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En Ecuador hay, al menos, un derrame de petróleo a la semana. El crudo vertido en ríos, bosques y lugares poblados destruye reservas naturales, asesina animales y afecta a los seres humanos con malformaciones y enfermedades como el cáncer. La historia de los derrames petróleros en el país inició en 1972, cuando se inauguró el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), una arteria de 503 kilómetros que cruza el Ecuador desde Lago Agrio, en la Amazonía, hasta Esmeraldas, en la Costa. Ecuador empezaba a ser un país petrolero, lo cual signicaba progreso, extraer cientos de miles de barriles de crudo serían la panacea del país. Pero apenas cuatro días después de que se inaugurara el SOTE, esa fortuna comenzó a regarse y a destruir la tierra: treinta y dos mil barriles de petróleo cayeron en Esmeraldas. Ese fue el comienzo. Solo luego de veinte años de extraer petróleo, los daños ocasionados por la empresa norteamericana Chevron-Texaco en la Amazonía empezaron a conocerse. 

Se puede establecer una cronología con los derrames difundidos a través de medios oficiales y la prensa. Sin embargo, queda una duda ¿cuántos derrames no registrados se ocultan cada semana? De los datos oficiales, hasta el 2001 el SOTE se rompió más de cuarenta veces. Para el 2010, más de veinte cantones fueron afectados. Joya de Los Sachas, en Orellana, soportó doscientos treinta y ocho derrames y Lago Agrio, doscientos diecinueve. En 2009 y 2013, las fisuras del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) ocasionó dos grandes fugas de petróleo.  En 2014, según datos proporcionados por Acción Ecológica, se han producido catorce derrames solo en zonas operadas por Petroamazonas. En cuarenta y dos años de extracción, han ocurrido más de mil desastres por el petróleo. A pesar de esto ¿debe el Ecuador seguir apostando a una industria que ha causado destrucción al país?

 

Bajada

Una cronología de los derrames de petróleo en el país de 1972 a 2014