robert_mapplethorpe._peter_reed._1980.jpg

El Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (Cordicom) resolvió hace pocos días que la sección “Lunes Sexy” del diario Extra fue discriminatoria cuando presentó a la modelo Claudia Hurtado  en ropa interior roja, acompañada de la frase “¡qué potra, carajo!”. Lo hizo con argumentos que han provocado no pocas risas. Los que simpatizamos con el psicoanálisis sabemos que existe una relación entre el chiste y lo inconsciente (el juego de la palabra y el placer de ese juego; las satisfacciones pulsionales que solo pueden conseguirse a través de un rodeo, etc), y sabemos, también, que quizá una de las mayores provocaciones de Freud fue demostrar al chiste –en tanto estructura- como el modelo de las formaciones del inconsciente: los síntomas e incluso las enfermedades mentales más graves de los hombres se estructuran como un chiste. Hay mucho que profundizar y desarrollar sobre este tema, pero por lo pronto conviene detenerse y señalar esto: en el chiste hay siempre un tropiezo que detecta el oyente o lector; siempre hay el hallazgo de un desliz. Este texto se tomará en serio a la risa. Con base en estos señalamientos, planteemos de nuevo la pregunta íntegra escrita como subtítulo de este texto, pero léase esta vez con mayor sobriedad: ¿por qué han suscitado no pocas risas la resolución del Cordicom sobre la sección “Lunes Sexy” de Diario Extra?

Un fantasma recorre el Cordicom: deslices e interpretaciones paranoicas

Aunque suene tautológico, debe señalarse que lo que está implícito en la “sobre-interpretación” es la transgresión de ciertos límites de interpretación. ¿Cómo se determina esa transgresión? ¿Qué hace a una interpretación mejor que otra? Conviene, para esto, suscribir a Umberto Eco en algo: “no es cierto que todo sirve” dado que “hay grados de aceptabilidad de las interpretaciones”. Esto quiere decir que hay defectos en la semiosis hermética: si a un signo ha de interponerse otro por simple relación de semejanza, esto se puede llevar hasta el límite de manera tal que, por ejemplo, -afirma Eco- se pueda afirmar que “existe una relación entre el adverbio «mientras» y el nombre «cocodrilo» porque –como mínimo- ambos aparecen en la frase que acabo de escribir”. Aquí viene el asunto, de acuerdo a Eco: la interpretación paranoica radica en que no reconoce que la relación entre “mientras” y “cocodrilo” es mínima; al contrario, deduce de “este mínimo lo máximo posible”. El paranoico ve siempre un secreto, un motivo misterioso que ha llevado al autor (en este caso, a Eco) a juntar ambas palabras en una sola frase. En las interpretaciones sospechosas o paranoicas siempre se puede ir demasiado lejos y transgredir los límites de la interpretación (sus grados de aceptabilidad). Existen, ergo, derroches interpretativos. En el caso de un órgano como el Cordicom, estos derroches se agravan cuando lo que está en juego es una sanción.

Este es el pasaje del derroche en la resolución del Cordicom que encuentra su correlato de interpretación paranoica en que nos ha hecho reír:

“Otra palabra que se utiliza con diversas connotaciones sexuales es “picante”. Lunes sexy picante. La palabra “sexy” en letras blancas está sobre un fondo rojo. El color rojo se asocia con la vida, con la sangre. Se asocia también con la pasión y el amor erótico; con la comida sazonada con ají. Con lo caliente.

Debajo del texto “Tremenda Potra Carajo” está una publicidad del pozo millonario con una leyenda que reza “atrévete a soñar”, frase que se asocia por metonimia con el cuerpo de Claudia Hurtado. “Pozo”, connotación económica; ¡Atrévete a soñar!, atrévete a tener a una mujer como Claudia Hurtado; es decir, la relación estatus económico-acceso o alcance a una mujer como la de la portada.

En este sentido la imagen de la mujer aparece representada como una mercancía, en relación de sexo, violencia y hechos delictivos, narrados de manera sensacionalista lo que la cosifica aún más”.

¿Dónde está la interpretación paranoica? Primero, en que no existe ningún misterio por descubrir: el “Lunes Sexy” es lo que ofrece. No es necesario ningún análisis. El propio ejercicio pseudo-académico es forzado y, por ende, parte de un velo imaginario que necesita ser desnudado. Pero no de cualquier forma: vía semejanzas, sin ningún criterio o método, se fija la mirada en las palabras “picante” y “rojo”. Y al “rojo” se lo asocia con (a) la vida, (b) la sangre, (c) la pasión, (d) el amor erótico, (e) comida sazonada con ají [vínculo con lo “picante”], y (f) lo caliente.

Desde el psicoanálisis, esto en sí mismo debiera ser –para el Cordicom– muestra de lo que Lacan denominaba –más allá del lingüista De Saussure- la autonomía del significante (en este caso, las palabras “rojo” y “picante”) y el significado [las asociaciones múltiples posibles de la (a) a la (f)], o que al menos no hay una sola reciprocidad posible entre un significante y un significado para que se constituya un signo y, en consecuencia, exista una significación. Podemos ver, al contrario, que hay muchas, dependiendo del sujeto, de los significados con los que cada uno relacione al significante. En términos políticos esto es enorme, toda vez esta diferenciación del concepto saussereano del signo que hace Lacan es la base para la discusión que plantea Laclau en su defensa del populismo; es lo que permite, siendo específicos, pensar en significantes vacíos –significantes sin significado– y su relación con una noción de hegemonía.

Pero, de nuevo, la enumeración de la (a) a la (f) que realiza el Cordicom es una jugada torpe y forzada: ¿es una de ellas, o la vida o el amor erótico o la comida sazonada con ají? ¿O son todas ellas a vez, tanto en referencia a la vida en la dimensión de la realización de la sexualidad tanto como al amor erótico? ¿Con cuál nos quedamos? ¿Es posible aumentar de la (f) a la (z) la enumeración? Sin duda alguna. Podemos expandirla incluso. Lo cierto es esto: cada quien le otorgará significados concretos a esos significantes (esto se refrenda, de nuevo, en la propia lista que armó el Cordicom). Aquí el problema no es intentar descifrar lo que muestra el lunes sexy, aquí la atención debiera enfocarse en: ¿cuál es el tipo de goce que experimenta el sujeto que lee el lunes sexy? Y ante una infinitud de enumeración de significados y asociaciones posibles (que variará de acuerdo al sujeto, con sus preferencias sexuales, con sus fetiches, con sus fantasías, etc), responder a esa pregunta debe ser del orden del uno-por-uno, del sujeto-por-sujeto, lo que resultaría una tarea imposible por infinita.

Lo mismo puede decirse sobre la interpretación paranoica que trae a colación el “pozo millonario” y el “¡Atrévete a soñar!”. ¿Cómo llega entonces, el Cordicom, a la interpretación-única de que todo esto cosifica a la mujer y que se la trata solamente como mercancía? Ningún sustento. Aquí ni siquiera valieron las palabras de la propia Claudia Hurtado, la personaje de la portada del lunes sexy, que se sentía orgullosa de salir ahí y afirmaba tener muchas más actividades que esa. Cuando Hurtado se defendió ante el Cordicom, el mensaje subversivo que estaba diciendo (y que nadie escuchó) era este: yo soy mucho más de lo que ustedes ven en la portada; lo que ustedes ven es lo que ustedes –desde sus deseos, sus traumas, sus fantasmas– quieren ver, así no se den cuenta.

Y, en efecto, no se dieron cuenta, a pesar de que las asociaciones múltiples que ensayaron los tuvieron que haber empujado a darse cuenta de la multiplicidad de significaciones posibles. ¿Cuáles son los fantasmas que recorren el Cordicom?

Tropiezos y prohibiciones: ¿cuál es la vía para la reivindicación?

Una afirmación provocadora: la reivindicación de la mujer pasa por territorio masculino (hegemónico, si se quiere). La clave para entender esta afirmación la da Camille Paglia: hay que dejar de pensar que la única agenda del día de la mujer (o de cualquier otro grupo que se considere minoría) está en la agenda única que pide simultáneamente derechos sobre el cuerpo (reproductivos, etc) y tolerancia o sanción. Cuando Paglia aplaudió a Hillary Clinton por hacerse cargo de temas de estrategia militar de Estados Unidos, lo que aplaudió fue la ocupación que hizo de un territorio masculino. Cuando Paglia narró la historia de la reina-faraón Hatshepsut que gobernó Egipto hasta 1458 a.C., que desechó el que solo se la llamase reina y, al contrario, se la llamase faraón y que sus estatuas fuesen esculpidas con sus senos a la vez que con la vestimenta de los hombres-faraones y la barba distintiva, la importancia radicó en que libró una batalla de género pasando por territorios de hombres. Cuando Claudia Hurtado afirmó ser mucho más que lo que el Cordicom veía (una mujer víctima de machismo, etc), por ser madre, por ser empresaria, por ser exitosa, lo que hizo fue dar la clave de la vía para la reivindicación.

Lo que pretende una agenda (a pesar de avances indiscutibles como el rol de las mujeres en el órgano legislativo y en cargos de orden ministerial) es encapsular en sus particularidades a todos los que puedan ser agrupados como minoría: que nadie los chiflee, que nadie se burle, que nadie los mire mal. ¿Puede la vía del encapsulamiento ser la vía para la reivindicación? ¿Son la sanción y el palo legal de quien no respete tal encapsulamiento la única salida para el empoderamiento? Por supuesto que no. El camino lo señalaron mujeres como H. Clinton, Hatshepsut y Hurtado.

El problema de fondo aquí es este: cuando no se escoge el tránsito y la ocupación del territorio masculino (de nuevo, en tanto marcos lógicos hegemónicos), el peligro hoy no es que se escoja solo la victimización. El peligro de resoluciones como las del Cordicom es que, ante la imposibilidad de imponer un mismo tipo de goce, se termine imponiendo una misma prohibición compartida. Para que nadie goce con el lunes sexy (o revistas Playboy, etc), prohibir la sección. ¿Cuánto hay que prohibir y cuándo termina esta prohibición? ¿Cuáles son los espacios que hay que prohibir para que nadie chiflee, nadie mire mal, nadie se burle? Ya vimos que el lunes sexy no fue suficiente. Ahora son los programas de comedia. ¿Por qué? Porque es imposible imponer un mismo tipo de goce; porque estas no son las preguntas que hay que trazar.

Luego de todo lo que aquí se ha escrito, vale preguntarse por tercera vez, con –espero- mucha mayor sobriedad: ¿qué otra cosa sino risas es lo que puede causar la resolución del Cordicom sobre la sección “Lunes Sexy” de Diario Extra? La siguiente pregunta es esta: ¿por cuánto tiempo durará la risa? La risa, y eso lo sabemos bien todos los que nos hemos reído alguna vez, es siempre temporal.

Bajada

¿Por qué han generado risas las resoluciones del Cordicom?