Tras un año desde los primeros casos de lo que sería la pandemia de covid-19, las fuentes de noticias y redes sociales comienzan a hablar con preocupación sobre una nueva variante del virus. El tono es serio y hasta preocupante: se habla de que se transmite más rápido, se hacen preguntas sobre la efectividad de una vacuna contra este nuevo “tipo” de coronavirus, y se comenta sobre la posibilidad de que esta pandemia entre en una nueva fase gracias a esta serie de eventos desafortunados. Sin embargo, la incertidumbre general que hemos sentido durante los últimos 9 meses puede insuflar desproporcionadamente nuestros miedos. 

Las agencias de vigilancia epidemiológica naturalmente mantienen un estado de alerta ante posibles nuevas amenazas, pero eso no significa que toda nueva variante bajo investigación sea definitivamente problemática. ¿Qué es lo que realmente sabemos sobre esta nueva cepa, y qué tan preocupados deberíamos estar?

|¿Quieres aportar para que análisis como este se sigan haciendo? ¡Únete a la membresia GK!

Para entender qué exactamente es esta nueva cepa o variante, tenemos que regresar a los fundamentos. Un virus como el SARS-CoV-2 (el nombre del virus que causa la enfermedad llamada covid-19) se transmite de persona a persona. Las partículas microscópicas del virus entran al cuerpo e infectan las células, donde se replica y crea nuevas partículas del virus que pueden eventualmente ser expulsadas y contagiar a un nuevo paciente.

En este proceso, en el que el virus genera “copias” de sí mismo en forma de nuevas partículas virales, su secuencia genética cambia ligeramente. Estos cambios comúnmente se llaman mutaciones, y en la gran mayoría de casos no afectan al virus: sigue comportándose de la misma forma en la que se comportaba su antecesor. Causan una enfermedad similar y se replican a una velocidad similar. Esto sucede porque los cambios alteran la secuencia genética del virus, pero en su mayoría no cambian las proteínas que produce el virus, que son las principales determinantes de cómo actúa durante la infección.

Este proceso es algo que los científicos hemos observado en otros virus desde hace décadas, y nos permite realizar estudios detallados sobre cómo se propagan virus como el de la influenza, el VIH (causante del SIDA), el del dengue, entre otros. Por esa razón, a pesar de ver todas estas mutaciones, no nos causa preocupación —es más, normalmente podemos predecir la velocidad a la que ocurren estos cambios mientras el virus se transmite a través de una población.

La nueva variante del virus, llamada por varios nombres dependiendo del contexto (linaje B.1.1.7, VUI-202012/01 o VOC-202012/01), tiene algo diferente respecto a las mutaciones que observamos. Primero, la cantidad de cambios en su secuencia genética es mayor a otras variantes del virus que hemos estudiado durante el último año. Adicionalmente, estos cambios sí tienen un efecto en las proteínas del virus. Hay tres cambios específicos que llaman la atención más que otros (existen otras mutaciones llamativas que no discutiré por ahora) y causan alteraciones en una proteína clave del virus llamada proteína S (por spike, que significa espina o espiga). Esta proteína forma las espículas que sobresalen de la superficie del virus, como se puede ver en muchas de las imágenes e ilustraciones del patógeno basadas en fotografías tomadas con microscopios

Los cambios en esta proteína son importantes porque las espículas que forman entran en contacto directo con las células del paciente durante la infección. Si un cambio en la estructura hace que el virus infecte células humanas más eficientemente, puede hacer de una variante del virus más transmisible o incluso cambiar la forma de enfermedad que produce en el paciente. 

En casos extremos también puede afectar cómo el sistema inmune reconoce al virus: si la proteína S cambia su forma drásticamente, es posible que el sistema inmune de un paciente que ya tuvo infección no reconozca a la nueva variante. En estos casos, la memoria inmune producida por una vacuna no sería eficaz contra ella, pues no reconocería al virus como un agente que haya enfrentado antes.

| Si quieres recibir los textos de GK en tu correo, regístrate aquí. | 

§

Estos son escenarios hipotéticos. Los cambios en la proteína S podrían hacer que el virus cause un tipo distinto de enfermedad, podrían hacerlo más transmisible, o podrían reducir la eficacia con la cual el sistema inmune lo reconoce. Esto no significa que la nueva variante haga cualquiera de estas cosas. 

Al estudiar un virus como SARS-CoV-2 en tiempo real, el primer paso para identificar una variante que podría ser más peligrosa es observar todas las mutaciones que circulan en la población a través del tiempo. 

Si durante este proceso de vigilancia identificamos mutaciones de interés, y vemos que las variantes que contienen estas mutaciones se propagan más rápidamente, tenemos que realizar experimentos en laboratorio para confirmar que esos cambios genéticos cambian la manera en la que el virus se transmite o causa enfermedad. 

Las mutaciones que observamos en B.1.1.7 han sido estudiadas previamente en aislamiento, pero no sabemos cómo se comporta un virus que contiene a todas estas mutaciones al mismo tiempo. En este momento, varios laboratorios en el Reino Unido (donde se descubrió a la nueva variante) trabajan arduamente para evaluar los efectos de las mutaciones en el comportamiento del virus. Los resultados estarán listos durante las primeras semanas del 2021, y nos darán una mejor idea de qué esperar respecto a B.1.1.7.

Mientras tanto, seguimos monitoreando a esta nueva cepa en el Reino Unido, así como lo hacen muchos otros países alrededor del mundo. Las primeras localidades donde se observó a B.1.1.7 en Inglaterra han visto cómo esta variante del virus se ha vuelto cada vez más común y frecuente entre los casos locales.

Este aumento de casos asociados puede ser un indicador de su mayor capacidad de transmitirse, pero también podría ser producto de otros factores que tienen más que ver con la forma en la que la gente se mueve a través de las ciudades y del país, donde se aglomeran las personas y realizan sus actividades diarias, y los efectos de las medidas de cuarentena en Inglaterra.

Fuera del Reino Unido, varios países en Europa, Asia y Australia han reportado casos asociados con la nueva variante, por lo que es posible que ésta ya se encuentre circulando en múltiples localidades. De hecho, Brasil reportó recientemente las secuencias genómicas de los primeros dos casos confirmados de B.1.1.7 en el país y Chile anunció haber encontrado un caso también, ilustrando cómo esta cepa se está propagando. Sin embargo, aún no tenemos suficiente evidencia para afirmar que esta nueva variante del virus pueda afectar drásticamente la trayectoria de la pandemia.

Lo que podemos decir es que, afortunadamente, los datos hasta la fecha muestran que la enfermedad provocada por B.1.1.7 es muy similar a la causada por cualquier otro tipo de virus. Esta variante del virus es igual de letal que las anteriores, y nuestro conocimiento sobre el sistema inmune nos da a entender que a pesar de las diferencias en la proteína S, es muy probable que las vacunas actuales funcionen de la misma forma que con cualquier otra variante.

Lastimosamente, como ocurre muchas veces en la ciencia, por el momento no sabemos con exactitud cómo se comportará esta nueva variante del virus en el futuro cercano. Sin embargo, somos optimistas sobre nuestra capacidad de manejar el riesgo de esta o cualquier otra variante de SARS-CoV-2 que pueda emerger en el futuro. El secreto está en permanecer vigilantes, invertir recursos en monitorear al virus (combinando vigilancia epidemiológica y genómica), usar acciones inteligentes para minimizar el contagio sin comprometer al funcionamiento de nuestra sociedad ni a nuestra salud en general y, ante todo, mantener la calma.