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La Luna ha sido recurrente en manifestaciones artísticas durante siglos. Casi siempre desde una perspectiva que esquiva cuestiones astronómicas para escudriñar los supuestos efectos que tiene en los estados de ánimo y profundas pasiones humanas. Hubo, sin embargo, un antes y un después de la música lunar y tuvo un punto de partida un poco predecible: el 20 de julio de 1969. A finales de ese mismo año, el inglés David Bowie lanzó su segundo disco Space Oddity  que fue mucho más prometedor que su debut. El disco avisaba grandes cosas que se concretarían con la invención de un álter ego de otro mundo y su obra emblemática The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars. En ese período surge Moonage Daydream, una seductora canción de flirteo que juega con esta imagen de hechizo que parece siempre acompañar a la luna. Pero si hay que elegir solo una canción del disco de Bowie que inauguraba la era espacial es Space Oddity, con el mismo nombre del disco.

 

Más que del astro en sí, la música empezó a explorar otros aspectos de la exploración lunar, como sus tripulantes. El tercer astronauta –y menos conocido de la misión Apolo 11– Michael Collins, tuvo su homenaje en una canción de Jethro Tull de su álbum Benefit, un disco que también los dejó a las puertas de la consagración con una irresistible mezcla de hard rock progresivo con tintes folk. En la canción For Michael Collins, Jeffrey And Me, Ian Anderson, líder de la banda, se alinea junto a su amigo y bajista Jeffrey Hammond, para recordar al astronauta menos popular que llegó a la Luna en 1969. Tull hace un llamativo paralelismo: la figura pública de Michael Collins colocada junto a un par de músicos, viejos amigos de colegio, y el entendimiento y sintonía que pueden sentir con una persona que fue parte de una de las hazañas más grandes en la historia de la humanidad, pero de la cual parecería ser sólo un cercano testigo. Lo encantador de la canción es cómo Ian Anderson y Jeffrey Hammond representan a la persona común y corriente que en algún momento pudo sentir cerca cierta consagración. A pesar de que las proezas de Michael Collins deberían contarse en detalle en enciclopedias, es más sencillo entenderlo a él esperando en el módulo mientras Neil y Buzz saltaban por la superficie de la Luna.

“I’m with you boys, so please employ just a little extra care.
It’s on my mind I’m left behind
when I should have been there. Walking with you.”

For Michael Collins, Jeffrey And Me.

 

Hay otra canción que potencia también este hecho histórico: Man On The Moon en el álbum Automatic For The People de la emblemática banda de rock alternativo R.E.M. En ella existen referencias a la cultura popular y desarrolla particular paralelismo entre la vida y muerte del comediante Andy Kaufman y las teorías conspirativas que afirmaban que el hombre jamás llegó a la luna. R.E.M. logra con genialidad exhibir un entretenido escepticismo en una memorable combinación de nostalgia y buen humor.

“If you believed they put a man on the moon
Man on the moon
If you believe there’s nothing up his sleeve
Then nothing is cool”

Man On The Moon.

 

El simbolismo de la luna –con sus varios enfoques y evocaciones– ha conquistado las partituras de grandes como Nick Drake y su Pink Moon en la que profetiza con ansia la llegada de la luna y con ella tácitos arcanos. Luego de 1969, artistas eligieron el hito para inspirarse. Con T-Rex, grupo del dios del glam, Marc Bolan manifiesta la fascinación con la atmósfera que crea la Luna en By The Light Of The Magical Moon. También hay espacio para la comparación con el ser amado idealizado que hace Future Islands en Like the Moon, y la ausencia de gravedad como alegoría del enamoramiento en la célebre Walking On The Moon de The Police. Para Belle & Sebastian, la luna implica la noche y el momento para soñar, detallado con encanto en Waiting For The Moon To Rise, y para Radiohead, la sensación de ser transportado la transmite en Sail to the moon. El trastorno psicológico y las agitaciones que tradicionalmente se le atribuyen a la Luna están en Brain Damage de Pink Floyd. 

La luna será tema de mil canciones más como Harvest Moon de Neil Young, Mad Man Moon de Genesis o The Killing Moon de Echo & the Bunnymen. Hace veintiséis años, el humano conquistó el astro, pero a través de la música, esa conquista parece permanente e inagotable. Esa atracción inexplicable y poderosa que sentimos por ella, nos llevó a explorarla, y querer celebrarla siempre desde una de las mejores cosas que sabemos hacer los humanos, la música.

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Músicos que se inspiraron por nuestro satélite