Desde que la Alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, se posesionó en mayo de 2019, ha sumado a 127 funcionarios  a la nómina municipal, aumentando el presupuesto en personal a 52 millones de dólares anuales, 6 millones más que en la administración de Jaime Nebot, según una publicación de diario Expreso. La investigación dice, además, que existen cargos duplicados con sueldos de 4.400 dólares mensuales. Ese no sería el único problema. Según el diario, Viteri ha evitado responder las preguntas sobre la duplicidad de cargos. 

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El día anterior, en un tuit dedicado al Día del Periodista Ecuatoriano —que en Ecuador se conmemora el 5 de enero en honor a Eugenio Espejo, periodista y político del siglo XVIII—, Viteri insistía en la importancia de la libertad de expresión para la democracia. Contradiciendo el espíritu de su tuit, esa misma semana, a la periodista de Teleamazonas, Dayanna Monroy, una funcionaria municipal le impidió el paso hacia la Alcaldesa de Guayaquil. Monroy quería preguntarle a Viteri sobre el aumento de personal reportado por Expreso. La funcionaria que no lo permitió es la Promotora Comunitaria de Vinculación —un departamento encargado de fortalecer y promover el vínculo entre los ciudadanos y el municipio guayaquileño. Además, dice Monroy, había cinco o seis personas —ella cree que era personal de seguridad— cerrándole el paso. 

Otra periodista, que ha cubierto temas en ambas administraciones, dice que hay una diferencia entre la alcaldía de Viteri y la de  Jaime Nebot: el exalcalde, si no quería hablar con la prensa, no lo hacía pero no ponía personal para impedir que los medios se le acercaran. Viteri, sí. La periodista, además, que hay una orden directa de Viteri para limitar las facilidades a los periodistas que intentan abordarla.  

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Quienes defienden a Viteri, dicen que ella rinde cuentas permanentemente. Hablan de las invitaciones a los periodistas a cubrir las actividades de la alcaldesa y el enlace radial semanal en el que ella habla de su gestión. Pero acceder a conversaciones en espacios mediáticos complacientes, o invitar a periodistas a las actividades que son políticamente beneficiosas para la alcaldesa no la convierte, necesariamente, en una funcionaria transparente ni muestra una gestión de puertas abiertas hacia la prensa. 

En 2017, cuando Viteri era candidata a la Presidencia de la República ya dio indicios sobre los reparos que tiene a las preguntas incómodas. Cuando John Dunn y yo la entrevistamos, Viteri y su equipo de comunicación mostraron su lado menos tolerante: desde el inicio, fue difícil conseguir una fecha con ella. Fue la única de los cinco candidatos que entrevistamos que puso reparos sobre el lugar de la entrevista. Después de varios intentos y cancelaciones, tuvimos que ir al hotel d0nde se hospedaba en Quito y hacer ahí la entrevista. Su equipo —el más numeroso de los candidatos que entrevistamos— no tuvo reparos en interrumpir la entrevista para cuestionar las preguntas que le estábamos haciendo. “¿Qué son estas preguntas? Debimos pedir el libreto antes de aceptar”, decía su jefa de campaña, hoy Viceprefecta del Guayas. 

Parece que era una muestra anticipada de lo que sería la relación entre Cynthia Viteri y la prensa en su administración municipal. Dayanna Monroy, la periodista de Teleamazonas impedida de acercarse a la Alcaldesa, cuenta que tanto el director de comunicación de la Alcaldía, como Cynthia Viteri, la llamaron para disculparse después del incidente en la Alcaldía. Monroy dice que Viteri le dijo que dio la disposición a todos los funcionarios, incluida la gente de seguridad, de que no traten mal a la prensa. Sin embargo, diario Expreso sigue esperando que Viteri les responda. 

Las autoridades como Cynthia Viteri —que recalca, cada que puede, que tuvo una trayectoria periodística y que por lo tanto, entiende y respeta la labor de los medios— parecen olvidar que rendir cuentas, más que esperar que los periodistas y medios sean altavoces de sus logros, significa atender a los periodistas que cuestionan su gestión y responder a preguntas incómodas, como las que diario Expreso le ha hecho. Lo contrario es confundir, como tantos otros funcionarios de este país, al periodismo con la propaganda. Y si lo olvidan, es deber de la prensa recordárselo.