Estimado John,

Conozco de tu trabajo en Guayaquil (me comentaron por ejemplo una colaboración con el fallecido y brillante Ricardo Mórtola, no tan auspiciosa, en el tema de parque Samanes), tus estudios en el extranjero y tu actual experiencia docente en la Universidad San Francisco. Como lo dicen claramente tus credenciales, eres una persona conocedora de la ordenación territorial y urbanística y, por lo tanto, valoro que te hayas tomado el tiempo de revisar algunas de mis propuestas. En atención a tus observaciones, me permito señalar lo siguiente:

Es conocido a través de tus columnas semanales en diario El Universo, que jamás has sido partidario del PSC, ni de sus últimos alcaldes ni de sus políticas públicas o por lo menos de la mayoría de ellas. Debo reconocer que en los últimos meses y quizás años, tu discurso se ha morigerado y solo de vez en cuando, nace una crítica, generalmente constructiva, respecto del destino del puerto principal.

Este contexto es importante ya que claramente estamos frente un profesional y periodista que ha sido un crítico, a veces muy mordaz, del manejo urbanístico de Guayaquil, de ahí que sea entienda tu aversión a que Quito pueda de alguna forma gestionarse o administrarse de forma semejante a como ha venido haciendo Guayaquil desde que el Ing. León Febres-Cordero asumió la Alcaldía de Guayaquil en el año 1992.

Y es respecto de esta angustia o inconformidad en la que quiero centrar mi respuesta. La verdad no entiendo como un ciudadano pueda no estar de acuerdo por ejemplo que del 100% del presupuesto municipal, el 85% sea invertido en obras y servicios y solo el 15% para gasto corriente, básicamente sueldos y salarios. Como me imagino conoces, el caso de Quito es totalmente diferente, hoy en día solo el 20% del presupuesto de la capital se invierte en obras y el 80 % en gasto corriente. Como podrás notar, la diferencia es abrumadora. Proponer por lo tanto que me gustaría acercarme al modelo de Guayaquil y no al actual de Quito, no me parece algo descabellado o imposible de realizar, ni tampoco que existan factores, que no se puedan superar, que me impidan dar los primeros pasos para llegar si no a esas cifras que manejan en Guayaquil, a una en la que podamos invertir más en los ciudadanos y por ciertos en los más pobres y desprotegidos, que en gasto corriente.

Ahora bien, con relación a tu inquietud que Guayaquil no sea Distrito Metropolitano y que en tal virtud Guayaquil “no gobernaría sobre las parroquias rurales”, partes de una premisa falsa y por ende tu conclusión es equivocada. El ser o no Distrito Metropolitano no tiene nada que ver con el gobierno y administración de las parroquias rurales. Los cantones, estimado John, como tú debes conocer, son el conjunto de parroquias urbanas y rurales. Quizás, tú confundes el término cantón con el de ciudad. La ciudad, como lo decía la ya derogada Ley Orgánica de Régimen Municipal, establecía de manera clara que es solamente el conjunto de parroquias urbanas. Guayaquil es además de ciudad, cantón. Al igual que Quito. Por lo tanto, es falsa tu conclusión que “…en Quito hay una trama mucho más compleja de la distribución de los diferentes estratos de la administración municipal”.

Adjunto para tu revisión el plan de ordenamiento territorial de una de las parroquias rurales de Guayaquil, con el objeto de que dimensiones la genuina coordinación que existe entre las parroquias rurales y la capital de la provincia del Guayas:

https://www.gadparroquialposorja.gob.ec/phocadownloadpap/documentos/Plan_Desarrollo_Ordenamiento_Territorial/2016/Plan%20de%20Desarrollo%20y%20Ordenamiento%20Territorial%20Posorja%202015-2019.pdf

Dicho esto, queda absolutamente desvirtuada otra conclusión incorrecta de tu conceptuosa carta. No es verdad que Guayaquil “solo asume competencias de área urbanas”. Lo hace tanto en áreas urbanas, de expansión urbana como Monte Sinaí y también sobre el vasto territorial rural.

También aprecio que no conoces que Guayaquil ha venido gestionando desde la administración de Jaime Nebot el área de salud de educación, a pesar, como muy bien dices tú, no son competencia de los GAD municipales. No es este el momento para detallarte el trabajo que hace en los 8 hospitales del día que administra Guayaquil, las 20 clínicas móviles que dan medicina gratuita y atención ambulatoria a centenas de miles de personas cada año, así como en los programas Mas Tecnología, Innova Inn, Aprendamos, Tablets, Becas a los mejores estudiantes, pasajes gratuitos a los mejores estudiantes en la Metrovía, becas de Francés en la Alianza Francesa, además de libros gratuitos e internet vía wifi en más de 6000 puntos tanto en la ciudad como en las parroquias rurales.

Creo también necesario hacer mención de los miles de kilómetros de aceras, bordillos, calzadas, parques, áreas verdes que tanto en las parroquias rurales como urbanas se han dotado en los últimos 29 años de administración social cristiana. Me encantaría llevarte a recorrer los Guasmos, Trinitaria, Bastión Popular, la Balerio Estacio, Monte Sinaí, Urdesa, Los Ceibos, Sauces, Alborada, y decenas de barrios y sectores populares, donde la inmensa obra municipal desplegada no tiene parangón en ningún municipio del Ecuador. ¿Cómo puedo no querer imitar, aunque sea en parte, un modelo que a contario de lo que tú indicas, privilegia lo social e invierte en los más pobres y necesitados de su población?

La diferencia estimado John es que no hay exceso de personal, todo se maneja de manera técnica y profesional, con los mejores precios y sin escándalos de sobreprecios ni concejales con orden de prisión. ¿Qué tiene de incorrecto, falaz o poco creíble buscar replicar este modelo de gestión exitosa en Quito? ¿Por qué no buscar parecerse o en algunos casos mejorar esta forma de administración en mi ciudad, que tanto bienestar ha generado en Guayaquil?

Con relación a tu preocupación sobre las “tres manchas lamentables” que a tu criterio contiene el modelo exitoso de Guayaquil, quien realmente debería responderlas deberían ser el alcalde Nebot y sus directores departamentales, no obstante, dado que son parte de tus preocupaciones, me ocuparé brevemente de cada una de ellas.

Respecto a la segregación en la obra pública, la verdad no la entiendo. He conversado con personal de EMAPAG y la cobertura de agua potable y alcantarillado de Guayaquil sobrepasa en ambos casos al 90% de las parroquias urbanas y el 100% en las cabeceras de las parroquias rurales con excepción de Puna, en donde actualmente se está instalando la planta de ósmosis inversa con un costo superior a los cinco millones de dólares, para dotar de agua potable a 6000 personas que habitan en dicha parroquia rural, lo que por cierto fue una promesa de campaña que en los próximos dos meses será una realidad; todo esto, a pesar que Guayaquil recién asumió estas competencias en el año 2008, con una inversión de más de mil millones de dólares en 10 años de administración municipal, sin ningún escándalo de por medio. Lo anterior sin tomar en cuenta los créditos por 500 millones de dólares que se han contratado para tratamiento de aguas residuales con el Banco Mundial, Banco Europeo de inversiones y Agencia Francesa de Desarrollo, con los cuales se conseguirá la cobertura del 100% de la ciudad para el tratamiento de las aguas residuales, en una clara apuesta de un manejo moderno y sostenible de esa ciudad.

En cuanto a la incapacidad del manejo del espacio público, es verdad que la mayoría de los parques de la ciudad de Guayaquil tienen cercas. Se ha debatido mucho al respecto y en lo que a mi respecta, no lo haría en Quito, salvo que la ciudadanía me lo pida y se trate de un tema de seguridad ciudadana que sea imposible de soslayar. Te acompaño al respecto un criterio muy interesante de un compañero tuyo de columna de diario El Universo, Andrés Ortiz, sobre porqué él considera, en algunos casos, la necesidad de cercar ciertos espacios públicos y del mecanismo a través del cual Guayaquil pudiera salir de este escenario que efectivamente pudiera restringir el acceso al espacio público:

https://www.eluniverso.com/opinion/2018/09/27/nota/6972314/rejas-parques

Y finalmente con relación al ámbito cultural de Guayaquil, insisto, deberían ser el alcalde Nebot y sus direcciones involucradas, las que deberían atender tus cuestionamientos. No obstante, me parece que tus reflexiones nuevamente devienen en injustas. La feria del libro, por ejemplo, ahora administrada por la talentosa Cecilia Ansaldo es una muestra como Guayaquil ha venido paulatinamente mejorando su gestión cultural. La entrega por ejemplo a título gratuito de una de una sala de teatro experimental, una especie de laboratorio para amoldar y cultivar el arte por los próximos 25 años, a Muégano Teatro en la persona de Santiago Roldós, contradice abiertamente tu preocupación a esta falta de gestión cultural de Guayaquil. Lo anterior sin hacer mención de la mejora y restauración del malecón a la altura del Tenis Club donde se instaló la Bota, también concesionada, para todo tipo de representaciones artísticas y micro teatros, en una clara apuesta hacia la conversión del modelo cultural de dicha ciudad al igual que el resiente espacio inaugurado de Guayarte.

Agradezco en todo caso tu atención a mi candidatura y a mis propuestas, lo has hecho con altura y respeto, lo que pondero y felicito. Sin embargo, te he demostrado que la mayoría de tus inquietudes y preocupaciones son en mi criterio erróneas. Y para que veas que el tema no solo lo he traído yo a la campaña, otro compañero de columna tuya, Don Felipe Burbano, se hace los mismos planteamientos:

https://www.eluniverso.com/opinion/2019/03/12/nota/7229627/quito-frente-guayaquil

“Guayaquil creció cuando tomó como horizonte la autonomía de su gobierno local sobre la base de una potente identidad cultural diferenciada y opuesta al centro-nación. Desde la transición al nuevo milenio, Quito vive, en cambio, la lenta pérdida de identidad como capital, como centro de la nación y el Estado, y sus élites, un progresivo deterioro como referentes culturales de la ciudad”.

No quería finalizar sin decirte que efectivamente no soy Jaime Nebot ni Cynthia Viteri. Soy Paola Vintimilla que busca dotar a Quito de un proyecto de ciudad que viabilice un desarrollo sostenible en el tiempo, para lo cual buscaré a la Academia, gremios, sociedad civil y profesionales expertos, para que me ayuden a rediseñar un plan de ordenamiento territorial y planes urbanísticos y estratégicos que permitan reconformar el modelo de ciudad que Barrera y Rodas se encargaron de destruir.

Atentamente,

Paola Vintimilla

Candidata a la Alcaldía del D.M. de Quito

GK publica de forma íntegra y textual la respuesta que envió Paola Vintimilla a la carta abierta escrita por John Dunn.