El cobre en la transición energética es clave. Se ha convertido en un mineral esencial en el camino hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el medioambiente.
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Gracias a sus propiedades únicas, como su alta conductividad, resistencia a la corrosión y capacidad de reciclaje, el cobre desempeña un papel fundamental en diversas tecnologías de energías renovables, infraestructuras eléctricas y vehículos eléctricos.
Es, además, relativamente abundante, y no tiene ningún sustituto aparente. Su presencia en nuestra vida es casi total e imperceptible.
“Se encuentra en todo tipo de productos, desde tostadoras hasta aparatos de aire acondicionado y chips informáticos. Hay unos 30 kilogramos de cobre en un coche medio y más de 400 en un hogar típico”, explica la publicación especializada World Energy Trade. Es decir, en una casa promedio hay más peso en cobre que en humanos.
América Latina y el Caribe, una región reconocida por sus vastas reservas de cobre, tiene un papel vital que desempeñar en esta transición.
Uso responsable, esencial para la transición energética
El cobre es esencial en la transición energética por su papel en las energías renovables.
Tanto la energía solar como la eólica son pilares fundamentales de la matriz energética sostenible del futuro. El cobre juega un papel crítico en ambas tecnologías.
En los paneles solares fotovoltaicos, el cobre se utiliza para facilitar la conversión de la energía solar en electricidad. Su alta conductividad eléctrica garantiza la eficiencia en la transmisión de la energía generada hacia los sistemas de almacenamiento o directamente hacia la red eléctrica.
En las turbinas eólicas, el cobre se emplea en los cables de las bobinas y los generadores para asegurar una transmisión eficiente de la energía eólica a la red eléctrica.
América Latina y el Caribe tienen una gran ventaja en términos de reservas de cobre: albergan la mayoría de las reservas mundiales. Sin embargo, es importante destacar que aproximadamente el 90% de estas reservas se agotarán a mitad de siglo. De hecho, explica World Energy Trade, “el transporte y la industria requerirá mucho más cobre del que existe actualmente”.
Dada la creciente demanda de cobre, especialmente en tecnologías de energías renovables, es crucial aprovechar estas reservas de manera eficiente y responsable.
Además de su papel en las energías renovables, el cobre también desempeña un papel fundamental en la infraestructura eléctrica.
Los cables de transmisión y distribución de electricidad están compuestos en gran medida por cobre debido a su alta conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión.
Estas características garantizan una transmisión eficiente y confiable de la electricidad generada por fuentes renovables. A medida que se expanden las redes eléctricas y se desarrollan infraestructuras inteligentes, la demanda de cobre en la región aumentará considerablemente.
La movilidad eléctrica, también marcada por el cobre
La movilidad eléctrica es otra área en la que el cobre se convierte en un elemento vital.
Con el crecimiento acelerado de los vehículos eléctricos, el cobre se utiliza en los sistemas de propulsión, cables de carga y baterías.
Los vehículos eléctricos son una alternativa más sostenible y limpia que los de combustión interna. Es una industria donde la demanda de cobre crecerá significativamente.
Ahí, América Latina y el Caribe pueden desempeñar un papel importante en la producción y suministro del preciado mineral.
El cobre también es esencial en las tecnologías de almacenamiento de energía. Las baterías de ion-litio dependen del cobre para garantizar una carga y descarga eficientes de energía.
El impacto positivo del cobre en la transición energética no se limita solo a la generación y almacenamiento de energía. También juega un papel importante en la eficiencia energética de los edificios.
Se utiliza en sistemas de cableado y conductores eléctricos eficientes que reducen las pérdidas de energía y mejoran la eficiencia de los edificios. Al incorporar tecnologías y materiales de cobre en la infraestructura de los edificios, es posible reducir significativamente el consumo de energía y contribuir a un entorno construido más sostenible.
El cobre también es un mineral altamente reciclable. Es un aspecto crucial en la transición hacia una economía circular. No solo reduce la necesidad de extracción de nuevas materias primas, sino que también disminuye la emisión de gases de efecto invernadero y el impacto ambiental asociado con la producción de cobre primario.
Los desafíos, latentes
La minería de cobre, aunque esencial para una variedad de industrias, especialmente en la transición energética hacia la energía renovable y la movilidad eléctrica, plantea numerosos desafíos y problemas ambientales.
Entre ellas, las emisiones de gases de efecto invernadero. Su minería demanda de intensiva energía a menudo, depende de combustibles fósiles, generando emisiones significativas de CO2. Por eso, transicionar hacia fuentes de energías más limpias es esencial.
Otro problema, es el agotamiento del agua. La minería y la refinación del cobre requieren grandes volúmenes de agua. En regiones donde el agua es escasa, esto podría conducir a conflictos sobre su uso.
Un tercer problema que enfrenta la industria, es la contaminación del agua. También podría significar incurrir en deforestación y pérdida de biodiversidad. Además, en muchos países los yacimientos están en lugares donde hay comunidades que corren el riesgo de ser desplazadas.
En relación con la transición energética, el cobre es un componente crítico. Por lo tanto, a medida que el mundo se mueve hacia un futuro más sostenible, la demanda de cobre probablemente aumentará, lo que podría intensificar los desafíos ambientales mencionados.
Las estrategias para mitigar estos problemas incluyen la inversión en tecnologías de minería más eficientes y limpias, el reciclaje de cobre cuando sea posible, y la implementación de regulaciones más estrictas para proteger el medio ambiente y las comunidades locales.En ese escenario, Ecuador y América Latina tienen un desafío y una oportunidad, dadas sus altas reservas de cobre, tan esencial para la transición energética. Para ello, es indispensable aplicar planes estratégicos responsables.