Gumersindo Lafuente fue el mejor dos veces. Del 2000 al 2006 dirigió elmundo.es y lo posicionó como el medio en línea en castellano más leído del planeta. Cuatro años después, rediseñó elpais.com y logró que supere a su competencia, El Mundo. Actualmente impulsa la Fundación porCausa y es asesor del cambio digital de La Prensa de Panamá. Sindo, pionero en esta forma de reportear –que ya no es nueva pero sigue angustiando a muchos colegas–, cree que la caída estrepitosa del modelo tradicional de los medios ha propiciado un regreso a las esencias más interesantes del oficio. “Antes de la era digital estábamos viendo el periodismo demasiado como un negocio y habíamos perdido la perspectiva como un servicio público”. Ryszard Kapuscinski insistía en esta misión, y lo explica en su libro Los cínicos no sirven para este oficio: “Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intenta resolverlos, o al menos describirlos”. Esta motivación, de ayudar a los demás, es la que se ha recuperado con lo digital. Su fundación promueve esos valores: rigor, precisión y compromiso.

Sindo fue el moderador de uno de los coloquios del Premio Gabriel García Márquez 2014, en Medellín, y, luego de su intervención, en una sala de prensa con paredes blancas, sillas blancas y mesas blancas, conversó sobre los quince años del periodismo online y su transformación. “Ha ocurrido una catástrofe para quienes pensaban que las esencias del buen periodismo estaban en el papel, y una enorme luz de esperanza para los que creemos que lo más importante es la calidad y no el formato”. Sindo, que habla pausado y se cerciora de haber dejado sus ideas claras, cree que es importante entender que el nuevo escenario tecnológico ofrece más oportunidades que problemas. Las fotografías, los videos, los timelines y demás herramientas interactivas de soporte, mejoran el producto final y, opina, es necesario aprender a aprovecharlas.

Un buen ejemplo es The Guardian, que de ser el cuarto periódico impreso más leído del Reino Unido pasó a ser el diario británico más popular del planeta. Su estrategia ha sido variada pero su prioridad siempre una: la calidad. Las noticias para nichos específicos, los contenidos más globales y un correcto uso de la tecnología han logrado posicionarlo como muy moderno y relevante. Pero este caso de aparente éxito tiene una pata floja: no genera suficientes ingresos. “Llevan varios años perdiendo mucho dinero pero han pensado que es mejor jugar hasta el final con sus principios que adaptar los de otros para acabar perdiendo el partido igualmente”, dice Sindo quien, a través de porCausa, busca donaciones para financiar proyectos de investigación de temas sociales como la pobreza infantil, el hambre, a dónde va el dinero contra la pobreza. Este periodista español critica a los dueños de medios que por falta de criterio siempre hacen lo mismo que los demás, y cometen las mismas equivocaciones. Para él, aunque parezca soberbio, es preferible fracasar con los errores de uno que con los de otros. “Hundir tu empresa copiando a los demás es triste”.

La copia más recurrente, que los medios reproducen en la actualidad, es la publicación de contenidos fáciles utilizando formatos como las listas. Durante uno de los coloquios del Premio Gabriel García Márquez, el periodista argentino Martín Caparrós se quejó de cómo hasta los periódicos tradicionales más prestigiosos han caído en la dinámica de publicarlas con temas tan triviales como los veinte errores que cometemos en la ducha. Para Sindo, esa popularización de la información basada en técnicas para manejar las emociones de los lectores no es buena ni mala. Recuerda que en América Latina siempre ha existido el amarillismo, que la prensa roja ha jugado un rol importante en el continente, que su principal fórmula ha sido apelar a los sentimientos del lector. Para él, las listas y esta reportería fácil en la web es el traslado del amarillismo a lo digital. Y aunque defiende los buenos contenidos, no duda en declarar que “el periodismo de calidad nunca ha tenido una audiencia masiva, es más bien de élites”. Por eso, estas publicaciones sencillas, no le preocupan.

A Sindo tampoco le preocupan los debates caducos que giran en torno al periodismo digital como el que enuncia que debería enfocarse en breaking news. Dice que es casi como la discusión que había hasta hacia poco sobre la supervivencia del papel. “Y yo decía a quién le importa, pues si se muere mañana, el periodismo no se acaba, cambia de lugar”. Actualmente, el dilema del papel está contestado por la realidad: sobrevivirá en tanto sea económicamente rentable y útil para determinadas comunidades. Los nuevos debates se han trasladado a otras esferas. Un tema que le consultan con frecuencia es que si con la web se acabará el contenido netamente textual. Él cree que hoy los usuarios leen textos más largos que nunca y textos más breves que nunca (los tuits) porque Internet lo permite todo: una frase de ciento cuarenta caracteres que puede estar bien escrita, ser informativa y viral, y, por otro lado, permite contar una historia de treinta folios que jamás se imprimiría. El misterio, explica, es darle la extensión que precise cada historia y acompañarla de herramientas de datos, sonoras o de tiempo real. A pesar de todo este apoyo audiovisual e interactivo, cree que la gran crónica escrita no se va a acabar.

En los quince años de la digitalización del periodismo, los usuarios también se han transformado. Grupos focales y estudios de mercado han demostrado que el lector del periódico impreso no es el mismo que el de en línea. Este cambio de plataforma ha permitido llegar a mucha más gente porque en Internet, recuerda Sindo, no hay fronteras físicas, económicas ni ideológicas. “Cuando alguien compra un diario en un quiosco, elige una opción ideológica, cuando lee una noticia en su ordenador, no da explicaciones a nadie y es más diverso”. Un izquierdista puede leer una revista liberal sin temor al qué dirán sus compañeros, un literato puede visitar 9gag sin vergüenza a que sus amigos intelectualoides lo critiquen. Internet da esa libertad.

Internet no solo no juzga qué lee el usuario sino que genera nuevas maneras de jerarquizar y recomendar contenidos. Para Sindo, el principal argumento para leer algo es que se lo recomiende, por ejemplo, un amigo que aprecie o con credibilidad. “No importa dónde esté publicado o quién lo haya escrito, si me dicen lee esto, lo hago”. Por eso, explica, vivimos en un ámbito mucho más democrático, con variedad de contenidos y autores que, de alguna manera, nos obliga a trabajar más a los periodistas y a justificar que seguimos siendo necesarios.

Sindo planifica todos sus contenidos con una mirada online porque, insiste, ahí puede tener más impacto, más lectores, más influencia y, lo que busca como periodista es eso: influir en la sociedad y ser un contrapoder. Al final, el periodismo digital se trata de eso, de “usar esas herramientas para darle eco a nuestro trabajo bien hecho”.