Las discapacidades per se no son la limitación. La limitación la imponemos quienes tenemos todas nuestras facultades. ¿Somos conscientes de nuestro egoísmo frente a estas personas?
Cuando entré por primera vez a su oficina, las campanitas -esas que cuelgan del techo y la puerta golpea al abrirla- me anunciaron.
– «¿Eres tú?»
– «Sí, hola Mauri», respondí a pesar de que aún no podía verlo, un cubículo al fondo de la sala me lo impedía.
Me adelanté y lo vi. Vi cómo sus manos tomaron su bastón blanco. Vi cómo se levantó de su silla. Vi cómo esperaba que me acerque para estrechar mi mano, que él no puede ver.
Nos saludamos y se acomodó de nuevo frente a un monitor de computador apagado. Con el mouse abría y cerraba programas. Yo no veía nada sólo escuchaba una voz robotizada que en un castellano españolísimo «leía» todos los movimientos que él hacía. La voz tiene nombre y apellido, me recordó Mauricio. Es el Jaws (Job Acces with Speech). Para ese entonces yo ya había utilizado, sin éxito, ese software que desde que llegó a Ecuador hace 15 años, facilita la vida de los ciegos en el país.
“No necesito tener la pantalla prendida pero para que veas lo que hago, la prenderé” me dijo. Pienso que con la pantalla apagada, solo con el mousse y el teclado, yo no podría ni abrir un programa. Los papeles cambian, ¿quién es la persona con discapacidad en ese momento?
Mauricio Suárez es no vidente, tiene 27 años y está graduado de Comunicación Social en la Universidad Salesiana de Quito y trabaja ahí en la Tifloteca, una sala para no videntes con contenidos disponibles para ellos. En su oficina hay una serie de libros en Braille y aunque él lee y escribe en ese lenguaje, prefiere usar la computadora. En Internet, dice, hay infinidad de contenidos que puede acceder que nunca van a estar disponibles en Braille.
En su pantalla negra con letras blancas que recuerdan a los antiguos sistemas de Windows muestra The Qube, un software exclusivamente para Twitter para ciegos. «Verás, si entro a la página de Twitter normal, Jaws no puede trabajar correctamente porque los tuits se actualizan a cada rato y el programa no alcanza a leerlo todo».
Ese mismo problema tiene Mauricio con una infinidad de páginas web, en especial con medios de comunicación locales e internacionales como El Universo o El País. Cualquier animación, publicidad, recuadro, contenido en Flash que interfiera en el texto principal impide que Jaws funcione bien.
Desde hoy, Gkillcity, en su compromiso con las personas con discapacidad, tiene disponible un formato para no videntes. Así, ellos podrán acceder a todos los contenidos que hay en la página.
A través de Mauricio pude conocer la infinidad de opciones y contenidos para él y otros no videntes. Cuando no se tiene una discapacidad es difícil entender la cantidad de limitaciones que tiene una persona que sí la tiene. Hagan el intento de “ver” una película con los ojos cerrados. Al comienzo no será difícil porque gran parte tiene diálogos pero habrá un momento en el que probablemente se desesperarán. En esas escenas silenciosas en las que los personajes siguen actuando pero no hay palabras y muchas veces son relevantes para el filme. Una vez me puse un antifaz y tuve que identificar los colores de las témperas por sus olores –rojo: cereza; verde: menta; café: chocolate- y luego pintar un árbol. El resultado fue una mezcla entre surrealismo y mi evidente falta de talento en la pintura.
Mauricio me contó que aunque le gustaba compartir tiempo con su familia, ver películas junto a ellos, es un poco molestoso. “En muchas partes de la película ellos se reían y yo tenía que preguntar qué pasaba. Luego los seguía acompañando pero no preguntaba, prefería bajarme las películas para ciegos”. Ahí mismo en su oficina, en el monitor de su computadora, me enseñó una de esas “películas”. Abrió un reproductor de audio que no conocía, parecido a Winamp –un recuadro negro con la lista de canciones en reproducción y más arriba las típicas ondas que dibujan los ritmos y volumen de lo que suena-, y empezó una voz –también españolísima- a narrar el ambiente de un lugar. Esta voz se intercalaba con un los diálogos. Era un simple archivo de audio que yo no veía nada pero él, con las descripciones, se imaginaba todo.
Hagan, otra vez, la prueba de estar desconectados un día, ya sea de las noticias, de Twitter, de Facebook, de Internet. De absolutamente todo. Tampoco usen computadora. Ese aislamiento suyo es voluntario pero en el caso de las personas con discapacidad, no hay opción. Sus opciones son muy limitadas y sin “puentes” de interpretación o software adecuados, se pierden de la mayoría de lo que nosotros consumimos.
Durante los talleres para personas con discapacidad que dicté en el primer semestre del año, me di cuenta que los sordos son los más aislados, quienes tienen más dificultades de comunicación. Su lenguaje es el de señas y sin él pueden hacer poco. En Gkillcity, desde hoy, empezaremos a implementar mecanismos para que los contenidos sean también más accesibles para ellos. No será de golpe pero sí procuraremos suplir las necesidades de las personas con discapacidad. Si algo entiendes cuando trabajas con un grupo de clase en el que hay no vidente, sordos, con discapacidad física e intelectual, es que cada uno es un universo.
Como parte del programa para inclusión a personas con discapacidad en tiempos de elecciones, financiado por la OEA -a través del fondo Trust for the Americas- Gkillcity asumió varios compromisos, entre ellos, volver la página inclusiva. Uno no entiende la urgencia de estos cambios hasta que no comparte de cerca con ellos. Para la barrera de los sordos, le lenguaje hablado y escrito, procuraremos incluir un intérprete en nuestros contenidos audiovisuales.
El acceso a la información es solo uno de los derechos humanos que no están garantizados a todos los ciudadanos, en especial a aquellos con algún tipo de limitación a causa de una discapacidad, como Mauricio. Intentaremos que ese derecho no sea negado, al menos no en Gkillcity.