que entiende, o que parecía haber entendido, era el Ministro”. 

Las discrepancias no van solo por ahí. Camilo Restrepo, Presidente de la Casa de la Cultura dijo que hay contradicciones entre el reglamento a la Ley de Cultura y la Ley de Cultura, especialmente en cuanto al manejo del presupuesto para la Casa y sus núcleos provinciales. El reglamento fue expedido por la Presidencia de la República el 23 de mayo de 2017, un día antes de que termine el período de gobierno de Rafael Correa. Según Restrepo la intención fue dirigida. “Yo creo que fue hecho con total mala fe. La intención fue desaparecer a la sede nacional, al cortar la cabeza quedaban los núcleos flotando en el aire y se iban a asimilar al Ministerio de Cultura”, dijo Restrepo en una entrevista telefónica. Enumeró los 4 museos que la sede nacional tiene a su cargo, además de la casa editorial, la cinemateca nacional, entre otros espacios. “¿Quién va a administrar eso si es que nosotros no tenemos el presupuesto? Algunos dicen que podría pasar al núcleo de Pichincha, pero eso no se dice en la Ley”. 

Velasco ha insistido en que buscará tener la mejor relación posible con la Casa de la Cultura. Pero tanto Restrepo como Velasco dicen que su guía es la ley. Si hay contradicciones, ¿cómo se dirimen? Es parte de las preguntas abiertas que las instituciones culturales deben responder.

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El Ministerio de Cultura fue creado en febrero de 2007, apenas un mes después de que Rafael Correa se posesionara como Presidente de la República. El primero en ocupar ese cargo —incluso antes de su creación— fue el poeta esmeraldeño Antonio Preciado. Un mes duró en el cargo. Alcanzó a inaugurar el edificio en el que aún funciona la entidad, en la esquina de la Juan León Mera y Colón, en el centro norte de Quito. Después de Preciado, vendrían nueve ministros más durante la década que gobernó Rafael Correa, dos más en lo que va del gobierno de Lenín Moreno. 

Mariana Andrade cree que, en su mayoría, quienes han estado al frente de ese ministerio han sido cuotas políticas a las que no les ha interesado que el ministerio tenga un rumbo certero. “Siempre fue un ministerio que era el premio consuelo de ministros que salían de otras funciones y llegaban allá.”, dice Andrade, que ve un reciclaje político cultural “Han ido de puesto en puesto. Si no son directores, son asesores;  si no son asesores, son embajadores; si no son embajadores, son agregados culturales, son viceministros o van y dirigen la Universidad de las Artes. Han sido todos cercanos al círculo del presidente Correa y en el último caso, Raúl Pérez Torres ni entendimos por qué le nombraron”, dice Andrade. 

En todo ese tiempo —trece años desde el nombramiento del primer ministro de Cultura y casi tres desde la aprobación de la Ley de Cultura— es  difícil ver con claridad la política pública cultural en el país. La ley está escrita pero mucho de lo que ordena, aún no existe en la práctica. El proyecto de Velasco, Ecuador Creativo, parece haber acogido una parte de la Ley –aquella relacionada al movimiento económico. 

Son, como dice Gabriela Montalvo, primeros pasos pues incluso el plan de gobierno de Moreno pretende dinamizar la economía a través de la cultura.En nuestro país la economía naranja ya alcanza el 1.93% del PIB, lo cual es una cifra importante y relevante y esto lo queremos llevar a que sea el 3% para el 2021”. Ese es el objetivo de este Ministerio de Cultura y Patrimonio y de este Gobierno, dijo el ministro Velasco en el lanzamiento de Ecuador Creativo. 

En el Plan Nacional de Desarrollo Toda una Vida —el plan que el gobierno de Lenín Moreno debería cumplir hasta 2021— la meta es, incluso un poco más alta: 3.5% del PIB. Esta cifra se acerca a lo que las actividades culturales significaron en el Producto Interno Bruto de Colombia en 2016, 3.30%. Eso significa que, de todo lo que Colombia produjo ese año, la cultura representó 1871 millones de dólares. La cifra que dio el ministro Velasco sobre su aspiración para Ecuador corresponde también al 2016. Significa que las actividades culturales produjeron 1300 millones de dólares. 

Es ambicioso pensar que en dos años, Ecuador podría estar cerca de su vecino del norte en cuanto a política cultural. Colombia tiene 20 políticas culturales focalizadas en sectores tan específicos como la cultura digital, la protección a la diversidad etnolingüística, e incluso la salvaguardia y el fomento de las cocinas tradicionales de Colombia. 

En Ecuador hay un intento de hacer algo similar al establecer ámbitos sectores culturales prioritarios. Estos están definidos en el artículo 106 de Ley de la Cultura. Están las artes escénicas, artes plásticas, la producción editorial y la literatura, las artes audiovisuales, las artes musicales, la formación artística, la memoria social y el patrimonio. 

No llegan, sin embargo, a ser tan específicas como las que se aplican en Colombia.  “Cada uno de los sectores tiene sus distintos tipos de política.”, dijo José Daniel Flores, Subsecretario de Emprendimientos, Artes e Innovación del Ministerio de Cultura. “Hay un plan integral, es el macro” dijo. Además, mencionó algunos proyectos relacionados a los sectores culturales prioritarios, considerados ejemplos de políticas específicas, como el Plan Nacional del Libro y la Lectura 2018-2020. Este es un plan específico con respecto al fomento editorial y hábitos lectores.  

Colombia ha creado políticas para esas áreas. En el caso editorial, creó la Política de Lectura y Bibliotecas que se aprobó en 2010. Su origen se remonta a 1992 cuando se convocó a  la Reunión Internacional de Políticas Nacionales de Lectura. En 2003 se puso en marcha el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas. En Ecuador, apenas en 2015, el sector editorial comenzó a tener esta discusión. Recién en 2017, se comenzó a diseñar el Plan Nacional del Libro. Hay, por lo menos 12 años de retraso.

Colombia, además, cuenta con instituciones culturales sólidas y con competencias claras. “El error que no cometen allá, que sí cometemos aquí es que el Ministerio de Cultura se convirtió en un momento en una entidad ejecutora, casi casi en una productora de eventos”, dice Juan Martín Cueva, cineasta y exviceministro de Cultura. “El Ministerio no está ahí para organizar eventos sino para generar políticas pero no tiene que ejecutarlas directamente”, opina Cueva. 

El Ministerio de Cultura colombiano tiene, además, una trayectoria de más de 51 años. Se creó en 1968 bajo el nombre de Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura). En 1997 se convirtió en Ministerio. La Biblioteca Nacional de Colombia se fundó en 1777. En Ecuador ni siquiera hay existe una. 

Velasco lo sabe y lo acepta como un desafío para su gestión. Tendrá, máximo, hasta mayo de 2021, para demostrar que no solamente hay voluntad política —como dijo— sino que, después de trece años de dar tumbos en direcciones incluso opuestas, finalmente hay un rumbo definido en la política cultural del Ecuador. 

Emilia Freire colaboró en la realización de este reportaje.