En Torimbo viven 8 familias sapara, una de las 15 nacionalidades indígenas que habitan en el territorio de lo que hoy es el Ecuador. Torimbo está a orillas del río Conambo, a unos 45 minutos de vuelo desde el poblado de Shell, cantón Mera, provincia de Pastaza. Torimbo, cuentan los sapara, fue el primer lugar donde se asentaron y abandonaron su seminomadismo. Esta comunidad, dicen, se formó hace unos 80 años. Torimbo estuvo en riesgo de ser literalmente borrada del mapa. Efraín Ushigua, su vicepresidente, explica sentado en una banca de madera, que en el 2019 el Ministerio de Agricultura le otorgó el título de propiedad de casi el 70% del territorio sapara a la Asociación Ancestral Sapara de Pastaza Naruka, una organización que no representa oficialmente a la nacionalidad —cuya legítima representación es ejercida por la Nación Sapara del Ecuador (NASE), algo que ha reconocido el Estado ecuatoriano. Además, Naruka es señalada como ilegítima por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). 


Esta investigación fue financiada con 

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Cuando el Ministerio le otorgó los derechos, Naruka reconoció a todas las comunidades del territorio, menos a la de Ushigua. Torimbo es un conjunto de casas dispersas rodeadas de un bosque que sus habitantes cuidan y del que viven. Gran parte del bosque está en el Bloque petrolero 83, concesionado a la empresa Andes Petroleum —es decir, allí hay crudo bajo la tierra, y la compañía de capitales chinos ha recibido el permiso del Estado para perforarla, plantar pozos petroleros y extraer el cotizado material. Pero a Efraín Ushigua no le interesa ser parte de Naruka. “Lo que molesta es que casi nos ha dejado sin nuestra tierra ancestral”.

territorio sapara

Una de las áreas comunes de la comunidad de Torimbo. A la izquierda, la escuela, la cancha de fútbol, y al extremo derecho parte de la pista de aterrizaje para avionetas.A la derecha, la vista aérea de una sección del río Conambo, una de las arterias principales del territorio sapara. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

En el Ecuador, cada nacionalidad indígena tiene diferentes formas de organización política y territorial pero, por lo general, las nacionalidades se asientan en un espacio específico —su territorio ancestral— donde han vivido sus abuelas y abuelos y donde han formado comunidades. Estas comunidades pueden organizarse y asociarse para fines políticos o de participación. 

A diferencia de la Nacionalidad Sapara del Ecuador (NASE), constituida en 2009, Naruka es casi una recién nacida. Se creó en 2019. Sus fundadores son miembros de la dirigencia de la NASE que fue depuesta por haber firmado convenios de inversión social con la Secretaría Nacional de Hidrocarburos, en 2012, que dieron vía libre a la extracción  de petróleo en territorio sapara. 

Pero la tensión al interior de la nacionalidad sapara se remonta hacia mucho más atrás: a 1992, cuando el Estado empezó a reconocer la propiedad ancestral de la tierra mediante títulos legales. Ese año se creó el  Asentamiento Tradicional Zaparos de Conambo. Entonces empezaron, en paralelo, dos procesos organizativos: el de la Unión de Centros del Territorio Záparo (Uctze), y el de la Asociación de la Nacionalidad Zápara de la Provincia de Pastaza (Anazppa).  En 2009 ambas acordaron unificarse en la NASE y reconocer a todas sus comunidades dentro de un único territorio de 360.223 hectáreas. 

indígenas sapara

Efraín Ushigua, vicepresidente de la comunidad de Torimbo. Y un partido de vóley dominical en la comunidad. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Pero nunca se unificó la propiedad de las tierras. “Los sapara no han tenido la posibilidad y recursos para hacerlo, porque necesitan apoyo técnico, de geógrafos y una serie de trámites que son costosos y difíciles de hacer”, dice Mario Melo, abogado de la NASE, insistiendo en la falta de “ iniciativa” del Estado de apoyar el proceso.

Un año después de la unificación de las dos organizaciones, en 2010, el gobierno anunció la XI Ronda Petrolera Suroriente, donde ofertaría a empresas el territorio dividido en bloques para su explotación. Dos años después, se supone, la Secretaría Nacional de Hidrocarburos de Ecuador realizó una consulta previa a las comunidades indígenas para poder licitar los bloques en territorio sapara. 

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Pero no hubo consulta, como lo ordena la Constitución (y lo ha ratificado en 2022 la Corte Constitucional). Lo que hubo fueron “convenios de inversión social”, en los que el Estado se comprometía a invertir una determinada cantidad de dinero en las comunidades del territorio que fuera a ser licitado. 

Estos convenios fueron firmados en 2012 por el entonces presidente de la NASE, Basilio Mucushigua, y el Presidente de la Junta Parroquial de Río Tigre, Franklin Mayancha. El primero era por 9 millones de dólares. El segundo por 1,9 millones. 

Con estos convenios presentados como consulta previa, en 2016, la Secretaría Nacional de Hidrocarburos firmó con la empresa china Andes Petroleum los contratos para la exploración y explotación de los bloques 79 y 83.  En la firma, que se hizo en Quito, estuvo Bernabé Armas, entonces vicepresidente de la NASE, y hoy dirigente de Naruka.

Según el contrato entre la Secretaría y la empresa, las primeras operaciones petroleras en los bloques 79 y 83 debían llevarse a cabo en los dos primeros años de vigencia de la concesión

Salvo una, las comunidades sapara que viven en los bloques 79 y 83 se opusieron a cualquier actividad petrolera en su territorio. En 2018, Andes Petroleum notificó sobre esta oposición a la Secretaría de Hidrocarburos y argumentó que no había podido cumplir con lo firmado debido a causas de “fuerza mayor”. Esta figura está en una de las cláusulas de los contratos suscritos por ambas partes.

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En octubre de 2019, mediante dos resoluciones, el Ministerio de Energía y Recursos decidió aceptar la fuerza mayor solicitada por Andes Petroleum Ecuador Ltd. “en relación a las actividades no ejecutadas y comprometidas” en la fase de exploración en los bloques 79 y 83. Mario Melo, abogado de la NASE, explica que la fuerza mayor “es una circunstancia que impide la ejecución de un contrato y, por tanto, los plazos se suspenden”. 

Sandra Ushigua

Una canoa vieja y roída yace abandonada en la orilla del Conambo. Y Sandra Ushigua, una de las habitantes de Torimbo, en medio de su chakra de yuca. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Ante las resoluciones del Ministerio, la NASE y Confeniae solicitaron al Estado que rescinda los acuerdos firmados con Andes Petroleum. El Ministerio respondió con un informe en 2020 donde declara que deben “honrar sus obligaciones con la contratista” y recuerdan que la fuerza mayor es una figura “temporal, hasta que se subsanen los hechos que fueron motivo de dicha aceptación”.

Pero la postura sapara no era monolítica. Al interior de la nacionalidad, había quienes querían que se sacara el petróleo y quienes no. Para una facción, la presencia de la petrolera podría generar empleo e infraestructura para las comunidades. Otros decían que, en otros lugares de la Amazonía donde trabajan estas empresas, los empleos para  los indígenas eran escasos. Además, decían los opositores, las infraestructuras no compensaban el daño que produciría la contaminación de los pozos, los mecheros y los numerosos derrames. 

A inicios del 2019 las tensiones se fueron calmando. “Nosotros hemos estado socializando a familias, a las otras comunidades que no es buena la empresa petrolera”, dice Kleber Ruíz, habitante de Torimbo y también dirigente de comunicación de la NASE. “Nosotros siempre cuidamos nuestra naturaleza, nuestro espíritu, nuestra selva”, afirma Ruiz. 

En una videoconferencia, Bernabé Armas —líder de Naruka— me asegura que en esa época la NASE realizó asambleas en apenas 4 de 23 comunidades para decidir si permitían la exploración y explotación petrolera en su territorio. La idea, dice, era que el resto de comunidades pudiera acercarse a esos cuatro territorios para informarse.  “Como dirigentes, nosotros solo teníamos que acatar la resolución de las bases, de la mayoría. Entonces, se firmó ese convenio”, dice Armas. 

Cuando los representantes de las comunidades sapara se enteraron de lo que había pasado, organizaron una asamblea extraordinaria para destituir a la dirigencia de NASE de Basilio Mucushigua. 

En su lugar, eligieron a Luis Armas como presidente. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) reconocieron la decisión. Con ese aval, el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos de Ecuador (Codenpe) reconoció a la nueva directiva.

Pero la directiva expulsada, la de Basilio Mucushigua y Bernabé Armas, declaró que el proceso fue influenciado por los intereses de la Conaie, la mayor organización social indígena del Ecuador, y bajo la cual está la NASE. Culparon a la Conaie de intromisión, y no reconocieron la decisión. El Estado tampoco la reconoció: la Secretaría Nacional de Hidrocarburos siguió tratando a Mucushigua y a Armas como si fuesen los representantes legítimos de la nacionalidad y del territorio. 

La división de la cabeza corrompió al cuerpo sapara. Hubo 80 agresiones durante este periodo, tanto dentro como fuera del territorio, según el libro La Nacionalidad Sapara del Ecuador. Situación actual, conflicto y defensa de la naturaleza de un pueblo que sueña, de Felipe Bonilla e Ivonne Ramos, publicado en 2019. Esta publicación argumenta que la división al interior de las nacionalidades indígenas es una estrategia en ciertos Estados para facilitar actividades extractivas.

Pero Bernabé Armas dice que nada de eso es cierto. “En territorio, las comunidades están viviendo tal como ellos vivieron, en plena armonía, en plena amistad entre comunidades”. Sin embargo, al menos desde 2018 —la primera vez que visité Torimbo— el testimonio de algunos de sus habitantes siempre ha sido el contrario. “Cuando comenzaron las negociaciones, empezaron a amenazarnos grupos que apoyaban esas cosas”, me dijo Juan Ruíz, entonces presidente de Torimbo. “En la comunidad hubo mucho miedo, las mujeres tenían miedo de estar solas en sus chakras”, recordó Ruiz. “Pensamos que el gobierno había mandado a gente para destruir a nuestra comunidad”, me dijo Ruiz

“Esos Torimbos son poquitos, sabían decir, vamos a ir matando a todos”, afirma Sandra Ushigua, habitante de Torimbo.

§

Bernabé Armas se autodefine como sapara. Sin embargo, sus enemigos lo identifican como descendiente de la nacionalidad Andwa. Nació en la comunidad de Conambo —vecina de Torimbo— pero hoy vive en Shell, un pequeño poblado a media hora del Puyo, la capital de la provincia Pastaza. 

Desde un cyber, atiende mi videollamada y responde con atención mis preguntas. Hay una, sin embargo, que evade: no quiere decir cuántos años lleva viviendo fuera del territorio sapara. Explica que por su dirigencia que tuvo en la Nación Sapara del Ecuador (NASE), y ahora en Naruka, y la educación de sus hijos, se asentó en Shell. 

Armas lideró la adjudicación del territorio a nombre de Naruka. Dice que Torimbo puede sumarse a la asociación cuando quiera. Además, afirma que tiene el apoyo de las comunidades que se encuentran dentro del casi 70% del territorio sapara que el Estado le entregó a Naruka, a pesar de que en ninguna parte de los estatutos de Naruka consta que la asociación detente la representación legal de la nacionalidad Sapara.

A pesar de ello, en 2020, la Subsecretaría de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales, parte del Ministerio de Agricultura, otorgó la titularidad del antiguo Asentamiento Tradicional Záparos de Conambo a Naruka. Este cambio en el título de propiedad implicó que el territorio sapara se fraccione aún más, violando también  el artículo 57 de la Constitución que garantiza a la nacionalidad “la propiedad imprescriptible de sus tierras comunitarias, que serán inalienables, inembargables e indivisibles”.

mocawa llena chicha de yuca

Kleber Ruíz, habitante de Torimbo y dirigente de comunicación de la NASE. Y una mocawa llena chicha de yuca, infaltable en cualquier comunidad sapara, acompaña a una de las radios
que usan los comuneros para comunicarse entre sí, y a las flechas en fabricación que sirven para cazar con
la bodoquera. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Según Bernabé Armas, Naruka fue creada para “representar el verdadero territorio donde estamos asentados, como verdaderos dueños dentro del territorio”. Armas dice que la NASE ya posee un territorio que se encuentra fuera del Asentamiento Tradicional y que fue otorgado en el 2011. Se refiere al territorio que pertenece  a las comunidades sapara de Llanchamacocha, Jandiayacu, Masaramu y Cuyacocha, y que hasta 1999 formaba parte del territorio kichwa de Sarayaku.

Para el presidente de Naruka, la actual dirigencia de Nacionalidad Sápara del Ecuador (NASE) no representa a la totalidad del territorio. Por eso, dice, él y sus seguidores decidieron conformar su propia organización y basarse en la división de títulos de propiedad para reclamar lo que alegan es suyo. 

El 25 de julio de 2019, Naruka ingresó la solicitud a la Subsecretaría de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales para rectificar la propiedad del Asentamiento Tradicional Záparos de Conambo. “¿Cómo alguien que nace en el 2019 (Naruka) puede pedir que cambien el título de propiedad que existe desde 1992 y que en el 2009 quedó muy claro que correspondía a la Nacionalidad Sapara del Ecuador?”, se pregunta Mario Melo, abogado de la NASE.

El Ministerio de Agricultura admitió en un informe de agosto de 2021 que “faltó análisis y sustento legal por parte de la autoridad” para proceder a la solicitud de Naruka. Sin embargo, no explica por qué no notificó a la NASE sobre la entrega de la tierra a Naruka. Según la resolución que emitió el Ministerio en julio de 2021, la NASE tenía el periodo de un año para impugnar el cambio de titularidad, desde la fecha de notificación —una notificación que nunca se recibió.

En una rueda de prensa del 25 de mayo de 2021, en los exteriores del Ministerio de Agricultura, la NASE denunció que varias de las firmas recolectadas por Naruka para solicitar el territorio al Ministerio fueron falsificadas. 

Entre estos casos estaba Mario Ruíz, presidente de la comunidad Suraka, quien denunció públicamente que fue engañado para firmar. Dijo que miembros de Naruka le prometieron parcelas de terrenos en la Hacienda Tezulay —en la provincia de Pastaza— a quien otorgara su firma. Armas niega esta acusación y asevera que tiene “el apoyo de las bases”.

habitantes de Torimbo

Captura de una rana nocturna, sus ancas son un plato predilecto en la comunidad. Y José Albertano Ruíz, uno de las habitantes de Torimbo, posando con su bodoquera. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Pero el 24 de noviembre de 2021, Naruka perdió el sostén legal de su supuesta propiedad del territorio. Un juez de Pastaza falló a favor de la NASE y dijo que la tierra le pertenecía a la nacionalidad Sapara y no a Naruka. 

§

Luego de pasar la mañana buscando algo para cazar, José Albertano Ruíz, habitante de Torimbo y ex presidente de la comunidad, se detiene en la casa comunal. Acomoda su cerbatana en una esquina, y cargando las flechas en su matiri, se sienta. “Mi nombre también está ahí. ¿Qué fecha, qué día yo firmé? Nunca… Eso fue falso”, dice sobre las firmas presentadas por Naruka. La suya también está entre las que Naruka presentó a la Subsecretaría para solicitar el cambio de nombre en la titulación. 

Es mediodía de un domingo de 2021 y en el cielo no hay nubes. Gran parte de la comunidad está en la casa de Oswaldo Ruíz, uno de los adultos mayores de la comunidad y padre abuelo y tío de las familias que conforman Torimbo. Entre sorbos de chicha —la bebida de yuca fermentada clásica en las nacionalidades amazónicas— y risas, Flavio Ruiz me dice que el liderazgo de Naruka “es absurdo” porque sus dirigentes no viven en el territorio desde hace mucho tiempo. “Ya emigraron ellos, ya hace años que no viven acá. Ya no tienen ni casa ni nada”, me dice. Por eso, está convencido, no tienen derecho sobre la tierra sapara.

anciano sapara

Vista aérea de un tramo del río Conambo y la parte de la vasta extensión del territorio sapara. Y
Oswaldo Ruíz, adulto mayor de la comunidad de Torimbo. Como muchas comunidades amazónicas, Torimbo está formada por una familia extendida donde Oswaldo es una de las figuras
centrales. Su abuelo fue uno de los fundadores de Torimbo, antes que se les impusiera el apellido Ruiz. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Al argumento de que la dirigencia de Naruka ya no habita en el territorio sapara, se suma la acusación de que ellos no son sapara. “Ellos para pedir dinero se identifican como saparas, pasan mintiendo y engañando a los ministerios”, dice Oswaldo Ruíz, de Torimbo. “Nosotros somos los dueños de este territorio, quienes habitan en estos territorios somos los sapara. Donde nuestros abuelos descansan y dejaron su sabiduría en estas tierras y seguiremos viviendo”. 

hombre sapara

Leonardo Ruíz en medio de una reunión social en la casa de su padre, con un pilche lleno de chicha en sus manos. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Parte de la disputa del territorio entre Naruka y la NASE involucra una cierta pureza étnica que legitimaría la  representación. Es decir, según la dirigencia de NASE, solo pueden representar a la nacionalidad quienes fueran “sapara propios”, descendientes directos de personas sapara.

Sin embargo, la Amazonía ha sido siempre un territorio multiétnico. Si bien han existido territorios con presencia o dominio mayoritario de una u otra nacionalidad, espacios como el ‘Asentamiento Tradicional Záparos de Conambo’ ya poseía una presencia mayoritaria de personas descendientes de kichwas y achuar desde el siglo pasado. Por eso el tema se complejiza: la representación de este territorio, ¿debe ser excluyente con respecto a la población que no es sapara?

Por estas razones, Bernabé Armas acusa a la actual dirigencia de la NASE de discriminación. “Nosotros respetamos a los hermanos kichwas y achuar que están dentro del territorio porque en conjunto, en unidad con saparas, kichwas y achuar lograron obtener todo este territorio”, dice el dirigente de Naruka. “Mientras otros de otro lado dicen, ‘ellos no son’, entonces empiezan a discriminar a estas personas, a nuestros hermanos, solo con decir que no son saparas”, se queja Armas.

Hoy quedan pocos sapara como los antiguos: que hablen el idioma y conozcan sobre toda la tradición oral y cultural de la nacionalidad. Son contados con los dedos de las manos. Cómo son los sapara ahora y cómo se autodefinen es una tarea que compete a la actual nacionalidad definir.

Más allá de que tengan o no ancestros sapara, la visión de los dirigentes de Naruka prioriza temas que poco tienen que ver con la preservación o rescate de la cultura sapara. “Allá es todo botado, en el campo de educación, en el campo salud, es botado todo”, dice Armas. “No hay ni un pedazo de medicina. Y lo mismo en el campo de la educación, es pésima en las comunidades”, sostiene Armas, diciendo que lo que busca con Naruka es acceder a fondos para proyectos que permitan mejorar las débiles infraestructuras de los servicios en el territorio sapara. 

Es una visión de desarrollo occidental que muchos saparas no comparten. Bartolo y Gloria Ushigua, hermanos y líderes históricos de la NASE, intentan preservar los conocimientos que sus ancestros les dejaron. Han colocado, ante todo, la cosmovisión sapara como regidora de sus decisiones. Por eso, explotar el petróleo de su territorio significaría ir en contra de sus principios y valores. “Si sacamos el petróleo, nos estamos matando a nosotros mismos. Nosotros somos el petróleo. La energía del petróleo está en nosotros”, dijo Manari Ushigua, en 2016, en un conversatorio en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Quito. Para los sapara, la selva es más que su medio de vida: es parte de su sociedad, su escuela, mercado y hospital, su casa y trabajo. Es su vida.

§

El petróleo no ha sido el único asunto en disputa. El interés por la propiedad del territorio también tiene que ver con un convenio que la NASE suscribió con el Ministerio del Ambiente (MAE) como parte del programa Socio Bosque. Este provee un incentivo económico de 190.000 dólares anuales por la conservación de 121.682 hectáreas de bosque primario, como parte de una política internacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques (conocida globalmente como REDD+).

“Con ese convenio nos estamos desarrollando, estamos educando a nuestros hijos, estamos manteniendo salud”, cuenta Flavio Ruíz. “Por eso estamos preocupados porque ellos [Naruka] están interesados en el convenio Socio Bosque”. Efraín Ushigua, vicepresidente de Torimbo, opina que “ellos quieren jalar todito este dinero como asociación, pero ¿cómo vamos a dejar todito? Si nosotros, los que cuidamos el bosque, estamos acá dentro”. 

familia sapara

Efraín Ushigua aprovecha el empuje del motor de la canoa izquierda para remolcar la suya. Lo acompañan sus hijos y su esposa. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

Bernabé Armas niega estas acusaciones. Pero una de las primeras gestiones de Naruka una vez que les fue concedido el título de propiedad, fue solicitar al Ministerio de Ambiente que se modifique a su nombre el beneficio del incentivo de este programa.

El 24 de noviembre de 2021 se dio un fallo favorable para la NASE en el caso de vulneración de los derechos colectivos de la nacionalidad por la entrega de territorio a Naruka. Este fue ratificado el 17 de diciembre de 2021 por la Corte Provincial de Pastaza. Sin embargo, el Ministerio de Agricultura y Ganadería presentó en enero de 2022 una solicitud de Acción Extraordinaria de Protección ante la Corte Constitucional en contra de la sentencia emitida. El caso todavía no se cierra. 

amazonia sapara

Una de las canoas nuevas de la comunidad, no muy lejos de la ribera, espera sus tratamientos
tradicionales finales de impermeabilización para poder ser usada. En el medio, posando, Kleber Ruíz. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

A las siete de la mañana Torimbo se pinta de amarillo por los intesos rayos del sol. Estas horas son las más tranquilas. En la selva no hay silencio, todo está vivo y se hace escuchar. En medio de la bulla, Oswaldo Ruiz dice que él nunca ha buscado dinero, nunca lo ha pedido “como lo hacen ellos”, refiriéndose a Naruka. “Aunque algunos de los sapara nos hemos quedado huérfanos, seguimos viviendo aquí. Aquí vivo yo, y seguiré viviendo en mi territorio hasta que llegue mi muerte”, dice mientras termina de afilar su machete. 

territorio sapara

La tarde finaliza en territorio sapara, y el camino que lleva del muelle a la comunidad se tiñe de un leve naranja previo a que la oscuridad cubra todo. Fotografía de Ramiro Aguilar para GK.

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Ramiro Aguilar Villamarín
Comunicador social y antropólogo visual. Ha trabajado como videógrafo y fotógrafo desde 2014 para prensa nacional y medios digitales, cubriendo temas de movimientos sociales, pueblos indígenas y defensa de los derechos humanos en Ecuador. Desde 2018 se ha dedicado a la investigación social con comunidades indígenas de la Amazonía ecuatoriana.

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