Que a los perros, en Loja los exterminaban en cajas de gas, denunció en mayo de 2019 el concejal Pablo Burneo. Según dijo, la caja estaba en el sector de Payanchi, al oeste de la ciudad, en la antigua vía al cantón Catamayo. Luego habría sido trasladada al relleno sanitario local, junto a la perrera municipal. Burneo dice que la caja servía para eliminar masivamente a los animales, pero que por el peligro que esto significaba, la anterior administración recurrió al envenenamiento. El nuevo alcalde de Loja, Jorge Bailón, dijo que la caja metálica era de la anterior administración y que estaba bajo revisión técnica. Hasta el momento no ha habido información completa sobre esta sórdida historia que plantea interrogantes sobre el manejo de la fauna urbana lojana.

Burneo asegura que en 2016 ya había denunciado la existencia del artefacto para lo que él llama ‘perricidios’, pero que no recibió la atención necesaria. Cuando se posesionó como concejal, tres años más tarde, planteó el problema a sus colegas,  que lo acompañaron a identificar la cámara de gas y a evaluar las condiciones en las que está.

La noticia de su existencia le habría llegado, dice Burneo, por funcionarios municipales. Gracias a ellos, y a las investigaciones que le siguieron, lograron encontrar al constructor de la cámara. “Es un artesano de apellido Collahuazo”, dice Burneo, que presume que al fabricante no le dieron información sobre cuál era el propósito del artefacto, “Pero lo cierto es que se construyó”, dice. Según él, el Municipio todavía no encuentra la justificación de la compra de la caja.

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Loja no es ajena a la controversia canina. En junio de 2016 el entonces alcalde José Castillo, durante una entrevista en el Canal Municipal, reconoció que los animales tienen que ser bien tratados, pero argumentó que siempre hay «gente irresponsable que lanza esos animales a las calles».

Castillo también dijo que se estimaba que en Loja vivían más de 100 mil perros callejeros y que él no podía tener una ciudadela de perros, así que propone desaparecerlos “Habrá que buscar la forma más racional de hacerlos desaparecer, pero tienen que desaparecer”, dijo el entonces alcalde. “Si esa carne puede ser aprovechada para algo, en buenahora, si no, pues, tendrá que servir para producir abono”. Según el concejal Burneo, el exalcalde se refería a que los perros podían servir para alimentar al león del zoológico. Además, dijo que Castillo mintió sobre la cifra de perros en la ciudad: dice que si se divide ese total para los 180 barrios que tiene Loja,  habría más de 500 perros por barrio. El exalcalde Castillo no ha dicho nada sobre la caja, ni otros cuestionamientos sobre su manejo de la fauna urbana lojana. Intenté contactarlo por vía telefónica, pero no recibí respuesta hasta el cierre de este artículo.

Las declaraciones del exalcalde fueron criticadas con fuerza. Colectivos animalistas y autoridades de otras provincias condenaron la propuesta del Chato. En respuesta, el Municipio promovió la campaña ‘Tu mascota tu responsabilidad’ para generar conciencia sobre el tipo de cuidados que necesitan los animales. Otras de sus acciones incluían campañas de vacunación y esterilización y hasta un censo de canes.

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El respeto por la fauna urbana se promueve desde la antrozoología, la ciencia que estudia la relación entre humanos y animales. Fotografía coretesía de Miguel Ángel Pérez de Lente Animal.

Los comentarios no le gustaron al exalcalde y provocaron que le pida a su personal que recoja una lista de aproximadamente 1200 “ilustres patriotas” que podían ser enjuiciados por las ofensas que publicaron en su contra en redes sociales. Sin embargo, después dijo que no tenía tiempo para enjuiciar a tanta gente. Pero sí los motivó a que “pongan cuotita mensual, de $10 o $15, para ver si creamos un cuartel general donde podemos alimentar a todos esos animales y cuidarlos”.

Tras la polémica, Castillo aseguró que los perros callejeros serían recogidos y llevados a un albergue que planeaba construir en el sector de Payanchi, en la vía antigua al cantón Catamayo, el mismo lugar donde la cámara de gas habría estado ubicada en un principio. El albergue ya funcionaba desde enero de 2016, pero no en Payanchi, sino en el barrio Chontacruz, junto al relleno sanitario de la ciudad.

Aunque el proyecto del centro de protección y rescate canino de Loja tenía planificado incluir un laboratorio para análisis médicos y quirófanos para cirugías menores, la realidad fue otra. En mayo de 2019, un grupo de concejales lojanos denunció las malas condiciones en las que se mantenían a aproximadamente 30 perros en ese centro. Los animales estaban en jaulas pequeñas y eran encerrados por 16 horas diarias.

El concejal Santiago Erráez dijo que los animales sobrevivían con poca o ninguna comida, y que no recibían cuidados básicos. Los quirófanos y el laboratorio médico no estaban equipados, en el centro solo había una veterinaria, y había pocos implementos médicos, que estaban caducados. El concejal gestionó la ayuda de la Universidad Nacional de Loja y, mediante pasantías de los estudiantes y personal de la escuela de veterinaria de la institución, consiguió que los animales reciban los cuidados necesarios. Ahora, está organizando la segunda campaña de adopción para finales de junio de 2019. Según dijo, la primera fue un éxito: en una hora los 15 perritos que participaron habían encontrado nuevos hogares.

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Ante las irregularidades encontradas y los posibles exterminios con la caja de gas, los concejales insistieron al nuevo alcalde, Jorge Bailón que se implementen medidas para mejorar la atención del centro. Plantean una ordenanza municipal para la protección de fauna urbana y la creación de una unidad de fauna urbana con presupuesto y operarios permanentes.

También se ha pedido que se justifique qué pasó con los más de dos mil perros que fueron declarados como capturados por el municipio durante la administración de José Bolívar Castillo, pero que no se sabe dónde están. Y que se aclare dónde están los informes que justifiquen por qué fueron sacrificados. Burneo explica que se puede sacrificarlos, siempre y cuando exista un informe previo en el que se expliquen los motivos. Y eso, dice, no existiría.

Tampoco habría evidencias de dónde se obtuvieron los venenos y cómo se gestionaron. El concejal Burneo dice que fueron utilizados para que “los funcionarios municipales, los bomberos y demás, tengan la tarea ingrata de ir barrio por barrio administrando veneno a los perros en la calle”. Y confirma que toda esta información debe estar en archivo para el conocimiento de la ciudadanía, pero no ha sido presentada hasta el momento. Por eso es necesario gestionar una ordenanza que delimite de mejor manera la función del municipio para el tratamiento de la fauna urbana. Esta propuesta ya pasó el primer debate y está siendo preparada para el segundo.

La tenencia de animales conlleva la responsabilidad de velar por su bienestar y su manejo debe promover una relación de armonía con los seres humanos. Así lo ordena el Código Orgánico de Ambiente, que explica que la fauna urbana está compuesta por los animales domésticos (como perros y gatos mascotas),  los que habitan los espacios públicos (como los patos de los parques), y los que constituyen un riesgo por el contagio de enfermedades (como las palomas, a las que también quería desaparecer el exalcalde Castillo).

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Cuidar la fauna urbana es responsabilidad de los Municipios.Fotografía coretesía de Miguel Ángel Pérez de Lente Animal.

Cuidar la fauna urbana es responsabilidad de los Municipios. El artículo 415 de la Constitución del Ecuador ordena que el Estado Central y los gobiernos autónomos descentralizados, adopten “políticas integrales y participativas de ordenamiento territorial urbano y de uso de suelo, que permitan regular el crecimiento urbano, el manejo de la fauna urbana e incentiven el establecimiento de zonas verdes”.  Además, el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomías y Descentralización (COOTAD) contiene una disposición que dice que una de las funciones de los gobiernos autónomos descentralizados municipales es “crear las condiciones materiales para la aplicación de políticas integrales y participativas en torno a la regulación del manejo responsable de la fauna urbana”.

Pero hay más involucrados en esta obligación. El Reglamento de Tenencia y Manejo Responsable de Perros, dado por el Acuerdo Ministerial 116, dice que regular la tenencia responsable de perros es competencia del Ministerio de Salud Pública para la prevención de enfermedades transmisibles entre animales y humanos, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca para el control del bienestar de los animales que cumplen con oficios, y de la Policía Nacional y los municipios para proteger la integridad y salud de la población.

Pero la letra de la ley no vive en la realidad —al menos no por completo. Virginia Portilla, representante de la fundación Franz Webber para Ecuador, organización internacional que se encarga de  conseguir políticas públicas de protección animal, dice que no hay ninguna ciudad ecuatoriana que sirva de modelo en el trato de la fauna urbana. Portilla fue jefa del proyecto ERAH de la Prefectura del Guayas, la primera oficina pública encargada de investigar la relación humano-animal y única dirección de bienestar animal en un gobierno a nivel nacional.

Según Portilla, otros municipios y prefecturas tienen departamentos pequeños para esta labor y que no se manejan en base a lineamientos internacionales, no se toman modelos de otras ciudades que manejan mejor la fauna urbana —como Estambul o Moscú . La consecuencia es que haya casos como los de los perros de Loja.

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El caso lojano podría quedar en un limbo administrativo. El concejal Pablo Burneo dice que no puede ser llevado en el propio Municipio porque hay una ordenanza para sancionarla y la ley no es retroactiva. Además, dice que el único camino posible sería el que existe en el Código Integral Penal que contiene delitos por maltrato animal. “Si usted lleva estos casos a cualquier ministerio, no pasa nada”, dice Burneo. “Tiene que haber un proceso que se justifique ante el COIP que sí tiene normas para castigar el maltrato y la muerte de animales. Y en el cantón Loja no existe esa norma, que es lo que estamos intentando crear a partir de ahora”, dice.  

Los concejales coinciden que este no es un problema nuevo. Se conocían casos de exterminio de perros en administraciones  anteriores a la de Castillo. Sin embargo, no recibían atención social ni mediática. Por eso, los concejales dicen que es necesario sentar este precedente y también generar un cambio de consciencia colectiva.

Burneo dice que la ciudadanía también padece de un “pensamiento degenerado sobre la vida animal”. Y explica que todavía se ven casos de perros ahorcados en los parques públicos de Loja, y que los choferes de buses matan a los perros de una forma grosera solo por causar daño. Quitarle la vida a un animal debería ser una decisión excepcional, justificada, indolora y apegada a los parámetros internacionales para su implementación.

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Los animales de compañía permiten que las personas se mantengan vinculadas a su comunidad de forma beneficiosa y positiva. Fotografía coretesía de Miguel Ángel Pérez de Lente Animal.

Algunas ciudades del Ecuador ya están tomando medidas para trabajar por el tratamiento de la fauna urbana. Ambato fue la primera ciudad en abrir un albergue público para el rescate de la fauna urbana. Funciona desde 2010.  Riobamba aprobó por unanimidad en marzo de 2019 la ordenanza para la protección, tenencia y control de la fauna urbana en el cantón. Y en Quito, donde se estima que hay 1 perro por cada 22 personas y aproximadamente 500 mil abandonados, el Municipio creó Urbanimal, una entidad que esteriliza a perros y gatos. En 2019, hizo 17 mil cirugías para evitar que se reproduzcan. El proyecto comenzó en 2011, y hasta 2018 contaba con 80 mil esterilizaciones gratuitas realizadas en cerca de mil sectores de Quito.

Pero en la capital no todo fueron buenas noticias. En la ordenanza 0048 se ordenó que Urbanimal rescate de la calle a los animales domésticos en estado de abandono, evalúe su estado de salud, los esterilice, y envíe  a una fundación de protección animal para su adopción o regresarlo al lugar del que fue retirado. Sin embargo, en 2018 Urbanimal aplicó la “técnica de atrapar, esterilizar y soltar, a 250 canes”. Este método consta en el artículo 23 de la misma ordenanza. Esto se aleja del propósito del bienestar animal, ya que después de esterilizados volvieron a la misma situación de abandono y no tuvieron la oportunidad de ser adoptados.

El actual Alcalde de Quito, Jorge Yunda, implementó el proyecto Chester Vive, enfocado en entregar mascotas a diferentes dignidades para reflexionar sobre el trato de los animales domésticos e incentivar la adopción responsable de los perros abandonados. Hasta el momento ha entregado siete, y cada uno de los encargados firmó un acta en la que se compromete a cuidarlos como es debido. Además de alimentarlos, entre lo prometido está darles amor, estabilidad y un hogar feliz.

También existen iniciativas no gubernamentales como Protección Animal Ecuador (PAE). La organización tiene en Alangasí, Quito, tiene un albergue de animales con más de 100 perros en proceso de adopción. A ese albergue, diariamente, ingresan 30 animales. María Inés Espinoza, presidenta de la ‘Fundación Ángeles con Patas Ecuador’, que ha colaborado con el Municipio de Loja para rescatar animales, dice que lo principal es capacitar a las personas para la correcta recuperación de animales. Dice que, muchas veces en lugar de ayudar, se causa más daño. Además, dice que las fundaciones cumplen aportando con los rescates, pero que es momento que el Municipio asuma su responsabilidad. “Se trata de trabajar en conjunto”, dice Espinoza.

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Hay otras medidas recomendadas para el control poblacional de la fauna urbana. Virginia Portilla dice que lo que realmente controla las poblaciones de los animales es la regulación de la convivencia. Por ejemplo, la regulación del comercio y del maltrato animal (para evitar reincidencia) y  la esterilización masiva que deben hacer los municipios. Explica que el respeto por la fauna urbana se promueve desde la antrozoología, la ciencia que estudia la relación entre humanos y animales.  

Los animales de compañía en nuestro entorno son una fuente de capital social. Es decir, permiten que las personas se mantengan vinculadas a su comunidad de forma beneficiosa y positiva. Portilla dice el significado de los animales para las personas ha cambiado con el tiempo: hoy participan ampliamente de la dinámica cotidiana de las ciudades y los animales de compañía son miembros de la familia.

Esa conciencia sobre el rol que tiene en nuestras vidas hacen que identifiquemos más rápidamente los dos males que les hacemos a los animales:: el maltrato y el abandono. Ambos son síntomas de la falta de conciencia social sobre su tenencia responsable y el nivel de compromiso que implica. Un mal que afecta a todo el país, no solo a Loja, donde se espera que sirva como el vergonzoso caso de la caja de gas que habría servido para exterminarlo sea el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer.