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Venezuela es víctima de la fatalidad de las malas ideas porque las ideas, sean éstas buenas o malas, tienen consecuencias. En 1998, el candidato del Foro de Sao Paulo, Hugo Chávez Frias, gana las elecciones venezolanas con un discurso nacional-populista. Este discurso en principio no alertó al gobierno de EE.UU. ni a los grupos empresariales locales acostumbrados a la economía mixta que en todo Occidente se enseña como lo normal y deseable en países decentes.

Pero Hugo Chávez tenía otros planes.

Desde 1998 hasta acá, el gobierno chavista ha ido realizando una serie de reformas, actividades y golpes de efecto que no podían si no llevar a un desastre económico de proporciones monumentales.

¿Se puede culpar a Chávez y Maduro? Las reformas sin fricción en China, Chile y Venezuela

La China de Mao Tse-Tung con sus hambrunas y destrucción de riqueza material así como cultural fue velozmente abandonada por Deng Xiaoping con su célebre díctum sobre que “no importa que el gato sea negro o blanco, sino que cace ratones”. Una vez que la autoridad política ha decidido iniciar un proceso de reformas, el juego democrático es un estorbo decisivo. Xiaoping sólo necesitaba persuadir a los jerarcas del Partido Comunista para poder hacer reformas masivas en dirección de más mercados y menos socialismo. No hay partidos de oposición que puedan cosechar el largo plazo abundante en la medida en que hubiera ajustes dolorosos o cambios duros en el corto plazo.

De igual manera pasa con el Chile de la era Pinochet. Contra lo que muchos piensan, Pinochet no tenía ninguna afinidad con los mercados abiertos ni el capitalismo. Como buen militar (pasa ambos lados del espectro, al parecer) pensó que lo mejor era planear una sociedad verticalmente (“funciona en los cuarteles, ¿por qué no?”) y cuando empieza a fracasar es que un grupo de académicos y ejecutivos (los “Chicago Boys”) le presentan una propuesta (“El ladrillo”) de reformas de mercado. Al igual que en China, el régimen no necesita más que cuidar de reojo su popularidad para llevar a cabo las reformas. Las reformas y planes económicos razonables no siempre se cosechan en el mismo período en que se efectuaron[1].

El caso de Hugo Chávez y su vicepresidente Maduro se trata de todo lo contrario. El populismo tiene efectos muy agradables en el corto plazo y desagradables para el largo plazo. Y el llamado socialismo del siglo XXI, para la mirada de los economistas versados en los mecanismos de la realidad que llamamos “los mercados”, no es sino la sistematización (formalización, sublimación) del populismo más folklórico de nuestra región. Si el socialismo no es una política coordinadora viable, como planteaba Murray Rothbard, entonces se trata simplemente de prohibición central de actividades productivas independientes del poder. El socialismo del siglo XXI es la etapa superior, en terminología leninista, del populismo.

Un proceso de concentración de poder nunca antes visto en Venezuela, tirando por la borda las nociones aprendidas durante dos mil años desde el mundo clásico hasta hoy sobre división de poderes o garantías constitucionales , permite responsabilizar única y exclusivamente al gobierno chavista de los resultados. Desde luego la única excusa posible (sabotaje de los EE.UU. o “la derecha “) no resiste el menor análisis causa-efecto, aunque sea la más viable en el plano populista (como el régimen cubano sabe bien) para aglutinar a los simpatizantes frente al enemigo designado. Los regímenes socialistas generalmente vienen a remplazar regímenes percibidos como “acaparadores de bienestar” y por eso la calidad de vida parece mejorar (y en ciertos indicadores simples mejora de hecho) para millones de personas. Redistribuir es fácil. El problema es otro: producir bien y suficientemente. Crear un clima (no sólo un plan central) para que florezca la actividad ciudadana o remplazarla eficazmente, es enteramente facultad del Establecimiento político en economías mixtas o socialistas. A más poder, más responsabilidad sobre la totalidad de resultados.

Las políticas de Chávez y sus efectos

El último informe anual de Libertad Económica en el Mundo del Fraser Institute ubica a Venezuela como la economía menos libre de las 144 analizadas. El país sufre de escasez crónica de electricidad y productos básicos. La inflación está entre las más altas del mundo. La infraestructura están literalmente cayéndose a pedazos luego de años de abandono, y la capacidad industrial y agrícola ha quedado diezmada tras cientos de expropiaciones y nacionalizaciones. El socialismo no repone y repara lo que encontró ya hecho por la misma razón que no tiene tiendas de ferretería: asume que el capital se repone solo, o al menos, sin el motivador afán de lucro.

Venezuela importa ahora el 70% de sus alimentos y el petróleo constituye el 95% de lo recaudado en exportaciones. El bolívar fuerte fue devaluado frontalmente en un 32% a inicios de 2013 , luego de que una vorágine de gasto público antes de la elección presidencial de octubre dejara un enorme déficit fiscal del 8,5% del PIB. Y puede que eso no baste: el dólar se cotiza en el mercado negro a más de tres veces el valor tipo de cambio oficial. Eso significa que la inflación seguirá a niveles récord durante todo el tiempo de discrepancia. Hoy en día (diciembre de 2013) la inflación implícita llega al 36% mensual (283% anual). Si llega a 50%, Venezuela estará en un proceso hiperinflacionario con los ahorros y salarios pulverizándose paulatinamente.

Precio del bolívar venezolano (línea azul) en el mercado negro. Precio oficial (línea roja).

Precio del bolívar venezolano (línea azl) en el mercado negro. Precio oficial, línea roja

Ramón Espinasa aporta en cifras[2] a nuestra comprensión:

Paradójicamente, y contrariamente a la retórica oficial, Venezuela se ha hecho durante los últimos diez años más dependiente [énfasis mío], en su ingreso por exportaciones de petróleo, de las ventas a Estados Unidos. Una fracción creciente de un volumen de exportación decreciente se vende a [EEUU]. Las exportaciones de petróleo han caído en la medida en que ha caído la producción y ha aumentado el consumo del mercado doméstico de hidrocarburos. A lo largo de los últimos diez años la producción de petróleo ha caído un 25%, de 3,2 a 2,4 millones de barriles diarios (Mbd). Por otro lado, el consumo del mercado doméstico aumentó un 90%, al pasar de casi 400.000 barriles diarios en 1997 a 750.000 en 2007. En consecuencia, las exportaciones de petróleo cayeron más de un 40%, de 2,8 a 1,65 Mbd, entre 1997 y 2007.Las exportaciones de crudos y productos de Venezuela a Estados Unidos han caído de 1,8 Mbd en 1998 a 1,4 Mbd en 2007, una caída de más del 20%. Sin embargo, medido como fracción del volumen de exportación, las exportaciones a Estados Unidos han aumentado del 64 al 85% entre 1997 y 2007. (Brasil tiene una balanza comercial con nosotros favorable en casi 5.000 millones de dólares, desde 200 millones en 1998).

Incluso en el portal de izquierda dura Rebelion.org[3] se reconoce3 el desbalance consumista (mientras, repitámoslo, no hay reposición ni reparación arquitectónica, de ornato urbano, de patrimonio cultural sino destrucción por negligencia y ocupación) con las siguientes palabras:

“El aumento de la capacidad de consumo de los venezolanos (en estos años, la pobreza se ha reducido a la mitad) no ha venido acompañado del incremento de la capacidad productiva interior suficiente para cubrirlo (pese a que se han intervenido 7 millones de hectáreas para hacerlas productivas). Esto ha determinado que ese incremento del consumo ha sido en buena medida importado. Mientras el consumo per cápita creció en promedio 3.7%, la producción ha aumentado solamente el 0,8%. Igual ocurre con el crecimiento de la agricultura, muy por debajo en su participación en el PIB de lo que debiera (está en el 4’5% cuando debiera llegar, cuando menos, al 12%).”

El chavismo no hubiese podido aplicar su agenda social-populista si no hubiera sido por el petróleo, que según algunos cálculos generó a Venezuela unos 980.000 millones de dólares durante 14 años de chavismo. Alrededor de una tercera parte se gastó en programas sociales – esto explica la elevada popularidad de Chávez entre los estratos más pobres–. El resto fue dilapidado en dudosas inversiones o se destinó a inflar las cuentas bancarias de una nueva clase privilegiada, cuyos miembros ahora son conocidos como los boligarcas debido a la espectacular manera en que han prosperado gracias a la denominada revolución bolivariana. Como nos dice Juan Carlos Hidalgo[4]: “decenas de miles de millones de dólares fueron empleados en impulsar las ambiciones geopolíticas de Chávez, que financió partidos políticos, gobiernos e incluso guerrillas de extrema izquierda en América Latina”.

Maduro y la especulación

Las acciones humanas son todas especulativas: intentan adaptarse por adelantado a condiciones futuras en un mundo de incertidumbre y escasez. Nicolás Maduro es el político por excelencia en este sentido: cree que las leyes de la realidad (económicas) no aplican si hay “otra mentalidad” o “control suficiente”. Asumiendo el poder en abril de este año, Maduro ha protagonizado el episodio más folklórico –y rateril- en lo que va de la década. El 9 noviembre de este año, ordenó la rebaja de precios y venta forzosa de los almacenes de línea blanca

Daka[5] por considerar que los precios no eran los adecuados. La ocupación incluyó no sólo a vecinos de la zona que aprovecharon la ocasión sino a fuerzas policiales que se llevaron televisores de plasma y productos similares en vehículos de la institución.

No sólo Daka fue ocupado en Caracas sino que en Puerto la Cruz, Ciudad Ojeda, en el occidente, un almacén de electrodomésticos también fue saqueado impunemente. Y en Los Teques, cerca de Caracas. La autoridad centralizada dando señales destructivas centralizadas. Un clima nefasto para hacer negocios. Al notar el efecto disuasivo del episodio, Maduro dispuso[6] la ocupación militar de la cadena de almacenes para mantener el abastecimiento de esos bienes en particular.

Maduro también acaba de decretar el adelanto de la celebración de navidad[7] para congraciarse con el electorado. La siguiente ofensiva vendrá en los precios de los automóviles en los cuales se ha encontrado[8] márgenes de ganancia de más de 1.200 % debido a la imposibilidad de importar abierta y competitivamente bienes de toda clase a la vez que el sistema CADIVI asfixia[9] la salida de divisas.

Pero el control de precios finales ha sido un fracaso desde tiempos de Hammurabi y por tanto la tentación inmediata es controlar más tramos de la cadena de valor.

Nuevamente es revelador que en Rebelion.org conste la clave del asunto: “Igualmente hay un control de precios finales, que ha intentado frenar la inflación y la especulación, pero tampoco han funcionado pues de nada sirve fijar el precio final de un producto si no se fijan también los precios de las materias primas, de la maquinaria y demás insumos (lo que puede desembocar, como ha ocurrido en no pocas ocasiones, en que no era rentable producir, fomentándose las importaciones).” El argumento de la rentabilidad, que el fragmento recién citado identifica correctamente como esencial, resume por qué el socialismo mismo es un sistema económico inviable, se busque o no la rentabilidad. Todo esfuerzo humano implica economizar, asignar recursos limitados entre fines alternativos. Eso implica al menos no gastar más recursos produciendo algo frente a lo valioso del resultado final. Eso sólo es posible cuando hay precios (y por ende costos para el siguiente tramo en la cadena de valor) pactados en los mercados. Desde luego proponer cualquier precio por encima del oficial ya ha sido amenazado con cárcel[10]. Venezuela parece confirmar la idea de F.A. Hayek de que el intervencionismo lleva un Estado policial casi sin proponérselo y ciertamente confirma la de L. von Mises de que el socialismo simplemente no puede hacer contabilidad de costos. Lamentable o afortunadamente la realidad de las sociedades humanas no puede moldearse verticalmente sin gravísimas consecuencias descoordinadoras en lo cultural y material. Venezuela no es ninguna excepción.

Conclusión

Los tres países de clase media más amplia, educada, creadora de ornato y con mejores servicios de los 1950’s en Latinoamérica han caído víctimas de los peores vicios de la región. En Cuba del socialismo total, en Argentina del peronismo de derecha y de izquierda y en Venezuela de economías mixtas excluyentes que finalmente condujeron al chavismo. El legado de Hugo Chávez ha provocado destrucción del aparato productivo, cortoplacismo cultural a niveles de olas delincuenciales permanentes y mayor dependencia de un producto sin valor agregado. Para el caso de las políticas públicas al igual que en medicina, el diagnóstico condiciona enteramente la receta. Y al igual que en medicina, el juramento hipocrático dicta que si uno no entiende bien las consecuencias de una acción sistémica, es mejor dejar las cosas como están. Lamentablemente el diagnóstico de Maduro pasará por culpar a los pocos espacios de economía de mercado (un pleonasmo) y alentado por La Habana y el Foro de Sao Paulo, pisar el acelerador hacia más socialismo. En sus propias palabras dará «guerra económica contra la burguesía parasitaria y el imperialismo«. Del desastre que se le viene no podrá culpar a nadie más. Vivimos en una región romántica en el peor sentido del término. Cuando Lenin vio el desastre que causó tuvo que dar marcha atrás con la N.P.E. (Nueva Política Económica) e incluso Raúl Castro hace tímidas reformas para permitir que los mercados hagan su trabajo coordinador. Pero Nicolás Maduro seguramente pensará que él, como pensaron muchos en el pasado reciente, sí va a lograr hacer funcionar el socialismo.

 


[1] Explaining the Clinton economic boom – https://www.realclearpolitics.com/2012/09/05/explaining_the_clinton_economic_boom_289328

[2]Ramón Espinasa, «Escenarios petroleros 2007».Disponible en

www.petroleoyv.com/website/site/p_detalle.php?id=1995&tipo=4

[3] https://www.rebelion.org/noticia.php?id=168277

[4] https://www.ilustracionliberal.com/55/el-nefasto-legado-de-hugo-chavez-juan-carlos-hidalgo.html

[5] https://panorama.com.ve/portal/app/push/noticia88194.php

[6] Asimismo, en Ciudad Ojeda, en el occidente, un comercio de electrodomésticos también fue saqueado impunemente. La situación se repitió en Los Teques, cerca de Caracas

[7] https://www.infobae.com/2013/11/02/1520833-maduro-adelanta-la-navidad-decreto-ganar-las- elecciones

[8] https://www.eluniverso.com/noticias/2013/12/01/nota/1863831/nicolas-maduro-anuncia-decreto-que-obliga-bajar-precios-automoviles

[9] https://www.aporrea.org/contraloria/n240818.html

[10] https://mexico.cnn.com/mundo/2013/11/29/nicolas-maduro-ordena-el-arresto-de-vendedores-que- aumenten-precios

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