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Mientras en Estados Unidos, el país más rico del mundo, se consume un 90% de medicamentos genéricos, en Ecuador, 9 de 10 que se consumen son de marca. No hay ninguna diferencia en el compuesto activo o en la efectividad: el de marca es desarrollado por una farmacéutica que conserva entre 10 y  20 años la exclusividad de producirlo y comercializarlo. El genérico se empieza a producir cuando el de marca pierde la patente, se vende bajo el nombre del compuesto activo a menor precio. Pero los ecuatorianos insistimos en comprar los medicamentos más caros y la iniciativa del Estado para cortar esa mala costumbre, está siendo liquidada, como lo explicó el investigador Esteban Ortiz. El Ecuador sigue comprando más medicina cara y hay varios factores que inciden en ese derroche.

Uno de los mayores rasgos del ecuatoriano es que compra sin receta. Según explica Ortiz, el 70% de medicinas que —según la Organización Mundial de Salud (OMS)— necesitan prescripción médica, en el Ecuador son vendidas sin que se la exija.

El mercado farmacéutico del Ecuador no cumple con algunas de las líneas más importantes de la estrategia que está impulsando la OMS. Por el contrario, según Ortiz, se ha fallado estrepitosamente: no se han reforzado las farmacéuticas nacionales ni se ha impulsado el uso consciente de medicamentos. En una investigación publicada en el Global Journal of Health Science, se muestran datos de la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en Hogares Urbanos y Rurales 2011-2012 (Enighur): los cinco deciles más pobres del Ecuador destinan entre el 7.2% y el 5.5% de sus ingresos (o gastos de bolsillo) a la compra de medicina. Es el mismo porcentaje de la población que no tiene acceso a seguros de salud privados la que está pagando por medicina más cara, especialmente caras en comparación con sus países vecinos: en la última revisión y fijación de precios de los medicamentos en 2014 registrada por el Consejo Nacional de Fijación y Revisión de Precios de Medicamentos de Consumo Humano —entidad del Ministerio de Salud Pública (MSP) encargada de regular y fijar precios en el mercado farmacéutico— uno de los medicamentos más caros era el Clofazic, utilizado para el tratamiento del cáncer. Mientras que en  Perú, este medicamento cuesta 2.189 dólares, en Ecuador cuesta 3.792 dólares. El Ibuprofeno (un antiinflamatorio), uno de los medicamentos más baratos que hay, cuesta 0,37 centavos por unidad en Ecuador —en Perú, 0,11 centavos.

Según la firma privada de investigación de mercados, Euromonitor International, las regulaciones y fijación de importes del MSP en Ecuador evita la libre competencia y la producción de medicina. Estas regulaciones obligan a las compañías públicas o privadas de producción de fármacos a adoptar ciertos valores —dependiendo del tipo de medicina—, porque según el artículo 335 de la Constitución, el Estado es quien define una política de costos de medicamentos para proteger la producción nacional, y evitar el abuso de precios, monopolios o competencia desleal. Pero, al no existir una libre competencia hace que las compañías locales como Medicamenta Ecuatoriana S.A. opten por invertir en la producción de medicinas de marca —que ya son reconocidas por los consumidores— para no perder ventas ante las compañías internacionales; o simplemente para tener más ingresos. Según Euromonitor, las compañías más pequeñas serán obligadas a salir del mercado, al no ser competitivas. La firma dice que las barreras a la importación son una ayuda para el crecimiento de la industria, pero esta regulación de precios crea incertidumbre sobre el futuro del mercado, además las compañías no producen tanto como deberían por los altos costos económicos —que rondan en los 9 millones de dólares anuales— y crecen con más lentitud respecto a las firmas internacionales.

El gobierno tampoco ha tenido éxito en impulsar el uso de genéricos. La liquidación de Enfarma que narra Ortiz es una gran derrota. Antes de su fin, se buscaban convenios con España e India para producir medicamentos genéricos más baratos, sin embargo nunca se concretaron. Según la agencia estatal de noticias ANDES, el Ministerio de Salúd Pública sigue intentando cambiar la percepción de la ciudadanía acerca de los genéricos. En septiembre de 2015, durante una feria del MSP para informar sobre los genéricos, la directora de Medicamentos del Ministerio de Salud Pública decía a la agencia estatal de noticias ANDES que los medicamentos genéricos no podrían cubrir la totalidad del mercado porque no hay suficiente demanda. Según Ortiz, existió una campaña de desprestigio hacia los genéricos emprendida por la industria privada. Y esto hace que los consumidores tengan más confianza en los de marca. Las compañías dejan de producir los genéricos porque no les da réditos económicos. La industria farmacéutica local, a la que Ortiz llama “importadora de materias primas por excelencia y muchas veces importadora de productos terminados” es muy pobre en innovación y desarrollo tecnológico. Nuestra plata se va a Norteamérica, Europa, Brasil y Argentina y Cuba.

Hay un factor estatal adicional: la Agencia Nacional de Regulación y Control Sanitario (Arcsa) del Ecuador. Ortiz da ejemplos de cómo este organismo ha jugado en contra del uso de genéricos: se tomó casi un año en emitir un registro sanitario a un producto presentado por Enfarma EP como competidor directo de un biológico que cuesta cientos de dólares la ampolla. El producto ecuatoriano (aprobado por la Agencia Europea de Medicinas, EMA) habría costado 30-40% menos, ahorrando miles de dólares año. Por otro lado, se tomó más de un año y medio en negar la ejecución al único Estudio Clínico  de Seguridad y Eficacia de la primera vacuna pentavalente hecha en Ecuador (de la cual el país sigue importando millones al año). Las clases más pobres son las más perjudicadas. La inversión del 6,8% del presupuesto del Estado en Salud, de dónde 200 millones de dólares son destinados para la compra de medicinas, es notoria pero la mayoría de dispensadores de fármacos son privados.

La locación de farmacias también influye. Según estudio de Ortiz para la Revista Panamericana de Salud Pública, el 30% de la población del país vive en áreas rurales pero la mayoría de farmacias se centran en las zonas urbanas: hay una desproporción de farmacias en las ciudades. Además en 2008, Ecuador tenía más farmacias que Chile, Uruguay, Venezuela, Paraguay o Bolivia. Sin embargo, sus farmacias servían a menos habitantes que las de esos países.

Si no se revierten todos estos factores, el Ecuador seguirá siendo el campeón mundial de la compra de medicinas de marca. Es una tara social en la que muy pocas veces reparamos, pero que tendría un impacto directo en la salud y en la economía del país: si la mayoría de productos fuesen entre un 30 y 40 por ciento más baratos (como en el ejemplo que ponía Ortiz) los 1,6 mil millones de dólares que gastamos al año en medicinas podrían comprar más y mejor. Sin embargo, después de la liquidación de Enfarma, la campaña privada contra los genéricos y la arraigada costumbre de automedicarnos, la solución parece aún lejana.

 

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fuente

Fotografía de Josué Goge bajo licencia CC BY-NC-ND 2.0. Sin cambios