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Traducción de Lisette Arévalo Gross

Tras los atentados de Bruselas, la discusión sobre cómo lidiar con el fundamentalismo islámico se ha reactivado en el mundo. Hay quienes creen que el problema fundamental está en la intervención de Occidente en el mundo árabe, mientras que otros piensan que hay algo podrido al interior del Islam. La realidad es que en el mundo vertiginoso en que vivimos, medios y analistas se han apresurado a sacar conclusiones y hacer lecturas de un tema que, en esencia, muy poca gente entiende. Es una ignorancia de la que sufre no solo Occidente, sino, también y con consecuencias más terribles, el propio mundo musulmán. En esta entrevista, Farid Panjwani, director del Centro para la Investigación y Evaluación en Educación Islámica (Creme, por sus siglas en inglés) de University College London (UCL), trae varios elementos que podrían ayudar a desenmarañar el complejo nudo del extremismo islamista que hace unos días asesinaba a más de treinta personas en Bruselas —en un atentado reivindicado por ISIS— y hoy, domingo 27, mataba a cerca de setenta en Lahore, Pakistán con una bomba talibán en un parque. 

¿Hay alguna manera de entender estos ataques dentro del contexto de la interpretación islámica del Corán?

Es claro que algunos musulmanes han sido convencidos por una teología de la violencia, y esto demuestra que es posible crear una narrativa de la tradición musulmana en la que se justifique la violencia. Hay elementos en la tradición musulmana, como los hay en muchas otras religiones —algunos versos del Corán, anécdotas y eventos en la historia musulmana como conquistas e imperios— que pueden juntarse y utilizarse para crear una teología de odio. Y esto es lo que los grupos extremistas están haciendo para justificar sus acciones. Estas narrativas son problemáticas desde un punto de vista de la mayoría musulmana y desde una visión de derechos humanos y la moral. Pero sería difícil decir que son anti islámicos: es una posible forma de imaginar al Islam que ha persuadido a muchas personas. Ha sido rechazada por una mayoría abrumadora de musulmanes pero se ha tenido que reconocer que hay ciertos elementos históricos del nacimiento del Islam que podrían ser juntados para crear una justificación para la violencia que muchos encuentran atractiva. 

Me parece muy interesante que mencione el contexto en el que el Islam se desarrolló porque una de las cosas que he estado investigando a detalle es el concepto del enemigo en el Islam. Así que me gustaría que usted me cuente cómo fue este concepto elaborado y cómo está siendo utilizado por estas personas. 

El mensaje del Islam proveyó de muchas formas a las personas en Makkah una nueva forma de ver el mundo. Fue aceptado por algunos y rechazado por otros. Entonces, como sucede al comienzo de cualquier religión, esto creo una nueva forma de frontera, una división de propios y extraños. Y cuando vemos la tradición del Islam, las categorías de adentro y afuera — musulmanes y mushriq, por ejemplo— fueron aplicadas justo al comienzo pero son fluidas y no son fijas. Miremos a los cristianos y a los judíos. Hay varios versos del Corán en el que los judíos y los cristianos son mencionados como potenciales partidarios de los musulmanes. El profeta se ve a sí mismo en la línea de los profetas abrahamicos y los judíos y los cristianos son vistos como parte de Ahl al- Kitab (las personas del Libro). Pero hay otros versos en los que encuentras que no se habla de los judíos y cristianos de forma positiva. Estos diferentes enfoques reflejan el cambio de las condiciones políticas, sociales y las relaciones entre los musulmanes y los judíos y los cristianos de la época. Un buen ejemplo es cuando el profeta se muda de la Mecca a Medina. Al comienzo hay un personaje, Misaq e-Madina entre los migrantes musulmanes de Mecca y las personas de Medina incluidas las tribus judías. En consecuencia, todos son vistos como una sola nación. Y, sin embargo, en pocos años, cuando las condiciones históricas cambiaron y los eventos políticos se desarrollaron de cierta forma, algunas tribus judías fueron echadas de Medina y se convirtieron en los otros. Así que el otro en el Corán no está definido, excepto tal vez en el caso de los politeístas de la Meca —porque es de ellos la creencia de que los musulmanes tienen que ser demarcados. El enemigo y el otro tienen que ser entendidos en contexto.

Si nos fijamos en la historia musulmana posterior, nos encontramos con que esta noción del otro sigue siendo ambigua: no hay un otro definido. Waardenburg ha encontrado siete formas o grados diferentes de apertura en la visión Musulmana de otras religiones en el periodo pre-moderno, que van desde la sospecha de la indiferencia a un grado positivo de interés em la unidad espiritual entre todas las religiones. Y, cada una de estas posturas justificada a través de una apelación a el Corán y la Sunnah. Por lo que el límite de uno mismo y el otro no puede ser delimitado en una forma fija; es una noción muy fluida. 

Así mismo, no hay una imagen fija del enemigo en los grupos extremistas de hoy en día. El otro cambia en diferentes grupos: para algunos extremistas, el enemigo es solo lo no musulmán, para otros incluyen ciertos musulmanes también —como por ejemplo los shia—, y para otros, algunos grupos sunnis también son considerados enemigos. Hay debates continuos entre estos grupos para justificar quién es el enemigo y quién es el objetivo legítimo. Entonces, el punto es, que ni al comienzo del Islam ni hoy en día existe una noción muy definida del enemigo pero se lo interpreta en los contextos polítiicos y sociales. 

Entonces, cuando dice que ISIS desarrolló esta narrativa, ¿podemos rastrear históricamente cuándo comenzó esta interpretación fundamentalista del Corán? ¿Hay un proceso histórico que se puede conectar al ascenso del fundamentalismo?

Sería muy difícil dibujar una línea histórica y estricta sobre muchos siglos, aunque en diferentes momentos hubo grupos que tenían una visión que se podría llamar extremista. Por ejemplo, muy al comienzo, en los primeros cincuenta años de la muerte del profeta, existió un grupo que ahora se llama Al-khawarij y tenían un entendimiento muy exclusivo de quién era musulmán. Y algunos de sus subgrupos eran violentos. Pero, el extremismo que vemos ahora es un fenómeno moderno en el sentido de que trata de responder a condiciones modernas. Sus inicios se remontan a la primera mitad del siglo veinte, y en particular a algunos escritos del surasiático Abul A’la Maududi y el egipcio Sayyid Qutb, quienes generalmente son considerados los teóricos de la interpretación fundamentalista del Islam. Sus escritos los llevaron a la creación de un sistema de pensamiento que es llamado Islamismo,  que dice que el Islam no es una religión privada que tiene que ser practicada individual y comunalmente, sino que es una ideología política que debería llevar a la creación de un Estado Islámico que resolvería todos los problemas modernos. Sin duda, estos y otros autores pasaron por escuelas pre-modernas, particularmente Ibn Tamiyya. Pero esta referencia es simbólica y ha sido cuestionada por otra visión. De de esa ideología viene el slogan —que se hizo muy popular entre 1970 y 1980— “ni el capitalismo ni el socialismo, pero el Islam es la solución”. El Islam es presentado como un sistema, tal como el capitalismo o el socialismo. El islamismo declaró que el mundo musulmán ha tratado con el socialismo y el capitalismo y que nada dio resultados, por lo que es hora de dar al Islam una oportunidad. Se presenta al Islam como algo que puede resolver los problemas como el desempleo, industralización, proveer de sistemas financieros y de educación y de política exterior. En esta medida, el extremismo que estamos presenciado es un fenómeno moderno.

Me parece interesante que usted mencione la idea del Estado Islámico, —bueno ISIS es eso, pero se ha autodefinido como un califato. He estado investigando escritos históricos sobre estos y hay escritores como Ali Abdel Raziq quien escribió un paper llamado Islam and the foundation of power. En su trabajo él define la idea de califato, y lo llama «un mito». Entonces parece que ya para finales del siglo diecinueve ya había cuestionamientos hacia la idea de califato. ¿Cómo ha recobrado fuerzas el califato? 

Esa es una pregunta interesante. A finales de los siglos 19 y 20 encontramos un número de musulmanes en muchas partes del mundo que están tratando de proveer una interpretación moderna del texto del Corán y la Sunnah —y, en este contexto, vuelven a pensar en la relación convencional entre el Islam y los políticos y el Islam y el Estado. Ali Abdel Razia es uno de ellos. Él está entre los primeros campeones de un estado secular en el contexto musulmán. Su principal argumento en el libro era que el Islam no preescribe una forma particular de gobierno, sino que los musulmanes pueden crear o elegir el tipo de gobierno que mejor encaje con sus condiciones sociales y económicas. La retórica fundamentalista busca volver al periodo de Medina de la vida del profeta al decir que él no era solo profeta sino que también era un líder político porque había un Estado. Pero estas personas como Ali Abdel Raziq discuten esa idea y, más bien, sostienen que este Estado y el gobierno del profeta fueron un accidente de la historia y no una parte integral de su cualidad profética. Entonces, para muchos reformistas modernos, pensar que el Islam no está completo sin un Estado (haciendo que el califato sea una parte integral del Islam) es un error. 

De todas formas, yo pienso que cuando las personas comenzaron a influenciarse por la noción de un Estado Islámico no fue difícil para ellos regresar e inspirarse en la institución del califato. Ha existido por siglos, hasta 1920, cuando el califato otomano fue derrocado. Con el tiempo, se asocio la idea de que el califato creó una era de oro para la vida social, justicia, tolerancia, ciencia y progreso. Entonces, se decía que si los musulmanes traían al califato de vuelta, podrían revivir la gloria perdida del Islam. Y, esta idea trajo una alternativa al gobierno democrático, a la forma secular democrática. El califato es visto como un sistema que puede resolver los problemas de la época moderna. Eso es lo que ves en ISIS —está tratando de liderar el gobierno, dar empleo, infraestructura—, que sostiene que esto solo puede realizarse con el califato. Creo que aquí debemos añadir que esta alternativa es atractiva porque es un sentimiento que es compartido para los musulmanes y no musulmanes: que los modelos actuales de gobernanza no son suficientes. Para muchos serían simpatizantes de los Talibanes o de ISIS, el primer paso no es un atracción hacia el califato en sí, sino el sentimiento de que los regímenes actuales no proveen prosperidad y justicia. Ellos critican a los líderes autocráticos seculares en los países musulmanes y los argumentos democráticos de los estados occidentales. Es decir, comienzan con una desilusión de los procesos seculares y democráticos. Esta desilusión hace que la idea del califato como un modelo de gobierno alternativo sea más atractiva y se potencie. 

Cuando dice que los musulmanes jóvenes se han vuelto un poco escépticos o han sido rechazados por el sistema, hay que decir que también hay otros grupos jóvenes de asiáticos, africanos, latinoamericanos por ejemplo, aquí en el Reino Unido, que están sujetos a esta injusticia, pero no se han radicalizado. ¿Cómo es que no hay, digamos, un fundamentalismo latinoamericano? 

Es importante tener en cuenta que muchos musulmanes responden a la injusticia y la alienación a través de formas pacíficas y cívicas y no con violencia. En este sentido, muchos musulmanes hacen lo que muchos otros grupos hacen: están demandado una sociedad más justa en una forma no violenta y a favor de los derechos humanos. Es una rama en particular la que ha decidido irse por la violencia. 

Tenemos que también darnos cuenta de que hay extremismo en otros contextos también —si miras a India, tienes extremismo ahí y también tienes movimientos extremistas cristianos. Es muy común que las menciones en los medios no sea simétrica ni equitativa y esto te puede llevar a pensar que la violencia extremista solo es de los musulmanes pero este no es el caso —ni si quiera es exclusiva a las religiones ya que tenemos extremismos seculares también.

Pero la atracción del extremismo en el caso de los musulmanes necesita una explicación. 

Para esto, tenemos dos propuestas que explican esto. Al extremismo se lo explica, por una parte, diciendo que hay una ideología que se vuelve muy atractiva. Entonces hay una escuela de pensamiento que dice que hay esta ideología que gana adeptos al crear una suerte de utopía en la que el Islam es la solución. La otra escuela de pensamiento argumenta que las condiciones sociales, políticas, la marginalización, el racismo, la alienación, han causado que las personas sean más extremistas. Mi posición es que tenemos que mirar a estos dos argumentos de forma conjuntas. Entonces, por el otro lado, hay heridas históricas políticas como el conflicto Palestina-Israel hasta condiciones más recientes como Afghanistan, Iraq, Libia. Existe un apoyo de las autocracias por parte de Occidente, el desempleo, las luchas económicas —son los factores que actúan como catalizadores. Sin embargo, esto no explica por sí solo las respuestas violentas por completo. Tenemos que también involucrar a la ideología de la que hablé antes. Las condiciones creadas en las últimas décadas entregaron a esta ideología la oportunidad para atraer a los jóvenes y a los no tan jóvenes. Entonces, tienes una ideología y tienes condiciones sociales que se unen a esto. 

Quisiera añadir una cosa más: nuestra implicación en la historia de violencia extremista en el contexto musulmán. En la guerra soviética-afghana en 1980, el establishment utilizó a la religión tanto en los países musulmanes y occidentales. La noción del jihad fue utilizada para reclutar a personas en todo el mundo para ser entrenados para combatir a los soviéticos. Entonces si ahora pueden pelear contra ejérictos y cuerpos de policías profesionales es porque sus raíces van de vuelta a esos días. 

La manera en la que el comunismo fue vencido invocando la religión para propósitos políticos ha contribuido a la situación a la que nos enfrentamos ahora. Las ideologías no mueren. Solo pueden ser contenidas, pero esta ideología recibió una nueva vida en 1980 para poder derrotar a la Unión Soviética. Entonces hay varios aspectos que deben tomarse en consideración.  

He estado leyendo The Malady of Islam, un libro de Abdelwahab Meddeb. Su tesis es que el Islam tiene una enfermedad que es el fundamentalismo. Es una declaración fuerte de un musulmán pero Meddeb crea un caso muy sólido para probar su punto. ¿Es cierto? ¿Hay una enfermedad en el Islam? 

Todas las religiones tienen por lo menos una rama de fundamentalismo. Pero el tema es si es que se vuelve poderoso o se queda contenido. Y por una gran variedad de motivos, algunos de los que mencioné antes, el extremismo se ha vuelto poderoso en el contexto musulmán. No podemos negar este problema. Pero no es solo un problema musulmán ya que fue creado por varias fuerzas externas e internas. 

Ahora, si el extremismo es un resultado de la ideología y las condiciones socio-políticas para superar esto deberíamos encontrar la forma de vencer a las dos: retar a la ideología pero también encontrar soluciones para las condiciones sociales que hacen que la ideología sea atractiva. ¿Por qué es que tantas personas educadas están peleando por esta simplista, anacrónica y muy cruel ideología? No se trata solo de la ideología, también se trata de un tema político, social y económico. Debemos repensar en un nivel muy profundo algunas políticas exteriores y domésticas pero se necesitaría que los musulmanes también critiquen su ideología de una forma más abierta y valiente. 

Usted mencionó a jóvenes que se han radicalizado y ellos son franceses, belgas, británicos. Algunos ni si quiera son musulmanes convencidos —los atacantes de París, por ejemplo, según reportes de prensa no eran buenos practicantes: tenían un bar, bebían, eran mujeriegos— y de repente se convierten en fanáticos suicidas. Entonces, ¿hay un estudio que analice cuál es el método de radicalización? 

La religión y el Estado son dos fuerzas muy poderosas de identidad y de influenciados. Hegel los llama ‘los dos poderes morales más altos’. Y, aunque nos parezca extraño que alguien se vaya en contra de su Estado y siga a la religión, en realidad la tensión entre ciudadanía e identidad religiosa no es nueva. Podemos verlo en la obra de Sofocles, Antígona, por ejemplo. En esta obra de la antigua Grecia, la protagonista Antígona se va en contra de la sentencia del Estado y entierra a su hermano lo que pagará con su vida. Entonces la tensión está ahí, en muchos contextos. En el Occidente moderno, esa tensión ha sido manejada al convertir a la religión un asunto privado. Pero en muchas visiones del mundo, esta división no se da por sentado y la religión sigue siendo fuerte. Entonces cuando las personas son infelices y están buscando ideologías alternativas para resolver sus problemas de todos los días, ellos se alejan más del Estado y encuentran el Islam. Entonces es muy fácil escoger a la religión sobre el Estado. Comienza por desilusionarse de la democracia y las ideas seculares —y luego comienzan a pensar que la religión es una solución a los problemas modernos del mundo. Tal choque entre la ciudadanía y la identidad religiosa no está solo en el Occidente: estos grupos están peleando contra el estado moderno en países musulmanes también —Egipto y Pakistán, por ejemplo. Entonces no es solo ahí, no es solo los franceses en contra del Estado francés, también hay pakistaníes que están en contra del Estado pakistaní. Creo que la pregunta que deberíamos hacernos es por qué es que personas que han tenido una educación moderna y que podrían criticar esta ideología, han fallado en hacerlo. Muchos de los que son atraídos a esta ideología extremista tienen antecedentes criminales. Pero muchos también tienen estudios más técnicos y no en humanidades: filósofos, historiadores no se unen a estas causas. Eso es algo que debemos considerar. Hay un reporte de la universidad de Oxford que se llama Engineers of Jihad, que dice que en base a un análisis estadístico, hay una representación desproporcionada de personas con educación técnica en los movimientos musulmanes extremistas. Y eso debe ponernos a pensar, qué tipo de educación estamos dando y qué rol podrían las humanidades —literatura, arte, filosofía— tener al combatir esta ideología. 

Usted mencionó la educación, y parece que hay una profunda ignorancia entre los jihadistas de pensar la tradición del mundo islámico en términos histórico, y su influencia helénica. Averroës, el gran filósofo musulmán, estuvo en contacto con sus colegas helénicos. Entonces, ¿es posible que estas personas tal vez no sepan que están tratando de destruir un mundo que ayudó a formar el mundo que defienden como puro e ideal? 

Absolutamente. Esto es muy importante. Muchos de estos extremistas no tienen un entendimiento histórico de la tradición. Toman ciertos aspectos de ella, pero no son capaces de ponerlo en contexto histórico. Mencionaste a Averröes, pero también tienes a Avicenna, Al Farabi, Al-Kindi, hasta los más importantes teólogos como Al-Ghazali, eran de una gran tradición filosófica. Habían poetas y artistas. Claro que había también algunos que rechazaban la influencia helénica pero esto era más bien un desacuerdo intelectual. No podemos concebir la historia musulmana sin su relación con las tradiciones helénicas, así como con las tradiciones indias y persas. La vida intelectual en la historia musulmana es un compuesto de todos estos elementos traídos por tantas culturas distintas, y cuando algunas personas en el nombre del Islam tratan de destruir estas cosas, olvidan que estos mismos elementos son los que crearon la gran civilización musulmana. Y creo que este es un reto educacional por enseñar que esta civilización sólo fue posible por su naturaleza multicultural, su apertura plural y que aceptaba las ideas de otras partes del mundo. 

Déjame conectar esto con la necesidad de una educación fuerte en Humanidades. Esta educación es importante por muchos motivos pero también puede ser una respuesta para los jóvenes que están desarrollando un entendimiento crítico para interpretar los procesos, examinar las pretensiones de verdad, incluidas las reclamaciones históricas y analizar los errores lógicos —cada una de estas capacidades podría ayudar a criticar las ideologías extremistas. 

¿Cuál cree que debería ser el rol de Occidente en combatir el extremismo desde sus raíces?

Lo primero que debemos hacer es entender que al fenómeno del extremismo en su complejidad. Muchas veces se dice que el problema es el Islam como una religión y, por lo tanto, todos los musulmanes son parte del problema. Esta idea debe ser cuestionada. Es empírica, histórica y teológicamente falsa. Una vez que un entendimiento complejo del extremismo es desarrollado —un entendimiento que reconoce que hay factores internos y externos que han contribuido a su desarrollo— se puede contraponer al racismo, alienación, inequidad y otros factores sociales que juegan un papel en la radicalización de las personas. 

También debemos mirar a los problemas sociales y económicos. Es claro que en por lo menos treinta años el mundo se ha vuelto cada vez más desigual mientras, a su vez, crea expectativas por una mejor calidad de vida y participación política. Pero para muchos estas expectativas no se han materializado. Las políticas llamadas neoliberalismo han creado condiciones que generan nuevas ambiciones económicas y empoderamiento político y esto hace que sea más difícil de lograrse. Entonces tenemos que tomarnos en serio la pregunta sobre qué tipo de mundo estamos creando, tenemos que preguntarnos otra vez cuál es el rol del Estado: ¿está funcionando para todos los ciudadanos o solo para los grupos poderosos?

Ahora existe una tendencia de que universidades occidentales abran campuses franquiciados en otras partes del mundo. En mucho casos, los cursos que se ofrecen están pensados para atender al mercado global capitalista y, por lo tanto, lo que domina son los negociosos, las finanzas, los recursos humanos y las titulaciones informáticas. Aquí hay una oportunidad por ofrecer una educación bien pensada, fuerte en humanidades y ciencias sociales. Creo que esto puede tener un impacto profundo en la sociedad.

El Occidente puede hacer mucho pero la responsabilidad recae de la misma forma en las sociedades musulmanas, su liderazgo, su gente y sus académicos. 

¿Podría la ciencia tener un papel en disminuir el fundamentalismo? 

Sí puede. Pero yo diferenciaría entre la ciencia y la tecnología. Lo que necesitamos es una educación científica adecuada, y con esto me refiero a la habilidad de pensar de forma científica y no solamente técnica. Pero esto no sería suficiente: también necesitamos filosofía, historia y literatura. Una educación bien pensada tendrá un rol en ayudar a los jóvenes a entender los problemas en términos sociales y económicos en lugar de solo morales. Entenderán que hay alternativas seculares disponibles para ellos para luchar por sus causas y que no necesitan la violencia. Hay problemas en el mundo, pero necesitamos dar la esperanza a las personas de que el mundo puede cambiar pero de una forma pacífica, sin violencia, y con democracia. 

¿Podría hacer una lista de esos elementos?

Si con una lista te refieres a los factores que pueden responder al extremismo, yo incluiría una fuerte educación en humanidades y ciencia; reconstruir la confianza en las instituciones políticas democráticas; acercarse a la ciudadanía no solo como un concepto jurídico sino con un sentido de pertenencia emocional y cultural; y, sobre todo, dar esperanza de un mejor mundo a través de la democracia y la lucha por los derechos humanos. 

Bajada

¿Hay una explicación para el fanatismo islamista? 

fuente

Fotografía de thierry ehrmann bajo licencia CC BY-SA 2.0. Sin cambios.