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Hace pocos días Fernando Cordero, más conocido como el “Corcho”, renunció a la Presidencia del Consejo Directivo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), cargo al que accedió en reemplazo de Ramiro González, actual Ministro de Industrias del Gobierno.

El Corcho llevaba apenas diez meses en el cargo, pero a mi me parecía que llevaba toda la vida. El IESS se había convertido en la sucursal del Corcho y hablaba de dicha institución como si él mismo la hubiera creado. La cantidad de nuevos afiliados, la atención en los hospitales, la implementación de nuevos quirófanos, el cambio del servicio de call center, las nuevas resoluciones, particularmente la 464, el contrato para la compra de revistas Condorito y muchas otras cuestiones hicieron que el Corcho fuera portada de periódicos y apareciera en los noticieros ecuatorianos continuamente.

Para el Corcho lo de aparecer en noticieros y periódicos no es nada nuevo. Fue alcalde de Cuenca durante dos períodos y posteriormente fue uno de los asambleístas que redactó la Constitución de Montecristi, habiendo llegado a ser Presidente de la Asamblea Constituyente en reemplazo de Alberto Acosta cuando éste se distanció del movimiento de Gobierno por motivos ideológicos y, según se comenta, por tener demasiada voluntad de diálogo con la oposición.

El Corcho se encariñó con esto de presidir Asambleas, así que fue Presidente del Congresillo interino que existió después de la Asamblea de Montecristi, y luego Presidente de la flamante Asamblea Nacional por dos ocasiones.

En las elecciones generales de febrero de 2013, el Corcho fue candidato a asambleísta nacional por el movimiento de Gobierno, y fue nuevamente elegido. Sin embargo, esta vez no sería escogido Presidente de la Asamblea Nacional, ya que el cargo estaba reservado para Gabriela Rivadeneira quien había sido la cabeza de lista de candidatos a asambleístas nacionales por Alianza País. Pero el Corcho ya se había acostumbrado a esto de que le llamen Presidente, así que inmediatamente renunció a su curul como asambleísta y fue designado por el Presidente Correa como Presidente del Consejo Directivo del IESS y, por tanto, también Presidente del BIESS. Ya se podrán imaginar la alegría del Corcho, se había convertido en Presidente por partida doble.

El Corcho no quiso perder protagonismo y decidió emprender varias reformas al funcionamiento del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social con la finalidad de “incrementar el número de afiliados, ampliar la cobertura y mejorar el servicio a los asegurados”. Respecto de las mejoras del servicio tomó la decisión de terminar el contrato con la empresa de call center que otorgaba las citas a los asegurados –con bastante retraso según las quejas de muchos de los usuarios– y que dicho servicio sea prestado directamente por personal de la institución lo que, según el Corcho, mejoraría el servicio y disminuiría el tiempo de espera para obtener una cita. Esto empezó el 1 de marzo de 2014, por lo que todavía no podemos conocer si el objetivo trazado se cumplirá o no, pero sí sabemos que marcó un distanciamiento aún mayor con Ramiro González, quien era el que había suscrito el contrato con la empresa de call center.

La administración del Corcho fue polémica en muchos aspectos. Primero con cuestiones absurdas como publicar en la web del IESS una foto de un caballo en una mesa de operaciones para anunciar la implementación de nuevos quirófanos para el IESS, lo cual fue aprovechado por los usuarios de redes sociales para burlarse del Corcho retuiteando la foto varias veces, o realizar una licitación para adquirir revistas “Condorito” para el IESS, lo que fue atribuido por el Corcho a una “desconcentración” antes de descartar por completo el procedimiento.

No obstante, los mayores errores del Corcho y que, en definitiva, fueron decisivos para que abandone el cargo se produjeron cuando quiso incrementar el número de afiliados al IESS a fin de obtener mayores recursos para una institución que atraviesa problemas serios. En primer lugar, el 11 de diciembre de 2013, emitió la Resolución 460 en la que se permitía a los trabajadores sin relación de dependencia afiliarse voluntariamente al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social aportando sobre la base un valor que no podía ser inferior a la remuneración básica unificada del trabajador en general vigente en la República del Ecuador. Traduciéndolo a palabras más sencillas, el Corcho permitió a todos los ecuatorianos que no fueran empleados en relación de dependencia afiliarse voluntariamente al Seguro Social aportando sobre el salario básico que actualmente es de US$ 340.

Como resulta lógico deducir, la aplicación de la citada Resolución pondría al IESS en una situación financiera insostenible y el déficit actuarial sería imposible de cubrir, ya que el IESS tendría que ampliar la cobertura a muchísimos ecuatorianos que se afilien voluntariamente pagando aportes muy pequeños ya que lo harían sobre el salario básico. Apenas un mes y medio después, el Corcho se dio cuenta de la barbaridad que habían cometido, y el 29 de enero de 2014 emitió la Resolución 464 que en lugar de enmendar el error causó mas confusión entre los trabajadores independientes. El contenido de la Resolución 464 no se conoció entre la ciudadanía sino hasta el 24 de febrero de 2014 coincidiendo con la resaca del oficialismo por el resultado electoral del pasado 23 de febrero.

La resolución 464 es un auténtico despropósito desde el punto de vista jurídico, ya que además de su deficiente redacción, es contraria a la Constitución y a las resoluciones del antiguo Tribunal Constitucional. En primera instancia, funcionarios del IESS y el propio Corcho aseguraron que los trabajadores sin relación de dependencia estaban obligados a afiliarse al Seguro Social Obligatorio y debían aportar al IESS el 20,6% sobre sus “ingresos reales”, lo que sería verificado con la información que los trabajadores independientes presenten al Servicio de Rentas Internas (SRI), reservando la afiliación voluntaria únicamente para los ecuatorianos domiciliados en el exterior.

El pánico cundió inmediatamente entre los trabajadores sin relación de dependencia, entre los que me incluyo. En las redes sociales hubo muchísimas quejas e incluso el abogado Fabián Pozo tomó la iniciativa de redactar una demanda de inconstitucionalidad de la citada Resolución 464 con el fin de suspender su aplicación. Pero la respuesta no estuvo solo en las redes sociales, los ciudadanos mostraron su malestar e indignación al considerar totalmente desproporcionado e inviable aportar el 20,6% de sus ingresos al IESS y los medios de comunicación tomaron nota de aquello. Y era verdad, la medida era desproporcionada y absurda, ni el seguro internacional más costoso puede suponer el 20,6% de los ingresos mensuales de un trabajador. Y no me refiero únicamente a profesionales que viven del ejercicio de su profesión, sino, por ejemplo, a un zapatero que debía destinar el 20,6% de sus ingresos vendiendo zapatos al IESS, en lugar de destinarlos al pago de servicios, básicos, vivienda, educación de sus hijos.

Hay que puntualizar que, pese a que después se retractó, en las redes sociales el Corcho defendió el contenido de la Resolución y justificó la obligación de los trabajadores sin relación de dependencia de afiliarse al Seguro Social Obligatorio basándose en el artículo 376 de la Constitución de la República, y el artículo 2 de la Ley de Seguridad Social. Lo que el Corcho olvidó –o seguramente no conocía– es que el artículo 2 de la Ley de Seguridad Social fue declarado inconstitucional parcialmente por el antiguo Tribunal Constitucional, aunque si bien es cierto en aquella época aún no regía la Constitución de Montecristi, el contenido de la anterior Constitución en lo relativo a esta materia no difería mucho del de la actual Constitución.

El error cometido fue tan evidente que el Corcho a través de una rueda de prensa nos informó, con su peculiar forma de expresarse, que la afiliación de los trabajadores sin relación de dependencia al Seguro Social Obligatorio era voluntaria y que el error había sido de los funcionarios del IESS que no habían sabido explicar correctamente el alcance de la resolución. Todo –dijo el Corcho– iba a aclararse en el instructivo que se emitiría el 17 de marzo, sin perjuicio de la posibilidad de modificar la Resolución para quitar ciertas palabras que podrían “causar confusión”. El Corcho nos quería hacer creer que él nunca pensó en la afiliación obligatoria para los trabajadores independientes; sin embargo, los hechos contradicen sus palabras.

En síntesis, el Corcho emitió una Resolución contraria a la Constitución que la enmendó a través de una rueda de prensa y que iba a aclarar a través de un instructivo. Ese esperpento jurídico fue hecho por una persona que fue Presidente de la institución encargada de legislar durante aproximadamente cinco años. Tan evidente es que el Corcho no tenía la más mínima idea de cómo arreglar el entuerto que él mismo había creado que, al momento de escribir estas líneas, y una vez que ya ha renunciado a su cargo, el instructivo no ha sido emitido.

Por si lo anterior fuera poco, el desastroso resultado de Alianza País en la provincia del Azuay – uno de los bastiones del oficialismo– fue otro detonante para que el Presidente Correa prescinda del Corcho. Ramiro González –uno de los ganadores de las elecciones del 23 de febrero con su movimiento Avanza (la nueva Izquierda Democrática)– culpó al Corcho por no haber conformado alianzas en las elecciones seccionales en la provincia del Azuay.

El Corcho criticó públicamente a Ramiro González minimizando la influencia del movimiento Avanza en la provincia del Azuay y desmintiendo las afirmaciones de González respecto de su negativa a conformar alianzas para las elecciones seccionales. El resultado de la confrontación es más que evidente, Ramiro González continúa siendo Ministro de Industrias con un alto protagonismo dentro del Gobierno, mientras que el Corcho le dice adiós a sus tan queridas Presidencias.

El Corcho dice que da un paso al costado por “motivos personales”. Es lo que dicen todos aquellos que dejan un cargo público por incompetencia o porque la autoridad que los designó se los ha solicitado. Lo que nos queda claro a todos los que hemos asistido al circo del Corcho en su fugaz paso por la Presidencia del Consejo Directivo del IESS es que, tal como dice el maestro Sabina, su adiós no maquilla un hasta luego

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¿Por qué se fue el Corcho Cordero?