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Empezamos el año ofendidos. Por un lado: La Supercom acogió la acusación de discriminación de grupos LGBTQ contra una caricatura de Bonil sobre la relativización del género en la cédula. Por otro, activistas de la Comisión Internacional del VIH protestaron el contenido “estigmatizante” en las letras de la canción Una Propuesta Indecente” del show de la estatal EducaTV Ojo con la Parodia. Ambos contraventores representan polos muy distintos en la conversación política actual y su criterio humorístico es, también, incompatible en estilo y calidad. Ambos casos demuestran que combatir el mensaje discriminatorio de Ojo con la Parodia según el número de ofendidos o determinando que cierto humor es “incorrecto” —aunque entendible— será, a la larga, contraproducente. Esta puede ser una oportunidad de confrontar al curuchupismo sin recurrir al mismo estilo regulatorio del Estado, sino produciendo humor dirigido y organizado que se contraponga al mediocre. 

En una entrevista para diario El Comercio, el activista León Sierra dijo que Ojo con la Parodia no es parodia debido a su discurso fascista. Esto es un error. Es importante señalarlo para no legitimar la manera con la que el oficialismo ha tratado al humor que lo contradice. Aunque el programa no es chistoso, aunque sus bromas son sosas, y, peor aún, aunque despide de sus letras un tufo moralista discriminatorio y santurrón, esta caracterización de Una Propuesta Indecente de Romeo Santos no deja de ser una parodia. Su pertenencia al género humorístico no depende de cuánto coincidimos con el mensaje de su contenido. Tampoco es relevante si ofende o no, o si le quita seriedad a un tema serio como el VIH. No entender esto nos deja a merced de la obtusa literalidad de los criterios de la Supercom, que al seguir esa lógica hace cortocircuito recurrente con muestras de humor más sofisticado, como las de Bonil.

El debate sobre la relación entre la “corrección política” y el humor tiene una larga historia. Muchos humoristas apuntan expresamente a la ofensa en su trabajo, a menudo con el propósito de satirizar los prejuicios a los que hacen referencia. Otras veces, como en el caso de Ojo con la Parodia, el humor es simplemente malo, tonto o ignorante. El problema es que el humor dirigido y el humor vulgar cruzan sus figuras con frecuencia. Por eso cuando en aras de combatir la ofensa se “silencia” un tipo de discurso, a menudo se establecen precedentes para silenciar también las expresiones más sofisticadas, incluyendo las que critican discursos excluyentes. En cuanto a estrategia, por eso, el impulso de la corrección política logrará más reafirmando “el lenguaje intencional”: que motive lo que deberíamos decir —de las palabras, figuras o referencias que decidimos utilizar para la inclusión—, y no como uno censurador de lo que “no se puede decir”. 

La sátira—como todo instrumento— puede ser utilizada para empoderar o para discriminar. Es un arma poderosa porque tiene la capacidad de decir sin decir, de escudarse tras los absurdos de la hipérbole, la exageración y la negación denotativa para afirmar algo. Su valor político o ético depende de la dirección a la que apunta. ¿A quién golpea en la burla? ¿Se está golpeando arriba, al poder y privilegio, o se está golpeando abajo, perpetuando estereotipos dañinos? De igual manera, la parodia es una forma de sátira que emula otras obras de arte y las reinterpreta humorísticamente. La manzana de la discordia en este caso interpreta el contenido más sugerente de Una Propuesta Indecente para reemplazarlo por una sermoneo a favor de la abstinencia, con referencias a la mujer como incapaz de tomar decisiones y satanizando a portadores de VIH como apestados sociales. Su “credencial” satírica está en el doblaje —ingenuo— de otra pieza y su pretensión de humor en el cambio —sexista y mojigato— de las letras. 

La canción, además, simplemente no es chistosa. Por sobre todo, golpea hacia abajo con representaciones corrosivas y machistas de la mujer y de comunidades con mayor riesgo de contagio. No obstante, el problema con las letras de Ojo con la Parodia no va a ser resuelto con la indignación. 

Se bajaron los videos, pero mientras el  Plan Familia siga vigente, la visión notoriamente asociada a la doctrina católica seguirá dirigiendo gran parte del contenido educacional curricular y mediático en el país. Así, reafirmar a la ofensa como el criterio para determinar si el humor está permitido o no tan solo justificará la voz de quienes quieren más censura en el país. Cuando nos metemos a censurar la sátira —aunque esta no sea chistosa, aunque sea tonta y prejuiciada— le hacemos juego a la idea de que el humor se debe a una matriz única de valores. 

Después de suficiente ruido, EducaTV reaccionó antes de que la Supercom se pronuncie, el ministro Augusto Espinoza pidió disculpas e hizo el mea culpa del caso. Pero, como medida paliativa, ésta no es una victoria para nadie más que para los moralizadores en el poder. Les seguimos aceptando el juego, aunque juguemos en desventaja. ¿Cómo superar este tipo de discursos? El Ecuador está generando humor reconocido a nivel internacional. Tenemos artistas, comunicadores, humoristas ingeniosos e inteligentes. Si podemos organizarnos para silenciar lo que nos ofende, también podemos hacerlo para parodiar la mala parodia y difundir humor consciente e inclusivo. 

Será más difícil que lograr disculpas ministeriales. Pero aunque reiremos al último, reiremos mejor.

Bajada

¿Por qué no sirve indignarse por la parodia de Una propuesta indecente hecha por Educa TV?

fuente

Foto: screenshot del video de Educa TV que fue sacado del aire.