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@josemarialeonc

El cinco de agosto pasado Pamela Troya y Gabriela Correa se presentaron a las oficinas del Registro Civil de Quito y pidieron un turno para casarse. Ahí les dijeron que les darían una contestación el viernes inmediato. Dos días antes del plazo fijado, Pamela encontró bajo la puerta de su departamento la respuesta negativa. El Registro Civil les exigía cumplir con los requisitos del artículo 67 de la Constitución y 81 del Código Civil. Eso significaba, en pocas palabras, convertir a una de las dos en hombre o conseguir un hombre para casarse.

Varias semanas después, en una lluviosa noche, en el hermoso barrio quiteño de la Floresta, nos sentamos a conversar sobre los motivos para haberse presentado, el desarrollo legal del caso y los argumentos conservadores para impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pamela, ¿de dónde nace la necesidad de volver público algo tan íntimo como el hogar, la sexualidad, el afecto de pareja en una causa de interés público?

Sería bueno que este tema sea un tema solo personal, privado y que la sociedad no se metiera con quién te acuestas o con quién haces un hogar. Lamentablemente por los tabúes, los prejuicios –muchos de ellos basados en preceptos religiosos– un tema netamente personal se convierte en algo público. Fue una decisión muy pensada, porque teníamos que decidir, más que decidir estar conscientes de que era permitir que los medios de comunicación ingresen en nuestras vidas, justamente para desmitificar esta idea de que la homosexualidad es perversión o que es pecado, o que es aberración o que solo nuestras relaciones se limitan al tema sexual, como si no fuésemos capaces de comprometernos a otros niveles. Entonces, aquí es a través de un ejemplo vívido demostrarle a la sociedad que somos capaces de comprometernos, de vivir el amor, que somos tan “normales” como cualquier pareja heterosexual que quiere formar un hogar. Esa es la lógica.

Me estás diciendo que la vida de las personas homosexuales no está centrada en la sexualidad…

Es decir, la sexualidad es parte del cotidiano del ser humano, no es que eso sea lo principal, pero forma parte de la gama variada de lo que hace un ser humano. Lamentablemente, en el tema de la homosexualidad la sociedad centra a todo el ser humano en su sexualidad. Por ende, es pecaminoso, aberrante, inmoral, etc, cuando la homosexualidad es solo una parte de la gama de identidades del ser humano. Por eso es que la homosexualidad no te vuelve per se bueno o malo, así como la heterosexualidad no te vuelve bueno o malo. Un poco la idea aquí es evidenciar que el ser homosexual no te hace un ser humano perverso, sino que es parte de la cotidianeidad, así como hay heterosexuales perversos, hay homosexuales perversos, pero eso no tiene nada que ver con ser homosexual, sino con ser humano.

En la cotidianeidad, ¿cómo es la vida de ustedes? Porque hay una creencia de que hay la pretensión del así llamado “lobby gay” de “homosexualizar a la sociedad”

Hay un tema aquí: a un homosexual no se le puede hacer heterosexual, así como a un heterosexual no se le puede volver homosexual. La cuestión es que no estamos intentando promover un nuevo orden, como afirman los Catorce Millones, porque es poco probable que eso suceda. La gente sigue con su vida. Es más, que nosotros tengamos nuestra vida no ha impedido que el resto siga haciendo su vida. Gaby y yo aceptamos nuestra orientación sexual, luego nos conocimos, nos enamoramos, nos hicimos pareja y ya vamos cuatro años y medio juntas, vivimos hace dos años y dos meses juntas, vivimos una cotidianeidad como viviría cualquier pareja: compartimos los gastos de la casa, hacemos supermercado, vamos al cine, salimos entre amigos, con la familia. Es decir, no hacemos nada que podría considerarse fuera de lo que haría cualquier pareja heterosexual. Lo que sí hacemos de diferente es que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a reuniones con activistas, generar estrategias para ver cómo incidimos en el Estado para que se reconozcan nuestros derechos, evidenciar que nuestros derechos no están siendo parte de la agenda de este Estado, como debería ser, porque somos partes de la ciudadanía ecuatoriana. Esto nos involucra dobles jornadas de trabajo, mucho esfuerzo. Muy al contrario de lo que piensan los Catorce Millones no recibimos plata extranjera por hacer lo que hacemos el “lobby gay”, por el contrario, significa poner de nuestra plata. Los activistas en general vivenciamos de primera mano, en carne propia, lo que son los derechos humanos. Esa es la diferencia digamos entre un ser humano cotidiano y quienes hacemos activismo por el matrimonio igualitario.

Me decías que en algún momento tuvieron que aceptar su identidad sexual. Yo como heterosexual nunca senté a mis papás en la sala de mi casa y decirles “papá me gustan las mujeres”, ¿por qué hay ese proceso de aceptación tan expreso en las personas homosexuales?

Porque tienes una dinámica social en la que la heterosexualidad, como norma, es la única realidad que debe existir en el ser humano. La homosexualidad no es parte de la diversidad socialmente aceptada. Entonces se da por hecho que hay que ser heterosexualidad y ahí se basan todas las dinámicas sociales. Además, está el prejuicio sobre la homosexualidad en todos los ámbitos. Cuando escuchas, además, que es un pecado, porque hay una concepción judeocristiana de lo que es la homosexualidad, inclusive a través de los discursos de pastores y sacerdotes. Entonces, cuando ves que eres diferente y te das cuenta que reconocerlo de esa manera te llevará a una descalificación social, en la que vas a perder ciertos derechos o “privilegios” que tiene un heterosexual, te lo piensas dos veces y entras en confusión. Comienzas a preguntarte qué eres ¿un pecador? ¿una aberración? Luego te das cuenta que por más que intentas encajar no puedes negar lo que eres: eres una persona homosexual, te gustan las personas del mismo sexo. Entonces, en ese proceso hay gente que decide tener una doble vida porque saben que les podría ir mal con su familia, en su trabajo, con sus amigos. Salir del clóset implica varias capas. La primera es darte cuenta a ti mismo y aceptarte que eres homosexual y hay personas que jamás terminan aceptándose y eso es algo que termina por enfermarte, porque no hay nada peor que no poder aceptar quién eres. Supongamos que empiezas en esto y dices sí, soy homosexual, no puedo fingir conmigo mismo, entonces decides empezar con tu círculo más cercano, tus amigos, tu familia, y ahí te enfrentas a cómo reaccionan. Algunos aceptan, otros no, hay padres o madres que dicen preferir un hijo muerto que homosexual o deciden encerrarte en una clínica de tortura, entonces dice ¡mierda, puedo perder lo que tengo, solo por ser homosexual!

Ahora, ustedes que se conocen hace más de cuatro años, han sido felices…

Hemos tenido altibajos como cualquier pareja.

Pero, en general, han sido felices,

Sí,

De dónde parte la decisión de no conformarse con esa felicidad y emprender una causa que va a causar, por el contrario, la profunda infelicidad de un gran sector de la sociedad.

En general tenemos la mala costumbre de ser metidos. Tendemos a no quedarnos con nuestra vida y juzgar la del prójimo, como si fuese uno superior. Parece parte de las dinámicas sociales que nos han enseñado: creernos superiores a los demás. Lamentablemente hay un grupo que gusta de meterse en la vida ajena y, lo que es peor, piensan que esas vidas van a afectar su felicidad. Siempre he planteado que los homosexuales y las homosexuales hemos existido desde el principio de la humanidad. Eso no ha causado que la humanidad se “homosexualice” o se extermine la especie. Es más, nadie ha dejado de reproducirse, el planeta está sobrepoblado. El punto es que por más que se paren de cabeza, no vamos a dejar de existir, de conocernos, de enamorarnos, de juntarnos en pareja. La cosa aquí va de una felicidad que debe trascender las puertas del hogar que no es otra cosa que tener los mismos derechos que todos los demás seres humanos. Se trata además de que así como nosotros como ciudadanos y ciudadanos cumplimos con las exigencias estatales completamente, porque no por ser homosexual se pagan menos impuestos, así deberíamos tener la protección y reconocimiento de derechos completa de parte del Estado. Hacemos, jurídicamente hablando, exactamente lo mismo pero nos dice el Estado “por ser homosexuales, no tienes estos derechos”. En ese momento la relación bilateral Estado – ciudadano se rompe, por falta de cumplimiento del Estado. Como ciudadanía queremos el reconocimiento legal de cualquier pareja que quiera casarse, va y se casa; de igual forma, queremos el reconocimiento social, que también es importante. Porque cunado decides casarte es lindísimo, va la familia, los amigos, es un gran evento. En cambio, para nosotros es algo escondido, que no se puede decir, no puede uno festejar con el mismo valor como la cuestión simbólica que es porque la sociedad nos dice “hagan su vida, allá, lejos, pero no la hagan pública”. Nosotros no le estamos pidiendo a los heterosexuales que no hagan público su amor, o que no se casen, o que no formen familias. Nuestro pedido no restringe ningún derecho heterosexual. El hecho de que Gaby y yo nos casemos, no te va a quitar a ti ningún derecho como heterosexual.

¿Pero no hay una amenaza en contra de la familia conforme su definición tradicional?

No hay ninguna amenaza, porque las familias heterosexuales van a seguir existiendo y las parejas heterosexuales igual. Yo podría entender si es que el darme a mí derechos le quitara algo a los heterosexuales, pero que a mí se me reconozca mis legítimos derechos no afectas los de nadie. Y si eso le da un revolcón de estómago a alguien, uno no puede vivir pensando en cuáles son las susceptibilidades que hiere, solo hay que pensar en qué derechos se afectan. Pero si alguien le grita a Dios que cómo permite esto, qué pena, qué pena que sea tan intolerante, no debería preocuparse ni intentar andar jodiendo la vida de los demás. Nosotros no queremos meternos en la vida de los otros, solo queremos que nuestros derechos se reconozcan y que socialmente se reconozca nuestra felicidad. Punto.

En ese camino de la búsqueda de ese reconocimiento, hay un argumentos conservador que habla de los derechos de los niños de crecer en una familia que provea los roles paternos y maternos, ¿aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo afectará ese derecho del niño?

Se intenta, ya que por el lado del derecho les falta argumentos, sacar esto que creen que es su as bajo la manga “hagan lo que les dé la gana, pero no se metan con los niños”. Hay que entender lo siguiente: por una lado, no se la garantiza una estabilidad emocional a una criatura por el hecho de que exista una padre o una madre. Si fuera así, no habría violencia intrafamiliar o niños abandonados y este sería un mundo maravilloso, porque además todos hemos salido de hogares heterosexuales. El tema es qué mismo están precautelando. Porque si estamos precautelando que el niño o la niña crezca saludablemente, hay que considerar otras variables. El que haya padre y madre no garantiza que se le va a dar amor a esa criatura. Las estadísticas que manejan las instituciones que receptan denuncias de mujeres en este país dicen que siete de cada diez mujeres son violentadas. Y no es que sean maltratadas por sus parejas lesbianas, sino por por sus cónyuges, parejas. Siete de cada diez hogares ven violencia intrafamiliar y hay que ver el daño que le hace esa violencia a esos niños. Porque no solo es atestiguar que tu papá le pegue a tu mamá y, a la final, que ella le devuelva la agresión, sino ser el objeto mismo de esa agresión. Hay que ver cómo afecta ese circulo de violencia a los niños. Por otra parte, ya existimos familia homoparentales con criaturas porque como bien recalca Silvia Buendía el hecho de que seas homosexual no quiere decir que no tengas y te funcione bien tu aparato reproductivo. Además, muchas veces sucede que ya has tenido una vida heterosexual y de esa vida ya hubo hijos y después te reconoces homosexual y empiezas a vivir con tu pareja, ¿qué vas a hacer con tu hijo? Nada, tenerlo contigo. Así que el tema es lograr el reconocimiento de esas familias que ya existimos. Ahora, claro que queremos adoptar. Estamos en las mismas capacidades de poder formar una criatura. Los conservadores suelen presentar unos estudios de periquito de los palotes, Texas no sé qué, que utilizan variables de procesos en los que una de las personas no se ha reconocido como homosexual y tiene una doble vida, entonces claro el niño ve el proceso de desgate de la relación, con ese estudio presentan un niño con baja autoestima, pero no utilizan para el estudio a parejas que han decidido razonadamente adoptar. En cambio, un estudio reciente, hecho en Australia, habla de parejas homoparentales y heteroparentales en condiciones de que ambas han decidido tener un niño y, prácticamente, no hay ninguna diferencia entre ambos. Si la pareja tiene buena comunicación y amor y eso le transmiten a la criatura, entonces el niño crece sin ningún problema. Lo más interesante es que los niños criados por parejas homoparentales crecen con mejores herramientas de vida, por ejemplo, crecen con mejor empatía, porque como sus padres han vivido la discriminación, le enseñan al niño a ser respetuoso y respetar la diversidad. El niño entiende la diversidad y no hace bullying, por ejemplo. Entonces, si es por el tema del bienestar de la criatura podemos dar lo mismo –y hasta mejor– que cualquier pareja heterosexual. Si te pones a ver, la decisión en una pareja homosexual de tener un niño llega a ser mucho más pensada que en una pareja heterosexual, porque no es que un día me acosté con mi pareja y ¡ups! Quedé embarazada y ¡ups me tocó casarme! Y ¡ups, el tipo salió volando y me quedé de madre soltera! ¿Te das cuenta lo que implica para una pareja homosexual decidir tener un hijo? Es un tema súper, recontra pensado.

Ahora bien, todo esto que tú mencionas son estudios y teorizaciones, pero habría que hablar de ejemplos puntuales…

Yo tengo un ejemplo puntual…

Cuéntame.

Yo vivo con mi hermana que es madre, de un proceso de un tipo que le importó un carajo embarazarla y se pintó de colores y con mi hermana vivo inclusive antes de que conozca a Gaby. Mi sobrino tiene siete años y ha vivido con tres mujeres. No hay una imagen paterna en esa interacción familiar. Las tres prácticamente hemos criado a ese niño, porque mi amor apareció en mi vida cuando mi sobrino tenía aproximadamente dos años, entonces él tiene conciencia desde siempre de la existencia de Gaby y es un niño que es capaz de reconocer y sentir empatía por el prójimo, que en la escuela tiene una tendencia a cuidar a los menores que él, que se ha peleado con otros niños que pegan a las niñas. Esto que te voy a contar que me parece fenomenal: un día lo encontré muy triste a mi sobrino y es porque tiene un mejor amiguito que le pega. Mi hermana fue al colegio a hablar al colegio y la profesora le explicó que…

¿Los papás de este niño son homosexuales?

No, para nada. De hecho es una pareja heterosexual que está ya separada y vivía violencia intrafamiliar. El padre le golpeaba a la madre y esa es la dinámica que el niño aprendió: si algo no le parece golpea al compañero. Entonces, la única forma de interrelacionarse que tiene cuando se frustra es golpear. Ahí se ve muy claro cómo un niño que sale de una familia tradicional –papá, mamá, perrito, lavadora– que replica las dinámicas que ve en su casa. Un niño violento, como sus padres. Ya me había dicho que le golpeaba, entonces le decíamos que no se deje. Una tarde lo encontré en la sala triste y meditabundo. Me dijo es que fulanito me sigue golpeando. Yo le dije que si el niño ya no entendía, después de todo, debía alejarse de él. Y él me dijo “no me puedo alejar porque cuando se queda solo, se pone a llorar y es mi amigo”. Es un niño demasiado dulce…

¿Crees que tu sobrino crezca a ser una persona con una orientación homosexual por el ejemplo que ha tenido en la casa, ya que como dices sí se replican las conductas de los padres?

Primero, si fuera un ejemplo, no existiríamos los homosexuales porque prácticamente todos hemos salido de padres heterosexuales. Segundo, yo recuerdo haberme sentido homosexual desde los cinco años. Mi sobrino tiene siete. Entonces, yo veía y decía si el guagua fuera gay ya me hubiera dado cuenta. Lo curioso es que es heterosexual. Y lo sabe. Es más, tenía una noviecita, dentro de lo que se puede tener una novia a esa edad. Yo le decía ¿y te gusta? Y me contestaba sí, me gusta mucho. Además, como los niños son más inteligentes que uno y no sirve de nada ocultarles las cosas.

¿Pero él tiene claro que es heterosexual?

Sí, lo tiene muy claro, desde los seis años. Antes, como solo veía la dinámica de besarnos las dos, cuando él tenía cuatro, por ahí, vio un programa donde una pareja heterosexual se besaba y le pareció rarísimo. Entonces mi hermana le dijo “sí, puede pasar que un hombre se quiera con una mujer, una mujer con otra mujer o un hombre con otro hombre”. Empezamos a explicarle que el tema es el amor y que eso va más allá de si eres hombre o mujer. Él sabe que nosotras somos lesbianas, entiende lo que es ser heterosexual o ser homosexual. Él no tiene conflictos, somos los adultos los que los creamos y somos los adultos, lamentablemente, los que llenamos de prejuicios y odios a los niños. Si tú le explicas a un niño el tema de la empatía y el respeto por las decisiones de los demás, lo entienden más rápido que un adulto. No se hacen líos. Si les metes los otros argumentos que dañan esa percepción sana, crecerán a ser discriminadores, a creerse superiores, inclusive a legitimar la agresión o asesinato de los que son diferentes. El punto aquí es qué sociedad queremos. Una que segregue, discrimine y reprima al otro; o una que reconozca a la otra y la otra y vivamos en paz sin jodernos. Se supone que vivimos en una época en que podemos ir a instancias a denunciar que nuestros derechos están vulnerados.

Hablando de conflictos de adultos, ¿cómo está el conflicto de adultos que tienen planteado ante la justicia?

Pues, enredado. Sabíamos, además, que no iba a ser fácil. Una de las cosas que dije, en tono irónico, es que así tenga ochenta años, mi amor y yo nos vamos a casar. Nos hubiera gustado que el tema sea ágil, pero…

¿estás convencida de que te vas a casar?

Sí, porque este es un tema que trasciende a este gobierno. Tendremos Correa el tiempo que sea, pero algún rato pasará a otro gobierno. Me hubiese encantado que sea en este gobierno, pero si no existe una reflexión que lleve a una evolución del pensamientos, pues tocará trascenderlo. No nos interesa pelearnos con el gobierno, ni con Correa. Esto no es una pelea, sino un a reivindicación de derechos. Así que si se logra tender un puente y el presidente logra evolucionar en su forma de pensar, sería realmente maravilloso. No porque estaría entrando en la tendencia que él malinterpreta, sino haciendo un verdadero ejercicio de derechos humanos. Él dice que la patria es de todos, pero parece que solo de todos los heterosexuales. Qué lindo sería ser parte de esta revolución. Y no me vengan con que se está ejerciendo políticas públicas a favor de los GLBTI porque tienes una ministra lesbiana… O sea, es chévere, pero no se puede decir que con eso se remedia las vulneraciones. Es más, la Constitución del 2008 es un retroceso porque la del 98 nos permitía casarnos. Lamentablemente ningún colectivo GLBTI se planteó el tema del matrimonio, porque recién estábamos dejando de ser delincuentes –hasta el noventa y siete, la homosexualidad eran un delito tipificado en el Código Penal–, entonces estábamos recién asumiéndonos como seres humanos. Hemos pasado por etapas como en cualquier sociedad.

¿El juicio, en qué estado está?

Ya habíamos presentado nuestra acción de protección y la jueza Gloria Pillajo Balladares, muy erudita en cuestiones constitucionales y que demuestra lo efectiva que es la justicia en este país, inadmitió la acción porque dijo que no ve por dónde hay vulneración de derechos.

¿Esa fue su sentencia?

No, ni siquiera la admitió al trámite. No hubo audiencia, ni sentencia, en la primera providencia la descartó, sin entrar a conocer el caso. Según ella, en su mamotreto de notificación, argumenta que el Registro Civil no negó nada, que solo pidió que cumplamos con el requisito del artículo 67 de la Constitución y 81 del Código Civil que dice que el matrimonio es entre hombre y mujer. O sea, no nos negó nada solo nos pidió que una de las dos se haga hombre o se vaya conseguir un macho para casarse cada una por su lado. Como si eso no fuera la negación del reconocimiento del derecho consagrado en el artículo 66.9 que dice claramente “el derecho a tomar decisiones libres, informadas voluntarias, y responsables sobre su sexualidad y vida y orientación sexual. El Estado promoverá a los medios necesarios para que estas decisiones se den en condiciones seguras” ¿Cómo coges y le das la razón al Registro Civil en el tema de que las dos nos hagamos heterosexuales y nos vayamos a conseguir un macho para casarnos? Desde ahí la jueza Pillajo se fue de cola. Lo otro que dice es que no ve vulneración de derechos constitucionales porque la Constitución es clara, 67, matrimonio es entre hombre y mujer y punto. Yo le recuerdo a la jueza Pillajo que la Constitución debe interpretarse orgánicamente. Artículo 3, son deberes primordiales del Estado; punto uno: “garantizar sin discriminación el efectivo goce de los derechos establecidos en la Constitución y los instrumentos internacionales”. Los instrumentos internacionales nos protegen. Está, además, el artículo que es la panacea en esta constitución, el 11.2, que dice que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades. Nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, nacimiento, etcétera, etcétera, específicamente identidad de género y orientación sexual. Si la doctora no cacha la Constitución, también debería recordar el artículo 427, que dice que “las normas constitucionales se interpretarán según el tenor literal que más se ajuste a la Constitución en su integralidad. En caso de duda se interpretarán en el sentido que más favorezca la plena vigencia de los derechos y que mejor respete la voluntad del Constituyente”. Entonces no se puede reducir una Constitución híper garantista a un artículo que además se metió con dedicatoria contra los GLBTI y no tomar los otros derechos que garantizan igualdad en derechos. La tercera razón que esgrimió la jueza es que teníamos que haber agotado las instancias administrativas. Cuando te vulneran un derecho no puedes esperar que la burocracia se tramite. Para eso es la acción de protección, para restituir de manera inmediata los derechos del afectado y nos mete el cuento de que vayamos a agotar las instancias administrativas ¿Cuáles? Apelamos frente a eso y ya se nos ha concedido la apelación, pero ahora estamos esperando el sorteo en la Corte Provincial. Ahí se acabó la celeridad. Entiendo la lógica. Están intentado retrasar el proceso lo más que pueden. Mientras están bostezando, nuestros derechos siguen siendo vulnerados. Esa es una muestra de como está la justicia en nuestro país. Debería ser todo ágil y no es así ¿Cómo estamos concibiendo los derechos humanos en este estado?

¿Cuál es la perspectiva una vez que se sortee en la Corte?

Una Sala conocerá la apelación y deberá resolver si envía todo de regreso a la primera instancia para que acepte al trámite y empiece, recién ahí, el juicio. Sabemos que la sentencia será negativa

¿Por qué tienes esa certeza?

Porque… de alguna manera creo que los jueces no operan de forma independiente. Hay un sesgo y una forma miope de considerar lo que dice la Constitución. Entonces si los jueces son como la jueza Pillajo, el que por fin haga la sentencia y dicte sentencia va a insistir en el argumento del artículo 67. Una vez que eso suceda, volveremos a apelar de la sentencia. Irá a la Corte Provincial, donde seguramente se ratificará la sentencia. Ahí emprenderemos nuestra acción extraordinaria ante la Corte Constitucional que tendrá tres caminos. El primero, negar la acción, lo que sería una vergüenza internacional. La segunda, decir que finalmente sí tenemos el derecho. Lo cual demostraría además independencia. El tercer camino, es no pronunciarse nunca. Dejarlo ahí, durmiendo. Lo cual evidenciaría que no les importan los derechos. Si no se pronuncian o se pronuncian en contra, iremos a las instancias internacionales. Primero a la Comisión Interamericana de Derechos y, de ser necesario, luego a la Corte Interamericana, cuyo pronunciamiento será obligatorio para el Ecuador. Este camino puede tomar siete, diez o más años. Pero no tenemos apuro. Esta no es una carrera de velocidad, sino de resistencia pero que quede claro: mientras tanto, nuestros derechos seguirán siendo vulnerados.

Ahora la Constitución equipara, excepto en la adopción, a las uniones de hecho con los efectos del matrimonio…

En el papel… Porque esta Constitución aguanta todo. Pero en la práctica, la unión de hecho es un viacrucis. Si es que fuera en verdad equiparable a los derechos del matrimonio, la unión de hecho sería un estado civil y cuando te unes de hecho sigues siendo soltero. Además, la unión de hecho debería hacerse en cualquier notaría. Aquí debes buscar en qué notaria te hacen el favor. Silvia Buendía en el caso de una pareja buscó en treinta notarías y de esas cuatro le dijeron que la hacían. Entonces, adicionalmente a eso, tenemos los casos de cómo la unión de hecho no sirve para nada. Es un papelito lindo que puedes usar cuando se te acaba el papel higiénico en la casa. Por ejmplo, vas a una notaría porque quieres sacar una declaración juramentada porque conseguiste un trabajo en el sector público. Es un requisito en esa declaración poner lo que tienes y lo que tiene tu pareja. Cuando lo vas a hacer, el notario te dice “no, porque su cédula dice soltero”. Te obligan a mentir. Un caso más complejo es que en un matrimonio, si uno de los dos tiene beneficios del IESS, puedes hacerlo extensivos a tu cónyuge. En la unión de hecho no, ahí está el caso de Rosita Paredes y Gabriela León. Rosita afiliada al IESS, Gabriela no. Entonces, Rosita dice voy a registrar a Gabriela como mi beneficiaria y su empleador lo intenta pero el sistema del IESS le arroja como resultado que no puede registrar a una persona del mismo género: se acabó el derecho. Rosita y Gabriela reclaman y el IESS, tres meses después, medio desbloquea el sistema pero es solo para ese caso. Si va otra pareja en unión de hecho dará el mismo resultado. Y así para cada base de datos del IESS, porque están separadas. O sea, es el mismo trámite para préstamo hipotecario, préstamo quirografario, seguro de salud. Lo mismo pasó cuando falleció la pareja de Janeth Peña. Tuvo que pelear dos años con el IESS para obtener el beneficio del Monte Pío. Ahora, la cuestión es que tú podrías decir que es una cuestión administrativa, que puede resolverse y que deberíamos pelear por equiparar los derechos de la unión de hecho con la del matrimonio. Digamos que fuera así, pero la campaña es “los mismos derechos con los mismos nombres” porque si lo uno y lo otro me van garantizar los mismos derechos, por qué para los homosexuales tiene que llamarse “periquito de los palotes” y matrimonio para los heterosexuales. Ahí es un tema de reconocimiento social. Una cuestión de evidenciar que no tiene por qué ser nuestro amor y compromiso menos legítimo. Si nos van a dar los mismos derechos, tiene que tener los mismos nombres.

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José María León Cabrera