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Entrevista a Sasa Vucinic, periodista serbio fundador del Media Development Investment Fund

En 1993, cuando la guerra civil yugoslava llegó hasta territorio serbio, Sasa Vucinic era el editor general y gerente de B-92, la estación de radio independiente más influyente y popular de Serbia. El medio era una voz ciudadana poderosa pero no tenía presupuesto suficiente para sostenerse. La amenaza de la guerra, la necesidad de seguir siendo críticos con el gobierno y la crisis económica del medio lo motivaron a buscar financiamiento para continuar. “Si no lo hacía yo, no lo hacía nadie”, dice este benefactor que en los últimos veinte años ha fundado tres organizaciones para financiar medios de comunicación en veintisiete países. En agosto del 2014, a través de North Base Media, Sasa invirtió veinticinco mil dólares en los tres proyectos ganadores de Media Factory, la primera aceleradora de medios de Latinoamérica.

¿Cómo un periodista se convierte en un benefactor que financia proyectos independientes?

Porque viví la experiencia directa: manejaba una estación de radio muy popular pero no teníamos plata porque nuestra línea editorial era muy crítica con el gobierno. Entendí lo difícil que es que el buen periodismo sobreviva sin un financiamiento. Me di cuenta que tenía que empezar algo que se parezca al Banco Mundial pero para medios. Así nació la idea de MDLF (Media Development Loan Fund) que luego se convirtió en MDIF (Media Development Investment Fund).

Es una gran idea pero ¿cómo lograste convencer a otras personas a que inviertan en estos medios que no son precisamente un buen negocio?

Me costó convencer a mi jefe. Cuando comenzó la guerra me fui de Belgrado, la capital de Serbia, y empecé a trabajar en Praga como asesor en medios en una fundación de Open Society. Mi división se dedicaba a regalar hasta treinta mil dólares a varias empresas de medios que requerían financiamiento, era como Santa Claus todo el año. Un día le dije a mi jefe que era mejor redistribuir ese dinero, que no tenía sentido darles tan poca plata porque a los seis meses iban a tener los mismos problemas e iban a necesitar más, le expliqué que no estábamos resolviendo nada. Le propuse dar más dinero, como préstamo, a menos empresas. Me dijo que no iba a funcionar, que ellos no iban a devolverlo y le expliqué que los dueños de los medios no tienen como finalidad hacerse millonarios y que por eso sí iban a pagar los créditos. Lo intenté tres veces, a la tercera me dijo ‘te doy medio millón de dólares y una soga para que te ahorques cuando esto fracase’. Pero funcionó.

¿Cómo?

Yo necesitaba que él sea uno de los fundadores de esta empresa y así, con su aval, toqué más puertas. Un colega me puso en contacto con la Ford Foundation y descubrí que por treinta años ellos habían hecho lo que yo quería hacer con medios, pero con agricultura. Luego contacté a McCarthy Foundation. Ellos me entregaron el primer millón de dólares, que sirvió para préstamos para veinte proyectos en Rusia, y luego los años siguientes me siguieron dando porque vieron que la fórmula funcionaba.

¿Cuál era esa fórmula?

Me entregaban el millón de dólares sin intereses, yo daba ese préstamo a los proyectos periodísticos quienes lo devolvían con un cinco por ciento de interés. Así empezamos a financiarnos. 

¿No fue difícil que las fundaciones te entreguen dinero?

En realidad conseguir que te regalen dinero es más fácil que conseguir que te presten. Lo difícil fue convencerlos de que los dueños de periódicos y canales iban a pagar el préstamo.

¿Cómo lo hiciste?

Recuerdo que lo dije mil veces: la gente que está en el negocio de los medios de comunicación son prestatarios fenomenales. Nunca he oído un caso de que un periodista que fracasa como dueño de medios, renuncie al periodismo y en su lugar decida convertirse en un empresario de salsa de tomate o de zapatos porque nadie hace esto por plata. Quien está en este negocio tiene una misión, el mayor valor de una empresa de medios es la palabra y la reputación, si las arruinas, debes también dejar el negocio. Siempre pensé que si alguna de estas empresas fracasaba, sus dueños hubieran preferido cerrarla en vez de dejar de pagar el préstamo.

¿Alguna fracasó?

Cuando me fui de MDIF, hace tres años, habíamos dado ya cien millones de dólares en préstamos en Asia, Europa del este y central y Centroamérica, de eso solo perdimos un 2%. Una de esas fue una señora que pidió el préstamo pero a los seis meses quedó embarazada, se divorció y decidió que quería vender el medio, y lo vendió a un partido político. Nosotros los contactamos, les dijimos que no queríamos estar asociados a ellos y les pedimos que nos devuelvan la mitad del préstamo, que la otra mitad no importaba pero que no queríamos tener nada que ver con ellos.

¿Por qué dejaste MDIF hace tres años?

Sentí que debía cambiar el modelo porque los medios digitales necesitan un abordaje diferente. En vez de dar préstamos de dos millones de dólares, necesitan veinticinco o cincuenta mil dólares. Me di cuenta que podía ayudar a más medios con menos dinero para cada uno, y así acceder a más proyectos. La inversión también cambió por las necesidades: ya no se requiere una prensa para imprimir el diario sino dinero para pensar en estrategias para enganchar a una audiencia, por ejemplo.

¿Así nació IndieVoices?

Sí. IndieVoices es parte de esta idea. Por ahora es una plataforma de crowdfounding donde se unen proyectos que quieren recibir donaciones de la ciudadanía. En estos diez meses se han dado casos exitosos como Nómada en Guatemala y Chequeado en Argentina. La idea con IndieVoices es abrir una división de préstamos y eventualmente que el dueño pueda dar el 10% de la compañía a los lectores que quieran comprar acciones. Ese es el futuro del financiamiento de los medios, los lectores no solo quieren ser consumidores sino estar cerca del ciclo que financia el medio, quieren ayudar.

Tu proyecto más nuevo, el que invirtió en Gkillcity, es North Base Media. ¿Cómo funciona?

North Base Media es el inversor ideal porque es muy selectivo a la hora de elegir un proyecto –debe ser independiente– y no pone la plata y se va sino que se mantiene cerca por mucho tiempo. Nosotros insistimos en que la gente que maneja estos medios, tomen decisiones sin la influencia de actores externos. La idea es participar también con conocimientos, conexiones y networking entre ellas.

Han sido veinte años de ayudar a más de noventa medios independientes alrededor del mundo. No es por prejuiciosa pero ¿cómo un periodista logra ser tan buen administrador?

Los periodistas sabemos un poquito de todo pero cuando necesitamos aprender algo profundo, nos damos la vuelta y contactamos a la persona precisa que nos enseñe. Eso hice pero no fue suficiente. De alguna manera mi trabajo me exigía un título profesional entonces fui al Business School de Harvard y elegí el sistema más corto: estudié en un programa de seis meses. Fue productivo pero aprendí mucho más afuera, con la experiencia y los contactos, que en las clases.

¿Por qué elegiste ser periodista?

Me gradué de Leyes pero no ejercí un día. Siempre me encantó el periodismo, creía que era cool, que era un oficio honorable y pensaba que era necesario pelear con los bullies. Siempre creí que estaba mal alzar los hombros en resignación cuando un político tomaba una mala decisión. Todavía lo creo.

¿No extrañas el oficio?

No he dejado de hacer periodismo, participo de otra manera.

Pero no extrañas escribir…

Escribo cuando puedo pero me da más satisfacción saber que estoy ayudando a que más personas, alrededor del mundo, puedan escribir.