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Escribo esto mientras intento digerir la noticia de que el Reino Unido votó a favor de salir de la Unión Europea. Vivo en Inglaterra hace cuatro años, y confieso que aún no entiendo del todo por qué un país decide tomar una decisión tan profundamente negativa, de manera voluntaria. 

El impacto —por ahora— se traduce en una caída dramática de la cotización de la libra esterlina (desde 1,50 dólares por libra en la noche del jueves a un 1.37 en la mañana de hoy) y el desplome de todas las bolsas de valores. La decisión ha golpeado particularmente al sector financiero británico,  y el riesgo país del Reino Unido se ha incrementado: Standard & Poors anunció que es muy probable que el país pierda su categoría de AAA. Otra consecuencia a corto plazo es la búsqueda de valores refugio por parte de los mercados, también conocido como flight to quality: el oro, los bonos del tesoro de Estados Unidos o Alemania y monedas como el dólar estadounidense y el franco suizo. Los impactos a largo plazo son difíciles de prever porque dependerán de la negociación a la que lleguen Reino Unido con sus ex socios europeos.

Va a ser una negociación extremadamente compleja y seguramente muy larga (un par de años por lo menos): se tendrá que llegar a acuerdos comerciales y otros sobre el libre flujo de capitales y, especialmente, de personas: esto último es tremendamente importante para los alrededor de dos millones de británicos viviendo en Europa y los casi tres millones de europeos viviendo en Reino Unido. Adicionalmente, habrá que negociar aspectos relacionados con regulación, defensa, política exterior y casi cualquier otro tema que se venga a la mente. La tarea es titánica y plagada de incertidumbre: nunca antes se ha hecho.

El impacto económico del resultado también va a estar marcado por lo que pase dentro del Reino Unido. La tensión interna crecerá: Escocia e Irlanda del Norte votaron a favor de permanecer en la Unión Europea. De hecho, la líder de Partido Nacionalista Escocés ya planteó la posibilidad de una nueva consulta de independencia para su región. En Irlanda del Norte la situación es aún más complicada, pues comparte la isla con Irlanda —un miembro de la Unión Europea—, y tiene un pasado de polarización social, que seguramente se intensificará.

La salida británica también implica un incremento de tensiones dentro de la Unión Europea: los partidos antieuropeos de varios países seguramente se sentirán más confiados de poder replicar el referéndum en sus respectivas naciones. Marine Le Pen, líder del partido Frente Nacional en Francia, declaró que la salida del Reino Unido era una «victoria de la libertad» y que pensaba proponer lo mismo.

Hay incluso efectos para el Ecuador en todo este desmadre. Los impactos más evidentes serán en el precio del petróleo y la apreciación del dólar. El Brexit va a causar una importante —aunque difícil de calcular a estas alturas— golpe en la economía mundial. Eso significa, para empezar, menor demanda de petróleo: en las primeras horas de la mañana del viernes tanto el WTI como el Brent (referencias petroleras para EE.UU. y Europa) bajaron casi 4%. Del otro lado está la apreciación del dólar frente a una de las monedas que se había mantenido fuerte en los últimos años. A la caída de la libra se une la del Euro, pues el resultado del referéndum debilita a la Unión. Esto implica que las exportaciones ecuatorianas a estos destinos se vuelven más caras, y por tanto menos competitivas. El Brexit trae malas noticias para nuestra economía.

Explicar el resultado del referéndum es difícil. Algunos de los elementos que lo pueden explicar son las falencias de la Unión Europea —burocrática e incapaz de reformarse—, la mala campaña que hizo el lado de Remain —incapaz de vender los muchos beneficios que trae el ser parte de la UE—, así como desequilibrios estructurales que mantiene Reino Unido —por ejemplo entre la opulenta Londres y las zonas rurales.

El resultado de la votación es el triunfo de la gente mayor de 65 por encima de los jóvenes, de las zonas rurales (algunas de ellas deprimidas) sobre las vibrantes Londres, Edimburgo o Bristol. También es una derrota de las élites políticas y económicas y de la gente con mayores niveles de educación por parte de la clase trabajadora, que enfocó su insatisfacción en culpar a la Unión Europea por los errores cometidos por sus propios políticos. 

La gente que apoyaba la salida insistía en la idea de recuperar la soberanía y reducir la inmigración. Lo hacían porque dejar la UE tenía pocos argumentos a su favor en términos económicos, políticos, de defensa o del rol del país en el mundo. Salir de la unión es una mala idea. Sin embargo, la arrogancia de creer de que no necesitan al resto del mundo y el miedo a la llegada de gente distinta pudo más entre los británicos. El Reino Unido eligió ser un país más aislado, menos rico, menos relevante internacionalmente y ante todo menos pragmático. 

Bajada

¿Por qué se ha hecho tanto daño el Reino Unido de una manera voluntaria?

fuente

Fotografía de Ian bajo licencia CC BY SA 2.0