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La película The wood de Rick Famuyiwa será vista por muchas personas el próximo domingo 28 de febrero durante la transmisión de la ceremonia de los premios Oscar. La película fue elegida por retratar los recuerdos de un grupo de amigos de raza negra de manera ligera, cómica y, por sobre todo, cotidiana. El evento está organizado por April Reign, creadora del hashtag #OscarSoWhite, como acción colectiva de boicot contra la Academia. Por segundo año consecutivo, los premios excluyen nominaciones para afrodescendientes y latinos en todas las categorías, evidenciando una dinámica racial discriminatoria dentro de toda la industria y ejemplificando la expresión del racismo más escurridiza y, por eso, más peligrosa: la estructural.

Según ella, el boicot es importante como llamado de atención hacia un problema de fondo muy serio: La representatividad racial en la Academia. “No recompensen la transmisión de los #Oscars si los relatos con gente como ustedes no aparecen en la pantalla grande”,  dijo Reign en Twitter. Aunque la ceremonia es apenas sintomática de estas dinámicas históricas, el llamado ha contribuido a expandir la conversación sobre el tema. Como #BlackLivesMatter, el enfoque de muchas de estas acciones ha sido la representatividad simbólica: el lenguaje como nodo de acción.  

Las diferencias estratégicas con el Movimiento por los Derechos Civiles del siglo pasado, por ejemplo, deja claro que la crítica parte de un entendimiento del racismo como una estructura —y no como una actitud específica. El problema ya no es tanto la discriminación como política explícita, con leyes como Jim Crow —que institucionalizaron la segregación legal en espacios públicos o laborales después de la abolición de la esclavitud— sino su expresión implícita, escondida en las convenciones de lo que se promueve como normal. Es decir, aunque muchos de los mismos abusos institucionales se mantienen, sus justificativos ahora no son declarativos, y ocurren a pesar de las garantías civiles.

Para el crítico Martin Bernadín, la representación de la negritud en Hollywood está restringida a las películas “homework”: siempre con un mensaje moralizador claro sobre personajes o momentos históricos específicos. Se representa lo negro como un tema aparte de la cotidianidad, con películas sobre Martin Luther King Jr, pero rara vez sobre una pareja anónima que se enamora de forma chistosa. La comedia romántica, el horror, la aventura son ejemplos de que en el cine  la ficción es blanca. El reconocimiento del racismo inherente a esta dinámica no es mera corrección política, sino que es un paso importante para desmantelar valores culturales heredados y normalizados. En respuesta a un texto que escribí sobre el tema, muchos decían que es injusto llamar a la Academia racista, cuando hay tantas figuras de raza negra en Hollywood. Esto es cierto cuando la definición de racismo describe únicamente a Donald Trump: estridente, insultadora y violenta. El racismo que inspira el boicot de #OscarSoWhite no es personal sino que se esconde en la reproducción de lo normal.

En la película  Do the right thing de 1989, del director Spike Lee, se retrata a quien solo podría describirse como un “racista empático”. Sal Fragione es el dueño de una pizzería italiana en un barrio de Brooklyn predominantemente negro. El barrio ha cambiado mucho, pero Sal se muestra agradecido con la comunidad de la que ha hecho parte por más de veinticinco años. Sus hijos, en cambio, odian vivir ahí y lo expresan con rabia y desprecio hacia la clientela negra. La actitud empática y amigable del padre es contrastada con la antipatía de los hijos durante la mayor parte de la narrativa. Pero la queja de uno de sus clientes de que en la pizzería solo hay fotos de italianos y no de afrodescendientes —su clientela— empeora hasta que finalmente resulta en violencia. Sal pierde los estribos y, furioso, repite la misma violencia verbal y física que reprobaba en sus hijos.

Es irónico que Spike Lee haya recibido en Noviembre un Oscar honorario por Do the right thing. Su retrato de Sal Fragione ilustra con lucidez esa dualidad estridente y empática del racismo, que finalmente describe —más que una actitud personal— una historia entera de opresión y abuso. En apoyo del boicot, Spike Lee estará ausente de la ceremonia. Tal vez deberíamos hacer algo similar. Si no la han visto, será un excelente momento para hacer lo correcto: ver Do the Right Thing —o al menos, The Wood. Después de todo, de quién ganó qué nos enteraremos, por todos los medios posibles, microsegundos después de que los anuncien.

Bajada

La comedia romántica, el horror, la aventura son ejemplos de que en el cine la ficción es blanca

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Fotografía de Curt Gibbs bajo licencia CC BY2.0. Sin cambios