¿Cuál es la deuda que tiene la 'nueva' vieja administración municipal con Guayaquil?
Las elecciones municipales de 2014 fueron una demostración del estado democrático en que vivimos. Ninguna "dictadura" estaría dispuesta a ceder posiciones tan valiosas en las urnas, como la alcaldía de Quito. Y mientras tanto, Guayaquil mantiene su puesto como el principal bastión de la oposición al Gobierno. Son muchas las circunstancias que nos llevan ahora a este continuismo en el gobierno local. De entre ellas cabe recalcar que Nebot jugó bien sus pocas cartas, y que la ausencia de alternativas fue algo que lo favoreció, incluso más que sus propios méritos.
Sin embargo, considero inconveniente e inútil el que se profundice en este artículo sobre el porqué de los resultados electorales, pues éstos son diáfanos e incuestionables.
Lo que sí es oportuno ahora es realizar un análisis de aquellos aspectos en los cuales el gobierno municipal de Guayaquil ha quedado en deuda con la ciudadanía. Seguramente, dicha reflexión caerá –una vez más– en oídos sordos, convencidos de que el triunfo electoral es el resultado del ejercicio de un "modelo exitoso", descartando siquiera considerar que la victoria en las urnas sea producto de una simple escasez de alternativas ante los votantes.
Planificación Urbana:
El manejo del crecimiento urbano de la ciudad no debe limitarse a la simple aprobación de proyectos y construcciones. Meses atrás, el Director de la D.U.A.R. declaraba en una entrevista dada al diario "Expreso", que Guayaquil sólo podía crecer hacia la vía a la Costa. Un planificador urbano jamás debe pretender controlar el crecimiento absoluto de una ciudad, pero tiene la obligación como planificador de dar las directrices de crecimiento de la ciudad e implementar una serie de objetivos que permitan medir el crecimiento urbano y la calidad del mismo.
Este nuevo período de administración municipal debería elaborar un plan de crecimiento urbano más profundo y general. Un plan integral que vaya más allá de la regeneración de aceras y la extensión de los servicios públicos. El destino de la ciudad debe estar en manos de quienes entiendan el urbanismo como lo que es: una herramienta útil para aspectos tan críticos como la lucha contra la delincuencia o el incremento de la población permanente en la ciudad.
Sobre este último tema, confieso que sigo aún en shock, luego de haber leído en el Plan de Trabajo entregado por el equipo de campaña del alcalde electo. En él se definía a la migración como un problema social, cuyos orígenes se dan en las inequidades del interior de la nación. Caballeros, ya es hora de que sepan esto: las ciudades que dejan de crecer –o que reducen su ritmo de crecimiento– se convierten en economías estancadas. La migración no es algo que deba resistirse. ¡Al contrario! Debería promovérsela, y preparar a Guayaquil para sus futuros nuevos ciudadanos. Esto debe hacerse no sólo con espacios y servicios adecuados, sino también con incentivos municipales al desarrollo económico; aunque dicho incentivo sea sólo un plan de preferencias en los impuestos prediales. Caso contrario, nos tocará contemplar cómo la querida franciscana Quito nos toma la posta, convirtiéndose en la ciudad más poblada y en el motor económico del país, allá por el año 2020, según las proyecciones de crecimiento poblacional del INEC.
No dudo que si eso ocurre, Guayaquil reescribirá su historia, tachando los adjetivos que acompañen a los nombres de sus actuales gobernantes locales.
Combate al Tráfico de Tierras:
La ciudad ha crecido de manera descontrolada, sobre todo en los últimos diez años. He dicho en otras ocasiones que el crecimiento de Guayaquil depende más de los traficantes de tierra que del propio municipio. Las declaraciones del Director de la D.U.A.R mencionadas anteriormente reafirman dicha hipótesis.
Seguramente, las autoridades municipales responderán que la lucha contra el tráfico de tierras le corresponden al Gobierno y a la Policía Nacional. Sin embargo, esa lavada las manos nos ha generado un gran perjuicio a todos los guayaquileños. El municipio cuenta ahora con una herramienta fundamental para la lucha contra el tráfico de tierras. Me refiero al Registro de la Propiedad. Debería entonces verse una actitud más proactiva por parte del cabildo en una solución definitiva a este grave problema, que nos ha costado nuestro crecimiento ordenado, la degradación de nuestra calidad de vida e incluso la vida de algunas personas.
El Distrito Metropolitano de Guayaquil:
Es insuficiente conformarse con decir de manera rimbombante que el modelo de Distrito Metropolitano planteado por el COTAAD para la ciudad de Guayaquil es insuficiente. Se trata al menos de una oportunidad anhelada por muchos, sobre todo por los denominados "autonomistas". Es lamentable que lo expresado en el COTAAD no se lo utilice como la oportunidad de iniciar un diálogo entre el gobierno y el municipio. Supongo que rechazar y menospreciar las propuestas que no son propias ha de dar un mayor rédito político en las urnas.
El Bicentenario de Guayaquil:
Esta nueva etapa de la vieja administración municipal terminará en el año 2018, si es que las reglas del juego electoral no son modificadas a fin de permitir la reelección indefinida. Bajo aquel escenario, el alcalde Nebot tendrá a su cargo el duro papel de realizar los preparativos para la celebración del bicentenario de la independencia de Guayaquil. Conmemorar dicha fecha simplemente con tuberías, adoquines y fuentes de colores sería una mediocridad imperdonable. El Centenario de nuestra independencia fue una oportunidad valiosa que los guayaquileños de entonces supieron aprovechar. Construyeron el Malecón Simón Bolívar, el Barrio Centenario, la Plaza del Centenario y una serie de elementos más que catapultaron a Guayaquil a una escala más metropolitana. Las autoridades municipales deben entonces aceptar el desafío y satisfacer los anhelos de la colectividad, aunque eso signifique gestionar obras que sean inauguradas por otros.
El Guayas y las Lluvias:
No se puede seguir buscando factores exógenos al municipio para culpar por las inundaciones cuando llueve. La sedimentación del Guayas es un problema grave a largo plazo, pues implica un incremento en las inundaciones, cuando las aguas pluviales no cuentan con el caudal necesario para ser evacuadas. No se puede seguir diciendo que el dragado del Guayas es responsabilidad del Gobierno, aunque así sea. El Alcalde de Guayaquil debe vigilar y actuar cuando una amenaza a la ciudad ha sido detectada. Al final, buscar soluciones conjuntas es más beneficioso que solamente buscar chivos expiatorios.
Áreas Verdes:
En este punto se debe reconocer el mérito que tiene la inauguración del Parque Metropolitano. Debe reconocerse y promoverse el desarrollo de proyectos semejantes. A este punto, sólo una acotación: conviene no mezclar en las estadísticas a las áreas verdes con las áreas recreativas. Cierto es que los números no mienten, pero también es cierto que muchos mentirosos usan números.
Gestión Cultural:
Mucho se ha hablado sobre este tema y muy poco se ha hecho al respecto. Conviene en este campo también la consideración de un relevo generacional. No puede ser que la cultura en Guayaquil se la siga manejando bajo los preceptos anticuados del movimiento "City Beautiful" de inicios del siglo pasado. La cultura de la ciudad requiere urgentemente de infraestructura y de espacios de desarrollo, y éstos no deben ser manejados de manera emblemática, sino aplicarse donde son más necesitados ¿Es acaso una quijotada pensar en una biblioteca de cuatrocientos mil volúmenes en el suburbio suroeste de la ciudad? Si es así, parece que en Bogotá deben estar locos, porque eso es parte de lo que hizo el municipio bogotano en el sector de El Tunal. Dicha biblioteca fue complementada con un parque metropolitano y con espacios para actividades deportivas. El resultado: los índices de violencia local bajaron dramáticamente.
El Fin de la Dualidad Urbana:
Dejo para el final lo que debe ser el mayor anhelo de todos los guayaquileños: ver a Guayaquil convertida en una ciudad homogénea, uniforme, donde los contrastes sociales sean historia. Sabemos que este problema viene de décadas atrás, que no se puede culpar al actual alcalde como causante del mismo. Sin embargo, sí podemos resaltar que hemos perdido catorce años de continuidad política que pudieron haber sido aprovechados para solucionar los problemas de quienes viven en casitas enclenques, entre cerros y esteros. Se dejó pasar la oportunidad de hacer historia erradicando las miserias de quienes humildemente buscan oportunidades en nuestra ciudad. En lugar de eso, se escogió el camino de lo específico y visual. Pero las fuentes de colores no mejoran las condiciones de vida en los esteros.
Se vienen cuatro años para dejar huella pensando en el bien común. Ojalá se los aprovechen para materializar una ciudad que pueda ser vivida y disfrutable más allá de la postal.