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Entrevista a Juan Martín Cueva, director del Consejo Nacional de Cinematografía

Juan Martín Cueva es cineasta quiteño, autor de “El lugar donde se juntan los polos”, que en el 2002 ganó el premio a mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, en Chile. Actuó en la película de Víctor Arregui, ‘Cuando me Toque a Mí’. Por estos días, sus funciones como director del Consejo Nacional de Cine (CnCine), ocupan gran parte de su tiempo. Asumió ese cargo en junio del 2013, luego de que Jorge Luis Serrano renunciara para ser viceministro de Cultura. El viernes 30 de mayo, dedicó su hora del almuerzo para tener una conversación sobre el cine independiente en el país.

El jueves no pudimos hacer la entrevista porque estuviste en Guayaquil ¿Qué hiciste en esa ciudad?

Sí, fuimos a Guayaquil para incitar a la gente a participar en el Fondo de Fomento Cinematográfico. Tratamos de hacer sesiones aclaratorias de todas las bases, que a veces son medio complejas, y porque constatamos que no hay la suficiente participación fuera de Quito. La mayoría de los proyectos son postulados desde Quito. Entonces tratamos de ampliar el espectro. Eso estamos haciendo en varias localidades, provincias, ciudades del país, para incitarle a la gente a participar en la convocatoria.

¿A qué ciudades han ido hasta ahora?

A Guayaquil, hace mes y medio a Manta, ahorita vamos a Cuenca, Otavalo, Loja. Pero no depende solo de nosotros, en el caso de Guayaquil fue una invitación de la Asociación de Cineastas de Guayaquil, lo cual es fundamental. Si haces estas reuniones, tú pones un calendario y dices ‘tal día voy a ir a la ciudad’, no te para bola nadie. En cambio si la propia organización convoca funciona mucho mejor. En Guayaquil fue increíble la convocatoria, estaba lleno el lobby del museo Naim Isaías, habían unas ochenta personas.

Dijiste que, a veces, las bases para los Fondos de Fomento son medios complejos. ¿Qué es lo complicado?

Generalmente la gente tiene dudas con respecto a algunos papeles que se exigen y que lamentablemente nosotros como institución pública no podemos dejar de pedir. A veces los concursantes llegan a la postulación y resulta que por alguna tontera, que podría ser simple, no se los puede inscribir. Por decirte algo básico, para postular debes tener el RUC activo y la descripción de tus actividades deben tener relación con la producción cinematográfica o comunicación audiovisual. Entonces hay gente que postula y que tiene una actividad totalmente distinta o que no está habilitado su RUC, o no está en lista blanca, cosas así. El tema de las pólizas, por ejemplo, siempre ha sido una preocupación del sector, la necesaria, obligatoria presentación de pólizas o garantías bancarias cuando postulas a algún tipo de fondo. Nosotros dábamos por hecho que no había manera de escapar de eso, pero nos hemos dado cuenta de que sí hay manera. Implica una modalidad un poco diferente de desembolso de los recursos, pero sí se puede hacer las cosas sin la necesidad de presentación de una póliza o garantía, siempre y cuando hasta que se desembolse la primera parte del fondo no se trate de un anticipo. La Ley dice que para cualquier anticipo de fondos públicos, por más que sea un dólar, tienes que pedir una garantía.

Igual que cuando una institución pública contrata los servicios de cualquier empresa

Exactamente, por eso pensamos que era difícil evitar una póliza pero descubrimos otra manera. Si optas por la modalidad anticipo de recursos, sí, tienes que presentar un póliza, no hay manera de evitarla. Pero si optas por la modalidad de entrega de productos, se dan los fondos según se van presentando los resultados, porque es un trabajo realizado, no se dan anticipos; en este caso solo para la primera etapa se necesita una póliza.   

También dices que hay más participantes de Quito en las convocatorias. ¿Qué tan importante es esa diferencia?

No tengo la cifra exacta en este momento, pero fueron 172 postulantes en la última convocatoria, de los cuales, si no me equivoco, 100 fueron de Quito. Los que siguen son Guayaquil, Cuenca, Manta.

¿Son fondos para todas las etapas de producción?

Es para la producción, entendiendo ampliamente. Consideramos producción todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la actividad productiva cinematográfica en el Ecuador. O sea también existen fondos para distribución, promoción, incluso para actividades que son menos directamente vinculadas. Por ejemplo, hay fondos para la investigación y publicaciones, fondos para realización de festivales y muestras. No es solo para la etapa de producción entendida como el rodaje de la película. Sino que es desde escritura de guión hasta distribución y promoción.  Son doce categorías del fondo de fomento (investigación y escritura de guión, desarrollo de proyectos, producción de largometraje, posproducción, producción de bajo presupuesto, cortometraje, producción audiovisual comunitaria, promoción y distribución, coproducción comunitaria, telefilm, festivales y muestras, investigación y publicación).

El Festival EDOC, que justo ahorita se está desarrollando, ¿recibió fondos?

Sí, esa fue una decisión inédita del consejo directivo del CNCine. A ver, un antecedente: Anteriormente algunos festivales recibían fondos del Ministerio de Cultura en el Sistema Nacional de Festivales; este año, en ese sistema desaparece la categoría audiovisual y cinematografía, entonces eso nos toca asumir a nosotros. Nosotros hubiéramos podido simplemente replicar lo que se hacía en el Ministerio de Cultura, que consideran dos tipos de festivales: los iniciales y los consolidados. Pero pensamos: a ver, de alguna manera es una especie de desperdicio de recursos convocar a una categoría en la que tú sabes quiénes van a participar y quienes van a ganar, porque no hay muchos más. ¿Cuántos festivales consolidados hay en el Ecuador? Tres o cuatro. Suena absurdo abrir una categoría concursable, lo cual implica jurados, movilización, toda una logística. Nos parecía más honesto y más sincero y más transparente decir: a ver, al CnCine le interesa que sigan existiendo los EDOC, Chulpicine, el Festival El Lugar Sin Límites. Entonces, excepcionalmente a esos tres festivales grandes se les da recursos a través de convenios de financiamiento directos. Efectivamente los EDOC es el primer festival que obtuvo ese apoyo.

Y en el tema de salas de cine como el MAAC de Guayaquil, que era el único espacio para el cine independiente que tenía Guayaquil, por ejemplo, ¿el CnCine puede intervenir de alguna manera?

Institucionalmente no tenemos ninguna incidencia con el MAAC Cine. Son parte de la infraestructura del Ministerio de Cultura y lo que había hecho hasta el año pasado era, a través de un contrato, delegar la administración de las salas a una agrupación privada. Entiendo que ahora será diferente. Creo que se reabrieron solo para los EDOC.                  

Pero si tiene que ver con la distribución del cine independiente del Ecuador, ¿por qué el CnCine no ha intervenido?

No se ha hecho una solicitud en ese sentido porque hasta el año pasado venía funcionando bastante bien con la modalidad que existía. Además, para el Ministerio de Cultura, el MAAC no solo es una sala de cine, sino una sala donde se hacen actividades de artes escénicas, por un lado, y -por otro lado- nosotros no pensamos que el CnCine debe intervenir tan directamente ni en producción ni en exhibición ni en distribución. Somos una institución de fomento, no somos una institución -que en otros países existe y está muy bien, pero aquí no es el caso- que producimos, no tenemos una productora pública, no tenemos una empresa de distribución, no tenemos una red de salas públicas que nosotros administramos, aunque tenemos, sí, la Flacso Cine, por un convenio (con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, que funciona en Quito).

¿Por qué el CnCine y el Ministerio de Cultura trabajan separadamente en ese tipo de políticas, en cuanto a salas de cine independiente?

No digo que no trabajemos juntos, sino que no nos parece que el CnCine deba intervenir directamente en asumir procesos de producción o distribución, porque eso es romper dinámicas que existen en el sector privado y ciudadano. Si nos ponemos a producir películas y al mismo tiempo fomentamos películas, no me parece un modelo adecuado, lo mismo con respecto a las salas y a los distribuidores. Que el Consejo fomente contenidos que se producen por ciudadanos, empresas de producción, chévere. En Venezuela, por ejemplo, hay una productora estatal pública llamada La Villa del Cine; y Cuba tiene el ICAIC, que produce directamente, pero aquí lo que se hace es fomentar el cine independiente, no producir nosotros mismo películas. Por eso no tenemos ningún tipo de condicionamiento en los fondos, de temáticas, de tratamientos. La gente llega con sus proyectos, que no se han hecho para participar en las convocatorias sino que son proyectos que existen que se están realizando y en los cuales intervenimos en un momento dado para fomentar, pero que no deberían depender solo del financiamiento público.

Cuando se entregan los fondos a los ganadores, ¿hacen algún seguimiento o control de la calidad de la película que se está haciendo?

Cuando hablas de calidad es bien complicado, porque quién va a establecer si una película es buena o mala. Es bien peligroso que una institución pública se arrogue el derecho de decir: me gusta tu película, te voy a dar el segundo desembolso. Lo que sí se procura es que hayan estándares de calidad técnicos, resultados objetivos. Por ejemplo si un proyecto gana un fondo para posproducción, por ejemplo, exigimos facturas de procesos de posproducción, que se haya hecho una mezcla de sonido, que se haya hecho una corrección de colores, procesos técnicos que se pueden verificar.

Pero una factura no dice mucho de la calidad.

Pero el medio es bastante pequeño y finalmente no es tan fácil que alguien se invente que ha hecho mezcla de sonido en el Ecuador. No son facturas de diez dólares, sino son contactos con empresas que prueban que se han hecho los procesos. El jurado, que es gente independiente, al la que no le damos ningún tipo de direccionamiento más que escojan los mejores proyectos a su criterio, es diverso. Está constituido por profesionales con experiencia de distintos horizontes. Se supone que en ese grupo del jurado existe la suficiente capacidad de evaluar los niveles de calidad de los proyectos, pero una vez que ha hecho su veredicto nosotros no intervenimos.

¿Alguna vez, al ver el resultado, se han arrepentido de otorgar un premio?

Es una pregunta que solo se puede responde a título personal, pero una institución no se puede arrepentir de algo. Los proceso tienen que ser súper transparentes y rigurosos de principio a fin y ahí sí estamos orgullosos. Ha sido un Fondo que se ha convocado sistemáticamente por año desde hace ocho en el que han sido beneficiados alrededor de doscientos setenta proyectos. Muchos han pedido prórrogas pero solo uno –un cortometraje- tuvo que devolver el dinero. Es un récord bastante interesante que te garantiza que los procesos sí se están llevando a cabo, si el dinero invertido por el Estado en eso, está yendo efectivamente a eso. Ahora que haya gente que piense que la película equis, financiada por el CNCine es una pésima película, eso es inevitable.  En ningún lugar del mundo, hay una película que todo el mundo diga que es buena o mala.

Este año se incrementaron los Fondos de Fomento para el cine nacional (de setecientos mil dólares a 2,4 millones) ¿Eso significa más dinero para cada proyecto o más proyectos?

Esa fue una de las disyuntivas: Si hay más dinero, ¿fomentamos más obras de las mismas características y dimensiones?  ¿O financiamos mejor las pocas obras que se hacen? La decisión fue: ni lo uno ni lo otro, sino repensar las categorías, redefinir los criterios. Se tomaron dos decisiones que son bien importantes. La primera es que se subdividió la categoría Producción de Largometraje en tres tipos de películas: tipo A, de más de trecientos mil dólares; tipo B, entre cien mil y trecientos mil dólares; y las de bajo presupuesto que son las que cuestan menos de cien mil dólares. De esa manera se puede invertir en todos los tipos de películas. Es importante que en el Ecuador haya esa diversidad, que hayan películas grandes, taquilleras, que tienen una visión más artística, de autor, y otras con más ambición de gustar al público y traer gente a las salas. Es legítimo que todas esas películas existan, pero para eso tienes que establecer mecanismos de fomento que apunten a esos distintos tipos de películas. La segunda decisión es que se unieron ciertas etapas, porque nos parecía un poco absurdo que, por ejemplo, el Estado haya invertido en una película bastante dinero público, que haya obtenido fondos para su producción, y que después se quede bloqueada porque no accede a los fondos de posproducción. Entonces, lo que se ha hecho es si una película gana un fondo para producción automáticamente gana para posproducción, es decir que se unieron las dos etapas.  Después lo que suceda en distribución y promoción ya es otro rollo.

¿Qué está haciendo el CnCine para fomentar a que la gente vea cine nacional?

Es un tema bien complejo. No es cierto que no se vea cine nacional, lo que sí es cierto es que en el circuito comercial de salas de cine, la gente que va a ver cine nacional no ha crecido, pero sí ha crecido mucho la producción. Entonces el mismo público se divide  y cada película obtiene resultados más pequeños en cuanto a público. Por otro lado, las formas de consumo audiovisual han cambiado muchísimo, no solo en Ecuador sino en el mundo entero. La ventana que antes era prácticamente la única, era la sala de cine comercial, pero ahora hay muchas otras. Ya hay películas ecuatorianas que no estrenan en el circuito comercial, pero que circulan de manera muy amplia.

¿Pero hay diversidad de públicos? ¿Los que ven cine nacional no son los mismos que, por ejemplo, van a los EDOC?

Más o menos, porque por ejemplo el año pasado hubo alrededor de doscientos cincuenta mil  espectadores para el cine ecuatoriano. Los EDOC convocan un público máximo de quince mil, o sea es mucho más especializado. ¿Qué es lo que pasa? La red de salas de cine comerciales solo está en veintiún cantones, de doscientos veintiún que hay en le país. Entonces no es cierto que la población tiene acceso a esa red. Este público accede por otras vías –legales o ileagales- a la programación nacional. Pero últimamente se ha limitado la piratería en cuanto a la producción nacional y más bien está circulando muchísimo a través de ediciones de DVD legales. Evidentemente sí existe una debilidad en cuanto al público en las salas para el cine ecuatoriano. Si la producción se ha multiplicado tanto, era de esperar que la cantidad de público que vaya a ver esa producción también crezca. Eso no ha sucedido. El año pasado se hicieron cerca de 26 veintiséis películas, pero solo trece se estrenaron en salas comerciales. Las otras se estrenaron  en DVD. Como el caso de Fernando Cedeño, él nunca estrena en el circuito comercial, pero circula de manera importante a través del DVD. No se puede desconocer que esa red también existe.

¿Por qué crees que la gente no va masivamente a ver cine ecuatoriano? Los que acostumbra a ir a las salas comerciales

Hay que relativizar esa afirmación. No creo que el espectador ecuatoriano rechaza el cine nacional. Lo que sí existe es una masa de público que se ha creado, que se ha desarrollado entorno a otra oferta, en la cual no existe el cine ecuatoriano. O sea, cuando empezaron a abrirse los complejos de salas no existía oferta ecuatoriana de producción, entonces esa gente ha visto durante años de años -desde su infancia- Hollywood, y prácticamente solo Hollywood. De algún modo se ha creado un hábito de consumo. Voy a la sala de cine a ver Hollywood y eso es lo que espero que me den. Ese es un cambio cultural bien complejo, largo, progresivo. No se va a solucionar de la noche a la mañana. Por otro lado, la gente que consume cine ecuatoriano tiene otras formas de consumo, no solo van a las salas. Y lo tercero es una especie de prejuicio, si alguien ha visto un par de películas ecuatorianas en el 2013, son dos de trece. Las películas ecuatorianas son diversas, en temática, en tratamiento, en todo. Un sector de la opinión pública sí reproduce ese tipo de afirmaciones: de que el cine ecuatoriano es igual. Pero hay de todo: comedia, documental, drama, terror, ciencia ficción, históricas, lo que pasa es que no se lo conoce muy bien. Hay un problema que hay que reconocer: la promoción. Los productores rara vez le dedican los recursos necesarios, suficientes para promover su película y de pronto se enfrentan en un terreno en desigualdad de condiciones: un estreno de Hollywood que tiene hasta en los Corn Flakes la publicidad. Así todo el mundo se entera y hay un poco de contagio masivo; terminas yendo a ver esa película. Pero para que te dé ganas, hagas el gesto de ir a una sala de cine a ver una película ecuatoriana, primero debes saber que se estrenó, que está en cartelera y eso es una tarea compleja.  

Decías que existe un fondo para promoción.

Existe un fondo para eso. Pero a una película, a la que se le da un incentivo para la producción (y no para promoción), se le exige que ese dinero sea utilizado para eso. Las películas que han ganado para promoción sí han invertido en esos procesos y han tenido mejores resultados. Siempre menciono un ejemplo sobre el nivel de falta de conciencia que tenemos de la promoción, del marketing al momento de estrenar las películas: Cuando Tania Hermida terminó ‘Qué tan lejos’, hace siete años, se demoró varios meses en estrenar. Ella decía: ‘es que no quiero estrenar de cualquier manera, quiero tener los fondos necesarios para hacer una campaña, para contratar una agencia y sacarle el jugo al estreno’ Me acuerdo que el presupuesto de su película era alrededor de doscientos mil dólares, y dijo que necesitaba como noventa mil para estrenar, casi la mitad. Pero el tiempo le dio la razón absolutamente, fue la película más taquillera desde esa época hasta acá, porque enfrentó ese proceso al cual a veces los productores llegan agotados, sin recursos, desesperados por empezar a recuperar dinero. Entonces estrenan lo más pronto posible sin criterio de cuál será el mejor momento, cuál es el público, dónde deben estrenar. Entonces ese trabajo falta.

¿Por qué el CnCine no hace una campaña para motivar y promocionar el cine nacional a nivel masivo?

Lo estamos haciendo, pero no es directamente una campaña para que se consuma el cine nacional. Es una intervención para difundir la existencia y promover lo que en el Ecuador se produce, dar a conocer a un público. Eso se llama formación de públicos. Por ejemplo, el proyecto que tenemos desde hace seis meses se llama Cine Sobre Ruedas, que es programar cine ecuatoriano en las busetas interprovinciales.

No me ha tocado uno de esos buses que pasan películas nacionales, solo pasan Hollywood

Claro, está iniciando, desde noviembre (2013). Son 1600 unidades de algunas cooperativas, no son de todas, no todos los días, pero están programando cine ecuatoriano en el país, en los viajes de más de cuatro o cinco horas. Hemos hecho encuestas y antes la gente no había visto una película ecuatoriana, no sabía que existía cine ecuatoriano. A veces nos quedamos en un círculo, en el público más preparado y especializado, pero la gran parte de la población no tiene acceso a esas programaciones. Entonces es una tarea larga, es también un cambio cultural de que la gente empiece a tener conciencia de que también existe esa programación y que puede exigir esa y no la otra.

¿Qué opinas de la crítica de cine? Pocos se atreven a criticar o algunos cineastas se enojan cuando los critican.

Es un proceso, no va a surgir una crítica profesional, consolidada, múltiple, diversa, si no existe atrás una actividad permanente de producción, de estrenos. Eso va a surgir con la dinámica cada vez más consolidada de producción y estrenos. Pero ¿cómo va a haber una crítica si no hay mucha producción?

Pero sí hay producción

Sí, hay. Lamentablemente yo sí veo una debilidad en ese sentido. En el Ecuador hay poca crítica, hay poca ejercicio y espacio en los medios. Un poco las redes sociales y los blogs han venido a reemplazar lo que antes eran espacios de crítica más permanentes y más masivos. Y es verdad lo que tú dices, quizás los productores y directores, cineastas ecuatorianos, quizás no están acostumbrados y abiertos a una mirada crítica de su obra. Pero se van a tener que dar contra el planeta, porque eso es inevitable. Si pones a consideración del público una obra es inevitable que hayan criterios favorables, desfavorables, cuestionamientos, observaciones. Hay que estar abiertos. O sino, no hago películas, no publico libros. Es verdad que la actividad crítica es débil en Ecuador. Aunque este año vamos a apoyar a unos chicos que están planteando un primer encuentro de crítica cinematográfica para el mes de agosto en Guayaquil, del cual no puedo decir mucho por ahora.

¿Crees que el cine ecuatoriano es profesional?

El cine que se hacía hasta los ochentas, era un cine hecho sobre la base de gente que había adquirido el oficio del cine no necesariamente por estudios, sino en la práctica. No estoy diciendo que hace falta un PHD para hacer una película, pero esa era la realidad. Entonces los cineastas ecuatorianos de algún modo eran lo que nosotros a veces decimos ‘todólogos’: el mismo director era el que -de cajón- escribía su guión, no habían guionistas, y todavía no hay muchos. El cineasta era productor, escenógrafo, fotógrafo, distribuidor, promotor, era todo de su propia película. Si te tomaba cinco seis siete años hacer una película y endeudarte, no podías inmediatamente volver a plantearte otra. No había una dinámica de profesionalización y de adquisición de experiencia o de práctica. A partir de los 2000, empiezan a abrirse escuelas de cine en el Ecuador, quizá la primera fue la de la Universidad San Francisco de Quito, después el Incine, la UDLA, la Universidad de Cuenca, ahorita la Universidad de las Artes y hay un montón de institutos que tienen carreras de producción audiovisual. De ahí va saliendo gente que está preparada técnicamente. También hay muchos casos de cineastas ecuatorianos que han ido a estudiar afuera, más antes que ahora, porque aquí no habían opciones. Hubo toda una generación que se formó en San Antonio de los Baños, en Cuba. Fueron varios años, a finales de los ochenta, desde que se creó esa escuela, siempre hubo algún estudiante ecuatoriano. Después hubo alguna gente que se fue a Estados Unidos, Europa y México. En los 2000, cientos de jóvenes se fueron a estudiar a Argentina. Ya se puede hablar de un sector muchísimo más capacitado, también, académicamente. Lo de profesional no tiene solo que ver con los estudios, sino con la posibilidad de que alguien que se dedique al cine adquiera una experiencia sobre la base de la constancia. Si eres actor y tienes un rodaje cada dos años, cómo puede profesionalizarte. En cambio, ahora ya hay la demanda y hay gente que se dedica exclusivamente a fotografía, edición, guiones, sonido.

Y en cuanto a promoción fuera del país ¿Qué se está haciendo?

Tenemos un proyecto de promoción internacional del cine ecuatoriano. Hicimos un par de colecciones que están circulando a nivel internacional, en particular una última colección que se llama ‘Doce miradas del cine ecuatoriano’. Son seis documentales y seis ficciones, que están en todas las embajadas del Ecuador en el mundo. Por otro lado damos apoyo permanente a las películas y cineastas si están seleccionadas en festivales, laboratorios, talleres de desarrollo.

¿Quién selecciona las películas para las colecciones que van a las embajadas?

Ese proyecto fue hecho antes de que yo llegara, lo hicieron sobre la base de un comité de programación interno. Se apuntaron a películas de producción reciente, del 2009 al 2011. No las más recientes porque todavía están en circulación comercial.

¿Cuál es el género cinematográfico que mejor hace el país: documental o ficción?

Yo creo que el documental es una fortaleza del cine ecuatoriano. Parece evidente que hay no solo cantidad sino calidad en la producción documental. Se está viendo en los EDOC, en los estrenos, incluso. Eso es un fenómeno inédito y particular del Ecuador. Hay pocos países en donde un documental se estrene y tenga cifras de taquilla comparables o mejores que las ficciones. En el 2011, la película que más taquilla tuvo de lejos fue ‘Con mi corazón en Yambo’. En 2013 fue ‘la Muerte Roldós’. No digo que solo debamos dedicarnos a eso, pero evidentemente hay una fortaleza muy grande del documental. En ficción también hay cosas excelentes. Siempre insisto en eso, porque no estoy de acuerdo cuando se dice que todas las películas ecuatorianas se parecen.