Durante los últimos dos años, el mundo ha tratado de asimilar el duro golpe que recibió producto de la pandemia del covid-19. Millones de personas vieron sus condiciones de vida disminuir y deteriorarse considerablemente. En Ecuador, como en todas partes, evidenciamos un retroceso o estancamiento de muchos de los objetivos planteados como prioridades de cara al desarrollo sostenible. Aunque esta realidad nos ha golpeado a todas y todos, no ha sucedido en la misma medida para todos

Las niñas, adolescentes y mujeres del Ecuador —y el mundo— se han visto especialmente perjudicadas por los efectos de la pandemia. De cara al futuro, además de una recuperación económica urgente, tenemos la obligación de fijar nuestros ojos sobre la crisis climática que aqueja al mundo entero, sin ser Ecuador la excepción. Y la única forma de imaginar un planeta sostenible es consiguiendo, primero, la igualdad de género. 

Los daños que muchas de ellas han vivido son diversos: salud, educación, empleo, por citar solo algunas aristas. 

Es que cuando una escuela se cierra, una niña no solo no accede a educación, sino que, además, probablemente deberá hacerse cargo de tareas del hogar y estará expuesta a diversos tipos de violencia. Recordemos que en Ecuador 396 mujeres de entre 15 y 44 años fueron víctimas de femicidio en los últimos 7 años. Y expuestas a la violencia sexual, muchas deben afrontar embarazos no deseados, que las obligan definitivamente a renunciar a sus proyectos de vida, cuando logran sobrevivir.  

Pero la desigualdad no es solo violencia, también es exclusión. No se puede hablar de trabajo decente, cuando miles de mujeres son expuestas a acoso laboral o a condiciones laborales considerablemente desiguales a los de sus pares hombres. 

Tampoco podríamos hablar de crecimiento económico, sin la inclusión decidida de las mujeres en la fuerza laboral del país.  En Ecuador, la brecha de empleo adecuado entre hombres y mujeres supera el 33%. Las mujeres hemos sido golpeadas con más fuerza por la pandemia, porque ya veníamos enfrentando las desigualdades muchos años atrás.

La inclusión de las voces y contribuciones de más de la mitad de las habitantes del planeta debe ser escuchada, valorada y reconocida. Solo así podremos tener comunidades y ciudades sostenibles que se comprometan a una acción firme por el clima con objetivos de producción y consumo responsables.

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Necesitamos más mujeres que lideren procesos frescos, innovadores, sostenibles. Necesitamos nuevas industrias que generen empleo decente para todas y todos. Y para lograrlo, necesitamos, una vez más, el compromiso y alianza del sector privado, la sociedad civil y el gobierno ecuatoriano. 

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El Sistema de las Naciones Unidas en el Ecuador seguirá acompañando los esfuerzos nacionales en este camino. En palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres: “De cara al futuro, una recuperación sostenible e igualitaria solo será posible si es una recuperación feminista, en cuyo centro se sitúe el progreso de las niñas y las mujeres”. Es verdad. Sin las mujeres, sin nosotras, no puede haber un futuro sustentable.

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Lena Savelli y Ana Elena Badilla
Lena Savelli es la Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Ecuador. Ana Elena Badilla es la Representante Residente de ONU Mujeres en Ecuador.

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