8122951216_e3be4cd81c_o.png

Ecuador, un país con una economía que depende de la venta del petróleo —en el 2014 llegó a representar casi el 60% del total de sus exportaciones—, firmó en diciembre de 2015 el Acuerdo de París que impulsa al mundo a que sea mucho menos dependiente de los combustibles fósiles. Sin embargo, no se sabe con exactitud cómo y cuándo esta transición podría impactar negativamente la economía del Ecuador. Este documento vinculante —firmado por 195 países— y los acuerdos y cumbres sobre cambio climático —que se han llevado a cabo desde 1992— trascienden los temas ambientales. Su principal consecuencia (aunque pocos se hayan dado cuenta) se evidenciará en una transformación de las bases del sistema económico actual.

La dependencia del carbón y otros combustibles fósiles —que se convirtieron en la fuente de energía del desarrollo industrial— han aumentado significativamente desde finales del siglo XIX (Figura 1). Sin embargo, desde hace más de treinta años, se identificó que su combustión es la principal fuente del aumento de gases de efecto invernadero (GEI) —que causan el cambio climático— en la atmósfera y por ello, se empezó a buscar alternativas para reducirlos y reemplazar estos combustibles. 

FIGURA 1: Consumo Global de energía primaria 1830-2010

Screen Shot 2016 01 17 At 8.28.12 Pm

Fuente: The Oil Drum (2012)

Para combatir los cambios en el sistema climático global en 1992 se adoptó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) donde se reconocía por primera vez el peligro de la desestabilización del clima global y la necesidad de reducir las emisiones de los GEI. Luego de esta Convención, se inició un proceso de negociación continuo entre más de 195 países para encontrar mecanismos para combatir este fenómeno global. El proceso de negociaciones dio como resultado la suscripción del Protocolo de Kioto, el establecimiento de los mercados de carbono y el nuevo Acuerdo Climático de París.

Sin embargo, una faceta poco conocida y controversial de este proceso de negociación ha sido reconocer que la reducción de los gases de efecto invernadero a nivel global pueden afectar a los países en vías de desarrollo cuyas economías son altamente dependientes de los ingresos generados por combustibles fósiles. Esto se debe a que una reducción de los gases afectaría directamente a la demanda de estos combustibles y por ende impactaría negativamente a los países que los producen. Esta realidad genera un proceso de negociación paradójico y complicado para los exportadores de petróleo, como Ecuador. 

Pese a que esta paradoja ha sido parte de la CMNUCC desde que se adoptó, la discusión ha tomado una nueva dimensión en los últimos años y las preocupaciones de estos países han empezado a materializarse. En septiembre de 2015, el Gobernador del Banco de Inglaterra —uno de los bancos centrales más importantes e influyentes del mundo— advirtió sobre el riesgo de las inversiones en combustibles fósiles mencionando categóricamente que “Como el mundo está incrementando los límites  en las emisiones de carbono [GEI] y se mueve hacia fuentes alternativas de energía, las inversiones en combustibles fósiles y en tecnologías relacionadas podrían recibir un golpe muy duro”. Así mismo enfatizó que si se limita la temperatura del calentamiento global en dos grados centígrados (como lo establece en Acuerdo de París), una mayoría de las reservas de combustibles fósiles quedarían sin ser utilizadas. Esta afirmación se sustenta en las investigaciones del profesor Paul Ekins publicadas a inicios de 2015 en la Revista Nature

El Banco de Inglaterra, sin embargo, no es el único que ha mostrado preocupación por estos riesgos. A finales de 2015, la Junta de Estabilidad Financiera del G20 creó un grupo especial para alentar a compañías a revelar voluntariamente los riesgos que enfrentan en relación al cambio climático y de esta forma ayudar a los inversionistas a comprender mejor los riesgos relacionados a las inversiones en combustibles fósiles.

También a principios de 2016 está previsto que Lloyd’s of London publique un importante reporte que analiza este tipo de riesgos para las inversiones del sector de aseguradoras y los potenciales efectos en el sistema financiero. Noruega ha reconocido estos riesgos y en 2015 anunció que venderá las inversiones en combustibles fósiles de su Fondo Soberano de Inversión convirtiéndose así en la mayor desinversión  en el sector hasta el momento, afectando a 122 compañías alrededor del mundo. Igualmente, otros inversionistas institucionales analizan actualmente los riesgos en sus inversiones y las están movilizando hacia otros sectores menos riesgosos. 

La pregunta que surge es: ¿cuáles son los riesgos que tiene la inversión en combustibles fósiles? De acuerdo al Programa de Activos Varados (Stranded Assets) de la Universidad de Oxford, los activos vinculados con el sector combustibles fósiles —y otros como el agrícola, infraestructura, transporte marítimo internacional, bienes raíces— pueden sufrir devaluaciones no anticipadas, súbitas o prematuras o convertirse en pasivos, debido a: cambios ambientales, nuevas regulaciones gubernamentales, cambios tecnológicos, cambios en normas sociales. Estos factores de riesgo, que han aumentado en los últimos años, representan una discontinuidad capaz de afectar la valoración de estos activos. En este sentido, los inversionistas han visto que a nivel global existen cambios en las regulaciones para disminuir las emisiones de GEI —aparte del Acuerdo de París, se están produciendo anualmente un promedio de 30 nuevas leyes sobre cambio climático en casi 200 países—. Así mismo, estamos viviendo un proceso de cambio tecnológico acelerado. Por ejemplo, desde 2008 los costos en producción de energía fotovoltaica han caído en más de un 80%. La venta de vehículos eléctricos y el avance en las tecnologías de almacenamiento de electricidad están avanzando a un nivel superior al esperado. De acuerdo con Bloomberg, desde el 2013 el mundo está incrementando más capacidad de energía limpia cada año que la energía proveniente de carbón, petróleo y gas natural juntas (ver Figura 2). Y han señalado que los flujos de capital hacia energía renovables ya son mayores que aquellos dirigidos hacia combustibles fósiles. 

Figura 2: Adición de capacidad de generación de energía global 

Screen Shot 2016 01 17 At 8.28.22 Pm

Fuente: The Oil Drum (2012)

En una reunión informal con uno de los bancos de inversiones más grande de América Latina y el Caribe (que pidió no revelar su nombre) en Oxford, Inglaterra, se evidenció el desconocimiento que existe sobre estos nuevos riesgos emergentes. En noviembre de 2015 se realizó una serie de mesas redondas con expertos de la región para el análisis de estos temas en Washington D.C. —cuyos resultados serán publicados en los primeros meses de 2016— donde se concluyó de manera general que nuestros países desconocen cómo estos riesgos los van a afectar. Las autoridades financieras aún no han considerado seriamente los nuevos riesgos ambientales y sobre todo que los activos soberanos (principalmente las empresas estatales petroleras como Petrobras) van a ser las más afectadas debido a la dificultad que tienen para movilizar sus inversiones a otras áreas.  

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿en el Ecuador estamos conscientes que el mundo ya empezó a movilizarse hacia un futuro bajo en carbono? ¿Cómo estamos preparados o nos prepararíamos si nuestras inversiones en el sector petrolero y gasífero quedasen varadas? Debemos debatir si el proceso de diversificación económica que se encuentra en marcha va a ser suficiente para afrontar el riesgo de activos varados. Es imperante que estos temas se discutan con todos los sectores de la economía para que los resultados —como un mundo bajo en carbono— del Acuerdo de París, no nos sorprendan. 

Bajada

¿Por qué el acuerdo sobre cambio climático podría afectar negativamente al país y a los demás productores de petróleo?

Fotos Body

screen_shot_2016-01-17_at_8.28.12_pm.png

Fotos Body

screen_shot_2016-01-17_at_8.28.22_pm.png

fuente

Fotografía de epSos.de bajo licencia CC  by 2.0. Sin cambios.