Relatos en primera persona de aquellos que aún buscan los cuerpos de sus seres queridos que murieron durante la emergencia del covid-19.

Laura Zurita

Este es el testimonio de Carlos Triviño, amigo y vecino de Laura Zurita, fallecida el 31 de marzo de 2020 en Guayaquil, el cuerpo aún no aparece.

Laura Zurita

Laura Zurita junto a su esposo Justo Macías

Laura era mi vecina y mi hermana en Cristo. Tenía 75 años y vivía solo con su esposo, el señor Justo Macías, quien también tiene la misma edad. La señora Laura murió en su casa el 31 de marzo como a las siete de la mañana, tenía fiebre y malestar del cuerpo, pero realmente nunca supimos si tuvo covid, por lo que pensamos que se murió de la preocupación y la depresión que tenía por todo lo que estaba pasando en el país y en Guayaquil específicamente. Laura era diabética e hipertensa, entonces creemos que eso también la afectó.

Su cuerpo permaneció en su casa  por casi dos días porque nadie venía a recogerlo. Como el señor Justo es bastante mayor y está solo, yo le he ayudado a hacer el seguimiento. Desde el día que ella murió yo estuve llamando y llamando a la policía de criminalística y al 911 para que alguien venga a recoger el cuerpo de Laura, pero nadie contestaba. 

Ella murió en su cama y su esposo no tenía a dónde moverla ni a dónde llevarla. Además de que por el miedo a que la señora tenga alguna enfermedad, la gente no quería ayudarlo. 

 Finalmente el 2 de abril, la policía de criminalística contestó la llamada y nos dijo que si es que necesitábamos ayuda o si es que ya se habían llevado el cuerpo. Las personas del municipio, que se encargan del levantamiento de cadáveres y la policía de criminalística se llevaron el cuerpo y nos entregaron un papel para que vayamos a sacar la partida de defunción de la señora. 

 Hasta hoy he estado haciendo el seguimiento para saber dónde está el cuerpo de Laura, pero aún no sabemos nada. A mediados de abril más o menos, me llamó el doctor Escudero, del laboratorio de criminalística, y me dijo que para iniciar con el procedimiento de búsqueda, lo primero que necesitaba era una descripción detallada de todas las características de la señora Laura. Entonces junto con su esposo le comenzamos a dar una descripción que le podía ayudar. 

 Pero pasó el mes de abril, mayo y junio y nosotros seguíamos en contacto con el señor, por llamada y por mensajes de WhatsApp. Hablábamos con él día y noche para ver si se sabía algo o si es que podíamos aportar con algo más que ayude a encontrarla, pero no logramos nada. A inicios de julio, el doctor nos volvió a llamar para decirnos que lastimosamente no iba  poder continuar ayudándonos porque había que iniciar un nuevo procedimiento que ya estaba fuera de sus manos. Entonces pasamos a hablar con una policía de criminalística que dijo que nos acompañaría en el nuevo proceso, y nos dijo que para identificar el cuerpo de la señora Laura necesitamos una muestra de ADN, que podía ser de un hijo, de sus padres o de un hermano. Pero ella nunca tuvo hijos ni hermanos, nunca conoció a su padre, y su madre ya falleció. A partir de esto, le contamos que la madre de Laura se encontraba enterrada en Naranjito, porque ella vivía ahí, entonces la policía dijo que podían ir hasta allá a hacer la toma de ADN de la madre y después regresar para probar esa toma en el primer grupo de los cadáveres que aún no han sido identificados. 

 Pero hasta ahí es lo que sabemos de la señora Laura, no la hemos encontrado y seguimos esperando a que nos contacten porque nos dijeron que nos iban a llamar apenas la identifiquen. 

 Ahora nos preocupa que en el supuesto caso de que la encuentren, el señor Justo no tiene recursos ni una bóveda para darle digno entierro a su esposa. Con los vecinos lo hemos estado alimentando durante este tiempo porque no tiene nada. Estamos buscando también apoyo de fundaciones o de algún tipo de donación para que Justo pueda darle sepultura a “Zurita”, como él la llamaba.

Si buscas el cuerpo de un familiar fallecido en la emergencia del covid-19, súmalo a esta lista 


Este testimonio fue recogido y editado por Doménica Rivadeneyra.