Habrá un segundo intento por implementar el dinero electrónico en Ecuador. La red interbancaria BANRED lanzará su servicio de Billetera Móvil o BIMO en los últimos días de septiembre de 2019. Este servicio permitirá “pagar o hacer solicitudes de cobro de dinero a otros usuarios del servicio”. BIMO funcionará con una aplicación móvil en la que se debe ingresar el valor, escoger al receptor y aceptar la transferencia. El dinero se transferirá entre 28 entidades financieras –entre bancos, cooperativas y mutualistas– de forma instantánea. Para poder usar BIMO y BICO (en el caso de las cooperativas) es necesario tener cédula de identidad ecuatoriana, una cuenta en una de esas instituciones o abrir una mediante la aplicación, un número de celular activo y conexión a internet. Pero, ¿qué es el dinero electrónico?

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En Ecuador, BIMO es una plataforma de pago móvil, según la Codificación de la Junta de Política Regulación Monetaria y Financiera. Pero, según la clasificación internacional, BIMO sí es parte del sistema de dinero electrónico. Jorge Moncayo, ex coordinador de Inclusión Financiera del Banco Central del Ecuador, explica que en realidad, la única diferencia sería el modelo de negocio del proveedor. 

El dinero electrónico, según el Banco Central Europeo, es “dinero que existe en los sistemas de computación financieros y está disponible para transacciones mediante sistemas electrónicos”. En Ecuador, su valor está respaldado por el dólar estadounidense. Y puede ser intercambiada por dinero físico en cualquier momento. El dinero electrónico es el término que se utiliza para describir todo tipo de acciones –transacciones, mantenimiento del dinero y otras– en las que están involucrados sistemas informáticos, sistemas de almacenamiento de datos y redes informáticas.

Tipos de dinero electrónico

Hay tres tipos de dinero electrónico. En el Ecuador los dos primeras serán los más importantes. 

Los de hardware. Las tarjetas que contienen dinero prepagado. Por ejemplo, las tarjetas inteligentes con chip, con y sin contacto. En otros países las tarjetas de transporte público recargables también contarían como dinero electrónico. El segundo tipo el dinero electrónico está basado en un software y mantenido en servidores en línea. Esto incluye los sistemas de pago móviles, como BIMO o Paypal.  

En los dos primeros  tipos, el dinero está respaldado por la moneda nacional, pero en el tercero no. En este último, son monedas virtuales que no tienen un emisor y que no están denominadas por la moneda nacional: son las criptomonedas. 

La más conocida es Bitcoin. Fue la primera moneda que no era manejada por un banco o una agencia, en la que las transacciones son intercambiadas por personas que tienen llaves criptográficas –un número secreto que está matemáticamente relacionada con la dirección de las Bitcoins–  que funcionan como como billeteras. Este tipo no está autorizado en Ecuador. Según el Banco Central, “no son un medio de pago autorizado en el país y no cuentan con respaldo, su valor se sustenta en la especulación”. Y no están controladas, supervisadas ni reguladas por ninguna entidad del Ecuador. 

El primer intento de dinero electrónico en el Ecuador

El dinero electrónico en Ecuador comenzó en 2015. Era manejado por el Banco Central. Según Diego Borja, exministro de Economía, el dinero electrónico fue una propuesta que se elaboró en el 2008 en el Ministerio Coordinador de Política Económica durante el gobierno de Rafael Correa. Empezó a ser implementada paulatinamente desde 2013. Para acceder a este sistema, era necesario tener cédula ecuatoriana y un celular, de cualquier tipo, para poder recibir y hacer pagos.

El sistema del Banco Central fue el primer caso en el mundo de dinero electrónico basado en teléfono móvil administrado y controlado por un gobierno central. De esa forma, se esperaba que proporcione servicios a bajo costo, ya que los usuarios no tenían que pagar ninguna cuota para hacer las transacciones. 

El dinero electrónico de este sistema estaba respaldado por el efectivo físico, pero no era necesario tener una cuenta de ahorros o corriente en un banco. El proceso era simple. Al inscribirse en el sistema se abría automáticamente una cuenta virtual en el Banco Central. Esta cuenta no generaba intereses y permitía hacer los pagos desde cualquier teléfono. Para acreditar dinero a la cuenta, se debía acudir a uno establecimientos autorizados por el Banco Central, con la cédula y el dinero físico que querías acreditar a la cuenta de ‘Efectivo Desde Mi Celular’. 

El sistema no fue perfecto. En 2018, la Contraloría presentó un examen de todo el proyecto de dinero electrónico del Banco Central y se encontraron algunas inconsistencias. Entre ellos, errores en la firma del contrato para adquirir la plataforma digital. En 2018, Lenín Moreno anunció que el proyecto de dinero electrónico sería trasladado del Banco Central a la banca privada. Un año y medio después, BIMO está a punto de nacer. 

Para qué sirve el dinero electrónico

La innovación en los sistemas de pagos está motivada por la competencia y facilitada por la tecnología. Según la Asociación de Dinero Electrónico europeo, en los últimos años, los mejores resultados los han obtenido quienes ofrecían pagos a áreas que no estaban siendo atendidas, como los pagos en línea y los que incluyen a nuevos negocios. Y quienes ofrecían acceso a los clientes que eran excluídos del sistema financiero. Los productos que más éxito tienen son los que benefician a todos los participantes de la cadena de pago. 

El dinero electrónico en Ecuador está diseñado para reducir el uso del efectivo. Se pretende que los pagos pequeños –los pasajes de taxi y bus, por ejemplo–se hagan con estos sistemas. El gerente general de BANRED, Pablo Narváez, explica que está definido, inicialmente, para pagos de persona a persona. El clásico pago de la cuota del regalo para el cumpleaños de la oficina, el pago del gas, el jardinero, el taxi y más. La intención es que se lleve menos dinero en los bolsillos y que se pueda cubrir la necesidad de pagos en efectivo con la billetera móvil. 

Cuando el sistema de dinero electrónico era manejado por el Banco Central, el objetivo principal era la inclusión financiera: “proveer a la población que no tenía acceso al mercado financiero la oportunidad de acceder” a estos servicios. En ese entonces, el 60% de la población. El Central era el responsable de fomentar la inclusión financiera. Esta responsabilidad fue establecida en el artículo 36 del Código Orgánico Monetario y Financiero, que también establecía –en su artículo 14– que regular la moneda electrónica era responsabilidad del Banco Central. 

El dinero electrónico en el mundo

Desde su inicio en los noventas, el dinero electrónico ha tenido varios problemas para establecerse como un sistema financiero que tenga la confianza de sus usuarios y sea utilizado ampliamente. Las empresas que proveían este servicio han tenido dificultad para incrementar su cartera de clientes por diferentes escándalos, que van desde declaraciones en quiebra hasta acusaciones de lavado de dinero. 

En los últimos cinco años, las regulaciones de la Unión Europea han facilitado que bancos en Alemania y el Reino Unido obtengan las licencias necesarias para operar sistemas de dinero electrónico. Actualmente se procesan más de 1,3 mil millones por día en dinero electrónico a nivel mundial. La industria del dinero móvil llegó a un récord de 143 millones de clientes registrados en 2018. Noventa países, incluido el nuestro, están desarrollando sistemas de pago digital para facilitar que sus usuarios utilicen este sistema. 

Suecia, lleva la delantera en la carrera para convertirse en una sociedad sin efectivo. Según el Banco Central sueco, el Riksbank, las transacciones en efectivo representaron apenas el 2% del valor de todos los pagos realizados en ese país en 2017. Su estimación es que para 2020, caerá al 0,5% . En las tiendas, el efectivo ahora se usa para solo el 20% de transacciones, la mitad que hace cinco años, y muy por debajo del promedio global de 75% de las transacciones. 

Los riesgos 

Suecia se encontró con un problema que no estaba contemplado. Según un artículo del New York Times, el cambio hacia una sociedad sin efectivo ha dejado en desventaja a muchos jubilados –un tercio de los suecos tienen más de 55 años– a migrantes y a discapacitados. Ellos no pueden acceder fácilmente a tecnología, lo que evita que puedan realizar transacciones y obtener ciertos productos y servicios. Por eso Mats Dillén, del comité del Parlamento sueco que se encarga de investigar el asunto, dice que es necesario hacer una pausa para considerar estos cambios y cómo están afectando a todos los sectores de la sociedad. 

El dinero electrónico en Ecuador, con BIMO, tiene un grave problema de inclusión. No todos los ecuatorianos podrán tener acceso a la aplicación. Para acceder a BIMO es indispensable tener un teléfono inteligente y conexión a internet móvil, algo que solo el 65% de los ecuatorianos tienen. A pesar que las regulaciones de estas plataformas establecen que deben permitir  transacciones de pago móvil desde cualquier tipo de teléfono celular. “Es una limitación” reconoce Narváez, de BANRED. Por eso están evaluando la posibilidad de utilizar otros mecanismos que faciliten la comunicación. 

Cuando dependes de los emisores –que son compañías privadas, como BANRED– hay riesgos relacionados a la privacidad, la integridad financiera y las políticas de cada institución. Otros de los riesgos, según el Fondo Monetario Internacional, es la liquidez. Según el organismo, podría haber retrasos para cumplir las solicitudes, ya que dependen de los activos del emisor del dinero electrónico. Y como se tratan de transferencias inmediatas. ese riesgo es importante. También hay riesgos de mercado: las pérdidas de los emisores pueden poner en riesgo los reembolsos de sus clientes. El tercer riesgo es la “paridad cambiaria”, que solo existiría cuando se involucran monedas distintas a la moneda con la que se crea la cuenta. Es un riesgo que, al menos el Ecuador, al no tener moneda propia, no deberá enfrentar.

Los desafíos

Algunos creen que el dinero electrónico en Ecuador no tiene riesgos, solo desafíos. El principal es generar confianza en sus usuarios. Jorge Moncayo dice que no importa cómo sea el modelo de dinero electrónico o billetera móvil, generar confianza no es fácil. Para que el sistema funcione, los usuarios deben confiar en que su dinero va a estar respaldado, van a tener más beneficios que riesgos, y que es seguro usarlo en su día a día. 

Otro desafío es generar un ecosistema de pagos digitales. Para Moncayo es primordial preguntarse por qué las personas que están excluidas económicamente lo están. Según él, las personas se excluyen porque no confían, han tenido malas experiencias, rechazan los altos costos, las distancias, incluso por aspectos culturales. Y para que los sistemas de pago móvil –el dinero electrónico o las billeteras móviles– se desarrollen correctamente se deben eliminar esas barreras.