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Estimada Nathalie Cely,

Su regreso al Ministerio de Producción abre la oportunidad de un cambio de rumbo. Eso me produce un optimismo cauteloso: usted se ha destacado como una persona que entiende la necesidad de mantener un diálogo productivo con el sector privado. Con la caída del precio de petróleo, el Ecuador debe buscar nuevas maneras de aumentar las exportaciones y la productividad interna. Es más, si queremos que el cambio de la matriz productiva deje de ser retórica y se vuelva realidad, tenemos que analizar, con seriedad, si el Estado impulsa o obstaculiza el emprendimiento, en especial, si está promoviendo o desalentando el nacimiento de aquellas empresas innovadoras que liderarán la generación de empleo y el progreso social.

No hay acto más revolucionario que emprender. Significa romper monopolios y concentraciones de capital, y distribuir esos recursos más equitativamente y meritocraticamente. Mientras más competitivo es un mercado, más revolucionario es, ya que los negocios que se han perpetuado en el tiempo sin competencia real, tienen que innovar para asegurar su éxito. Si queremos tener un sector privado donde los titulares mantienen su liderazgo gracias a su mérito, tenemos que asegurar reglas de juego que permitan a los nuevos emprendedores intentar desafiar a aquellas empresas actores tradicionales.

Como marketero digital, sé de primera mano el poder de las redes sociales y los medios digitales como fuerzas democratizadoras en el sector privado. Si soy un emprendedor y quiero desafiar a un jugador grande, a lo mejor no tengo presupuesto para comprar vallas, salir en la televisión o en la radio. Pero si dedico mis esfuerzos a generar una buena estrategia digital, tengo la misma posibilidad de éxito que el jugador grande, ya que por ser más democrático, el Internet prioriza la creatividad sobre el presupuesto. Aunque cualquier actor pueda tener presencia en las redes sociales, si su estrategia no es llamativa ni engancha, su éxito será limitado. En otras palabras, las medios digitales son canchas mucho más igualitarias, donde la atención no puede ser comprada: tiene que ser ganada.

El sistema tributario ecuatoriano dificulta hacer estrategias exitosas en las redes sociales. Pautar en redes como Facebook, Twitter, y Google, plataformas universales que unen a millones de usuarios, se complica por el hecho de tener que pagar el 5% impuesto de salida de divisas, 12% IVA, y 22% impuesto a la renta: el emprendedor chiquito que busca tener éxito en el internet tiene que pagar 37 centavos por cada dólar. Y como no existen alternativas nacionales comparables, el emprendedor ecuatoriano se ve perjudicado ya que no puede llegar a su audiencia digital sin incurrir un costo enorme. Tal desventaja también limita nuestra capacidad de lanzar nuestros productos en países vecinos, ya que los costos allá son mucho menores.

Otra política que perjudica al emprendedor es el decreto ejecutivo 539 que dicta que una empresa solamente puede deducir hasta 4% de su gasto total como gasto de marketing. Si más que 4% de mi gasto es en actividades de publicidad, esa inversión ya no cuenta como gasto, sino ganancia, y aumenta mi obligación tributaria. Tal vez el Gobierno supone que marketing es un lujo innecesario y por eso no debe contar como actividad productiva, pero si las nuevas marcas quieren tener éxito, tienen que hacer marketing para que sus productos y servicios sean reconocidos por la población. Los que no se ven tan perjudicados por esta decisión son las marcas grandes con posiciones consolidadas en su industria. Un Supermaxi o un Chevrolet no va sentir tanto el daño en tener que gastar menos en mercadeo, pero un nuevo startup que podría gastar hasta 50% de su presupuesto total en marketing va a tener una desventaja intrínseca en tratar de captar participación en el mercado. Otra vez, una política del gobierno que ayuda a los grandes y perjudica a los pequeños innovadores.

La otra brecha entre el sector privado y el gobierno es qué hacer con  las utilidades de los negocios. Para el gobierno, la utilidad de una empresa representa el enriquecimiento de sus accionistas. Para el empresario ambicioso, la utilidad es la manera de crecer, y representa la fuente con que puede contratar más gente, invertir más en maquinaria, expandirse internacionalmente. Mientras más perjudica el gobierno la capacidad de la empresa de invertir en sus operaciones, menos trabajo y productividad podemos generar.

La solución es simple: si queremos asegurar que las empresas puedan crecer y a la vez asegurar que el aporte fiscal siga creciendo, deberíamos reducir el impacto tributario sobre las empresas e incrementarlo sobre las personas con más ingresos. En otras palabras, si quiero usar mi utilidad para hacer crecer mi empresa, lo debería poder hacer con la mínima intervención tributaria posible. Si quiero sacar esa plata de mi empresa para comprarme una casa de playa, el Estado debería llevar su parte para poder seguir invirtiendo en la infraestructura y el talento humano que alimentan mi negocio. 

Hay otras cosas simples que tenemos que hacer para impulsar emprendimientos de conocimiento. Twitter, por ejemplo, si fuese una empresa ecuatoriana, ya hubiera sido disuelto por la Superintendencia de Compañías, porque la ley ecuatoriana dice que una empresa que registra pérdidas dos años seguidos o que acumla pérdidas que representan más que el 50% de su capital inicial tiene que dejar de existir. Twitter lleva casi diez años sin producir utilidad. Sin embargo, hay inversionistas que han creído en su potencial y siguen apoyando a la plataforma, lo cual le permite mantenerse viva.

La industria del conocimiento tiene mucho potencial por su capacidad de escala. Un producto desarrollado en Ecuador puede llegar a toda América Latina en poco tiempo gracias a la escala de mercado que ofrece Internet. Aprovechar esa velocidad también significa una inversión fuerte (tanto en desarrollo de producto como en marketing), y si el Estado te perjudica por levantar una empresa con un plan de negocio a largo plazo, aquellas empresas, simplemente, no van a nacer aquí, sino en países que permiten que los inversionistas asuman un gran riesgo que luego puede convertirse en gran utilidad.

La evidencia abunda: cuando viví en Inglaterra en el año 2004 podía hacer todas mis compras en línea, en Ecuador en 2015 todavía no puedo pedir casi nada en línea. En Europa y los Estados Unidos, actores y tecnologías como Square y Bitcoin han transformado la industria bancaria por facilitar y re-pensar transacciones y monedas. Los bancos en Ecuador, en cambio, todavía no sienten la urgencia de ofrecer “botones de pago” y hacer fáciles los pagos en línea y los pagos móviles, y como resultado el e-commerce en Ecuador está estancado, y el país desaprovecha de una tendencia mundial. Los bancos, mientras tanto, siguen generando mucha utilidad sin innovar, ya que el impenetrable sistema regulatorio les protege de nuevos actores que quisieran desafiar su comodidad. Por más que se quejan del peso burocrático a su operación, los bancos saben que son beneficiarios de ese sistema que disuade a nuevos actores.

Sobreregular el sector privado tiende a proteger a los actores endémicos, que por su tamaño, recursos y experiencia ya saben cómo navegar y aguantar las nuevas regulaciones. Mientras tanto, los nuevos emprendimientos que tienen la capacidad de perturbar industrias tradicionales a través de la innovación no se van a concebir, o van a ser abortadas bajo el peso de un sistema tributario y regulatorio que trabaja en su contra.

Con su llegada, ministra Cely, es hora de tener una conversación honesta no solo con las empresas grandes, sino con los múltiples sectores sobre los pros y contras de las actuales reglas del juego. Recordemos que Silicon Valley es lo que es porque casi la mitad de sus emprendedores son de otros países que llevaron sus sueños a California, el lugar más fácil para materializarlos. Nuestras fronteras son ficticias: los emprendedores ambiciosos pueden levantarse e ir a donde quieran en cualquier momento. Con competidores como Chile y Perú, que están activamente creando las condiciones para dar a luz a ecosistemas de industrias de conocimiento a través de programas como Startup Chile, Startup Perú, Ecuador necesita de la innovación más de lo que la innovación necesita del Ecuador.

Estimada Nataly Cely, su regreso al país y su nombramiento son bienvenidos. El trabajo que enfrentará es enorme, y aunque hay muchos empresarios que han cerrado la puerta a un diálogo con el Gobierno, hay otros que buscamos con ganas la oportunidad de hacer posible el cambio de la matriz productiva e impulsar industrias de conocimiento. Para llegar a esas dos metas, hay que poner todo sobre la mesa, ser más creativos que nunca, y poner la ideología al lado para no anticipar las soluciones antes de entender los problemas. No espero que pueda resolver todos los problemas, pero un diálogo abierto y de buena voluntad es el primer paso hacia un camino distinto. Le invito a que abra ese diálogo para discutir de estos y otros temas. 

Bajada

Una carta abierta a la (otra vez) Ministra de la Producción del Ecuador