El fútbol femenino tiene cada vez más espectadores y rompe récords de asistencia en estadios. Ahora, en las camisetas de fútbol, se imprimen los nombres de mujeres futbolistas. Las niñas tienen ídolas a quién seguir, si su sueño es jugar fútbol profesional. Esto es gracias a una lucha histórica por incluir y promover el fútbol femenino en un deporte —que también es un negocio, de los mejores pagados del planeta en la categoría masculina.

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Cuando jugar fútbol estaba prohibido para las mujeres

El fútbol se originó en Inglaterra en el siglo XIX durante la época de la industrialización. Lo jugaban estudiantes de escuelas públicas y se popularizó entre trabajadores de fábricas. Los mejores jugadores recibían incentivos económicos. Así se formaron las primeras ligas de fútbol, y para presenciar los partidos, se vendieron las primeras entradas al público que, principalmente, era obrero. 

Durante la Primera Guerra Mundial, los hombres fueron a pelear, y las mujeres que se quedaron en sus ciudades, empezaron a trabajar como obreras convirtiéndose en la mayoría del personal obrero. Así también comenzó a popularizarse el fútbol femenino. En 1920, el fútbol femenino tuvo una cifra récord: hubo un partido con más de 50 mil espectadores. Fue el de Kerr Ladies vs St Helens Ladies, ambos ingleses. Ese día, Kerr Ladies ganaron 4-0. 

El partido fue a favor de los exmilitares que estaban desempleados y habían quedado con alguna discapacidad por la guerra. La recaudación —tipo fundraising— superó las 3 mil libras esterlinas, sin contar las entradas. Esto es unas 140 mil libras (178 mil dólares estadounidenses) de hoy.

Este exitoso partido desencadenaría en la prohibición del fútbol femenino por parte de la Federación Inglesa de Fútbol. ¿La razón? La recaudación de los partidos de fútbol femenino estaban fuera de la jurisdicción y control de la Federación Inglesa. Por tanto la Federación votó a favor de prohibir el fútbol femenino en todos los campos de fútbol afiliados a la liga inglesa

Esta prohibición duró 51 años. Se levantó recién en 1971 luego de la creación de la Asociación Femenina de Fútbol Inglesa, en 1969, y la solicitud de levantamiento de la restricción.

Jugando con donaciones y sin paga: el primer mundial de fútbol femenino 

La restricción del fútbol femenino en Inglaterra impidió que haya torneos, formación deportiva y promoción del deporte. Mientras tanto, las ligas masculinas y sus jugadores se profesionalizaron tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Se popularizaron en todos los continentes, principalmente en Europa y América. Luego llegó a ser el fenómeno global deportivo que hoy conocemos.

Las mujeres continuaron jugando pero se mantuvo de manera amateur, y como pasatiempo. A pesar de esto, algunos países, como Italia y Noruega, organizaron torneos no oficiales para promover el deporte. 

En los años setenta, se creó la Federación Internacional y Europea de Fútbol Femenino (FIEFF) en Italia. Este organismo consiguió organizar, con gran éxito por la asistencia de espectadores, las Copas Mundiales Femeninas no oficiales de 1970 (Italia) y 1971 (México). Estos mundiales no fueron transmitidos en televisión pero tuvieron buena acogida de espectadores en los estadios. 

En México, en 1971, el equipo femenino de Argentina venció a Inglaterra por 4-1 en el Estadio Azteca. En ese mismo espacio, quince años después, en 1986, la selección masculina de Argentina vencería a Inglaterra por cuartos de final, con un marcador de 2-1, tras el gol del siglo por Diego Armando Maradona. 

Para el mundial femenino de México, Argentina logró formar un equipo gracias a donaciones. Viajaron sin técnicos, sin paga, pero vencieron, el 21 de agosto de 1971, a Inglaterra por 4-1. Elba Selva, número 10, pasó a la historia al marcar los cuatros goles. Desde entonces, el 21 de agosto de cada año, es el día de la mujer futbolista en Argentina. 

En los años 80, las federaciones amateurs de países como Italia y Noruega organizaron torneos llamados “Mundialitos” para continuar promoviendo el fútbol femenino.

Para 1991, la FIFA se interesó en realizar el mundial oficial de fútbol femenino. Lo hizo en China. El torneo tuvo 12 países que competían: 5 países europeos (Dinamarca, Alemania, Italia, Noruega y Suecia), 3 asiáticos (China, Taipei, y Japón), 2 americanos (Brasil y Estados Unidos), 1 africano (Nigeria) y 1 de Oceanía (Nueva Zelanda). 

Ese año, por primera vez en la historia, Estados Unidos fue el campeón mundial de fútbol al vencer a Noruega 2 a 0. Esto marcaría el inicio de la carrera de Estados Unidos para convertirse en potencia del fútbol femenino. Ganaría tres mundiales más en 1999, 2015 y 2019. 

Selección de Estados Unidos

La selección de Estados Unidos después de ganar el mundial de 1999. Fotografía del archivo de la FIFA.

De amateur a profesionales: la inequidad social y económica

El mundial de Nueva Zelanda y Australia 2023 es el noveno mundial de fútbol femenino. Su nueva popularidad es el resultado de la inversión y profesionalización del deporte en la última década. 

La organización, demandas y propuestas por parte de jugadoras y ligas femeninas de fútbol han atraído interés de clubes, organizaciones y empresas para promover el negocio deportivo del fútbol femenino. 

Hay hechos clave en los últimos años para que el fútbol femenino empiece a remontar el marcador.

A partir de 2007, la FIFA empezó a otorgar premios económicos a las selecciones ganadoras. Hasta ese entonces, las jugadoras en los mundiales jugaban por pasión al deporte y sus necesidades deportivas eran apenas cubiertas. Por eso, muchas jugadoras de fútbol profesional debían trabajar en otras áreas para cubrir los costos deportivos. 

Actualmente, los salarios de las jugadoras están aumentando, sobre todo en Europa. Los premios económicos que se ofrecen a las futbolistas y a las federaciones por sus logros en los torneos continentales e internacionales también han aumentado.

Para este mundial se destinaron 150 millones de dólares, un aumento significativo con respecto a los 30 millones de dólares invertidos durante el mundial de Francia 2019. Aún así, esta suma en comparación del fútbol masculino sigue siendo solo un tercio: los premios totales asignados a la Copa del Mundo Catar 2022 de fútbol masculino sumaron 440 millones de dólares.

Por las brechas salariales entre jugadores profesionales y premios otorgados, las mujeres futbolistas se han organizado para recibir un monto justo.

El 8 de marzo de 2019, en el Día Internacional de la Mujer, la selección femenina de Estados Unidos presentó una demanda por discriminación de género contra la Federación de Fútbol de Estados Unidos por la igualdad salarial y las condiciones de trabajo. 

Las jugadoras estadounidenses afirmaron que la discriminación no solo afecta a sus nóminas, sino que también repercute en cómo entrenan, dónde juegan y con qué frecuencia. También afecta a cómo viajan a los partidos, el tratamiento médico y el entrenamiento. Esto, a pesar de que las jugadoras estadounidenses han ganado 4 veces el mundial de fútbol, mientras que la selección masculina no ha logrado avanzar de las primeras fases mundialistas en toda la historia.

Las diferencias de salarios es significativa no sólo en comparación del fútbol masculino sino también entre jugadoras profesionales según continente. En países como Estados Unidos y Francia, los sueldos de los futbolistas con mayores ingresos alcanzan una media de casi 250 mil dólares al año. Esta es la mejor situación. Pero los salarios varían mucho de un país a otro. En algunos pueden ser inferiores a 600 dólares al mes, si es que llegan a percibirse, según un informe elaborado en 2020 por el sindicato mundial de futbolistas FIFPRO

En febrero del 2022, la asociación de fútbol estadounidense y las jugadoras llegaron a un acuerdo para resolver la demanda sobre igualdad salarial donde los deportistas recibirán 24 millones de dólares. La federación de fútbol se comprometió también a equiparar los salarios de las selecciones nacionales masculina y femenina. 

Remontar el marcador: el fútbol femenino suena en las gradas y en la televisión

El fútbol femenino se profesionaliza en dos corrientes en las últimas décadas. En Estados Unidos muchas jugadoras de fútbol siguen la tradición de jugar para universidades mientras estudian, y luego ingresan a un club profesional estadounidense si desean continuar con la carrera deportiva. 

En Europa, los clubes finalmente decidieron apoyar y profesionalizar a sus jugadoras. La visión del negocio del fútbol masculino —su administración, gestión y perspectiva— fue llevada a las cantera femenina. En Latinoamérica ocurrió algo similar, tras la exigencia de la Conmebol de que los clubes sudamericanos tengan un equipo femenino. 

Estas medidas fueron fundamentales para que en los dos últimos años se promuevan torneos oficiales como la Champions League Femenina, la Copa Libertadores, Copa América, Eurocopa, y hasta la Finalissima. 

Tras un auge de torneos y el favorable interés de espectadores de fútbol femenino rápido se rompen récords deportivos en el fútbol. Entre los principales récords están: récord mundial de asistencia a un partido de fútbol femenino profesional es de 91.648 espectadores. Ocurrió el 22 de abril de 2022, cuando el Barcelona Femenino se enfrentó al Wolfsburgo Femenino en la semifinal de la UEFA Women’s Champions League en el Camp Nou.

Otro récord es que la camiseta de la española Alexia Putellas, que lleva el dorsal 11, es la más vendida en la historia de los partidos del Clásico español (entre Barcelona y Real Madrid) —incluyendo a la serie masculina.

Marta Vieira da Silva, de la selección brasileña tiene el récord de más goles marcados en Copas Mundiales de la FIFA, con 17. Formiga, de la selección brasileña y con 41 años, es la primera jugadora de la historia en disputar hasta 7 Mundiales, superando cualquier récord masculino o femenino. Linda Caicedo, de la selección colombiana y con 18 años, ha participado en 3 mundiales de categorias diferentes en menos de un año y ha marcado un gol en cada uno. Nouhaila Benzina, de la selección de Marruecos, fue la primera jugadora en llevar hiyab en una Copa del Mundo.

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Samantha Andrade
Politóloga, con especialidad en Política Pública y Relaciones Internacionales. Trabaja en temas de proyectos de desarrollo, derechos humanos, género y gobernanza. Además, fanática futbolera y otros deportes. Ex gestora de proyectos de GK y ex directora de GK Escuela. En la redacción, Samantha nos da soporte cuando las circunstancias lo exigen y en temas deportivos.
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