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Israel, uno de los primeros países en el mundo en elegir a una mujer como primer ministro, fue el único condenado –entre 193 Estados– por violar los derechos de las mujeres durante la reunión anual de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer de la ONU (CSW, por sus siglas en inglés) en 2015. La CSW –el máximo órgano para la promoción de derechos de la mujer a nivel mundial– señaló como motivo para esta sanción el desempleo, la pobreza y violencia que sufren las palestinas en los territorios de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. La resolución aprobada para este efecto es muy cuestionable, particularmente por no considerar a los vecinos como Líbano y Siria, que están entre los ocho países más desiguales del mundo en materia de género, según datos del Foro Económico Mundial. La CSW pareciera unirse a los numerosos intentos para deslegitimar al Estado israelí a nivel internacional.

Israel es un país ejemplar en la promoción de derechos de la mujer en Medio Oriente. Desde su primer día como Estado, en 1948, consagró la igualdad de género en su declaración de independencia, cuyos signatarios incluyen a mujeres. Mientras en Irán deben vestirse cubriendo todo su cuerpo, en Israel las mujeres eligen la ropa que desean; en Arabia Saudita no pueden manejar, en Israel pueden comprar lo que quieran –incluso un carro– y moverse a su voluntad; mientras en Egipto más del 99% de mujeres sufre de acoso sexual –según cifras de la ONU–, en Israel no es raro toparse con mujeres en las calles, cafés o supermercados, con rifles M16 colgados a sus espaldas. Es ilógico que en una región donde los derechos de las mujeres son gravemente vulnerados, Israel, el país más avanzado en la materia, sea el único criticado.

Israel recibió en 2013 un premio del Foro Global de Mujeres Parlamentarias por reducir las brechas de género. Éste forma parte del 9% de países a nivel mundial que cuenta con instituciones gubernamentales sensibles en materia de género según un reporte del 2012 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Es el único país de la región en donde mujeres han liderado los tres poderes del Estado: Golda Meir, Dalia Itzik y Dorit Beinisch han presidido el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, respectivamente. El 50% de jueces en el Poder Judicial son mujeres, según cifras del 2011. En 2010, un panel de tres jueces, compuesto por Miriam Sokolow, Judith Shevah y George Kara, encontraron culpable de violación y acoso sexual a Moshe Katsav, quien fue presidente de Israel. Este caso resonó en todo el mundo ya que fue presidido no solo por dos mujeres, sino también por un árabe, demostrando también que nadie –ni siquiera un presidente– puede eludir la ley. Este caso genera un gran contraste respecto a otro muy reconocido en Arabia Saudita: en 2007, una chica de 19 años que fue violada catorce veces por un grupo de siete hombres, fue sentenciada a doscientos latigazos y encarcelada por seis meses por haber cometido adulterio y transgredir la ley que prohíbe a las mujeres interactuar con hombres con quienes no tienen un vínculo familiar.

Reducir los avances de Israel en derechos de la mujer por la situación en los territorios palestinos ignora el contexto conflictivo de la zona. Ignora, además, la responsabilidad del gobierno de la Autoridad Palestina (y Hamás en Gaza). El 50% de las mujeres palestinas son víctimas de violencia doméstica. Una mujer de Gaza recuerda: “A mi esposo no le gustó lo que cociné para la cena, así que me pegó un puñete en la cara.” Los asesinatos de honor (hombres que matan a mujeres por avergonzar a la familia, usualmente por violar preceptos religiosos o culturales) son un problema en esa región. La ley palestina, inclusive, protege a los hombres que cometen estos crímenes violentos, lo que lleva a las mujeres a no reportar este tipo de abusos. El gobierno palestino basa sus leyes islámicas de países vecinos como Jordania. Por ejemplo, según los artículos 98 y 340 del código penal de Jordania, los “estados de gran enojo” en crímenes cometidos por hombres es un atenuante que permite reducir las penas.  Además, estos delitos no suelen terminar en condenas: la ley permite al abogado de la mujer asesinada perdonar al atacante. En Jordania hay cerca de veinte asesinatos de honor al año, en los territorios palestinos sucedieron veintisiete en 2014. ¿Cuánta culpa tiene Israel de todo esto?

La CSW critica las intervenciones militares de Israel en los territorios palestinos y argumenta que perjudica a la población, pero hay evidencias que indican lo contrario. Según un reporte de la ONU que arroja datos de 2002-2003 cuando Israel mantuvo control sobre “Territorios Palestinos Ocupados,” los árabes viviendo en ellos alcanzaron mejores índices en términos de expectativa de vida e ingreso real ajustado que árabes en otros países de la región. Cito algunos de los puestos del ranking de desarrollo humano del reporte (a mayor el número, peor la situación): Ecuador (82), Jordania (90), Territorios Palestinos Ocupados (102), Siria (106), Egipto (119), Yemen (151). Ahora el ranking de pobreza humana y de ingreso en países en desarrollo: Territorios Palestinos Ocupados (7), Jordania (11), Ecuador (22), Siria (29), Egipto (55), Yemen (77). Es necesario recalcar que en la fecha que se elaboraron estos rankings, Israel mantuvo una fuerte presencia en los territorios ocupados mediante operaciones contraterroristas y actividades policíacas. No sólo significa que la intervención de Israel en los territorios se relaciona con una mejor calidad de vida, sino que apunta a que los problemas de las mujeres –y de la gran mayoría de palestinos– podrían resultar de las leyes y costumbres de sus mismas poblaciones. De igual manera las decisiones de sus líderes –que han jurado una y otra vez destruir a Israel– que promueven el conflicto armado. Precisamente, los efectos negativos de las situaciones de conflicto son una de las críticas de la CSW, y si bien Israel tiene responsabilidad en dicho proceso, los líderes palestinos son los principales promotores de violencia.

Aún considerando los problemas que existen debido al conflicto israelí-palestino, la situación en los demás países de la región continúa siendo de mayor gravedad que en Palestina e Israel. En Egipto, el 91% de mujeres casadas de 15 a 49 años ha sido víctima de prácticas de ablación genital. En Arabia Saudita, las mujeres no pueden salir sin un acompañante masculino y son excluidas en gran parte de la vida política, sus testimonios tienen la mitad del valor legal que el de los hombres. Recién en 2013 el gobierno permitió a las mujeres de colegios privados practicar deportes—en instituciones estatales sigue prohibido. En Irán, una mujer que ganó elecciones en su consejo municipal fue descalificada por ser muy atractiva, y otra que mató a su violador fue torturada y sentenciada a la horca. En Yemen, el 14% de las mujeres ha contraído matrimonio antes de cumplir los catorce años y más del 50% antes de cumplir la mayoría de edad. ¿Por qué estos países no fueron condenados en esta última sesión de la CSW? Las pesadillas para las mujeres no terminan ahí, ni siquiera en los países ya mencionados—no hemos entrado en decapitaciones, apedreadas y amputaciones, todo dentro del marco de la ley.

La comunidad internacional se ha ido alejando de Israel, al que inicialmente mostraban simpatía en su lucha por desarrollarse. Este ha sido el resultado combinado de las relaciones comerciales con los países árabes exportadores de petróleo y una postura ideológica que insiste en ver a Israel como Estado terrorista contra los palestinos. Un evento clave hacia la transición anti-israelí de la comunidad internacional es la Guerra de Yom Kippur. En 1973 la Primer Ministro Golda Meir se rehusó a realizar un ataque preventivo contra Egipto y Siria –cuyos ejércitos se habían amasado en sus fronteras– por miedo a perder el apoyo de la comunidad internacional. Egipto y Siria, con apoyo militar y económico de nueve países incluyendo a la Unión Soviética, iniciaron el ataque. Cuando la existencia de Israel estuvo en peligro, ninguna nación de Occidente lo socorrió debido a la posibilidad de un embargo petrolero de los Estados Árabes. Al final, solo Estados Unidos reabasteció a Israel. Los Estados Árabes igual realizaron el embargo petrolero –causando la crisis de los 70–, sentando un precedente de cuáles son las consecuencias de apoyar a Israel. Después de este hecho, junto con la creciente noción de que el país oprime a los palestinos –idea que tomó fuerza, curiosamente, en los 70–, ha llevado a la comunidad internacional a abandonar a Israel frente al mundo.

Ahora el caso es sobre derechos de la mujer. De los cuarenta y cinco países miembros de la CSW, solo Israel y Estados Unidos votaron en contra de la resolución que condena a Israel por la falta de protección de derechos de mujeres palestinas. Resulta una jugada hipócrita, si se considera la situación de las mujeres en muchos otros lugares, y peor aún cuando se hace solo para mantenerse dentro de la moda política anti-israelí. Irónicamente, a principios de febrero de del 2015 una de las más altas delegadas de Arabia Saudita en la ONU, Manal Radwan –quien manifestó críticas a Israel y su trato a las mujeres durante una sesión del Consejo de Seguridad– fue investigada por autoridades de su gobierno por no haber cubierto su cabeza con un velo durante la sesión. Miope de tanta corrupción política, la ONU sanciona solo a Israel. 

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¿Por qué Israel es el único país condenado por la ONU sobre derechos de la mujer?