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¿Qué busca el Socialcristianismo en su plan de gobierno 2014-2019?

No hace falta esperar los resultados electorales para comprender que el Partido Social Cristiano –PSC– realiza una lectura equivocada de las dinámicas electorales y de la nueva arena sociopolítica de Guayaquil en general, y de las parroquias rurales en particular. El Plan de Trabajo 2014–2019, presentado por el alcalde Jaime Nebot para los próximos comicios del 23 de febrero, es el correlato que faltaba para sostener tal enunciado. Podría decirse, con poco riesgo de desatinar, que revela su desgaste como partido político.

Una breve lectura del Plan de Trabajo 2014–2019 evidencia que los líderes del PSC han obviado, sin fundamento, la atención al comportamiento electoral de las parroquias rurales y al fenómeno de presidencialización de la conducta electoral. Además, si se contrasta el plan del trabajo PSC con las principales propuestas del Plan de Trabajo de Alianza País –PAIS– en temas prioritarios de Guayaquil, el desgaste quedará aún más claro.

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Comportamiento electoral de las parroquias rurales

Las parroquias rurales obedecen a marcos lógicos distintos de los que pudieran existir en las parroquias urbanas. Tenguel, El Morro, Puná, Juan Gómez Rendón y Posorja no tienen las mismas dinámicas que las parroquias Ximena o 9 de Octubre. De ese modo se podría decir, por ejemplo, que la Regeneración Urbana, tomada como depositaria de una matriz de orientaciones prescriptivas sobre unos ideales de cantón y de administración, no lograría articularse –en contenido y en forma, esto es, en clave de imposibilidad semántica- con esos marcos lógicos de lo rural. Visto así, no es casual que existan escasas obras de regeneración en esos territorios.

Incluso si tomamos zonas que, aun cuando pertenecientes a parroquias urbanas, son marginales, tampoco es casual que los administradores públicos hayan tenido que apropiarse de otros significantes, como “popular”, para justificar el avance a sectores como la playita del Guasmo. A esto se podría añadir que cuando la concreción de esos ideales llegan a lo urbano-marginal, su implementación haya ido usualmente acompañada de una pretensión de reforma de conductas/actitudes de los pobladores para lograr se calibren con los ideales de ciudadano-tipo que subyacen en las dimensiones estéticas de la regeneración. Caracteres que desde la academia se han descrito como procesos de “limpieza sociológica” (Andrade, 2007) o de expulsión de “indeseables” (Allán, 2008).

Lo relevante para este texto es, sin embargo, que tras la primera línea argumental se tiene un modelo de administración con una falla estructural: su imposibilidad semántica para articularse con lo rural. A modo del ensayo de Andrade (2006), titulado “'Mas ciudad', menos ciudadanía: renovación urbana y aniquilación del espacio público en Guayaquil”, que parte del eslogan municipal “Más ciudad” para enunciar sus efectos paradójicos, en tanto negativos, en la construcción y ejercicio de ciudadanía, podemos complementarlo con el fenómeno de que a “más ciudad”, mayor exclusión de lo rural en términos de coordinación y co-gestión en la planificación del cantón (del gobierno municipal con los gobiernos parroquiales rurales).

Para la coyuntura, esto es de importancia porque puede ser uno –de, sin duda, muchos– de los factores para comprender el particular comportamiento electoral de las parroquias rurales, si se analizan los resultados de las elecciones del 2004 y 2009 para la dignidad de alcalde de Guayaquil, ilustrados en la Tabla 1.

Tabla 1. Resultados para la dignidad de alcalde, 2004 y 2009

 

2004

2009

Electores

PSC

PRE

Electores

PSC

PAIS

Tenguel

4,321

62.13%

22.19%

5,296

48.17%

50.3%

Puná

2,565

49.95%

31.35%

3,327

40.19%

56.26%

Juan Gómez Rendón

4,047

30.23%

42.87%

4,730

46.49%

46.87%

Posorja

8,002

46.29%

29.37%

10,093

56.01%

42.18%

El Morro

1,543

54.2%

18.66%

1,903

67.14%

31.46%

 

                                   Elaboración propia

 

Lo que muestran los datos es que con la entrada de PAIS a la arena electoral, el PSC pierde apoyo popular en dos de las cinco parroquias rurales (Tenguel y Puná), y por centésimas gana en Juan Gómez Rendón, en donde en las elecciones del 2004 la mayoría de votos fueron otorgados al candidato Jimmy Jairala. ¿En qué contexto? En el contexto de la primera candidatura a la dignidad de alcalde presentada por PAIS –María Duarte–, tras diecisiete años de gobierno del PSC. Cualquier asesor serio se alarmaría por esta pérdida de apoyo luego de tantos años de administración, si lo que se quiere es que la organización política se mantenga en el poder.

La alarma sería aun mayor si se ubica un elemento más, imposible de disociar en los comicios seccionales: el fenómeno de presidencialización de la conducta electoral, entendida como la influencia que la figura y popularidad del presidente Rafael Correa pueda ejercer para el arrastre del voto para otras dignidades. Esto lo sabe y utiliza muy bien PAIS: no es accidental que el día de oficialización de la candidatura de Viviana Bonilla, evento que ocurrió en el parque El Centenario de Guayaquil, canciones de fondo entonaran que votar por ella es votar por el presidente.

En datos, para las parroquias rurales, los resultados para presidente y vicepresidente se ilustran en la Tabla 2:

Tabla 2. Resultados para la dignidad de presidente y vicepresidente, 2008 y 2013

 

PAIS

2008

2003

Tenguel

68.41%

66.8%

Puná

56.7%

79.46%

Juan Gómez Rendón

45.05%

63.05%

Posorja

58.83%

71.42%

El Morro

37.77%

60.28%

                                                                      Elaboración propia

La respuesta política que el PSC propone para este escenario es ninguna, al menos si se toma como unidad de análisis su Plan de Trabajo 2014-2019: son mínimas las menciones a las parroquias rurales. Cuando se las menciona guardan la forma de complemento, como lejanas de la administración del cantón. El alcalde Nebot ha afirmado en algunas ocasiones –con intención positiva– que seguirán haciendo lo mismo de siempre (en clave de su plan de trabajo, las formas verbales rectoras de sus propuestas son “continuaremos”, “seguiremos” y “mantendremos”). Pero hacer lo mismo de siempre en el contexto de las rurales es fórmula para perder –o profundizar la pérdida de– el apoyo popular.

Si bien el PSC ha reiterado que a las parroquias rurales les destinan más recursos que los contemplados en la ley, en ámbito estrictamente electoral la respuesta es “So what?”. Si en realidad se destinan más recursos pero pierden apoyo popular, surgen muchas interrogantes, como: ¿por qué no se ha logrado una articulación efectiva entre el gobierno municipal y los gobiernos parroquiales rurales?; ¿los líderes sociales han leído a la gestión del gobierno municipal como una simple oferta de obras y servicios?; ¿percibirán tanto los líderes como la población que lo realizado no es suficiente de acuerdo a sus necesidades y que poco es el esfuerzo para mejorar su situación a futuro? Preguntas que coyunturalmente están de más para el PSC,  pues su Plan de Trabajo las pasa por alto sin ningún motivo.

O quizá el motivo sea que las parroquias rurales no les representan “nada”: al final del día, allí habitan pocos electores –Tenguel en 2009 tuvo 5,296 electores y Ximena 276,749–. Sin embargo, un razonamiento de ese tipo los pondría en una falta aun más severa: mostraría que luego de veintiún años de gestión no han sido capaces de formular un proyecto político articulado territorialmente. ¿Cuál razonamiento le conviene al PSC?

2

Planes de trabajo: PSC v. PAIS

Pobre diagnóstico, pobres objetivos

La particularidad del Plan de Trabajo 2014–2019 presentado por Nebot es el carácter esencialista persistente en su sección diagnóstica. Así, por ejemplo, se leen enunciados como: “el guayaquileño (…) tiene una genética [sic] y una actitud especial: es supremamente libre” y que por eso “la continua lucha contra la adversidad no lo ha doblegado, por el contrario lo ha convertido en amo de la diversidad”. Desde un punto de vista académico es posible cuestionar dicho carácter esencialista. Se insistiría en precisar muchos puntos. Desde un punto de vista político es comprensible que la intención sea catalizar los procesos de identificación del electorado que lea el Plan de Trabajo.

Técnicamente, por otro lado, es cuestionable cómo se ha construido la sección diagnóstica toda vez por completo dislocada con los objetivos planteados. En dicho Plan de Trabajo  se mencionan la población del cantón agrupada por grupos de edad y por etnia, datos de escolaridad, entre otros, que no coinciden con sus principales objetivos de (en orden): 1. Obra pública vial de carácter popular; 2. Continuar con la Regeneración Urbana; 3. Macro-infraestructura vial y de transporte;  etc.

Al contrario, el Plan de Trabajo de PAIS goza de mayor rigurosidad técnica. Su sección diagnóstica considera –con porcentajes concretos– deudas de áreas verdes, de tenencia de vivienda, de dotación de los servicios básicos como abastecimiento de agua potable, cobertura de redes de alcantarillado, servicio higiénico, energía, recolección de basura, entre otros, todo lo cual le sirve para la construcción de un plan de gobierno que dé solución a esas problemáticas detectadas. Es posible, como consecuencia, leer unos objetivos que obedecen a una priorización: 1. Dotar de servicios públicos de calidad; 2. Hacer de Guayaquil una ciudad verde; 3. Recuperar el agua, los esteros y el río; 4. Recuperar para el municipio la administración de los espacios públicos (…); 8. Desarrollar planes de recuperación de los barrios más afectados por la violencia y la inseguridad, entre otros.

El Plan de Trabajo del PSC también menciona el tema de áreas verdes. Sin embargo, en diagnóstico afirma que la data del INEC está equivocada: que no existe un metro y medio cuadrado por habitante sino ocho metros cuadrados por habitante, y que “la municipalidad puede [demostrarlo]”, aunque nunca lo demuestra y asume el enunciado como una demostración en sí misma. Errores de este tipo abundan en su documento.

Temas coyunturales

Los excesos de la policía metropolitana y los supuestos comentarios discriminatorios contra la comunidad GLBTI por parte del alcalde se han posicionado coyunturalmente. Sobre lo primero, lo que debe llamar la atención algo central: los excesos de la policía metropolitana no son nuevos; al contrario, guardan un historial sistemático. Las propuestas de capacitarlos en derechos humanos no son solo deudas de la administración municipal, sino que se han realizado sin obtener mayores efectos.

En 2004, por ejemplo, la actual asambleísta Aminta Buenaño Rugel se desempeñaba –de acuerdo a una nota periodística de diario El Universo del 07 de febrero– como jefa de capacitación en derechos humanos. Otros capacitadores fueron en ese entonces Fernando Gutiérrez y Billy Navarrete. El tema dista de ser nuevo. ¿Qué propone el PSC? Absolutamente nada. Uno de sus objetivos del Plan de Trabajo reza: Derecho al trabajo informal (autónomo) y orden, y es exactamente el mismo al planteado en sus planes de trabajo anteriores. Es decir, en concreto el PSC no canaliza estos excesos en acciones concretas para una reformulación estructural.

Al contrario, el Plan de Trabajo de PAIS se pone como meta transformar la policía metropolitana de modo tal que se eviten los excesos de fuerza, a la par que plantea asistir a los trabajadores informales con almuerzos a precios populares y, además, regularizarlos, capacitarlos y acompañarlos en sus actividades, dotándolos de equipos, apuntando a resolver su malestar.

Esta falta en el Plan de Trabajo del PSC tampoco obedece a ningún razonamiento sólido. Esto es políticamente cuestionable si lo que está en juego es la continuidad de veintiún años de administración local con un rival como PAIS.

Lo segundo gira en torno a los supuestos comentarios discriminatorios contra la comunidad GLBTI, con ocasión de lo ocurrido con el grupo “Guayaquil sin Garrote”. El alcalde, para intentar desprestigiar a sus integrantes, afirmó que “todos estos que se disfrazaron de hombres salieron posiblemente de algún clóset de la Prefectura, son empleados de la Prefectura”. La declaración no fue solo un error: fue un error que no le importó corregir tras (a) cierto reproche social por su contenido peyorativo, y (b) el exhorto que hizo el Defensor del Pueblo, Ramiro Rivadeneira, de no usar ese tipo de expresiones.

La reparación que hizo el alcalde fue una precisión altamente cuestionable: a su decir, aquello de “disfrazarse de hombres” remitió a que se habían disfrazado de él. Es decir, intentó sustraer el que la frase contenía una reivindicación de una masculinidad característica en los gestos de los líderes del PSC –en el caso de Nebot, gestos como golpearse el pecho; afirmar, cuando el presidente Correa lo imita, que “por lo menos cuando me imita se le oye bien hablando con voz de hombre”; o el insulto clásico en el congreso en 1990 que, entre otras frases, utilizó “maricón” e invitó a pelear a dicho diputado diciéndole “sal a ser hombre”-. Adicionalmente, indicó que el “salieron de un clóset” no fue formulado aludiendo al dicho popular que asocia salir del clóset con homosexualidad, sino que –en sus palabras–, “Indiqué también que lo habrían hecho en algún clóset (no en el clóset) de la Prefectura, pues presumo que no lo hicieron en el auditorio, ni en ningún espacio público”.

Hay que insistir, empero, en que esto no es un evento puntual ni hay que personalizarlo. Al igual que en el caso de la policía metropolitana, la gestión del PSC del gobierno local en general ha tenido puntos de vulneración de derechos de la comunidad GLBTI que hoy PAIS los incluye en su agenda. Menciono un caso conocido, recientemente recogido por Fernando Sancho (2011) en un ensayo titulado “'Locas' y 'Fuertes': Cuerpos precarios en el Guayaquil del siglo XXI”: según un informe de Amnistía Internacional del 2001 (AMR 28/009/2001/s), “desde que el plan «Más Seguridad» se puso en práctica han aumentado las violaciones de los derechos humanos de personas por su orientación sexual o su identidad de género”. Y, más aún, “cuando la policía detiene a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, se los acusa de cometer un «atentado contra el decoro y las buenas costumbres» contemplados en la ley”.

Lo central es que este tipo de hechos no deben ser considerados menores, ni las declaraciones de cualquier autoridad deben pasar por alto las deudas que se tienen –si no personales, en términos generales de administración pública– para construir una gestión local que logre combatir las formas de discriminación. Nada de lo cual se encuentra en el Plan de Trabajo del PSC: lo único que existe es el reciente y puntual hecho de que por primera vez en siete años –luego de una fuerte presión social y de una cobertura mediática no menor–el cabildo haya otorgado un permiso para la realización de la marcha GLBTI de este año. Lo contrario ocurre con el Plan de Trabajo de PAIS, que incluye un rubro concreto en esta materia a modo de “[a]dministrar, mantener, proteger y aprovechar el espacio público de la ciudad, garantizando su disfrute a toda la población sin discrimen de su edad, sexo, orientación sexual, condición física (…)”.

3

Consideraciones finales

Las acciones y declaraciones de líderes del PSC y el proyecto sociopolítico que presentan en conjunto con sus candidaturas, revelan algo que se advertía desde hace algún tiempo atrás: el PSC realiza una lectura equivocada de las dinámicas electorales y de la nueva arena política del cantón Guayaquil. Esto los ha llevado a formular propuestas desfasadas social y políticamente al menos en dos ámbitos concretos: la construcción de una planificación que articule satisfactoriamente al gobierno municipal con los gobiernos parroquiales rurales que devenga apoyo popular, y un modo de administración que aspire a la solución de temas prioritarios de la ciudad –como cobertura de servicios básicos– y a la concreción de determinados derechos contenidos en el nuevo marco constitucional –apuntando localmente al derecho al trabajo reclamado por trabajadores informales, y a la igualdad jurídica y no discriminación por parte de la comunidad GLBTI, entre otros –.

Finalmente, es particular cómo esta nueva postulación de Nebot ha ido acompañada de un componente de mirada retrospectiva hacia el comienzo de la administración del PSC en 1992. Esto nos permite, en juego marxista, recordar la corrección que hizo Marx a Hegel: “Hegel observa en alguna parte que todos los grandes acontecimientos y personajes de la historia mundial se producen, por así decirlo, dos veces. Se le olvidó añadir: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”. Si se ensaya una calificación provocadora, en ese sentido, uno podría arriesgarse a afirmar que el PSC, en definitiva, intenta continuar con la administración del gobierno local, pero esta vez a modo de farsa. Independiente de los resultados del 23 de febrero.