Mi padrastro se llamaba Antonio Zambrano, tenía 83 años, y falleció de un fallo respiratorio las primeras semanas de marzo, no recuerdo la fecha exacta. Murió en su casa en Guayaquil, luego de pasar tres días con mucha tos. Sentía que se ahogaba. En esos días cuando estaba con los síntomas, lo llevamos al Hospital Mariana de Jesús y ahí le dijeron que lo que tenía era flema en los pulmones, pero que no era covid.
Apenas murió en casa nosotros llamamos al 911 para que vengan a retirar el cuerpo, pero nunca llegaron. Cerca de donde vivo hay una UPC (Unidad de Policía Comunitaria) nueva, y tuvimos que ir allá como tres veces a insistir que alguien nos atienda, pero nos decían que al momento estaban apretados porque había bastantes fallecidos de aquí para allá, y nunca me dieron alguna opción real de qué hacer con el cuerpo. Y nosotros, honestamente estamos con recursos bajos, no podíamos ir y comprarle una caja, o peor enterrarle en un cementerio que cuesta bastante. Por eso a mi padrastro lo pusimos afuera de su casa, en la calle, en una mesa, cubierto con sábanas para que no afecte el olor dentro de la casa, y así afuera estuvo por cuatro días.
En esos días en mi barrio empezamos a hacer bullas para que nos hicieran caso. En el barrio igualmente estaban un poco molestos porque claro el cuerpo igual empezaba a oler fuerte. Entonces en la calle pusimos unos palos y los quemamos para llamar la atención de las autoridades y solo de esa manera llegaron finalmente los de la policía. Entonces al día siguiente de eso, vinieron a retirar el cuerpo los de Medicina Legal. Ellos le dieron un papel a mi sobrino, no sé si era el acta de defunción pero ese papel es lo único que nos dieron, y nos dijeron que ellos iban a llamar cuando tuvieran más información.
Desde entonces, mediados de marzo, nadie nos ha vuelto a llamar o a dar alguna información sobre el cuerpo de mi padrastro. Estamos esperando por más de cuatro meses. Esperando a que alguien nos llame, a que nos digan dónde está el cuerpo, qué han hecho con él. En este tiempo nosotros tampoco hemos llamado, porque si se llega a llamar, yo he escuchado versiones que le piden a uno que vayan a buscar el cuerpo del familiar, en el mismo lugar donde tienen a cientos de cuerpos más. ¿Uno cómo va a ir a meterse ahí a rebuscar? Si uno puede salir enfermo, contagiado.
A pesar de esto sí tenemos todavía la esperanza de que nos van a llamar y que nos van a entregar el cuerpo de mi padrastro. Para mí y mi familia la verdad es que todo este tiempo sin ninguna información ha sido un bastante duro, bastante doloroso. Él es un ser humano y necesita y se merece estar en un lugar sepultado y en paz.
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Este testimonio fue recogido y editado por Joaquín García