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Un nombre es un acto de violencia del que nadie está exento. Es también una demostración de poder. El premio Nobel de literatura sudafricano J. M. Coetzee recuerda en su libro Sobre la censura que una de las más visibles imposiciones coloniales fue la potestad de poner nombres en las nuevas tierras, tanto a los otros como a ellos mismos: blanco, europeo, civilizado, cristiano  contra indio, nativo, salvaje, pagano. Pero en el nombre también está su desestabilización: los oprimidos tienen la capacidad de resignificarlos, diluir sus hostilidades. Coetzee cree que si se logra que los fuertes se ofendan con sus denominaciones, el débil se puede poner, al menos momentáneamente, en igualdad con el poderoso.

La filtración conocida como #PanamaPapers ha revelado miles de nombres de empresas offshore creadas, entre otros fines, para evadir impuestos y esconder capitales. Empresas que fueron bautizadas con la esperanza del anonimato y que hoy podemos revisar en centenares de medios del mundo. Una lectura con malos ojos revela un montón de nombres ridículos, ofensivos y hasta literarios de los que vale la pena reírse, así sea con indignación, quizás con la secreta esperanza de igualar a los poderosos mientras esperan su condena o su absolución.

Aquí los cinco mejores, una alfombra roja de la evasión fiscal:

1- Nadie que haya sido nombrado en la filtración está a salvo. El presidente argentino, Mauricio Macri, ya habrá pasado un susto cuando se reveló una primera empresa que lo tenía entre sus directivos: Fleg Ltd. Quizás no lo supo en ese momento, quizás intentó un acrónimo, pero ahí la advertencia estaba sembrada. En el diccionario merriam webster fleg, del escocés, significa asustarse. Esté aterrorizado o no, se le descubrió una segunda, que revela ya una estrategia: Kagemusha, S.A  —nombre tomado de una película de Kurosawa de 1980—, y fundada un año después, cuando Macri tenía 22 años. Kagemusha significa “guerrero sombra” y es así como nos imaginamos a un joven aspirante a presidente no solo escondido de la ley, sino escuchando música oscura y jactándose de haber descubierto a Kurosawa “antes que todos ustedes”.

Premio a la empresa hipster: Mauricio Macri con Kagemusha S.A.

2- Una búsqueda sencilla revela el carácter estelar de Lionel Messi. No hay duda de que es uno de los mejores futbolistas de la historia. Una estrella en el firmamento del deporte. Un astro. Es el único futbolista en la historia de la puñetera humanidad que ha ganado cinco veces el Balón de Oro de la FIFA. Algunos, hasta se han atrevido a llamarlo más que un simple delantero: la evolución humana. El tipo es eso y se lo cree: un gran sol brillante del balompié. Que cayó en los PanamaPapers. Y que es reconocido también por su mal gusto. Que nadie se engañe, Messi brilla donde esté así que, fulgurante, se lleva su premio:  

Distinción de latón: Lionel Messi, por su pretenciosa Mega Star Enterprises

3- Cuando el Departamento de Estado de los EEUU te reconoce como “una de las más prolíficas traficantes de droga de América Central”, puedes presumir de ciertas cosas. Quizás, hasta tu madre esté orgullosa de ti. Sabemos que apenas hay que corregirle un prefijo al antihéroe para que se convierta en un ejemplo para las masas. A la guatemalteca Marllory Chacón se le conoce como La reina del sur. Está presa en los Estados Unidos y fue sentenciada en secreto hace dos años para usarla como informante. Ella quiere cantar, queda claro. Pero quizás en escenarios menos sórdidos que los policiales, con su nombre puesto en marquesinas. Al menos eso nos dice la empresa que compró a través del despacho panameño Mossack-Fonseca y por lo cual le entregamos su distinción:

Medalla «sueño frustrado» para la narcotraficante (y aspirante a actriz) guatemalteca Marllory Chacón por: Broadway Commerce Inc
 

4- Francisco Pardo Mesones es bisnieto del segundo Presidente de Perú, Manuel Pardo y Lavalle. Lo llaman Pancho, y en los años ochenta estuvo a la cabeza de la Asociación de Bancos de Perú. Ha sido parlamentario y es miembro honorario del aristocrático Club Nacional de Lima. Sabe de linajes y de la importancia de un nombre. Documentos de Mossack Fonseca lo ponen a la cabeza de un lucrativo (y oscuro) negocio que sirvió de vínculo para que Venezuela y Cuba hicieran negocios con pasaportes bolivarianos. Sin embargo, el nombre que escogió para su empresa, Billingsley, pronunciado con acento latino, sin estar pendiente de ninguna hidalguía, suena como la de un deportista pobre, salido de alguna barriada latinoamericana. Tiene caché, así que se le distingue con:

Reconocimiento al apellido de alcurnia con mayor probabilidad de convertirse en un nombre popular: Billingsley Global Corp, del empresario peruano Francisco Pardo Mesones.

5- No solo Coetzee cree que las palabras injuriosas tienen el poder de volverse en contra de quien las profiere. La filósofa norteamericana Judith Butler se ha preocupado por el lenguaje y su capacidad performativa: ella es la responsable de que términos como queer, usado para insultar, haya sido rescatado por activistas LGTB como una forma de identificación, resemantizándolo. En sintonía con Butler —y en honor a sus reflexiones sobre el poder de los nombres— incluiré a un importador venezolano cuya madre seguramente creía que el género no es algo dado sino una construcción performática:

Mención «call me David» al nombre andrógino: el venezolano Desiré David Obadía Medionies (es hombre, hasta que decida lo contrario).

Los Panama Papers son un vistazo al diario personal de la élite mundial. Nadie esperaba ver allí el rastro de los dólares que esconden detrás de nombres más o menos risibles. En su editorial del pasado 6 de abril, el New York Times cuestiona hasta qué punto el escarnio público tiene algún efecto sobre los poderosos que en los documentos de Mossack Fonseca son 14 mil clientes y 214 mil sociedades financieras. El Times se pregunta qué vendrá y aboga por mayor vigilancia de las grietas permisivas en el sistema. Ahora que sabemos sus nombres, la secreta identidad de sus proyecciones, de otra cosa estamos seguros: la vergüenza no es suficiente. 

Bajada

Las palabras que usamos para señalar a nuestras cosas dicen mucho de nosotros. Y las que escogemos para llamar a nuestras compañías ocultas, aún más

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Fotografía de Jon Wallach bajo licencia CC BY-SA 2.0. Sin cambios.