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Una alternativa artística se gesta entre el silencio de Villa Crespo, Buenos Aires

Sin el dato preciso, sería imposible identificar el lugar. No hay gente afuera, ni bulla alrededor. Tampoco hay letrero. ¿Será aquí? Estamos en Villa Crespo, barrio residencial, silencioso, alejado de las luces y la infinidad de opciones nocturnas que ofrece Buenos Aires. Con recelo tocamos la puerta y nos miramos como tratando de decir que sí, que estamos dudando lo mismo.

-Venimos por la poesía.

-¡Bienvenidos!

Al entrar, te das cuenta que el lugar de la fachada cualquiera no es tan cualquiera. Hay mucha gente adentro. Gente buena onda, gente abstraída, gente riendo que toma cerveza en frascos reutilizados. No es un círculo tan pequeño, aunque da la impresión que todos se conocen. Es una casa administrada por un grupo de artistas independientes. Lleva funcionando de forma autónoma ocho años y, para no tener problemas con los vecinos, se evita el ruido de los aplausos. En esta casa se chasquean los dedos en señal de aprobación.

Es una propuesta de presentaciones que mezclan performance, música y poesía. Todo con un toque de humor stand-up. Además de los artistas invitados, al final queda el micrófono abierto para quienes se animen a salir del anonimato. Es imposible no salir siendo, al menos ligeramente, otro. Te llevas las letras, las melodías y la idea de que por ahuevada no le invitaste un trago a aquel que leía. Pero no importa, sabes que se viene otra fecha y que seguramente va a estar ahí, chasqueando los dedos a tu lado.