Los riesgos que viven las mujeres migrantes no terminan cuando salen de sus países. Al contrario, se multiplican en el camino, cuando se enfrentan a redes de trata o diferentes tipos de violencia de género. Una vez en los países de llegada, esto no termina. Allí viven otras dificultades igual de graves como la discriminación, el acoso o la falta de acceso a servicios básicos. 

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Según un estudio de la Plan Internacional más del 58% de las mujeres migrantes y refugiadas sufrieron discriminación en Ecuador. Otro estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), revela que las mujeres migrantes venezolanas han sufrido acoso o violencia sexual al menos una vez. El 34% de ellas denunció acoso sexual, el 25% intento de ataque sexual y el 21% manoseos en contra de su voluntad. Además, el 15% denunció sexo forzoso por chantaje, el 18% denunció violación y el 5% sexo forzado por dinero. 

Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, María Daniela Escobar, oficial Regional de Integración por la Plataforma Regional de Respuesta a Venezuela (R4V) de la OIM, explica cómo es vivir siendo mujer y migrante y cuáles son problemas a los que se enfrentan todos los días. 

Hoy es el Día de la Mujer, ¿cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres migrantes y refugiadas? 

Hay que reconocer el tema de vulnerabilidad con la que parten las mujeres migrantes y refugiadas cuando llegan a un país receptor. El mismo hecho de salir de su país en las condiciones que las llevaron a salir, les pone en un reto, en constantes amenazas que pueden vivir en el trayecto. 

Obviamente, también depende por cuál ruta decidan venir, ya sea por medio aéreo, por medio terrestre, por medio del mar. Dentro del contexto de la migración y refugio que llega al Ecuador, la mayoría llega por medio terrestre caminando o por buses. La mayoría de ellas son mujeres que vienen con una vulnerabilidad desde que salen de sus países. 

En Ecuador en estos momentos, las migrantes venezolanas a veces viajan solas, pero tenemos datos de que el 56% viaja con sus niños, niñas y adolescentes, que las acompañan. También viajan en grupos familiares o en el camino se van uniendo con otras personas de la misma nacionalidad que tienen el mismo destino. 

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Fotografía de José María León para GK.

Para llegar a Ecuador desde Venezuela, si lo haces como un caminante te toma 52 días. Y, por supuesto, luego el tiempo que te tome seguir caminando hasta tu destino final. Durante estos 52 días, si vienen acompañadas o en un grupo de otras personas igual tienen bastantes riesgos que están acechándolas a cada momento.

Las mujeres migrantes son las que más sufren en estos procesos. Los primeros riesgos a los que se enfrentan son la trata y el tráfico de personas. Muchas de ellas salen incluso de Venezuela estafadas, engañadas, muchas veces con ofertas de venir al Ecuador por una cantidad de dinero y después las dejan en la mitad del camino. Les hacen propuestas para que vengan a trabajar no solo al Ecuador sino al Perú o Chile y realmente son propuestas en las que luego las llevan, las encierran. 

También está la violencia de género. Muchas mujeres migrantes durante la ruta han reportado que han sufrido violencia por parte de sus parejas, abandono en la ruta. Si bien salen en familias sufren el abandono de su parejas y ellas se quedan con sus hijos. 

¿Cuáles son los riesgos a los que se enfrentan ya en los países receptores?

Son los temas de acceso a derechos, a servicios básicos. El acceso a la salud sexual y reproductiva, sobre todo la salud de las mujeres gestantes. Todos los servicios de salud se vieron retrasados por la pandemia y muchas mujeres no pudieron acceder a estos.

En el caso de la población refugiada y migrante venezolana está el tema del acceso a vivienda. En la mayoría de familias, ellas pagan un arriendo. No obstante, durante la pandemia casi el 23% de familias han sufrido desalojo por la falta de pago y el 68% tiene hijos menores de edad. Es trágica la situación. Durante la pandemia se ha visto mucha indolencia de muchas personas. Les botaban en la madrugada, a mujeres con niños y ellas han tenido que estar en la calle muchas veces solas, sin sus parejas, tratando de buscar un lugar. Consecuentemente, el tema de la alimentación se ve bastante afectado. 

También está el acceso a trabajo y generación de ingresos, la mayoría de la población migrante, no sólo la venezolana, está ubicada en el mercado informal del país. En ventas ambulantes o pueden estar trabajando en pequeños negocios donde muchas veces están invisibilizadas. En promedio un 25% de la población venezolana ha sido víctima de incumplimiento del pago acordado por algún trabajo. Entonces son pequeñas empresas donde se le contrata y al final no les terminan pagando ni el sueldo básico.

En este sentido, un tema que afecta especialmente a las mujeres migrantes son los engaños y las estafas por las redes sociales. Muchas de ellas nos han comentado que durante la pandemia se quedaron sin empleo y decidieron buscar nuevas ofertas laborales. Algo para resaltar aquí son los anuncios que dicen «se busca señorita de tales condiciones para que trabaje» y que ellas han llamado, se han interesado en la oferta pero (el que contrata) siempre quieren que ellas vayan solas o les piden las medidas de su cuerpo. Obviamente delatando que es una oferta que muchas veces puede llevar a un tema de explotación sexual o a un tema de trata de personas. Las redes sociales y grupos de Whatsapp han sido los medios donde más las mujeres migrantes nos han comunicado que las han contactado con estas propuestas. 

¿Cómo fue vivir la pandemia para las mujeres migrantes?

No es que antes era una situación mucho mejor sino que ya estaban en una situación complicada. Muchas de las mujeres estaban hacinadas y había una falta de ingresos. Otras veces estaban en situaciones complicadas con sus niños ya que la mayoría de ellas de la noche a la mañana se volvieron cabeza de hogar. Muchas de ellas ya no tenían fuentes de ingresos, estaban buscando cómo integrarse al mercado laboral. 

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Fotografía de José María León para GK.

El acceso a derechos sexuales y reproductivos también ha sido un problema durante la pandemia. Muchas de ellas también nos comunicaron que quedaron embarazadas durante el confinamiento porque no tuvieron ingresos para comprar anticonceptivos y tampoco pudieron acceder a los centros de salud para acceder a métodos alternativos para evitar embarazos no deseados.

Algo que quisiera resaltar es que la carga que trajo la crisis sanitaria la llevan las mujeres prioritariamente. El tema del apoyo que dan a sus hijos hizo que no pudieran salir a trabajar por la carga de la educación que también les cayó a ellas. Muchas madres venezolanas nos reportaron que tuvieron que quedarse en sus hogares apoyando a sus hijos, esto a diferencia de los hombres. Otras mujeres durante el confinamiento tuvieron que ser multifuncionales tratando de buscar medios de vida por un lado y por otro estar preocupadas por la educación de sus hijos. Entonces te puedes dar cuenta cómo es la carga que ellas empezaron a tener durante el confinamiento. 

En el caso de la violencia de género, desde antes ya vivían estas situaciones y durante la pandemia se exacerbaron. Tenían que estar confinadas con sus parejas o con las personas que vivían y muchas de ellas incluso tuvieron que salir de sus hogares para no tener que seguir con los abusos. 

Las mujeres migrantes y refugiadas son doblemente vulnerables ¿por qué?

Antes de salir de su país, ya salieron con una vulnerabilidad. Muchas de ellas ya sufrían violencia de género. Muchas ya no percibían ingresos en su país y durante el trayecto para venir acá se fue mermando cada vez más su situación y se fueron creando más vulnerabilidades a toda la lista que ya tenían. 

El tema de la doble vulnerabilidad viene ya relacionado desde un inicio: desde que ellas salieron de su país, en las condiciones que salieron, durante la ruta y hasta el destino han ido sumando estas vulnerabilidades a su condición migratoria. 

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Fotografía de José María León para GK.

Las principales vulneraciones que traen desde su país de origen, en el caso de las que ya tenían pareja, es que ya sufrían violencia de género. Ya vienen con este bagaje psicológico. Muchas de ellas ya vienen sufriendo estos abusos, son temas que vienen arrastrando en la ruta. Y cuando llegan acá tienen más presión de salir adelante, de poder mandar remesas a tu país. Por ejemplo, las mujeres migrantes son las que más mandan remesas de regreso a sus países. Entonces se puede ver cómo estas mujeres también siguen pendientes de sus familias en el país de origen. 

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Entonces lo principal es eso, los temas que ellas ya vienen cargando como el de no poder sentirse realizadas, de haberse sentido frustradas por no poder desarrollarse en su país. Muchas de ellas tienen títulos de tercer y cuarto nivel y venir acá a vender caramelos realmente les afecta psicológicamente. Entonces a este ciclo que se va desarrollando, súmale la violencia de género que sufren por sus diferentes parejas. Muchas de ellas se divorciaron en Venezuela, tienen otra pareja acá que también las maltrató, las abusó. Son una serie de vulneraciones que terminan por afectarlas sobretodo el tema psicológico.

¿Existen brechas de inequidad entre la migración femenina y masculina? 

Sí, en el tema laboral sobre todo. Es más probable que un hombre pueda conseguir un empleo que una mujer. Es el tema del estereotipo que persigue mucho a las migrantes sobre todo de Colombia y Venezuela. Tú vas a conversar con ellas y la mayoría sufre acoso laboral, que eso no sufre un hombre. 

Tengo el caso de una migrante venezolana que ha tenido que pasar retos muy fuertes. Ella consiguió un empleo, pero sus colegas de trabajo la empezaron a acosar a tal nivel que tuvo que renunciar y prefirió salir a la calle y vender comida. Incluso el tema de los salarios son distintos. No siempre es el mismo salario. Aunque tanto hombres como mujeres migrantes no reciben el sueldo que acordaron. 

Muchas mujeres en el momento del reclutamiento se sienten inseguras porque quieren trabajar pero quieren un trabajo seguro donde, en primer lugar, no la acosen y le paguen un salario o una remuneración digna y decente de acuerdo a lo que indica el país. 


** Los datos de la entrevista se basaron en el de Análisis Comparativo del Monitoreo de Flujo de la Población Venezolana en Ecuador (2018-2019)publicado a finales del 2020 y en la última DTM  del 2020.