Desde el 9 de junio de 2025, los equipos profesionales de fútbol en Ecuador tienen una nueva opción para organizarse legalmente: convertirse en sociedades anónimas. Ese día, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Orgánica de Solidaridad Nacional. La ley tiene una disposición que permite que los clubes pasen de ser organizaciones sin fines de lucro a operar como empresas con fines económicos.

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Hasta antes de junio de 2025, todos los clubes en el país funcionaban como sociedades civiles, es decir, asociaciones sin fines de lucro —en las que los socios no están obligados a aportar dinero. En ese modelo, cada socio tiene el mismo poder de decisión, sin importar su nivel de contribución económica al club. 

Ese tipo de administración, aunque garantiza igualdad formal, también ha limitado las posibilidades de inversión y profesionalización de los equipos, explica el abogado Celso Vásconez.

Con la reforma, los clubes ahora pueden optar por convertirse legalmente en sociedades anónimas deportivas. Antes de esta ley, esa figura no estaba contemplada en el marco jurídico ecuatoriano, por lo que los equipos estaban obligados a funcionar como asociaciones sin fines de lucro. No existía una vía legal ni un procedimiento formal para que un club se organizara como empresa mercantil dentro del sistema deportivo.

Esto significa que ya no tendrán socios, sino accionistas. Las decisiones se tomarán según el porcentaje de acciones que tenga cada persona: quien aporte más capital, tendrá más poder de decisión y, a cambio, también tendrá derecho a recibir ganancias si el club genera utilidades. 

En palabras del abogado especialista en derecho deportivo, Celso Vásconez, esto representa “un cambio total de estructura jurídica” porque los clubes pasan de ser asociaciones a ser empresas mercantiles.

Este cambio no es obligatorio. 

Cada club podrá escoger. Algunos podrán mantenerse como están —especialmente los que tienen estructuras tradicionales, como Barcelona Sporting Club o El Nacional—, es decir, con grandes masas de socios, fuerte identidad institucional y decisiones compartidas. Otros, como Mushuc Runa u Orense, que en la práctica operan de forma similar a una empresa, podrían transformarse con mayor facilidad.

Uno de los argumentos a favor de esta figura es la posibilidad de atraer inversión privada y mejorar la transparencia de ingresos y gastos. Actualmente, muchos equipos son controlados por grupos económicos o familiares, aunque esto no se refleja legalmente. Si deciden adoptar la figura de sociedad anónima, esas relaciones quedarán registradas y se podrá exigir una rendición de cuentas más clara. “Se sinceran los dueños, los aportes, las decisiones”, dice Celso Vásconez. 

Además, el abogado especialista en derecho deportivo dice que esta estructura permitiría captar más recursos y organizar mejor el manejo financiero de los clubes.

Sin embargo, ni él ni otros expertos creen que esta medida por sí sola resolverá los problemas del fútbol ecuatoriano, como el mal manejo financiero, la falta de transparencia y la escasa inversión en formativas. Estos problemas tienen raíces estructurales y no dependen únicamente del tipo de figura legal que adopte un club.

Diego Arcos, periodista deportivo, lo resume de forma directa: “Depende del administrador. Si hay mala gestión, igual puede fracasar”. Para Arcos, el modelo empresarial puede funcionar si quienes lo lideran entienden que se trata de un proceso a largo plazo y no de sacar ganancias inmediatas. Cita como ejemplo negativo a Colo-Colo, en Chile, que adoptó la sociedad anónima pero tuvo malos resultados por culpa de la administración.

Aunque la figura legal ya está aprobada, aún falta un paso importante: la emisión del reglamento que defina cómo se aplicará esta disposición. Vásconez explica que, aunque la ley ya permite la existencia de sociedades anónimas deportivas, aún se necesita un reglamento —emitido por el Ejecutivo— que detalle cómo se aplicará en la práctica.

Ese reglamento deberá definir los procedimientos, requisitos y condiciones para que los clubes puedan transformarse legalmente. Después, entidades como el Servicio de Rentas Internas, la Superintendencia de Compañías o el Ministerio del Deporte podrían emitir normativas complementarias que regulen aspectos específicos dentro de sus competencias. Según Vásconez, este proceso podría tomar cerca de un año.

En el reglamento se deberá explicar cómo se transforma un club, cómo se conforma su estructura accionaria, qué pasa con sus bienes como estadios e instalaciones, y qué capital mínimo se necesita. El reglamento debe emitirse en un plazo de 90 días desde su publicación en el Registro Oficial, que en este caso fue el 10 de junio de 2025.

Una figura popular en el mundo

La posibilidad de que los clubes funcionen como empresas no es nueva en el mundo. En países como España, Inglaterra o México, los equipos ya operan bajo este esquema desde hace años. Y en Ecuador ya hubo un intento fallido, dice Diego Arcos.

 En 2009, el Deportivo Quito intentó convertirse en sociedad anónima con la Universidad SEK, pero sin una ley que lo respaldara. Según Arcos, esa decisión —sumada a una gestión deficiente y al desorden administrativo— contribuyó a agravar la crisis del club. Años después, el equipo arrastra millonarias deudas, ha enfrentado procesos judiciales y permanece en la segunda categoría del fútbol ecuatoriano desde hace casi una década.

Nicolas Jacome
Nicolás Jácome
Reportero de redes en GK. Periodista por la Universidad de las Américas.
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