En la ciudad amazónica de Puyo no se sabe cuántas personas conforman la población LGBTI. Aunque ese dato tampoco existe a escala nacional, según lo ha admitido el propio Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, encargado de generar estadísticas en el país, esta ausencia de cifras en la ciudad de las personas con identidades de género diversas, los perjudica. Causa que no sean consideradas en los planes del gobierno local, y que sus necesidades no sean atendidas. 

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Las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y de otras disidencias sexuales que viven en la húmeda y verde ciudad tienen historias personales diferentes, pero exigencias similares. La población LGBTI en Puyo solicitan un trato igualitario e informado, espacios y eventos incluyentes y seguridad por la discriminación que sufren.

A pesar de estos pedidos, ninguno de los seis candidatos a la alcaldía de Pastaza —que es el cantón donde queda la ciudad de Puyo— incluye en su plan de gobierno programas o acciones específicas para la población LGBTI. 

En esta ciudad, sigue siendo un tema invisibilizado. 

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Ángel Medina tiene la sonrisa tierna, el cabello corto, y la piel morena. En sus 1,65 metros de estatura, viste una camisa azul oscura y unos tirantes que suben desde el contorno de la cintura de su pantalón beige. 

Trabaja en la unidad de talento humano del Consejo de la Judicatura de la provincia de Pastaza. 

En una esquina de su escritorio hay un portarretrato. En la fotografía, sonrientes, están él y su hija, hoy de 18 años. Ella es su recuerdo vivo de que “intentó” hacer feliz a su familia y a sus conocidos, de quienes se escondió por años creyendo que era “un pecador”. 

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Ángel tiene 39 años y se identifica como gay: siente atracción física y emocional por los hombres. “Desde mis cuatro años, siempre me llamaban la atención ciertos niños, pero como fui criado en una familia evangélica pensaba que lo que tenía en mi mente era un pecado, porque mi mamá siempre dijo que la homosexualidad es una enfermedad y cosa del demonio”, relata Ángel, con un tono de voz sereno. 

Ángel Medina se identifica como gay

Ángel Medina se identifica como gay y dice que el Puyo la población LGBTI todavía enfrenta discriminación. Fotografía de Andrea Navarrete para GK.

“Por apariencias, tuve que inventarme una relación con una mujer heterosexual. Con eso, mi mamá estaba tranquila. Aunque me centré mucho en esa relación, sentía que me estaba mintiendo a mí mismo”, reconoce. Dice que durante un viaje a Europa se dio cuenta cómo viven las personas homosexuales: que son profesionales e independientes, unidos y, sobre todo, felices. 

Esa realidad la contrasta con la de las personas LGBTI en Puyo, donde no hay un colectivo local o asociación activa. Ángel, para reconocerse y aceptarse como persona homosexual, recibió apoyo del colectivo Silueta X Quito, quienes le entregaron información sobre la población LGBTI. 

Esas experiencias le permitieron a Ángel regresar a su ciudad más seguro respecto a su identidad de género, a reconocer públicamente que es gay. “Cuando fui a una discoteca se me acercaron algunos conocidos y me preguntaron si salí del clóset y les dije que sí… me di cuenta de que yo era el único que no enfrentaba mi realidad porque creía que lo que sentía iba en contra de Dios”.

A partir de su reconocimiento público como una persona gay, Ángel cuenta que se enfrentó a la homofobia de la gente, pero que esa discriminación le impulsó a seguir preparándose profesionalmente.

Ahora, “por mis situaciones laborales (refiriéndose a los cargos que ha ocupado en el sector público, entre ellos su trabajo actual en el Consejo de la Judicatura) no he tenido roces en la calle. Por ejemplo, con gente que me grite comentarios homofóbicos o me insulte”, dice Ángel. Pero reconoce que hay personas LGBTI que se enfrentan a diario a la discriminación social.

A las autoridades locales, explica Ángel Medina, no les interesa las realidades y necesidades de la población LGBTI. “El municipio está dedicado a cuestiones materiales, a infraestructura o vialidad”, dice. 

En el municipio de Pastaza, a través de la unidad de servicios sociales, no existen programas o proyectos, a corto o largo plazo, ni políticas públicas de desarrollo social que atiendan las necesidades de la población LGBTI. En el portal web municipal tampoco se evidencian ordenanzas enfocadas en esta población. La comisaria municipal de Pastaza, Irene Medina, me confirmó que en Puyo no existe una ordenanza o programa que considere a la población LGBTI. 

Envíe un pedido de información al Municipio de Pastaza para reconfirmar la ausencia de planes con este enfoque de diversidad pero hasta el cierre del texto no tuve respuesta.

Aunque en Puyo no existen colectivos para la población LGBTI y las personas con identidades y orientaciones diversas no están organizadas, y por eso no tienen pedidos homologados y específicos, hay algunos problemas a los que esta población se enfrenta. Estos son los principales. 

Falta de reconocimiento 

La población LGBTI en Puyo enfrenta a diario una exclusión social y sistemática que, en parte, se da por la falta de información e ignorancia de la sociedad en general, y los funcionarios públicos.

“Un día acudí al hospital porque tenía que ser internado. Se acercó la enfermera con un formulario en la mano y me preguntó ¿sexo masculino o femenino? Ninguna de las dos le dije molesto. La enfermera se limitó a sonreír forzadamente y buscó a su compañera, quien me reconoció, y le dije que en ese cuestionario debía haber un espacio adicional para poner que pertenezco a la población LGBTI”, recuerda Ángel. 

Incluir casilleros, espacios u opciones en los formularios para que puedan identificarse tal cual son, es algo que falta, a criterio de Ángel. Ser nombrados es una manera de reconocimiento. Es necesario que la sociedad y las instituciones incluyan y brinden un trato igualitario, informado y respetuoso. Que se acaben las risas o las reacciones raras cuando una persona de la población LGBTI responda que no es ni hombre, ni mujer. 

Ese trato respetuoso también lo exige Vicky, que se identifica como lesbiana. Dice que en el Puyo no existen lugares que ofrezcan información sobre definiciones de las orientaciones e identidades diversas. Cree que es clave que haya estos espacios de socialización tanto para la población LGBTI en Puyo, como para el resto de los ciudadanos para que se puedan informar y haya más tolerancia hacia la diversidad.

Vicky es psicóloga perito en la misma institución pública en la que trabaja Ángel. Tiene el cabello corto, y dos aretes pequeños, redondos y negros. En su pecho lleva al menos tres cadenas de diferentes tamaños, y en su mano derecha dos pulseras y varios anillos. Viste una camisa rosada remangada hasta los codos que dejan ver sus tatuajes de diferentes tamaños. 

Vicky se identifica como lesbiana

Vicky se identifica como lesbiana y parte de su reconocimiento ha sido cambiar su aspecto físico como cortarse el pelo y hacerse tatuajes. Fotografía de Andrea Navarrete para GK.

“Nunca me gustó llevar el cabello largo o usar vestidos… Yo quería ser niño… me gustaban las niñas en la escuela y el colegio, pero por los estigmas sociales, tuve relaciones heterosexuales, las cuales no funcionaron nunca”. Dice que en la universidad empezó a relacionarse con amigos a quienes no se les hacía raro que a ella le gustaran otras mujeres. 

En 2017, Vicky empezó a cambiar su aspecto físico, primero, con un corte de cabello. En sus planes está someterse a un proceso quirúrgico para sentirse y verse mejor con su cuerpo, este cambio podría incluir una mastectomía. Es decir, Vicky aún está en un proceso de transición en el que podría convertirse en un hombre trans. Sobre este tema, ella reclama que en Puyo no hay especialistas que conozcan sobre procesos de cambios de género y salud sexual para personas trans. 

Eliminar la discriminación

En el centro comercial de Puyo está el salón de belleza de Victoria Palacios, de 23 años de edad. Ella se identifica como una mujer transexual. 

Victoria prefiere no hablar del pasado ni de su vida personal, sino del presente, de lo que pasa en su ciudad con la población LGBTI. 

La discriminación es uno de los problemas para Victoria. “La gente no ve con agrado a una persona trans. Nos miran con burla y se mofan de nosotros cuando nos ven pasar por la calle”, dice. 

En las instituciones, principalmente públicas, dice Victoria, no reciben un trato igualitario y respetuoso por parte de los funcionarios. “No nos toman en serio y si lo hacen, nos atienden rápido para que nos retiremos…no nos dan el mismo trato como a otra persona [heterosexual]”

Además, dice que en Puyo no hay un apoyo del sector público ni del privado para llevar a cabo, por ejemplo, campañas sociales contra la discriminación hacia las personas con identidades de género diversas. 

Una necesidad que debería ser considerada por el Municipio de Pastaza, opina Victoria, es la creación de centros de acogida para víctimas de la población LGBTI que han sido expulsadas de sus hogares. Eso porque incluso sus mismas familias los discriminan. En estos lugares, continúa, debería también brindarse ayuda psicológica. Para “sentir ese apoyo de que alguien está con nosotros” 

La discriminación a la que se refiere Victoria también deslegitima las capacidades profesionales de las personas LGBTI. La mayoría piensa que una persona trans “si no corta cabello, se prostituye”, dice.

“Quiero romper con ese tabú. Demostrar que todos tenemos el intelecto, el poder de decir yo puedo, quiero y voy a lograrlo”, dice Victoria. Por eso, cuenta, está estudiando contabilidad y auditoría en la universidad. 

Mayor visibilidad

La organización de eventos públicos incluyentes es otra de las necesidades que tiene la población LGBTI. Por ejemplo, a Victoria le gustaría que se organizara un reinado de mujeres trans. “Aquí no se ve nada de eso. Lo único que nos dejan hacer es la marcha del orgullo LGBTI. Con eso las autoridades piensan que hacen algo por nosotros”. Pero no es suficiente.

Un pedido que hace a las próximas autoridades que ocupen el municipio es que generen programas sociales que incluya a la población LGBTI, y que no se valgan solo de una fecha internacional para que digan que hicieron algo. 

Garantías de seguridad

En la noche, en los alrededores del municipio de Pastaza, personas transexuales ejercen el trabajo sexual. “Sí, allí puede encontrar a esas personas”, me dice un vendedor de periódicos como si no quisiera pronunciar la identidad sexual de “esas” personas. Un grupo de policías que custodia la zona confirma que allí trabajan, y uno me advierte “tendrá cuidado que algunos son peligrosos, tienen navajas”.  Eso es lo que, dice uno de los agentes, se ha constatado tras operativos de control del espacio público.  

Los exteriores del edificio municipal sirven de encuentro para ejercer trabajo sexual pese a que la ordenanza 46 del municipio de Pastaza prohíbe llevar acabo esta actividad en lugares de concurrencia pública. Ángel dice que un día cuando pasaba en su vehículo por el municipio, se percató de que un hombre estaba golpeando a una trabajadora sexual trans. “Me bajé del carro y le grité que nunca más la vuelva a topar. Enseguida la dejó”. La violencia que sufren las trabajadoras sexuales trans en Puyo es un tema pendiente. 

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Aunque el artículo 11 de la Constitución del Ecuador establece que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades, y que nadie podrá ser discriminado, entre otras razones, por su identidad de género, en Puyo, la población LGBTI vive la discriminación social y sistemática a diario. Se enfrenta a la intolerancia, ignorancia y apatía de la sociedad y de las autoridades.

Entre los programas y proyectos de desarrollo social que llevan a cabo las instituciones públicas, entre ellas el municipio de Pastaza, no está considerada la población LGBTI, invisibilizando sus realidades y necesidades sociales. 

Sin embargo, también hace falta que la población LGBTI de Puyo se organice a través de un colectivo local que pueda exigir sus derechos y oportunidades ante las autoridades desde una voz fuerte y unida. 

Ángel, Vicky y Victoria, a través de sus historias, evidencian las carencias para la población LGBTI en Puyo. 

En 2013, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) publicó la primera y única investigación, hasta el momento, sobre las ‘Condiciones de vida, inclusión social y derechos humanos de la población LGBTI en Ecuador’. En ella, sin embargo, no se consideró a ninguna provincia de la Amazonía (no estuvo Puyo), por ende, es un estudio que muestra realidades locales, correspondientes a las ciudades participantes. 

Esa misma institución hoy busca levantar una estadística sobre el número de personas que conforman la población LGBTI en el país a través del censo poblacional que se desarrolló desde noviembre de 2022 hasta enero de 2023. Agregó por primera vez una pregunta sobre identificación de género: ¿Cómo se identifica según su género: masculino, femenino, trans u otro? Este avance a nivel nacional podría impactar positivamente a las poblaciones locales, como en el caso de Puyo.

Voltear la mirada hacia la población LGBTI y considerar sus necesidades, también será un reto para las próximas autoridades locales que sean electas además de un ejercicio diario de tolerancia y respeto para la sociedad en general.

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Andrea Navarrete
Periodista nacida en Lago Agrio en 1991. Actualmente es reportera en una institución pública en la provincia de Napo.
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