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¿Quién decide qué es desagradable o atenta contra la moral?

 

Los ojos de la Supercom ven morbo donde otros ven información, figuras retóricas o el titular de un periódico. Con las noticias ¡Territorio de muerte!, de diario Extra, así como ‘Investigan casos de suicidio’, de El Nacional, estos medios fueron amonestados por incumplir la Ley Orgánica de Comunicación (LOC), que les exige “evitar un tratamiento morboso a la información sobre crímenes, accidentes, catástrofes u otros eventos similares”. Sin embargo, en ninguna de los ciento diecinueve artículos de la Ley se define la palabra “morbo», ni desde qué paradigma de la comunicación se debe entender.

Lo morboso es una definición abstracta, influenciada por factores culturales y sociales. Sus diversas lecturas dependen de los ojos subjetivos con los que se mire. Su falta de definición en la LOC es un riesgo para el principio taxativo que toda ley debe tener: ser clara, concreta y no prestarse a dobles interpretaciones. La Real Academia de la Lengua, por ejemplo, considera que el morbo es una alteración de la salud, el interés malsano por personas o cosas. Es el atractivo que despierta una cosa desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida. Si la LOC se refiere a esta definición -cosa que no queda claro en el documento- debería explicar también cuál es la moral establecida en el Ecuador.  Decir que algo es desagradable, inmoral y prohibido depende de los valores que cada uno esgrima.

Lo que unos consideran desagradable, para otros son elementos narrativos, figuras literarias y retóricas. En 1966, Hunter S. Thompson publicó el libro de no ficción ‘Los Ángeles del Infierno: una extraña y terrible saga’, sobre el terror de los motoristas forajidos de Estados Unidos. Su título es una metáfora sobre lo que las 353 páginas describen: robos, violaciones y una serie de acciones desagradables, crueles y prohibidas. Si nos ponemos los anteojos de la Supercom, es probable que el interés que despierta en el lector esta obra -repleta de rupturas a las normas- la admiración que podemos sentir por la narración punzante, detallada y vívida de esas fechorías, sea atribuido al morbo.

Ya sea en grandes crónicas periodísticas como la escrita por Thompson o en narraciones diarias de los periódicos del mundo, la noticia de muerte siempre asombra. Diario Extra recogió una tragedia en Ucrania, el accidente aéreo de Malaysia Airlines en el que murieron 283 pasajeros, y decidió titularlo con una metonimia (mencionar el todo por la parte): ‘¡Territorio de muerte!’. En su informe, la Supercom consideró que el titular “contiene elementos de despersonalización”, que no se puede considerar a Ucrania como un territorio de muerte jurídicamente establecido. Pero, si lo vemos desde otra perspectiva, el accidente dejó víctimas mortales en parte de su circunscripción geográfica, entonces sí lo fue temporalmente.

Otro de los argumentos que usó la Supercom para sancionar a diario Extra fue el diseño del titular. Dijo que la utilización de letras amarillas con un trasfondo negro alertan: “se puede hacer una analogía, un símil, con las señales de tránsito”. El informe, sin embargo, no es claro sobre qué tan negativo es para las personas que un titular llame la atención. La analogía del semáforo que usa Supercom puede ser rebatida: si realmente las señales de tránsito -signos que permiten establecer las reglas de uso de vía-  ocasionaran algún efecto psicológico para asegurar su cumplimiento, Ecuador no ocupara el  segundo lugar de América Latina en mortalidad por accidentes de tránsito.

Uno de los principios del periodismo es la no invención de los hechos. Pero lo que sí existe es subjetividad al organizar la información. Todo periodista, al seleccionar un hecho y colocarlo en la agenda informativa del medio ejecuta recortes de la realidad, prepondera hechos, fuentes, criterios, y elige un estilo. Los periódicos no obligan a los lectores a creer al pie de la letra las metáforas que sus reporteros y editores han escrito. Si diario Extra publica que Ucrania es un territorio de muerte, el lector decide cómo lo interpreta.  

Otro de los medios amonestados por la Supercom, por abordar morbosamente la información, fue El Nacional, de El Oro, tras la publicación del titular: “Investigan casos de suicidio”. La Supercom considera que el artículo no cumple ciertos criterios de contraste, verificación y contrastación, a los que hace referencia la LOC. Además, según la Supercom, el diseño de la portada “…empuja al lector a observar apresuradamente el sentido de muerte, de manera violenta y morbosa…”.

En este informe, la Supercom ensaya una enredada definición de morbo: “es la exacerbación del sentido de atracción hacia lo desconocido que podría operar en referencia a la intención de producir interés sobre la sexualidad de personas o situación; referente a la vida privada o íntima de las personas o hechos sociales específicos como la muerte, la tragedia, el sufrimiento, implicaciones de acciones o conductas que quiebran la norma, jurídica o moral”.

Tomando algunas de las palabras de esta definición, notemos que la sexualidad,  la muerte, la tragedia y el sufrimiento son realidades cotidianas. Los periódicos y demás medios están plagados de historias que satisfacen el interés de informarse sobre estos temas. Es difícil delimitar hasta qué punto una noticia que los aborde sea morbosa. Estamos hablando de información, no del cometimiento de delitos como la pornografía infantil, violación, trata de personas, esclavitud sexual, videos snuff (sobre asesinatos), etc, para los que ya existen sanciones penales. La moral que recubre la narración de las historias es individual.  Por más que nos resulte chocante, desagradable, creativo o ingenioso, abordar esos temas es libertad de expresión. Parecería que la Supercom no toma en cuenta la denominada “Teoría de usos y gratificaciones”, según la cual las personas se acercan a los medios porque encuentran satisfacción en lo que les ofrecen. Después de todo la decisión es del lector.

Otro informe de Supercom sobre la noticia de El Nacional analiza los usos del término “suicidio”, dice que es negativo y de “mal gusto” para el lector. Pero saber qué efecto causa en la audiencia una palabra es una tarea difícil. Recordemos que las palabras tienen un valor denotativo –la definición del diccionario-, y connotativo –la experiencia personal, cultural, social de cada persona-. “Suicidio” puede tener varias lecturas según quién la lee.  

Los informes de Supercom sobre diario Extra y El Nacional, también tienen matices subjetivos. A través de ellos no podemos saber cuál es el efecto en los lectores, si las noticias pasaron desapercibidas, generaron rechazo o aceptación.

La mirada con la que Supercom evalúa a  las noticias atribuye demasiado poder a los medios, un poder que –considero- no lo tienen. El semiólogo argentino Eliseo Verón decía: “Si me preguntan si los medios tienen poder, respondo con dos palabras: no sé”.  Verón hablaba del “contrato de lectura”, la relación de los lectores con el medio de comunicación que eligen. Implica un acuerdo tácito, las personas esperan cierto estilo, enfoque y terminología, cierta “construcción del acontecimiento”. Si Diario Extra y El Nacional utilizan un estilo determinado no están imponiendo un contenido, su trabajo se sostiene en una audiencia que los elige.

En sus 52 años como estudiante y teórico de Semiótica, Verón nunca hizo análisis de contenidos que sirvieran como prueba de incumplimientos ante una Ley. Ahora, la Supercom usa una definición de “contrato de lectura” en uno de sus informes, pero no se la atribuye a semiótico alguno.

Estos informes sobre diario Extra y El Nacional tampoco mencionan a la legislación internacional sobre la libertad de expresión, que habla de respetar las formas de transmitir la información. El abogado especialista en derechos humanos Gabriel Ocampo explica que según la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la libertad de expresión presenta una doble dimensión: protege la manifestación del pensamiento propio (derecho individual), como el conocimiento del pensamiento ajeno (derecho colectivo). La expresión y la difusión son indivisibles, al restringir una se vulnera la otra. En 2004, una declaración conjunta de varias organizaciones internacionales de Derechos Humanos sobre el Racismo y los Medios de Comunicación, señaló el derecho a informar las expresiones chocantes socialmente. Se enfatiza el derecho de los periodistas para decidir sobre la mejor forma de transmitir información y comunicar ideas al público relacionadas con estas expresiones.

Tanto la Corte Europea como la Interamericana han reiterado que la libertad de expresión es uno de los pilares esenciales de una sociedad democrática, una condición fundamental para el progreso y desarrollo de las personas, por lo que debe garantizarse. La protección incluye a las informaciones “que resultan ingratas o perturban al Estado o a cualquier sector de la población”. Estas normas no son ajenas al ordenamiento jurídico ecuatoriano. Los tratados internacionales de derechos humanos que favorecen su vigencia están reconocidas en los artículos 11.3, 417 y 424 de la Constitución.

Diario Extra y Diario Nacional informaron sobre dos hechos marcados por la muerte: el suicidio y la tragedia de un accidente aéreo. Emplearon figuras retóricas para hablar sobre rupturas de la vida cotidiana de la gente. Estos mensajes fueron recibidos por lectores que eligen leer esos medios. Si son considerados morbosos depende de los ojos con los que se mire. Pero mientras la LOC no delimite estas definiciones, los medios de comunicación no tendrán claro cuándo cometen una infracción que aún es demasiado abstracta y subjetiva: el morbo.