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El 16 de marzo de 2015, Arduino Tomasi publicó un interesante análisis sobre la posición de Guillermo Lasso en el panorama político actual. Se centró en la discusión de la enmienda constitucional que pretende aprobar la reelección indefinida a través de la Asamblea Nacional, en contraposición a la Consulta Popular que propone el Colectivo Compromiso Ecuador, encabezado por Lasso.

En este texto refutaré algunas afirmaciones de Arduino y comentaré otras.

 

Es cierto que la defensa de la consulta popular habla de Guillermo Lasso, ¡pero habla bien de él!

Arduino inicia reconociendo que Guillermo Lasso se ha perfilado como el único rival electoral del Presidente Rafael Correa en 2017, lo cual no requiere refutación. Lasso, además de su 24% de votos obtenido en las elecciones del 2013, ha tomado el liderazgo opositor a través de acciones concretas -como la propuesta de consulta popular- que lo han distanciado de otros actores políticos de la oposición que no han logrado pasar al campo de la acción. Su intervención en Ibarra frente a la Comisión Ocasional de las Enmiendas -en la que dice que seis de cada diez ecuatorianos quieren consulta popular– lo ha fortalecido aún más, opacando incluso a la “Unidad de Cuenca” liderada por Nebot, Rodas y Carrasco.

Es cierto que su apuesta sobre la consulta popular acerca de la reelección indefinida ha sido de riesgo. Arduino acierta cuando dice que si se aprobara la reelección indefinida a través de consulta popular, Lasso perdería mucho en relación a su esfuerzo invertido. Sin embargo, no es correcta su conclusión de que esto demostraría ligereza por llevar a un desenlace binario. Arduino dice “Pero que Lasso se haya encerrado a sí mismo en ese juego limitado habla mucho más que él mismo: ¿Cómo puede una defensa de la salud democrática de un país (a la que se le destina tanto esfuerzo) tener desenlaces binarios?”. Lamentablemente, los desenlaces binarios se imponen cuando la pregunta es la existencia de democracia o no.

Concuerdo en que este acto habla mucho de Lasso, pero –al contrario de lo que Arduino sugiere– habla muy bien del líder de CREO. Lasso ha corrido un riesgo político que otros actores no han asumido. Ha tenido una posición clara sobre un tema concreto sobre el que los otros líderes opositores se han mostrado ambiguos -cuando no evasivos- precisamente por el alto costo político que podría acarrear, se han quedado en sus reductos esperando una mejor ocasión.

Lasso se ha metido en la “boca del lobo” en Ibarra frente a la barra de Alianza País. Esto ha sido apreciado por el pueblo e inclusive por el mismo Arduino. Como dice el refrán “Todo gallo canta en su gallinero, pero el gallo bueno canta en el propio y en el ajeno”.

La oposición a la reelección indefinida sí tiene sustento empírico

Cuando Arduino menciona la ausencia de “correlato empírico”, olvida que precisamente Lasso presentó un informe “Amicus Curiae” suscrito conjuntamente con el jurista Carlos Bernal Pulido -el más citado por la propia Corte Constitucional- con un extenso análisis teórico y empírico de la reelección indefinida en el Derecho Comparado. Este Amicus Curiae y sus fuentes, refutan por sí solos la afirmación de Arduino sobre la ausencia de correlato empírico y sobre la supuesta ligereza teórica del discurso de Lasso. Si añadimos al mismo el Amicus Curiae presentado por Ramiro Ávila y Alberto Acosta, encontraremos aún más bases para dejar sin piso esta afirmación.

El hecho de que la Corte Constitucional ecuatoriana no haya acogido el criterio de este informe –compartido por muchos Constitucionalistas ecuatorianos como Ramiro Avila Santamaría, Julio Cesar Trujillo y Agustín Grijalva- no invalida dicha posición, más allá de la consecuencia legal-positivista de que el trámite se haya encausado ya por vía de la Asamblea.

El informe de Bernal Pulido cita casos y jurisprudencia internacional, entre ellos, la afirmación de la Corte Constitucional colombiana en el Caso Uribe que dice:

 “Parece imponerse una apreciación de acuerdo con la cual, un lapso superior a ocho años … altera de manera decisiva el perfil de un sistema presidencial, ya que, en sistemas presidenciales  estrictos ‘existen pocos casos de mandatos presidenciales tan extensos”[1]

El caso de Uribe es importante, pues en ese entonces gozaba incluso de mayor aprobación que el Presidente Correa.

Como en el fútbol, en la política se debe jugar con las reglas previamente establecidas. Se puede enmendar cuestiones accesorias como permitir la tecnología para saber si hubo o no un gol, o la votación electrónica, pero no se puede cambiar la inclinación de la cancha o el tamaño del arco de uno de los equipos. Permitir la reelección indefinida pone al mandatario en funciones en una situación de superioridad jurídica y fáctica sobre cualquier otro candidato pues tiene a su favor medios públicos, fondos estatales, capacidad de entregar obras, visibilidad constante en medios, todas estas circunstancias de las que las demás alternativas o candidatos carecen.

La limitación a la reelección indefinida es sumamente importante para el equilibrio de poderes en el caso de nuestra Constitución, que da al Presidente una fuerte influencia sobre las otras funciones, ausente en buena parte de las Constituciones republicanas. Por ejemplo, el Presidente tiene poder nominador de múltiples autoridades, incluso las de control, tiene influencia en la nominación de miembros de la Corte Constitucional, sus delegados en el Consejo de Participación Ciudadana que a su vez llevan los concursos para nombrar Superintendentes, sus delegados en el Consejo de la Judicatura, y la iniciativa legislativa que posee sobre diversos temas especialmente económicos. Considerando esta marcada tendencia presidencialista de nuestra Constitución, no son equiparables la mayoría de ejemplos de casos de reelección indefinida, como  Alemania, Bélgica, Inglaterra o España, porque son  sistemas en los que el poder se centra en el Parlamento, siendo de menor relevancia para el sistema de “pesos y contrapesos” democrático el hecho de que el Ejecutivo pueda o no ser indefinidamente reelecto.

Si se analiza todas las Constituciones de la historia ecuatoriana, se aprecia que ninguna ha contemplado la reelección indefinida continua. Las más cercanas serían la “Carta de la Esclavitud” de Juan José Flores, que permitía dos períodos de ocho años cada uno, y la “Carta Negra” de García Moreno, que permitía ser reelecto por dos períodos consecutivos de seis años, y un tercero de seis años mediando un período de intervalo.

La ausencia de “correlato empírico” se presentaría mas bien desde la orilla contraria: ¿Existe evidencia de países con sistemas presidencialistas, con reelección indefinida y continua, en los que el Presidente haya sido posteriormente reemplazado por otro de tendencia distinta? Aparentemente no.

Respecto a la afirmación de Arduino de que “no cuenta con datos que le permitan realizar enunciados de tipo causal entre límites definidos y desarrollo o calidad democrática”, debo decir que es una frase muy poco democrática en sí misma, que ignora toda la tradición doctrinaria acerca de la separación de poderes que precisamente se centra en la existencia de límites definidos. Estoy de acuerdo en que no es trabajo de un político como Lasso el realizar este tipo de análisis teórico, y en que no existen datos que comprueben que para los votantes una reelección indefinida significa mejoría o no. Sin embargo, si tomamos el discurso de Lasso en su conjunto, y asumimos que su propuesta implica mayor libertad económica, cooperación público privada y reducción del rol del Estado en la vida de los ciudadanos, encontraremos que sí existen datos que lo respalden.

Si comparamos el Índice de Libertad Económica 2014 (Heritage Foundation) con el Índice de Democracia 2012 de The Economist, se halla una correlación claramente marcada entre libertad económica y calidad de la democracia, que daría sustento académico y empírico a la propuesta de Lasso. Así, en el siguiente gráfico se aprecia que mientras más libertad económica presenta un Estado, mayor su calificación en el Índice de Democracia:

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¿Concentración de poderes, privatización de los poderes públicos o estatización de los derechos?

Arduino sostiene que el discurso de Lasso presentaría dos puntos flacos: uno, “sostener que los legisladores no tienen la facultad para seguir ese procedimiento (aunque el dictamen de la Corte Constitucional diga lo contrario)” y dos, “sostener que una reelección sin límites “privatizaría” los poderes públicos”. Sobre el primer “punto flaco”, en lo jurídico, aplica lo ya dicho sobre el Amicus Curiae de Bernal Pulido. En lo político, al parecer no sería un punto flaco: El rechazo de la Corte Constitucional Ecuatoriana a la Consulta Popular, fortalece la posición de Lasso respecto a que la Corte ha dado la espalda al pueblo, encausando el debate únicamente en la Asamblea. Esto ha reforzado manifestaciones de duda sobre la independencia de esta Corte respecto del Ejecutivo, también expresada por Lasso, fortaleciendo así su teoría de la “privatización” del poder público.

Sobre el segundo “punto flaco”, es necesario revisar a qué nos referimos con “privatización”. ¿Qué es lo privado? En la acepción a la que parece referirse el discurso significaría “aquello que pertenece a una o varias personas y solo ellas pueden disponer de su uso”. Es decir, con exclusión de todas las demás. En el contexto político en discusión, me parece una rica metáfora para expresar lo que significa la concentración de poderes, que la inclusión de la reelección indefinida refuerza en un régimen presidencialista como el nuestro. ¿Qué es la concentración de poderes sino la exclusión de todos los demás actores? ¿Si el poder concentrado lo ejerce una sola persona o agrupación, no es de cierta forma un poder “privado”?

La eliminación de la prohibición de reelección indefinida destruye un cuidadoso mecanismo de tiempos y períodos de designación de autoridades, pensado para que autoridades designadas en el período de un mandatario sobrepasen su período, y así no se cambien a todas las autoridades con cada cambio de Gobierno. Por ejemplo, los períodos de los Magistrados de la Corte Suprema, de la Corte Constitucional, de los Superintendentes, del Contralor.

En un régimen en el que por mandato constitucional el Presidente tiene influencia directa sobre las demás funciones del Estado, este diseño es de suma importancia para mantener el equilibrio y participación de las distintas tendencias políticas en ejercicio del poder. Si el Presidente puede “sobrevivir” en su cargo por más tiempo que las cabezas de otras funciones y entidades de control, se destruye ese equilibrio a favor de la influencia presidencial en su designación.

¿Es esto una “privatización”? Si lo tomamos desde la perspectiva de la concentración de poderes, podría ser. No diferiría en mayor cosa de una corporación en la que existe un accionista mayoritario, que puede designar al Contador, al Comisario, al Auditor y al Abogado, sin que los accionistas minoritarios tengan oportunidad de hacer mucho más que limitarse a esperar que les informen si existen utilidades o no. ¿Es esto una estatización de los derechos ciudadanos? Si lo tomamos desde la perspectiva de la expropiación del poder de decisión e influencia del ciudadano por parte del Gobierno de turno, y en conjunto con las demás enmiendas, podría serlo también.

En este punto, debo resaltar que concuerdo con Arduino en la fertilidad del debate académico posible sobre esta materia, en base a la cual me he tomado la libertad de contradecir su posición.

La ligereza de su discurso como ventaja competitiva

Arduino habla de la “ligereza” de discurso de Lasso. Concretamente dice “La defensa que hace Lasso de sus tesis es –por decir lo menos– de una ligereza importante. Elevar la calidad del debate y mejorar la calidad de los políticos con oportunidad para ocupar un cargo quizá solo se logre exigiendo más que metáforas fáciles, que lo único que revelan es el desconocimiento o la pereza para brindar argumentos robustos a tesis que se pretenden defender”.

Como él mismo afirma, Lasso es un político y no un académico, por lo que no podemos esperar de sus discursos un Tratado de Filosofía y Derecho Constitucional, so pena de aburrir a los electores a niveles inimaginables.

Sin embargo, las metáforas e imágenes que usa Lasso en sus discursos han permitido acercar al ciudadano común temas tan etéreos como la definición de democracia, la separación de poderes, el concepto de república, y de libertad, sobre los cuales generalmente no se reflexiona cuando se tiene por prioridad obtener el ingreso suficiente para que una familia tenga el estómago lleno. La metáfora de la gallina y sus cagadas es sólo un ejemplo que permite ilustrar al ciudadano común más de diez páginas del Amicus Curiae de Lasso y Bernal Pulido sobre la importancia de la alternancia en el poder; el ciudadano no tiene por qué saber qué es un “Amicus Curiae”. Otra metáfora usada por Lasso es la del avión de dos motores, uno público y otro privado, para simbolizar la necesidad de trabajar desde el Gobierno conjuntamente con el sector empresarial. Este resume con claridad la importancia del rol del sector privado en la economía, sin necesidad de recurrir a los tratados de Adam Smith, Von Mises, o Huerta de Soto. Al contrario de lo que sugiere Arduino, las metáforas “fáciles” usadas por Lasso pueden constituirse en una de sus ventajas competitivas en el campo político. Permiten “desintelectualizar las ideas, sin perder las ideas”; así, se comunica con mayor facilidad el mensaje hacia un público cada vez más amplio, algo que no han logrado estructurar otros líderes opositores.

Lasso ha presentado su mensaje de forma simple, sin renunciar a sus postulados ideológico-políticos. En su mensaje se puede identificar claramente una propuesta de gobierno correspondiente a un liberalismo moderno, a pesar (o gracias a) la facilidad y sencillez de sus metáforas, algo que, por citar un ejemplo, no se puede identificar claramente en otros opositores cuando hablan de un modelo de “gobierno responsable”, que no se sabe claramente que es. Es necesario preguntarse responsable respecto a qué, guardando las distancias, para Hitler matar judíos era responsable respecto a sus ideas.

Hasta ahora, esa facilidad discursiva, de frases y metáforas pegajosas, había sido de exclusividad del presidente Correa, cuyas frases simples como “El Ser humano sobre el capital” le han permitido comunicar exitosamente su mensaje. La retórica marxista ha sido desde su inicio una de sus fuerzas –al punto de haberse apropiado de la palabra “social”–  y el excesivo tecnicismo una de las falencias del liberalismo. Al contrario de lo que parece afirmar Arduino, esta facilidad metafórica no implica desconocimiento o falta de respaldo teórico, al contrario, requiere de profunda relación con las ideas y su sustento para poder simplificarlas de tal manera, pues por más que moleste a muchos académicos, las elecciones no se ganan hablando en un lenguaje enfocado en contentar a miembros de la Casa de la Cultura.

La facilidad de Lasso para comunicar su mensaje podría ser determinante en el escenario electoral de 2017, como al parecer lo está siendo ahora en relación a la Consulta Popular sobre la reelección indefinida, cuyo respaldo ha subido del 73% al 81,2% según Cedatos, desde que fuera propuesta por Compromiso Ecuador. 

Con estos datos, concuerdo con Arduino y espero que la concurrencia de Lasso a las sesiones de la Comisión Ocasional de la Asamblea que analiza las enmiendas en cada provincia contribuya aún más a su debate, pero también espero algo más: que los miembros de la Comisión escuchen. Mientras tanto, fuera de la Asamblea, la facilidad retórica de Lasso ha hecho que ahora no sea solo Correa quien le hable claramente al pueblo; ahora hay dos gallos en el gallinero.

 

[1] Idem.

Bajada

Una refutación al texto sobre Lasso, de Arduino Tomasi 

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