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El sábado México y Ecuador dieron una cátedra de errores en el terreno de juego. El encuentro podría resumirse más o menos así: México le regalaba la pelota a Ecuador, que se la volvía a regalar a México, y así hasta el final del partido. Imprecisión en los pases, rebotes, y oportunidades desaprovechadas fueron constantes en Los Ángeles. Y con todo y una efectividad al arco de tan sólo 50%, la selección azteca ganó, con un gol producto de errores y que apenas entró. Suficiente para salvar la noche.

Ambas escuadras se conocen bien, y ambas también recuerdan su último partido, en mayo de 2014, cuando la victoria mexicana dejó a Luis Montes y Segundo Castillo con lesiones severas y fuera del mundial de Brasil 2014. Ahora no hay mundial, y Gustavo Quinteros salía a jugársela por primera vez como dirigente de la Tri sudamericana con la única pero importante baja de su astro goleador (Enner Valencia). La ausencia se notó. Por otro lado, el ‘Piojo’ Miguel Herrera no quería quemar sus muchachos para la Copa América y se mantuvo firme ante los cuestionamientos por los pocos minutos que han tenido en sus clubes los jugadores que militan en Europa. Con su conservadora línea de cinco al fondo, la selección mexicana salía a enfrentar un conjunto ecuatoriano con un 4-4-2 clásico, pero con huecos en el centro.

Era apenas el minuto dos y Miler Bolaños ya le ganaba a Diego Reyes para poner a prueba a Jesús Corona. A los pocos minutos volvía a estar frente al arco, pero el débil tiro se la ponía en las manos al guardameta. La zaga mexicana se mostraba desde entonces incapaz para frenar el avance del oponente y robar balones. Ecuador empezaba a encontrar espacios con las rápidas triangulaciones de Antonio Valencia, Bolaños y Felipe Caicedo. Extrañó entonces México el liderazgo de Rafa Márquez y el ‘Maza’ Rodríguez. En su ausencia dejaron a tres jóvenes que nunca habían jugado juntos.

México lucía desconcentrado en mediocampo y con una defensa poco sólida, pero los sudamericanos no estaban mucho mejor. La precisión de la defensa era intermitente y su mediocampo no ayudó, pues sus dos contenciones, Cristian Noboa y Osbaldo Lastra, –pero en especial el último– pasaban sin problemas de media cancha, lo que abría oportunidades para la descolgada mexicana. En más de una ocasión, Lastra se encontró solo contra tres jugadores mexicanos. Era incapaz de frenarlos.

Dice el dicho que el que perdona pierde. Ecuador ya había tenido y había fallado, con una delantera bien parada pero que no pudo definir –y cuando parecía más fuerte– cedió el gol. Javier el ‘Chicharito’ Hernández robó a Fricson Erazo una pelota en la salida –a su vez, esa pelota había sido un regalo de Guardado al defensa ecuatoriano–. El delantero del Real Madrid aprovechó el espacio para avanzar y sacar el tiro de media que acabó en el fondo de la red. Eso sí, luego de pegar en el poste. Esa jugada, una genialidad después de dos errores, es el ejemplo del pobre partido. El coliseo era una masa eufórica. La sorpresa le cayó mal a Ecuador, que se salvó de recibir el segundo gracias al resbalón de Hernández cerca del minuto 20.

Así llegaron al medio tiempo, con un México dominado pero sacando el resultado. Quizá para México sí pesan los pocos minutos que los convocados de Europa están teniendo en sus clubes –el costo de jugar en grandes equipos–, y la eterna queja por el poco tiempo que entrenan juntos y la poca sinergia que eso provoca. Se notó en la falta de definición de Hernández –banqueado en el Madrid– que volvería a tener una clara en el agregado, y con Diego Reyes, que tampoco ve mucha cancha en el Porto.

Para el segundo tiempo las escuadras regresaron sin cambios, y durante los primeros minutos algunos tiros de esquina fue todo lo que hubo. El Tri y la Tri se movían con deficiencia mientras la noche caía en el oeste estadounidense. La delantera ecuatoriana estaba bien repartida para sorprender, y lo mostró al 71, cuando en un dudoso hombro con hombro de Diego Reyes sobre Ángel Mena –una jugada que fue resultado, cómo no, de otra buena triangulación– el arbitró decreto pena máxima. Sobrevinieron los inútiles reclamos de los jugadores mexicanos y Miler Bolaños fue a liquidar. Sin embargo, su disparo fue tan débil como el de sus oportunidades anteriores. Jesús Corona adivinó la dirección. El coliseo, casi lleno de mexicanos, se levantó para ovacionar la atajada del héroe del partido.

Y es que lo destacable fueron los arqueros. Corona fue un factor en el marcador. Contuvo al menos tres claras oportunidades de gol. La seguridad que personificó en el primer tiempo, cuando el triplete ecuatoriano no dejaba de generar peligro, contribuyó a que el Tri no se viniera abajo. Curiosamente, eso complica al técnico Herrera: Apenas en junio, Memo Ochoa salvaba a México de perder ante el anfitrión del Mundial, y ahora que se ha sumado a la banca europea, Corona demuestra que también tiene con qué responder. Y todavía quedan más nombres, como Melitón Hernández, que será titular en el siguiente partido de México, contra Paraguay. Del lado de Ecuador, Alexander Domínguez, arquero de Liga de Quito, se alzó igual de salvador para detener una palomita de Raúl Jiménez dentro del área. De no ser por el manotazo, el balón habría terminado en la red. Y en la última del encuentro, de nuevo en pies de ‘Chicharito’ –que tardó demasiado en decidirse–, ahí estuvo Domínguez, bien parado en el primer palo.

Con el tiempo encima, Quinteros metió a Fidel Martínez y movió a sus delanteros al centro, para cerrarle los espacios por la medular a México y atacar de frente. El ‘Piojo’ aprovechó para hacer debutar a Jürgen Damm, aunque el germano-mexicano del Pachuca, apenas tocó la pelota. La desesperación será otro aspecto a trabajar. Cuatro amarillas –tres en los últimos veinte minutos– fueron resultado de entradas innecesarias en zonas fuera de riesgo. Al 93, el silbatazo del árbitro consumaba la victoria mexicana.

Arrancó el futbol nacional para México y Ecuador. Las vuvuzelas volvieron a sonar, los fanáticos sacaron sus camisetas del clóset y el Memorial Coliseum de Los Ángeles se llenó con 90 mil espectadores. Pero el triunfo mexicano opaca la realidad: no juega bien. Ganó gracias a la genialidad de un jugador y no se puede depender de eso si se aspira a estar entre los grandes. Ésta es, salvo cambios menores, la selección que luchará en la Copa Oro por el medio boleto a la Copa Confederaciones de Rusia 2017. Y México ya no puede subestimar el potencial del resto de selecciones de la Concacaf. Sobre todo después de casi quedarse afuera del Mundial en 2013. Además, Costa Rica y Estados Unidos mostraron en Brasil de lo que son capaces. Herrera enfrenta el reto de solidificar un equipo con tiempo limitado y jugadores que no reciben los minutos que necesitan para mantener el nivel.

Ecuador no enfrenta menos. Se acerca la Copa América y las eliminatorias a Rusia 2018, que con las recién fortalecidas escuadras de Colombia y Chile, se vuelven mucho más feroces. Quinteros habrá de conocer bien a sus jugadores y probablemente renovar la estrategia. Su delantera es rápida, pero necesita ser eficaz, como la que llevó a su último club, Emelec, al bicampeonato. Además, hay que resolver la defensa. Sus jugadores de contención no bajan lo suficiente, y por momentos, los centrales se abren demasiado, como la calle de honor que le hicieron al “Chicharito” en la jugada del gol.

Por lo pronto, para ambas selecciones nacionales, hay mucho trabajo por hacer.

Bajada

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