Entre 2000 y 2017, 571 mil 891 hectáreas fueron deforestadas en la cuenca Amazónica del Ecuador. Esto es quince veces el Distrito Metropolitano de Quito. La principal causa de la deforestación en el Ecuador no son las grandes empresas madereras ni las transnacionales de agroindustria sino la siembra de pastos y la actividad ganadera, a cargo de pequeños o medianos agricultores.
Aunque cada año se pierden miles de hectáreas de bosque en la Amazonía ecuatoriana, varias comunidades indígenas han buscado alternativas para conservar su territorio. Uno de ellos es el proyecto de veedurías comunitarias, a cargo de comunidades de la nacionalidad waorani. En estas veedurías, cerca de diez miembros de la comunidad hacen recorridos con cámaras, GPS, tablets y celulares para llevar un registro de los árboles y especies de su territorio.
En uno de los recorridos, la comunidad waorani de Gareno, encontró decenas de árboles marcados, que iban a ser talados por una empresa maderera. También se dieron cuenta que en uno vivía un águila arpía, una especie de ave en peligro de extinción. Con las fotografías y el monitoreo lograron detener la tala del bosque y cuidar el nido del águila arpía.
La conservación de los bosques permite que se evite la muerte de miles de especies de animales, ayudar a las comunidades amazónicas a vivir en un ambiente sano. Pero aún queda mucho por hacer.