En los últimos meses, rumores de un anticonceptivo masculino inyectable y reversible comenzaron a circular en redes sociales. Algunos medios reportaban que estaría listo en seis meses otros que el lanzamiento ya estaba casi listo. Pero todavía estamos lejos de ver un nuevo anticonceptivo masculino en el mercado. Especialmente en el ecuatoriano y en el latinoamericano. Incluso si llegara a venderse, hay muchas dudas sobre su efectividad y su reversibilidad que todavía no han sido resueltas. 

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Los hombres, por el momento, no tienen otros métodos anticonceptivos que no sean el condón o la vasectomía. Los espermicidas, químicos que impiden la llegada del esperma al óvulo, se colocan en la vagina, así que son un método femenino. El condón es el único totalmente reversible y también es el único método anticonceptivo que previene enfermedades de transmisión sexual. Estas limitadas opciones han provocado que década tras década circulen rumores del “inminente” lanzamiento de nuevos métodos anticonceptivos para hombres. 

Del que se habla ahora se llama Anticonceptivo Masculino Intravascular, Inyectable y No Hormonal —RISUG por sus siglas en inglés. Está siendo desarrollado por el Consejo Indio de Investigación Médica y ya fue enviado al Sistema Controlador General de Drogas de la India para su aprobación. Un proceso que, dependiendo de cada droga, puede tomar entre dos meses y años

El RISUG es una especie de vasectomía que no involucra una cirugía. Los doctores inyectan un gel de polímeros en el conducto deferente —que transporta los espermatozoides de  a la uretra en la eyaculación— para que bloquee la salida del esperma. Según Radhey Shyam Sharma, el biólogo experto en reproducción que lidera la investigación, los efectos del gel podrían durar hasta 13 años. Aunque los científicos indios están trabajando para que sea un método con mayor reversibilidad que la vasectomía, todavía no lo han logrado. 

En papel, el RISUG es el método anticonceptivo ideal. Pero aún tiene muchos riesgos. “El avance de este polímero inyectable es lento, los ensayos clínicos no están proporcionando suficientes conclusiones sólidas» decía un estudio de 2014 publicado en el Indian Journal of Medical Research.

Otro artículo, publicado en 2018 y firmado por investigadores de la Escuela de Urología de la Universidad de Virginia, planteó preocupaciones similares sobre RISUG. Citaron ensayos y estudios clínicos en etapas anteriores en animales que mostraron que podría dañar los espermatozoides y los tejidos en los órganos reproductores masculinos. 

Michael Skinner, del laboratorio de la Universidad de Washington, habló sobre sus preocupaciones sobre la reversibilidad de RISUG en una entrevista con Vox. «Todavía no he visto ninguna prueba clínica grande, ni estudios sobre reversibilidad en humanos, por lo que tendremos que esperar y ver qué tan útil se vuelve», dijo. Hasta el momento, todos los hombres que han participado en los ensayos clínicos de RISUG lo han hecho sabiendo que tal vez no se pueda revertir jamás. El el urólogo Francisco Coronel dice que, al tratarse de un método con alto margen de error, con posibles riesgos para la salud y que tal vez no sea reversible, él recomendaría no usarlo. En su lugar, sugeriría una vasectomía, que tendría el mismo efecto sin todos los riesgos. 

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Son muchos los factores que dificultan el desarrollo de opciones anticonceptivas hormonales para los hombres. A diferencia de las mujeres, para quienes hay varias —las píldoras anticonceptivas, los parches, los anillos y las inyecciones— que usan hormonas para prevenir la ovulación en las mujeres. 

¿Por qué? Uno de los motivos es que las mujeres generalmente liberan un óvulo por mes (y sin él, no hay embarazo), pero los hombres pueden producir mil espermatozoides por segundo. El objetivo a neutralizar es mucho más voluminoso.

Los anticonceptivos hormonales de los hombres — una píldora, una inyección, un parche— deberían tener una combinación equilibrada de la hormona masculina testosterona y progestágeno, que es femenina. El resultado sería, explica el urólogo Coronel, que los testículos disminuirían la producción de espermatozoides sin que se inhiban todos los efectos que la testosterona produce: deseo sexual, engrosamiento de la voz, fuerza muscular y otros. 

Usar hormonas para prevenir la creación de esperma requiere dosis muy altas que causan efectos secundarios intensos, como la disminución del deseo sexual, acné, riesgo de coágulos de sangre, incremento de peso, cambios de humor, entre otros. Aunque esos efectos —similares en las mujeres— no los detuvieron de producir y comercializar los femeninos. Según el doctor Coronel, la alta cantidad de hormonas que necesitan para controlar la producción de espermas podría incrementar el riesgo de tener colesterol elevado (aunque, de nuevo: eso también puede pasarle a las mujeres).

Además, hay varios factores que podrían reducir la efectividad de los anticonceptivos masculinos hormonales. Por la elevada cantidad de espermatozoides que se libera en cada eyaculación, es probable que no todos sean inhibidos, aumentando el riesgo de embarazo. Los efectos de cualquier método anticonceptivo masculino tampoco serían inmediatos, dice Coronel: después de inyectados, habrá que esperar entre dos y tres meses para que los surtan. El doctor Francisco Coronel dice que tampoco se sabe cómo podría afectar al bebé si el RISUG falla y hay un embarazo. 

El dinero también es un factor importante Según un análisis de la plataforma de análisis financiero Bloomberg, las farmacéuticas no ven como un buen negocio el lanzamiento de productos que no tienen potencial de ser muy exitosos. La Fundación Gates presentó un estudio que demostraba que  la industria invierte solo el 2% de sus ingresos anuales de los anticonceptivos en investigación y desarrollo. Eso es menos de una sexta parte de lo que podría gastar para sacar al mercado un solo medicamento contra el cáncer.

Otro obstáculo es la política de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), el departamento estadounidense que regula los medicamentos en ese país. Si bien la anticoncepción hormonal podría funcionar bien en la mayoría de los hombres, aún puede fallar en un porcentaje lo suficientemente alto como para que las compañías farmacéuticas no se sientan seguras de que obtendrá la aprobación de la FDA. Sin esa confianza, no gastarán el dinero necesario para desarrollarlo. 

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Por años, se ha debatido quién tiene la mayor responsabilidad del uso de anticoncepción en parejas heterosexuales. La respuesta es simple: debe ser compartida. Sin embargo, muchas veces no es así. La doctora y experta en educación sexual, Virginia Gómez de la Torre, dice que tiende a caer, por lo general, en las mujeres. Como es ella quien se embaraza, dice Gómez de la Torre, la mayoría de esfuerzos han sido para promover los métodos femeninos. “Es una evidencia de un sesgo de género” dice la experta. 

Incluso cuando se ha demostrado que los anticonceptivos femeninos también tienen un índice de alto riesgo y muchos efectos en la salud. “En esta sociedad patriarcal, machista, capitalista”, dice Gómez de la Torre, “nos han obligado a aceptar este tipo de anticonceptivos que nos han hecho sufrir. No importa sufrir con tal de no quedar embarazada”. 

El doctor Coronel coincide en que la responsabilidad de la anticoncepción recae con demasiada frecuencia en las mujeres. Explica que como el embarazo hace que los planes de vida de una mujer cambien, están más conscientes de cuidarse, mientras que los hombres se despreocupan del tema. “Eso no está bien, los hombres deberíamos ser más conscientes, pero pasa por machismo y por costumbre”, dice Coronel, quien, además, admite que no conocía tanto sobre los nuevos estudios que se están haciendo. Cuando se dedicó a estudiarlos, se dio cuenta de que no son un tema que se discuta entre sus colegas. Tampoco, dice, es un tema que se trate en congresos nacionales o internacionales. 

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Hay algunos hombres que no están seguros de querer usar otro método que no sea el condón, en especial si involucra que agujas se acerquen a sus genitales o sufrir los efectos secundarios. Shamani Joshi, periodista de Vice, entrevistó a varios hombres de India y les preguntó si usarían RISUG. Uno dijo que preferían no tener sexo nunca más que inyectarse. Otro no querían correr el riesgo de que les pase algo similar a lo que le pasó a Bruce Banner cuando se convirtió en Hulk después de una inyección. Otros preferían la protección doble, contra embarazos y enfermedades de transmisión sexual, del condón. El único de los cinco entrevistados que dijo que sí lo usaría dijo que primero debería confirmar que era un método seguro y efectivo. Algo que todavía ningún estudio ha podido confirmar.