Fabricio Villamar, político y exconcejal quiteño, entró a la Asamblea Nacional respaldado por CREO, el partido fundado por Guillermo Lasso. En julio de 2019, poco después del inicio de la segunda mitad del período legislativo 2017-2021, se separó de esa organización política. Me recibe, para esta entrevista, en su oficina, ubicada en uno de los edificios legislativos, en el centro de Quito. Sentado tras su escritorio, conversa haciendo largas pausas y con la habilidad de un político de recorrido. 

Usted fue el primero que planteó el juicio político al sacerdote Tuárez. Pero algunas personas dicen que la Asamblea no tiene la atribuciones para enjuiciarlo políticamente. ¿Es así?

Un juicio político es diferente de un juicio penal. Creo que queda claro que Tuárez se ha autoincriminado en lo que serían responsabilidades penales, por presentar documentos adulterados, documentos falsos o por presentar una declaración juramentada falsa. Eso le conduce a tener responsabilidades penales. 

Lo que alguna gente ha dicho es que no se le puede seguir un juicio político porque los juicios políticos tienen que ver sobre las funciones, y como recién está posesionado entonces, qué incumplimento de funciones habría. Ahí está el error: el juicio político no solo tiene un fundamento jurídico, sino eminentemente político. Hay cuatro causales sobre los cuales nosotros sustentamos el juicio político. 

La primera: una prohibición específica que está en el artículo 21 de la Ley de Orgánica del Consejo de Participación Ciudadana. Dice que los miembros de las Fuerzas Armadas o los representantes de algún culto religioso no pueden ser elegidos ni desempeñarse como consejeros. Por lo tanto, tiene una inhabilidad. 

Con esa inhabilidad ¿quién tiene que destituirlo? La Asamblea. ¿Quién dice? El artículo 46 de la Ley del Consejo de Participación Ciudadana que dice que podrán ser destituidos por juicio político por el incumplimiento de la Constitución, de sus funciones, o por caer en prohibiciones o incumplimiento de la ley. 

La segunda causal es un tema un poco etéreo, pero es realmente importante. Es el tema de atentar contra la separación entre Iglesia y Estado. El artículo 2 de la Ley Orgánica del Consejo de Participación ya establece eso como principio. Es de las pocas leyes que hacen esta referencia, pero es necesario mencionarlo. Es toda una casualidad que sea el artículo de la Ley del Consejo de Participación Ciudadana que habla sobre la ética laica cuando el presidente del Consejo de Participación Ciudadana es un cura.

Hace varias semanas la Comisión de Control Cívico de la Corrupción presentó una denuncia en la Asamblea y también ante el Consejo de Participación. Los funcionarios públicos tenemos responsabilidades por acción o por omisión. Entonces, lo que hicimos fue preguntar el Consejo de Participación Ciudadana si había iniciado ya el proceso de investigación de estas denuncias. Todavía no nos contestan. Entonces ahí por omisión hay incumplimiento de funciones. 

Y hay un tema que nosotros le hemos estado dando mucha importancia porque nos parece que es el fundamental: la probidad del funcionario público.Ahí hacemos una distinción porque esto no es que es por haber mentido —es por haber presentado documentos falsos, por haber transgredido el Código Integral Penal. Es por ser una persona capaz de estas transgresiones con tal de conseguir un cargo público. 

¿Y qué debía hacer el Consejo Nacional Electoral de transición para calificar la candidatura de Tuárez? Recordemos que incluso llamaron a sus miembros a la Comisión de Participación de la Asamblea para que den explicaciones sobre cómo lo calificaron si Tuárez estaba afiliado al Partido Socialista o si siendo sacerdote, cómo fue calificada su candidatura? ¿Qué responsabilidades tenía ahí el CNE?

Hay dos: una es la del Consejo Nacional Electoral que debía revisar el cumplimiento, o sea no solamente recibir la declaración juramentada, sino revisar que la declaración juramentada corresponda a la verdad. Aparentemente sí existió algún elemento de la comisión calificadora que decía que este señor no era susceptible de la calificación. Había el tema de la afiliación al Partido Socialista. Hay un pedido de desafiliación tres meses antes, pero la desafiliación implica el reconocer que estuvo afiliado. Después hay un proceso en contra del documento, es decir pidiendo la nulidad.

Una de las denuncias contra José Tuárez es la supuesta afiliación a una organización política. El 9 de agosto de 2019, tres meses antes de que el CNE diera a conocer los candidatos calificados —entre ellos el sacerdote— Tuárez se habría desafiliado del Partido Socialista, violando la prohibición de haber sido afiliado o adherente a un partido político por los últimos cinco años para postular al Consejo de Participación Ciudadana.  Posteriormente, Tuárez denunció que su firma fue falsificada.

Porque supuestamente había una firma falsa, según lo que Tuárez dice.

Pero eso hay que conseguirlo después de un proceso. Sí hay responsabilidades también del Consejo Nacional Electoral. Ahora, no es solo responsabilidad del Consejo Nacional Electoral, porque caeríamos en la barbaridad de creer que el responsable es el que recibe la información falsa y no el que la presentó. 

Claro, pero en una entrevista, la presidenta del CNE, Diana Atamaint, que además fue parte del transitorio, decía que el Consejo Nacional Electoral no tiene que verificar todos estos documentos porque se da por sentado que los postulantes no están mintiendo y por eso es un documento juramentado. ¿En ese caso sobre quién recae la responsabilidad?  

No es así. La declaración juramentada lo que hace es extender la responsabilidad a las personas que la están presentando, pero no libera de responsabilidad al Consejo Nacional Electoral sobre las obligaciones que tenía.

¿Y ellos podrían ser sujetos de juicio político también?

Claro. Por eso cuando comenzamos a recoger las firmas para el juicio político a Tuárez comencé también la recolección de firmas para el juicio político al Consejo Nacional Electoral. 

Ahora, habrá dos momentos. El primero es llevar a juicio político a Tuárez y lo que han hecho el resto de mis colegas, se subieron a la camioneta del juicio político también y ahí está. Otro será el de la votación necesaria para llevarlo a juicio político al Consejo Nacional Electoral. La segunda es un poco más compleja, porque se va a requerir 92 votos. Para destituir a Tuarez, se necesitan 70. 

Villamar se refiere a que, tras su pedido de juicio político a José Tuárez, hubo dos pedidos más: el de Jeannine Cruz, de CREO, y el de Raúl Tello, el presidente de la Comisión de Participación Ciudadana de la Asamblea. Esta fue la comisión que convocó a Tuárez a comparecer por las denuncias por supuestas irregularidades en su hoja de vida. 

El asambleísta Fabricio Villamar cuestionó a Creo.

«Creo tiene un grave problema de conducción política nacional», dice Fabricio Villamar. Fotografía de Baltasara Campos para GK.

¿Por qué?

Porque la Constitución hace una diferencia entre el número de votos que se necesitan para destituir al uno y otro el número de votos que se necesitan para destituir al Consejo Nacional Electoral, a los ministros de Estado, o al Consejo de la Judicatura. 

Otra cosa que usted menciona ahorita sobre los asambleísta que también inician, después que usted, otros procesos de juicio político. ¿Cómo es que hay tres procesos distintos para un juicio político en contra de una sola persona, en lugar de que todos se pongan de acuerdo y hagan un solo proceso? 

A ver, yo presenté primero un juicio político en contra de José Carlos Tuárez por las razones que usted conoce. Y luego, el gobierno, en esta coalición con CREO y con otras tiendas políticas, presenta otro juicio político por el incumplimiento de “orden válida emanada de autoridad competente”, en referencia al inicio de las acciones del CPCCS para remover a los miembros de la Corte Constitucional, contra la que nosotros presentamos una acción de protección. 

Ahí hay dos causales, pero uno de esos juicios políticos implica a dos personas. Y hay un tercero que es el de Tello, en el que su comisión dice que tiene que seguir. 

Yo lo que puedo decir es yo presenté esto hace como un mes, y el resto se sumó tres semanas después.

¿Pero cuál es la lógica de que la Asamblea funcione así?

Hay dos lógicas aquí. La primera sí es una lógica de no quedarte fuera del…  ¿cómo le llamaríamos?

¿Del triunfo político?

Exactamente. Es decir, una vez que se van configurando los elementos que hacen presumir que va a funcionar el juicio político, entonces llega un montón de gente que se quiere sumar. Lo mismo me pasó con lo del impuesto verde. Ya pues, no me voy a quejar. 

El asambleísta se refiere a su propuesta de eliminar el impuesto verde, hecha en abril de 2019. En el informe a la nación, el Presidente Moreno dijo que enviaría una propuesta para la eliminación del impuesto. La propuesta del ejecutivo llegó en mayo. En julio el impuesto fue derogado.

Pero está la otra lógica, que es incluir en el juicio político en contra de Tuárez a los otros tres consejeros —lo que implicaría un cambio de mayoría en el Consejo de Participación. 

Eso es otra historia. Y ahí mi preocupación es que de lo que estamos hablando es que, en un lado están las responsabilidades políticas y en otro lado, el interés del cambio de la mayoría en el Consejo de Participación. 

Villamar se refiere al juicio político en contra de los consejeros José Tuárez, Rosa Chalá, Walter Gómez y Victoria Desintonio, impulsado por los legisladores Jeannine Cruz (CREO) y Raúl Tello del llamado Bloque de Acción Democrática Independiente (BADI). 

¿Y cuál es el interés ahí?

Mi preocupación es que no se puede decir que el Consejo de Participación es malo porque lo dirige el correísmo en este momento y va a ser bueno si lo dirige al gobierno o va a ser mejor si es que lo dirige la oposición. 

Ese realmente es el gran debate: ¿tiene o no tiene que existir el Consejo de Participación? 

Más allá de llevar adelante los juicios políticos, lo que se tiene que hacer es eliminar el Consejo de Participación. A mí me parece insuficiente plantear que lo que se tiene que hacer es quitarle las competencias para que las asuma la Asamblea y dejar vivo todavía el Frankenstein, hecho a un lado. 

No, no tiene sentido. O sea la lógica es: vamos a reformar la Constitución y tenemos que ir a una consulta para eso. Pero yo siento que el gobierno tiene miedo de que una consulta para eliminar el Consejo de Participación Ciudadana se transforme en una consulta sobre la popularidad del Presidente. 

Justo sobre lo que usted dice, se han oído algunas voces que dicen que a Tuárez lo quieren remover porque es afín al correísmo. Y con lo que usted menciona parece que siempre va a haber un control político detrás de un organismo que en principio debía ser un organismo ciudadano. 

Sacarle a Tuárez implicaba que entra otro correista, es exactamente lo mismo. 

¿Juan Javier Dávalos?

Exactamente. Sacarles a los otros tres, en cambio, ya es modificar la mayoría en el Consejo de Participación. Ese es el punto de discusión para mí: llevarle al juicio político a Tuarez implica hacer lo correcto. 

¿No lo quiere sacar por correísta?

No, yo lo saco por malo, lo saco por corrupto. El gran objetivo tiene que ser la eliminación del CPCCS. 

¿Pero el objetivo no es más bien controlarlo?

¿El objetivo de quién ? 

Del gobierno. 

El objetivo del gobierno. Por eso a mí me parece que más allá del objetivo del gobierno, el asunto está en hacer lo correcto.

Lo correcto es: no cumplen los requisitos, fuera. Y aparte de eso, tenemos una discusión más grande todavía que es la eliminación del Consejo. Ahí vamos a estar en tensión con el gobierno porque el gobierno es el que tiene miedo de llegar a esta consulta. 

Cuando los de la oposición, el 3 diciembre del 2015, estábamos en las calles pidiendo que la reforma constitucional no se haga como enmienda, cuando la fuerza pública nos agredió, nos embistieron, les pegaron a los periodistas, les golpearon a los guaguas en el parque El Ejido y toda la nota, nosotros decíamos ‘una reforma constitucional tiene que hacerse consultarles a los ecuatorianos’. Cómo se puede, ahora, cambiar de posición. Yo sostengo que si es que vamos a hacer una reforma así, hay que preguntarles a los ecuatorianos. De lo contrario, se pierde la credibilidad del discurso. 

Otro tema es su separación de Creo. ¿Por qué decidió separarse?

Nosotros teníamos tensiones desde que planteé que era un error hacer una alianza con el gobierno. A partir de eso, han venido recrudeciendo las relaciones con la dirigencia del movimiento y la dirigencia del bloque, que no es un recrudecimiento de las relaciones con algunos miembros de la bancada con quienes puedo seguir teniendo buenas relaciones. 

Lo lógico ahí es más bien agradecerles por el espacio, la política tiene que ser también una actividad caballerosa a pesar de. Entonces cabe agradecerles y continuar el camino. Yo me incorporé en la plataforma Compromiso Ecuador con el movimiento Ahora que habíamos creado en Pichincha. Una vez que tenemos una reacción así del bloque preferimos continuar nosotros desde nuestro lado. 

¿Y qué significa para usted esta ruptura con el bloque?

No hay una ruptura con el bloque. Hay una separación formal, que adicionalmente creo que se veía venir, y con la cual mis electores están relativamente conformes. O sea, a mí me eligieron para ser un asambleísta de oposición, no para ser un asambleísta que hace acuerdos con el gobierno. Puedes tener coincidencias con el partido de gobierno, pero no puedes abandonar tu plataforma de lucha. 

¿Y Creo la abandonó?

Yo tengo la sensación de que sí. 

Es decir, una vez que el gobierno no te dio los votos necesarios para el enjuiciamiento a María Fernanda Espinosa, creo que ya quedaba claro qué es lo que estaba sucediendo. Habría que ver si es que el gobierno cumplió con todas las comisiones que ofreció. Eso tampoco se concretó. 

De ahí lo que tienes es una voz cantante del gobierno sobre las decisiones del bloque, sobre las cuales ni yo me iba a ajustar, ni lo hace Roberto Gómez, y es una de las razones por las cuales nosotros asumimos una posición diferente.

Otra cosa que ha marcado este camino de separación de CREO, también ha sido sus posturas sobre ciertos temas en los que el partido mantiene puntos muy conservadores: la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario. ¿Qué ha implicado para usted tomar estas posturas dentro del bloque?

Es que no puede ser liberal en lo económico y conservador lo social. O sea, ¿qué les pasa? No puedes meterle al Estado en las sábanas de la gente. Que los ecuatorianos sean felices y ámense quienes se amen. Eso no puede ser un motivo para tratar de cambiar la Corte. Hay que ser respetuoso con las decisiones de la Corte aún cuando no te gusten sus fallos. Es lo que pasa en una democracia. Y hay que respetar. 

Sobre el otro, lo siento muchísimo pero yo voy a ser muy respetuoso de las decisiones de una mujer en los casos de violación. O sea, ¿por qué el Estado tiene que tomar una sanción penal en contra de una mujer sobre una decisión que es muy de ella? 

Sí, tengo mi posición sobre eso. Como mantengo mi posición respecto de que llega un rato en que hay que reconocer que la política de criminalización del consumo de drogas recreativas es un error, y que lo que hace es fomentar el microtráfico y la entrada a precios altísimos y las cadenas de traficantes. Lo lógico sería más bien investigar qué es lo hacen los uruguayos, porque en esto les está yendo bien.

Pero ahí les ponen en el grito en el cielo.

Bueno, pero eso es lo que yo tengo que decir. Lo otro es agarrar y mantener la política de los años 30 en el siguiente siglo. No tiene sentido.

Pero hay veces en que parece que CREO todavía está en los años 30, ¿no?

En algunas cosas sí. En buena hora, yo más bien he planteado mis posiciones desde siempre. Y las voy a seguir sosteniendo.

¿Cuál es su lectura política sobre el futuro de CREO? Usted no es el primero, y probablemente no sea el último, que se va. 

A ver. CREO tiene un grave problema de conducción política nacional. Monge no entiende la política. Es bastante difícil tratar de entender la política de la Asamblea desde fuera de la Asamblea. Lo siguiente es tratar de tener un control absoluto desde del partido sobre las cosas que pasan en el pleno. 

¿CREO quiere controlar lo que pasa en el pleno?

Es una cosa bien rara porque quieren controlar sin entender. Las dinámicas de la política son sumamente rápidas, pero hay una cosa sobre la cual uno no se puede perder: en sus planteamientos, motivaciones, en lo que ha sido su campaña. 

Uno no puede decirle a los ecuatorianos que vamos a liberalizar la economía, vamos a ser un país abierto al mundo, esta frase “más mundo en el Ecuador y más Ecuador para el mundo”,o  alguna cosa así, pero en cambio la mayoría del bloque vota en contra de la eliminación del artículo 98 que permitía precisamente la entrada de productos audiovisuales al Ecuador. Y los únicos que votamos a favor de que se elimine fuimos Roberto Gómez y yo.

No se puede tener estos dislates en los planteamientos. Eso es incorrecto. ¿Cómo veo yo esto? Yo veo que si se abandona lo que se les ofreció a los ecuatorianos, te pones en riesgo grave porque no puedes leer que el escenario de las próximas elecciones son Nebot contra Lasso. Ahí aparece un tercer candidato, una tercera opción que es la opción que ponga el correísmo. 

Acaban de ganar la prefectura de Pichincha, acaban de ganar la prefectura de Manabí, tienen una votación consistente entre el 10 y el 15 por ciento en el resto del país. No es poca cosa. Eso está ahí. 

Si uno se desdibuja como oposición, pierde ese espacio. Hay un error que suele cometer Guillermo Lasso, a quien yo le tengo mucho aprecio, la mejor de las buenas relaciones amistosas, pero le hago una crítica al político, porque es lo menos que un amigo puede hacer. Le he dicho que hay cosas en las que se equivoca, una de esas es pensar que él es el candidato quiteño. 

No. Que los quiteños tenemos una noción de una política mucho más seria, menos populista, más acercada a las nociones internacionales, es una cosa. Pero en el momento en que se hizo un acuerdo con el gobierno de esta forma, se abandonó la cancha. 

Por lo tanto, creo que queda ahí un espacio para el centro político porque va a haber dos candidatos de la derecha y un candidato de la izquierda. Es que hay al menos dos candidatos de la Costa y ninguno de la Sierra. Ahí hay un espacio que en el futuro podría ser llenado. Tratar de acercarse desde la derecha al centro una vez que te has unido al gobierno, va a ser bien difícil. 

Y cuando usted dice unirse al gobierno, ¿se refiere a este acuerdo legislativo? ¿Hay un acuerdo claro o fue momentáneo para dividirse las comisiones? ¿Cuál fue el acuerdo concreto?

Va más allá de eso porque el tema de las comisiones no se terminó de cumplir. Fue tortuoso conseguir las comisiones. Algunas siguen sin funcionar. No sé qué más haya, pero había como ocho puntos. 

En una república se puede hacer acuerdos entre la oposición y el gobierno, no hay ningún problema —siempre y cuando se los plantee a los ciudadanos con anticipación y con claridad. Esto es lo que yo sostengo: le reto pues al gobierno a que cumplamos estas cosas si es que quiere mi ayuda. 

¿Con transparencia?

Con transparencia, pero además poniéndolo con anticipación para debatirlo, porque caso contrario este es una reedición del pacto de la regalada gana y no es así.  Pero adicionalmente no puede arrastrarme una decisión del partido sobre posiciones individuales.

El asambleísta ganó una curul por Creo pero se separó del movimiento.

«Creo abandonó su plataforma de lucha», Fabricio Villamar. Fotografía de Baltasara Campos para GK.

¿En qué sentido ?

Yo mantengo que este gobierno sigue siendo de alguna manera el mismo que el anterior. La misma cantidad de gente que estuvo antes, está ahora, son menos arbitarios, sí, es cierto, que nosotros hemos logrado que se rompa el bloque de Alianza País y que por eso les toca sentarse a conversar, también, pero porque nosotros mantenemos una posición muy firme desde la oposición. Cuando uno se desdibuja en eso como organización política, pierde no solamente la representación, sino también el respeto. 

Le podría decir, tal vez, que es difícil legislar sin acuerdos políticos para alcanzar mayorías en ciertos temas. ¿Cómo se respondería a eso?

Sí es cierto que es difícil pero se puede. No es la primera vez que yo estoy en absoluta minoría. Cuando era concejal de Quito, era una minoría de a uno contra catorce. Esto ni me preocupa, ni es la primera vez. 

Sí es más difícil, a veces teniendo la razón, la gente de Alianza País decide no apoyar y ya. Ese es el juego de la democracia. Esto nos tienen que obligar a construir mayorías más fuertes, a vender mejor los proyectos, a pedirles a los ecuatorianos que elijan mejor a sus candidatos. 

Bueno de todas maneras los espacios de poder son representaciones más o menos similares de la gente.

La Asamblea es la representación de la sociedad ecuatoriana. Entonces esto es lo que hay. 

Otro tema es la agenda legislativa. ¿Cree que hay un rumbo en la agenda legislativa?

No. Lo que pasa es que la agenda legislativa no puede ser una agregación de proyectos que vienen en camino desde la presidencia del correísmo —es decir las leyes que venían construyendo desde el 2015. Seguirlas metiendo es una barbaridad si se quería dar un giro al gobierno, o si se quería dar un giro a la república. 

Lo que yo planteaba es la necesidad de establecer tres temas: una agenda de fiscalización en donde el gobierno se comprometa levantar las manos si algunos de sus ministros tiene que caer. Con todo el respeto y el comedimiento, pero no puede la Ministra de Gobierno anticipar el criterio de que no hay cómo enjuiciarle a la Ministra de Salud. Esto no funciona así. Lo de la Ministra de Salud es meramente ejemplificativo. 

Lo segundo: se necesita una agenda para el desarrollo, una agenda para el empleo, es absolutamente necesaria.

¿Con leyes que lo fomenten?

Sí, pero eso implica cambiar los conceptos sobre los cuales se ha construido la legislación. 

¿En qué sentido?

Hay una Constitución. Y este es el tercer tema. Se necesita una reforma a la estructura institucional del Estado. La Constitución dice que está prohibida la contratación por horas. Prohíbe el arbitraje como mecanismo de solución de las controversias comerciales internacionales. Establece la prohibición de que el Estado contrate con proveedores internacionales. La Constitución establece otra realidad, el control de la Presidencia sobre el Banco Central. Para todo eso ya presenté reformas a la Constitución. 

Bueno, esas reformas de la Constitución, que implican una reforma al Estado, cambian de rumbo al Estado. Eso tiene sentido. Sacar las manos del gobierno del Banco Central tiene mucho sentido porque esa ha sido una institución técnica, independiente, que trabaja por los ecuatorianos, y no por el gobierno de turno, para que al próximo Presidente no se le ocurra meter la mano y sacar plata de los fondos de encaje porque se le acabó su presupuesto. Ese es el tipo de cosas sobre las cuales hay que trabajar. 

Bueno, ahorita no siento que eso vaya a suceder. Se puede tener 45 leyes en cola, que no significa que sean leyes sobre las que todos estamos de acuerdo simplemente son leyes en cola, y que no atinan a tener un objetivo sobre el cual todos estemos de acuerdo. 

Es decir, ¿se está tratando de tener un cierto número de leyes aprobadas para poder decir aprobamos tal cantidad de leyes sin irse al fondo de lo que importa?

Exactamente. Exactamente, ese es el punto.

¿Y desde su perspectiva el nuevo Presidente de la Asamblea va a tener alguna capacidad para gestionar eso? 

César Litardo es un buen tipo.  

Todos dicen lo mismo pero con un buen tipo no hacemos mucho necesariamente, hace falta más para dirigir la Asamblea. ¿O no?

Exactamente. Litardo es un buen tipo pero tiene una mayoría pegada con babas. La noción de hacia dónde conducir la Asamblea requiere muchísima más experiencia y una noción de país. El Presidente de la Asamblea no solamente es quien ejecuta lo que dice Carondelet sino que necesitas tener una capacidad de una visión mucho más asertiva de a dónde a conducir al Ecuador. Para eso necesitas ganarte el respeto de todos, no solamente la simpatía. 

¿Y de momento eso no ha ocurrido?

Nuevamente, en serio, Litardo es un buen tipo y trata de evitar los conflictos, no necesariamente de la mejor forma, porque a veces es preferible que tengas un debate fuerte y acalorado, para eso sirve la asamblea. 

La Asamblea nunca será una institución a la que apoyen el 90% de los ecuatorianos. La Asamblea es el punto del conflicto, la Asamblea es el centro del debate, es el espacio para la confrontación. Pero es lo más racional que tenemos para la confrontación. 

La Asamblea no va a regalar la escuela, ni el bono, ni a construir la carretera. La Asamblea tendrá discusiones estériles, siempre. Bueno, esto es lo que es. Entonces salir aplaudido de esto, no, pero sí puedes corregir algunas cosas. Claro, esto con mayoría debe ser una maravilla, pero es la Asamblea que me toca, no más.

Villamar ríe y mueve la cabeza hacia atrás. Alza sus manos e intenta retomar el hilo de la conversación. 

¿La misma selección del Presidente de la Asamblea no corresponde también a una cierta política definida? Usted dice que no confronta, que evita debates acalorados. A ratos parece que el presidente Moreno también va por esa línea en ciertas cosas. ¿Entonces no será una política de Estado no hacerse sentir mucho y que mientras no haya mayor problema, mejor tampoco intentar resolver nada?

Es que el problema es que tienen un bloque tan frágil. Comenzaron siendo 74. Cuando nosotros les pinchamos tanto por el juicio político en contra de Jorge Glas, en donde hasta alfombra roja le pusieron para recibirlo en la Asamblea. 

Y les decíamos bueno, o sea déjense de cosas, ¿ustedes van a respaldar la cleptocracia o sí hay un par de honestos entre ustedes? Ahí vino la primera escisión. 

Hay una segunda, en donde entiendo que Serrano tiene un minibloque. Y entiendo que vendrá una tercera escisión en los próximos días.  

Claro, no son los únicos casos: también está lo que ha pasado en CREO, por ejemplo donde, inicialmente se separa la gente de Suma, se separa la gente que vino por Podemos, y después la misma gente estaba en CREO se fue.

¿Y eso nos muestra que hay veces que se juntan para las elecciones pero realmente no hay un trasfondo político, incluso en cuanto formación política?

Pero por supuesto.

Mae Montaño decía que ella no ve formación ni esfuerzos para formar a jóvenes políticos. ¿Cómo ve usted ve eso?

Es que el grave problema es precisamente ese. Yo solamente entiendo la política desde los partidos políticos. 

El meter a un Freddy Ehlers en las elecciones a mí me parece que es una barbaridad. El estar pensando en que otro insigne deportista pueda ser la solución a los problemas del Ecuador es una barbaridad. 

Lo que hizo Correa fue precisamente aniquilar el sistema de partidos. Recordemos todos los discursos contra “la partidocracia”. El Ecuador no tenía un sistema de partidos que eran una maravilla, pero tenía un sistema de partidos. Al aniquilarlo, lo que quedó fue el partido único y la persecución al resto, y la descalificación y a quitarles las firmas, y a borrarles de los registros. A partir de eso, si un partido político quiere ganar, le toca jugar con estas figuras de la televisión.

Bueno pero eso ha pasado siempre, incluso antes del correísmo.

No, no ha pasado siempre, no es así. La primera vez que sucedió fue en las elecciones del año 98 cuando se le puso a Rolando Vera y cuando se le puso a Polito Baquerizo y luego, en el año 2000, a Silvana. Pero no es de siempre porque antes había un sistema.

Bueno, me corrijo no siempre quizá, pero antes del correísmo si ocurrió, no es que él inauguró esto.

No, antes también ocurría. Pero todo eso devino, en algún momento, en una pérdida de la credibilidad que tiene que tener una organización política. Las organizaciones políticas tienen que tener su what we stand for. Entonces qué es lo que yo defiendo. 

Pero eso no se ve en los partidos.

Es que sí se debería.

Pero no se ve actualmente; es difícil diferenciar con claridad, aquello por lo que CREO pelea o o las causas del PSC. 

Sí pero mucho más cuando se ofrece una cosa y no se la cumple. Cuando se ofrece ser oposición y no se es la oposición. Entonces evidentemente se debilita la marca política. ¿Qué queda sobre eso? Solamente defender la credibilidad.

¿La credibilidad personal?

Obvio, porque de lo contrario te dejas arrastrar con la marea del que se vayan todos, cuando la lógica para mí, en lo personal, en este punto es: yo llegué con esta plataforma, yo defiendo estos temas, yo los sostengo, porque eso es lo que me mandaron hacer.

Algunos colegas suyos de CREO decían que usted tiene una agenda propia y que por eso se separa de CREO

Los políticos tenemos que tener una agenda propia porque de eso se trata el construir una carrera política. La importante es que la carrera propia sea también la carrera propia del movimiento o de la organización política. Si no se cruzan, entonces hay cortocircuitos. Si quiero seguir haciendo política tengo que seguir siendo coherente. Más bien, mi riesgo sería abandonar la coherencia por la conveniencia.

Lo que ya ha ocurrido, ¿no?

Abandonar la coherencia por un puestito en la Presidencia o la Vicepresidencia o una comisión. No lo voy a hacer, no lo hice en la alcaldía de Barrera, no lo voy a hacer acá. ¿Cuál es el costo de eso? El costo es: yo presento primero un juicio político pero califican primero a los que presentan después mis excolegas. Es lo que es. 

El asambleísta Fabricio Villamar se separó de Creo en julio de 2019 en medio de un proceso político contra José Tuárez.

El asambleísta Fabricio Villamar se separó de Creo en julio de 2019. Fotografía de Baltasara Campos para GK.

¿Porque ellos están en alianza?

Porque tiene su coalición.

Hablando la importancia a los partidos y de que se requiere esta formación política para parecer a los partidos, ¿cómo se empata estas posturas y agendas personales dentro de los partidos políticos? 

La primera es, como decía, yo solamente entiendo el juego de la política desde las organizaciones políticas. Yo comencé el proceso del movimiento Ahora en el 2014. El gobierno nos bloqueó la inscripción hasta el 2018. Logramos la inscripción en 2018. 

Como movimiento en camino ya hicimos un acuerdo en la plataforma Compromiso Ecuador y luego nos reconocieron, y de hecho participamos en alianza con CREO en las últimas elecciones en Pichincha. 

Yo lo que sostengo es que lo que corresponde, ls lógico, lo sabio en esto es formar a la gente y hacerles correr, darles espacio para que participen y para que se conozcan, y que para que la organización política haga actos políticos y hechos políticos. 

¿Eso no ocurre hoy? 

Nosotros sí. 

¿Con Ahora?

Con Ahora.

¿Con los grandes partidos no? 

No, pues. Yo comencé hacer política a los 17 años, pegando los afiches del Negro Paz. Luego trabajé para Cordes, luego fui asesor de una gran asambleísta, Alexandra Vela, trabajé con ella cuando fue Vicepresidenta del Congreso y legisladora. Cuando iba haber una reforma constitucional, el constitucionalista de los socialcristianos decía esto es lo que pensamos, el constitucionalista de la Izquierda  Democrática decía esto es lo que pensamos, y el constitucionalista del MPD decía esto es lo que pensamos. 

Bueno, llegó un momento en donde los partidos dejaron de pensar. Y se expresan más o menos sus representantes o sus cabezas pero no la organización  política. Entonces cuando el movimiento Ahora, por ejemplo, pide la calificación de la pregunta para ir a la recolección de firmas para la eliminación del Consejo de Participación Ciudadana, está haciendo política. Cuando nosotros agarramos y reunimos gente y el promedio de gente nuestra que participa en una reunión política está por debajo de los 30 años, decimos que estamos haciendo lo correcto. 

Ccuando decimos que tenemos que ser una organización política de mult representación en donde superamos estos atavismos retrógradas de que los gays vayan y hagan sus propio organización, ¿qué les pasa pues? Eso es no reconocer cómo funciona la sociedad. Somos una organización bastante abierta. 

Para la elección anterior, Guillermo Lasso tuvo una gran oportunidad de juntar todos esos intereses y ser el representante de todos esos intereses. Cuatro años después, ¿cómo va a quedar esto?

Yo me adelanto, los políticos lo que hacemos son escenarios. Entonces pensemos en lo siguiente: ¿cómo va salir Moreno dentro de 2 años? ¿Va salir como un Presidente sumamente bien evaluado, un tipo respetado, el hombre que nos cambió la República, el que mejoró la economía, el respetuoso, el impoluto? ¿O va a salir como un presidente golpeado, él y su entorno? 

Yo tengo la sensación que va a tener un castigo electoral. Entonces allí había miopía. Sí se podía ayudar al gobierno sin comprometer principios. O sea, darle una mano para aprobar leyes, una reforma constitucional, sin ningún problema. Pero no las leyes que ellos quieren, las leyes que nos pongamos de acuerdo —ahí las cosas cambian.

Ha mencionado varias veces a su movimiento, Ahora, y otra cosa que pasa es que tenemos líderes visibles usualmente de generaciones mayores, y no se ve figuras jóvenes. Pensando a las elecciones de 2021, pensando en todo lo que hemos conversado de la forma de hacer política, sobre las estructuras de los partidos. ¿Cuál es el futuro político suyo y de Ahora?

Hay dos escenarios: el primero es el fortalecimiento en Pichincha y el segundo es que Ahora tiene que convertirse en una organización nacional, manteniendo sus mismos principios. Ese es el reto para los próximos años, pero no lo llevo yo, lo lleva el presidente del movimientos. 

¿Que es quién?

Michael Aulestia. Ese es el juego. Y, por lo tanto, yo lo que hago es abrir el espacio para que estos chicos entren y aprendan bien cómo funciona esto, manteniendo una línea ética, ¿qué más se puede pedir?

La pregunta del cierre. Después de estos 2 años como asambleísta, ¿qué errores ha cometido usted?

Chuta. A ver. Yo creo que nosotros fuimos, al principios sumamente ingenuos, terriblemente ingenuos. La línea inicial del bloque fue ‘ni se les ocurra pedir un espacio’. Así de ingenuos. 

¿Espacios en qué?

Que tengas una presidencia de comisión que tengas un algo.

¿Como CREO?

Claro. Entonces, bueno si no tienes esos espacios y solamente el ponente y es el que puede presentar un proyecto de ley, te comen pues. 

Pero usted venía con experiencia.

Yo tengo experiencia pero porque vengo haciendo política desde guambra.

Mi pregunta es por qué, teniendo experiencia, no vio eso. ¿Sin conocer mucho la lógica en la asamblea ya adentro?

No, yo la lógica de la Asamblea la conozco perfectamente.

Trato de encontrar una explicación.

La decisión del partido. Fue un puritanismo sostenido en esas épocas que no se compadece con el entreguismo de este momento, o sea no tiene lógica. 

¿Qué pasó en la  mitad?

El gobierno cambió de interlocutores, eso es la primera. 

¿De quién a quién? 

El momento en que Romo asume el Ministerio de Gobierno, yo creo que le dio muchísima más movilidad a la capacidad de diálogo. Pero cuidado. una cosa es el diálogo y otra cosa es el acuerdo. Se puede llegar a muchos diálogos, pero no a muchos acuerdos, y para este caso yo creo que Romo consiguió lo que quería el gobierno. 

¿La alianza?

Sí, claro, pero de paso se fue comiendo a una organización de la oposición para la siguientes elecciones. 

¿La puso de su lado, del lado del gobierno?

Pero por supuesto.

Fabricio Villamar encabeza el juicio político contra José Tuárez.

Fabricio Villamar: «Los políticos debemos tener agenda propia». Fotografía de Baltasara Campos para GK.

¿Y eso debilitó a CREO? 

En términos de lo que es la representación sí, o sea si es que alguien decía yo no voté por Moreno, yo voté por Lasso y ahora Lasso está con Moreno, explíqueme cómo fue esto. No se puede perder el respeto de la gente así. Y uno tiene que sostener la palabra. 

Fue ingenuo, ¿qué más?

A ver, sí, ingenuo por permitir que esto pase así no más. El segundo error fue haber descuidado el movimiento nuestro porque estábamos participando dentro de la plataforma de CREO. Y la lógica debió ser siempre mantener cierta línea de paralelismo, pero tener capacidad de decisión a parte. 

Creo que eso fue un error, y ahora lo que estamos haciendo es corrigiendo el error y recuperando la potencia de la organización propia. 

Se toma varios segundos y respira profundo antes de contestar la pregunta siguiente. Mira un poco hacia abajo y luego a un lado. Empieza hablando despacio, haciendo largas pausas. 

Y usted como político, ¿ha identificado a un error dentro del legislativo para no repetirlo?

A ratos soy excesivamente radical. Y cuando eso pasa, no nos olvidemos que ese es un grupo humano, son 137 seres humanos. Y son 137 seres humanos que pueden reaccionar, o al compañero bonachón como César Litardo, o puede haber reacciones muy fuertes con gente que causa repulsión en el debate político, como Augusto Espinosa. 

Entonces, es regresar a los conceptos básicos de duro con el problema suave con las personas. A ratos, nosotros en el conflicto de los primeros 2 años, para romper Alianza País, nosotros fuimos incluso muy duros con las personas.

¿Y eso es un error?

Sí. Es una novatada también porque al final del día te vas a encontrar con estos manes, y vas a necesitar alguno de los votos de ellos, en algún momento, y ahí un conflicto personal puede terminar dañando el objetivo de organización o el objetivo político, o el objetivo del país. 

Hay que mejorar el manejo de las relaciones también. Es un aprendizaje mutuo, porque al mismo tiempo para ellos, que no me preguntaste, qué errores han cometido, el creerse dueños de la verdad absoluta.

¿Ellos, Alianza País ?

País. Él creerse dueños de la verdad absoluta. El creerse que siguen siendo éste omnipoder.

¿Hablamos Alianza País que se fue con Correa?

Exactamente, o sea antes de que se vayan, todo ese bloque.

Ah, estamos hablando de todo Alianza País.

Todo ese bloque, es que siguen manteniéndose así. O sea siguen pensando que dominan la escena cuando ya no la dominan. 

Lo que se viene, por ejemplo, es una discusión fuerte y respecto de las reformas constitucionales y de la reforma democrática del Ecuador, ahí tenemos que ver dónde están, porque los que antes defendían los sistemas de mayorías ahora van a tener que defender los sistemas de minorías